Para todos es claro que la Comuna es un espacio de participación y de construcción del Estado Comunal y de la sociedad socialista, genuina herencia de nuestro Comandante Chávez y de las luchas que dieron miles de venezolanos por la Revolución. Contrario a la propaganda de la Derecha, la Comuna es expresión máxima de la Democracia, de la participación y del ejercicio real de la soberanía. No es simplemente una entidad administrativa que agrupa a un determinado territorio. Es mucho más que eso, es en donde se ejercita el aprendizaje del Socialismo, en donde nuevas relaciones de producción deben ser ensayadas y en donde la colaboración, la solidaridad, la complementariedad, el respeto y la excelencia son valores que caracterizan dichas relaciones. Por esto es fundamental que la Comuna sea además de un espacio territorial y administrativo, un espacio productivo, porque a diferencia de un municipio o de un Estado, no se perciben rentas provenientes de impuestos, al contrario, el financiamiento de la Comuna debe hacerse mediante el desarrollo de experiencias productivas que la hagan sostenible y sustentable. De ahí que las Comunas que perduran en el tiempo se identifican con la Autogestión, mientras que las que quieren vivir de créditos y asignaciones del Estado son más débiles y están condenadas al fracaso.
Por otro lado, la Comuna es una fuente de innovación en esas nuevas relaciones sociales y en las formas organizativas. No es en la Comuna donde se practica la verticalidad, el burocratismo y el autoritarismo. La Comuna se caracteriza por mostrar una dirección colectiva que se diferencia del Centralismo Democrático y que asume el asambleísmo y la consulta permanente como ejes de dirección de los comuneros. Así, estos quedan investidos de la figura de voceros y no de representantes, siendo estos últimos secuela de la Democracia burguesa que hoy tratamos de superar. Tales conceptos están perfectamente recogidos en esa perfectible Ley Orgánica de las Comunas, la cual se constituye en un verdadero faro que alumbra el camino de la Revolución, solo posible por el genio de nuestro Comandante Eterno.
A pesar de esto, las Comunas tienen riesgos que ponen en peligro su existencia, y tienen que ver con los vicios que el capitalismo ha sembrado en nosotros y que nos lleva a tener que cuestionarnos, a criticarnos, a estudiar y a debatir, para que podamos descubrir los problemas que se presentan más allá de los coyunturales. El vanguardismo, el sectarismo, el inmediatismo, las imposiciones y la politiquería con p minúscula, son varios de los problemas que a diario se presentan. Ante esto se plantean dos elementos fundamentales a considerar en la Comuna.
En primer lugar, la Comuna tiene que estar conformada por quienes sean válidamente electos en sus Consejos Comunales, en Asambleas Abiertas, en donde no haya miedo de que en las mismas participe la Derecha. Si creemos en la Comuna, la misma va a ir desechando las prácticas contrarrevolucionarias. Si las Asambleas son cerradas, los voceros van a ser expresión de un solo grupo o sector, perdiendo carácter democrático la Comuna y comprometiendo su legitimidad. Debemos entender, como decía Lenin, que "la revolución no es lineal, es dialéctica, desenvolviéndose en innumerables contradicciones", por lo que la presencia de voceros que inicialmente no se identifiquen con el Socialismo será una prueba de fuego, y nos obligará a validar en la práctica los planteamientos de la Revolución. La legitimidad de la Comuna viene dada entonces por ser expresión genuina de los ciudadanos organizados de su ámbito territorial, constituyéndose en la nueva geometría del poder.
En segundo lugar, la Comuna debe tener un profundo carácter de inclusión, de llegarle a los movimientos culturales, deportivos, políticos y de cualquier índole que reflejen niveles de organización dentro del territorio de la Comuna. Son los ciudadanos organizados los sujetos de transformación del espacio de la Comuna y de articulación con otras Comunas, con miras a lograr niveles de agregación que fortalezcan el proceso comunal. Una Comuna que se encierra, que no incorpora, que excluye, que se reúne en secreto, que esconde sus discusiones, es una Comuna que está de espaldas a los ciudadanos de su territorio. Por lo tanto la apertura de la misma es fundamental para garantizar el trabajo y el empoderamiento colectivo, lo cual se traducirá en un futuro, no en la toma del Poder, sino en su destrucción.
Por último, la práctica autogestionaria de la Comuna debe estar dirigida a su sostenibilidad en el tiempo, pero su política debe estar orientada a generar aprendizajes en los ciudadanos que les enseñe que el enemigo a vencer es el Capitalismo y que les muestre, de manera fehaciente, las formas en que el mismo se expresa.