Al pueblo revolucionario

Hace ya más de 200 años bajo el mando de Manuel Gual y José María España, dos militares y políticos vargenses de muy buena cultura y de espíritu republicano, tuvo lugar un movimiento revolucionario poco común.

Este movimiento independentista estaba conformado por una gran variedad de venezolanos, incluso varios revolucionarios españoles que J.M. España había liberado de las mazmorras gracias a su cargo de teniente de justicia mayor de Macuto. Entre sus filas había clérigos, intelectuales, pequeños comerciantes, militares, incluso esclavos.

Además de la amplia participación de muchos sectores, esta sublevación planteaba no solo la independencia del imperio español, ya en decadencia, sino que proponía cambios profundos. Sus propuestas revolucionarias hablaban ya sobre los derechos humanos y de los ciudadanos y sus proclamas iban dirigidas a todos los americanos. Las oligarquías se sintieron amenazadas.

España y Gual fueron traicionados y la independencia y los cambios tuvieron que esperar. José María España murió descuartizado en la plaza mayor y su cabeza puesta en exhibición, Manuel Gual murió misteriosamente envenenado en Trinidad. Así siempre se comportaron y aun se comportan las elites imperiales supuestamente “civilizadas”.

Años después el joven Bolívar, no solo logró independizar a Venezuela, sino que fundó la gran Colombia, liberando a Ecuador, al Perú y dándole nacimiento a Bolivia. Liberó a los esclavos comenzó a hablar de igualdad y justicia y a practicarlas. Pero nuevamente las oligarquías, temerosas de perder sus privilegios, comenzaron las intrigas.

La traición entonces también golpeo fuertemente a Bolívar. Las elites oligárquicas, lo difaman, tratan de destruir su reputación, desterrándolo de su patria y dividiendo a la gran Colombia, asesinan al gran mariscal Sucre y acaban con el sueño de una América Unida que pudiera enfrentar a los imperios con una sola voz y con la fuerza de la unión, una América que pudiera mostrarle al viejo y decadente mundo europeo un mundo nuevo de armonía y justicia.

200 años después, el comandante Chaves retoma las ideas del gran Bolívar, rescata su legado y comienza el más variado y complejo proceso emancipador de la historia de NuestraAmérica. Militares, obreros, sacerdotes, campesinos, estudiantes, intelectuales y amas de casa conformaron un huracán revolucionario que llevó al poder al comandante por la vía electoral a pesar de la corrupción, las componendas, las trabas y las amenazas de las elites adeco/copeyanas.

En ese gran huracán revolucionario venían ex guerrilleros, comunistas, demócrata cristianos, izquierdistas radicales, personajes de la centro izquierda, patriotas, bolivarianos y nacionalistas, pero el huracán también traía arribistas, oportunistas y traidores. Muchos, al darse cuenta que Chávez era de verdad y que los cambios que proponía eran profundos y no solamente cosméticos, comenzaron a saltar la talanquera, y lo que es peor, muchos desataron un proceso de saboteo constante para obstaculizar y retrasar los cambios que Chávez ordenaba y que la nación necesitaba.

La joven revolución bolivariana con Chávez al mando enfrentó paros nacionales, golpes de estado, paro petrolero, y sin embargo el comandante cumplió sus promesas, llamo a un referéndum para crear una nueva constitución más acorde con los tiempos y las aspiraciones de todos los venezolanos, Comenzó a cancelar la inmensa deuda social que el estado tenía con la gran mayoría de los ciudadanos, su acción decidida ayudó a estabilizar los precios del petróleo y logró sacar a millones de la pobreza. Retoma con firmeza el sueño de Bolívar creando el ALBA, la UNASUR y PETROCARIBE y otras iniciativas de integración de NuestraAmérica.

No nos dejemos engañar, los ataques de las oligarquías de siempre en alianza con sus nuevos amos imperiales comenzaron incluso antes de llegar Chávez al poder, pero no han podido derrotar a la revolución.

Después del vil asesinato de nuestro comandante, decidieron lanzar un ataque frontal utilizando todo lo que tenían en sus manuales. Al asumir el presidente Maduro, la guerra se intensifico exponencialmente, sobre todo en los frentes económico y mediático. La finalidad: acabar con la revolución bolivariana y el proyecto de integración de sur América y el Caribe, acabar con nuestra soberanía y apoderarse de nuestros inmensos recursos.

Antes que nada debemos entender que los procesos revolucionarios tienen su dialéctica, sus ritmos. Avanzan, retroceden y vuelven a avanzar. Lo que no pueden es estancarse. Ahora bien, los tiempos en una revolución nunca son iguales para todos, el estado y las organizaciones políticas tienen sus tiempos, los movimientos sociales los suyos, los sindicatos otros y los ciudadanos de a pie sin organización se mueven en tiempos totalmente diferentes. En lo que siempre debemos estar de acuerdo todos, es en las metas y en los objetivos, que deben llevarnos a construir un modelo que le entregue al pueblo “la mayor suma de felicidad posible” y que mantenga intacta nuestra soberanía.

Pero algo que todos los revolucionarios debemos meternos en la cabeza y de lo que tenemos que estar plenamente convencidos es que lo que sucede en nuestra Venezuela no es debido a la corrupción, que la hay como en la mayoría de los países del mundo, ni a la ineficiencia, que también existe al igual que en otros gobiernos en mayor o menor grado, ni mucho menos se está planteando el cambio de una dictadura a una democracia, ni es una cuestión de libertad y derechos humanos. Todo eso es una gigantesca operación de propaganda para poder justificar una intervención que acabe con nuestra soberanía y destruya nuestro estado nación para así poder apoderarse de nuestros recursos y acabar con la integración de NuestraAmérica.

Contra Venezuela se ha desatado una gigantesca operación física y sicológica. Una guerra multiforme lanzada por un imperio en decadencia que para mantener su hegemonía atropella el derecho internacional, viola constantemente los derechos humanos y se niega a darle paso a un mundo multipolar conformado por nuevas potencias y nuevos y variados centros de poder.

Este imperio genocida, guerrerista y engañador necesita para mantener su hegemonía, evitar a toda costa que potencias emergentes como China, Rusia, la india y otros que vienen tratando de instalar un modelo de relaciones globales distinto al que los gobiernos estadounidenses y sus satélites europeos nos han sometido a punta de dólares y cañones, tengan acceso a las inmensas riquezas del continente sur americano y el caribe y acaben con la tiranía del dólar.

Por otro lado, las elites imperiales saben bien que Venezuela, a pesar de los errores cometidos, las agresiones (a las que ellos “inocentemente” llaman sanciones) sigue siendo un ejemplo de que existen otras formas de gobierno, y que la verdadera democracia es la democracia participativa, no la mal llamada “democracia” representativa hecha a imagen y semejanza y solo para el beneficio del pequeño grupo de oligarcas y plutócratas.

Temen que lo mucho (aunque no aun suficiente) que hemos avanzado en los procesos de organización popular, la unión cívico/militar, en los modelos alternativos de distribución, las diferentes formas de propiedad, el nacionalismo y el antiimperialismo, sirva como ejemplo a los pueblos de la patria grande y del planeta entero, de que un mundo mejor es posible y necesario.

Que no nos quepa duda, Venezuela es hoy el lugar donde se decidirá el futuro del derecho internacional y muy probablemente el de la humanidad. El mundo está hoy dividido otra vez en dos bloques, uno que respalda al hegemon imperialista violento, destructor de pueblos y culturas, con su visión de un mundo unipolar en manos de las corporaciones occidentales con su política de apropiación y acumulación por despojo y otro que avanza indetenible, que apoya el respeto del derecho internacional, el multilateralismo y que trae un modelo comercial más justo y un poco más equitativo. Un bloque de países que apuesta a un mundo pluripolar y multicultural donde todos los países tengan el derecho a desarrollarse.

Venezuela se encuentra en el centro de esta contienda, por sus inmensas riquezas, su posición geoestratégica y por la resistencia de su bravo pueblo ante los desmesurados ataques del monstruo imperialista.

No es tiempo de recular, no hay lugar para la duda o el cansancio. Los revolucionarios debemos plantarnos con conciencia y convicción y por todos los medios a nuestro alcance impedir la perdida de nuestra soberanía y el desmembramiento de la patria de Bolívar. Para esto debemos incrementar la organización popular, la participación en los asuntos de nuestras comunidades, la contraloría social y sobre todo trabajar sin descanso para desmontar las mentiras que minuto a minuto siembra en nuestras mentes la maquinaria propagandística imperial para tratar de confundirnos. Esta será una lucha dura y de largo alcance.

SI seguimos resistiendo y se gana la batalla, veremos una Venezuela prospera y feliz convertida en una potencia regional. Y nuestro ejemplo de resistencia revolucionaria con su nueva cultura de amor y solidaridad, será el ejemplo a seguir por todos los pueblos de NuestraAmérica y el mundo.



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Gustavo Corma


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