PRESENTACIÓN
El presente escrito esta constituido por una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui y una caracterización de la Revolución Bolivariana, en una dinámica donde se subraya la vigencia política-ideológica de la obra de éste, en la lucha por la liberación de los pueblos Nuestro-americanos en general y venezolano en particular. Es también un inventario de temas, aristas y ángulos de la experiencia bolivariana como hecho político-social en desarrollo y, niveles de coincidencias con el esfuerzo de elaboración intelectual, política, ideológica y organizativa de Mariátegui.
Requisito indispensable, en una exposición como la presente, es dar a conocer los principales aspectos en juego siendo uno de ellos la vida y obra de José Carlos Mariátegui. Autor poco conocido, no solo en nuestro país, sino en muchos otros países de Nuestra-América, incluso para militantes revolucionarios debido al esfuerzo sistemático que tuvieron marxistas ortodoxos, trotskistas, reformistas, imperialista y apristas entre otros, por tergiversar o acallar su obra*.
Por otra parte, más allá del liderazgo del Presidente Chávez, errores del imperialismo en sus ataques al proceso y de la debacle de la oposición, la trascendencia de la Revolución Bolivariana la constatamos en el esfuerzo de interpretar la realidad nacional desde la estructuración de un pensamiento propio (el bolivarianismo), que en su dinámica y profundización, desde lo especifico y particular de nuestro país, logra apuntalar una propuesta de cambio que impacta la universalidad de la cultura y particularmente de la cultura política-revolucionaria.
Espero que esta iniciativa nos acerque más a la implementación crítica de la Revolución Bolivariana, a valorar el papel de la teoría, el estudio, la sistematización de experiencias, el continuo aprendizaje y a hurgar en afirmaciones y propuestas elaboradas a lo largo y ancho de Nuestra-América Rebelde, pero que por prejuicios euro-céntricos permanecen silenciadas y desalojadas del arsenal teórico-político necesario para la Liberación de nuestras tierras, desde una propuesta Socialista y NuestrAméricana.
_____________________________
(*)Véase: (cuatro caras de un mito) en la Introducción a los Siete Ensayos de Interpretación de la realidad Peruana, escrito por Aníbal Quijano Editorial Ayacucho, Caracas 1979, primera edición.
1.- JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (1894-1930)
Mariátegui, José Carlos (1894-1930), es el ideólogo peruano más importante del siglo XX y posiblemente el pensador marxista latinoamericano más influyente de su época. Aparte de sus libros, hay que destacar su acción personal en la vida política peruana, y su admirable labor como periodista, especialmente a través de las páginas de Amauta, revista fundada por él en 1926, que se convirtió en uno de los grandes órganos de difusión del pensamiento, la crítica y la creación en América. Esa labor es todavía más notable si se considera que la cumplió confinado en una silla de ruedas durante los años decisivos de su vida.
Su primera etapa de formación intelectual —lo que él llamará "mi edad de piedra"— llega hasta 1919 y se distingue por su actividad periodística. Escribe artículos y crónicas sobre los más variados temas, con un cierto tono frívolo, mundano y elegantes rasgos posmodernistas; luego, hay un claro giro hacia el socialismo y el activismo político. Fundó la revista Nuestra Época y el diario La Razón; frecuentó la lectura de España, de Manuel Azaña y los textos de Araguistain y Unamuno; siguió muy de cerca la Reforma Universitaria, iniciada en la Universidad Argentina de Córdoba en 1918; fue elegido vicepresidente del Círculo de Periodistas y apoyó las reivindicaciones obreras y el Comité de Propaganda Socialista. Para alejar del país a este incómodo crítico, el presidente Augusto B. Leguía lo envió a Italia, donde pasó unos tres años (1920-23) que fueron cruciales en su maduración intelectual. Visitó París, Berlín, Viena y Budapest, conoció a Gramsci (Esto no es compartido por la mayoría de estudiosos de la obra de Mariátegui, observación nuestra), siguió de cerca el proceso de renovación de la izquierda europea y muy influido por Spengler llegó a pensar en la inevitable decadencia de Occidente. Cuando vuelve al Perú, Mariátegui es otro hombre: un marxista convencido, un crítico bien informado sobre la situación mundial y los grandes cambios que se producían en la literatura y las artes, y un revolucionario dispuesto a servir la causa de los movimientos obreros y agrarios en toda América. En 1926 fundó Amauta (el nombre en quechua significa 'maestro, filósofo' y fue aplicado después a él mismo), que se publicó hasta 1930; colaboró con distintas revistas literarias como Mundial y Variedades; organizó el Partido Socialista (1928), que luego se convirtió en el Partido Comunista Peruano, y la Confederación General de Trabajadores (1929). Tras un encuentro con Víctor Raúl Haya de la Torre, dirigió una cátedra en la Universidad Popular Manuel González Prada, se hizo cargo de la revista Claridad y en 1924 sufrió la amputación de la pierna enferma. Su primer libro, La Escena Contemporánea (1925), compilación de crónicas y artículos provoca un gran escándalo, y en palabras de Waldo Frank, "su sillón rueda hacia la cárcel". Su ruptura con Haya de la Torre le llevó a la fundación de un partido marxista-leninista, del que fue elegido Secretario General, pero sus posiciones heterodoxas respecto del comunismo internacional, provocaron el distanciamiento y la crítica de los dirigentes de la Internacional comunista.
Entregado a todas estas tareas, Mariátegui publicó pocos libros en vida, pero su obra, recopilada póstumamente, llena numerosos volúmenes. Del conjunto, nada supera en importancia y difusión a sus célebres Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928), que han sido reeditados incontables veces. Es el primer examen integral de la problemática política, social, económica y cultural del país desde un punto de vista marxista. Hoy se puede señalar algunos errores en sus análisis específicos, pero no cabe duda de la oportunidad histórica de su estudio, su precisión para detectar la raíz de los grandes males nacionales, y sobre todo de su capacidad para aplicar el método marxista con flexibilidad y lucidez, evitando las estrecheces ideológicas que abundan en los estudios de ese tipo. Su lenguaje apasionado, comunicativo y convincente confirman las dotes de gran periodista que había en él. Entre sus ensayos póstumos se encuentran: El artista y la época, Defensa del marxismo y Signos y obras, todos publicados en 1959 como parte de sus Obras completas. Su muerte, a la edad de 35 años, interrumpió una trayectoria político-intelectual fecunda y cargada de enorme proyección latinoamericana y mundial. Se considera que Defensa del Marxismo, obra que preparaba con gran interés, es el mejor exponente de sus ideas y un excelente punto de referencia para conocer su evolución ideológica, frente al dogmatismo de la época (1)
2.- CONCEPCIÓN DEL MARXISMO EN MARIÁTEGUI
Marxismo crítico (2)En los inicios del siglo XX, ante la instauración del llamado socialismo real soviético se configurará una corriente revolucionaria que reivindicara el aspecto revolucionario, praxístico y dialéctico de la obra de Marx. Los aportes de Georg Lukács, Karl Korsch, Antonio Gramsci y José Carlos Mariátegui, además de otros autores, establecieron premisas que al correr del tiempo se han estructurado bajo la definición de “marxismo heterodoxo o crítico”, el cual interpretamos como: una corriente política-ideológica caracterizada por la acogida de la dialéctica revolucionaria, la consecuencia y apego al carácter crítico y negativo del método de Marx y a la fuerza y veracidad de la filosofía de la praxis, inventariando como temas centrales de sus polémicas e investigaciones: la relación Hegel-Marx; la significación humana del socialismo, la relación del marxismo con la filosofía, el historicismo dialéctico, la categoría de la totalidad y la praxis, entre otros. Corriente, que replantea la vuelta crítica a Marx en toda su dimensión, rechazando las supuestas “rupturas epistemológicas”, que enfrenta y rechaza el dilema: “condiciones objetivas”-“condiciones subjetivas”, subrayando la unidad contradictoria de éstas en la praxis revolucionaria. He allí la crítica esencial al “socialismo” ruso y burocrático en general. Una concepción crítica del marxismo, abierta a nuevas realidades y propuestas como el socialismo nuestro americano, tema que trataremos a continuación.
Transitaremos algunos aspectos del marxismo crítico en compañía de los aportes de José Carlos Mariátegui y su particular manera de aplicar la obra de Marx a la realidad peruana que, junto a otros agregados, de los cuales también hablaremos después, constituyen el punto de arranque para la reconstrucción del socialismo en NuestrAmérica (3)
Hoy, el pensamiento y obra de Mariátegui cobra vigencia como reflexión política-ideológica, por el carácter original como él interpreta la realidad peruana, al tiempo que instrumenta el marxismo de manera crítica y por consiguiente revolucionaria. Lamentablemente, sus detractores, imbuidos en dogmas y dependencias foráneas, estuvieron imposibilitados de comprender el alcance de su legado. De forma tal, que prefirieron dar continuidad al estudio y uso de un marxismo burocrático y conservador. Negándose a conocer y menos compartir, la comprensión que éste tiene de la obra de Marx, y que innumerables veces sintetizó como: Un método de interpretación revolucionaria de la realidad; Un método de acción revolucionaria y Una Filosofía de la historia apta para enriquecerse con otras vertientes filosóficas.
El marxismo como método de interpretación revolucionaria de la realidad.
Para Mariátegui, como método de interpretación revolucionaria de la realidad, el marxismo tiene vigencia y valor científico en la medida que exista la sociedad liberal burguesa ya que: la crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista en colectivista, mantiene viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige(4). Esta concepción del marxismo, tiene concreción en los ”siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” –escrito por Mariátegui en 1928-. Esfuerzo este de comprender la realidad del Perú, bajo la convicción de que la superación de la misma exige como paso previo su interpretación y delimitación desde la teoría de Marx como herramienta interpretativa y no impositiva. Logrando mediante ese labor que la especificidad contenida y reflexionada sobre la realidad del Perú enriquezca la universalidad del marxismo, signado por la dialéctica recreación de la teoría en la confrontación con los hechos.
El marxismo como método de acción revolucionaria
La concepción del marxismo como método de acción revolucionaria, en la producción política de José Carlos Mariátegui, se expresa en: “Defensa del marxismo” y la “Escena contemporánea”; donde afirmará: “que si Marx ha señalado la evolución y desarrollo del capitalismo hacia el socialismo, evitando el economicismo determinista, solo subrayando la necesidad de la toma de conciencia por la clase explotada es factible la realización del proceso revolucionario. Así, la fuerza de la revolución no reside tanto en su aspecto científico, como en su verdad y realidad necesaria para el explotado. –Y continuará- Pasa sobre todo que a la revolución no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión. Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una especial capacidad psicológica”(5). Es la presentación de las condicionantes ideológicas-sociales para la valoración de la voluntad como un aspecto de trascendencia y peso específico en la búsqueda de la liberación de los pueblos.
El mito de la revolución social evidencia la incapacidad de la ciencia y de la técnica para poder cumplir promesas: “La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios ¡qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; esta en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito” –José Carlos Mariátegui-(6). El Mito de la revolución social, ante la crisis de la sociedad occidental, encarnará la posibilidad de sobrevivir a ella.
Siendo el capitalismo no solo una técnica, sino además un espíritu, el socialismo, como superación de éste, ha de contener en sí una fuerza que exprese ambas realidades. De allí que el proletariado además de ser una fuerza material es una fuerza espiritual y como tal: “La idea revolucionaria tiene que desalojar a la idea conservadora, no solo de las instituciones sino también de la mentalidad y del espíritu de la humanidad. Al mismo tiempo que conquista el poder, la revolución acomete la conquista del pensamiento”(7)
De modo que el marxismo en la perspectiva de José Carlos Mariátegui, estará incompleto si se le comprendiera solo en su aspecto interpretativo, independientemente del valor histórico o sociológico que ello contenga. Pues si los “Siete ensayos...”, contribuyen a la comprensión de la realidad peruana (la síntesis entre el factor económico, el problema del indio, la educación, el regionalismo y centralismo, el problema de la tierra y la literatura), además de mostrar premisas válidas para el desarrollo de la revolución en ese país y en otros países latinoamericanos. Ello es insuficiente, si no esta acompañada por una voluntad de acción fuertemente inscrita en la teoría marxista, ya que esta otra perspectiva es la que posibilita el encuentro y construcción de espacios ideológicos –el mito social-, además de la superación del modelo economicista y determinista, y de la relación estructura-superestructura desde una integración dialéctica, más que de dependencia o determinación mecánica.
El marxismo como una filosofía de la historia apta para enriquecerse con otras vertientes filosóficas
Según José Carlos Mariátegui: “Los profesionales de la inteligencia no encontraran el camino de la fe, lo encontraran las multitudes. A los filósofos les tocará codificar el pensamiento que emerja de la gran gesta multitudinaria ¿supieron acaso los filósofos de la decadencia romana comprender el lenguaje del cristianismo? La filosofía de la decadencia burguesa no puede tener mejor destino”(8). Allí esta expresada, la relación entre pensamiento y acción, entre realidad y subjetividad, en donde a pesar de la autonomía relativa del pensamiento, éste necesita de la constitución y complementación de lo real, para expresarse cabalmente. Lo real en este caso es la situación de crisis y agotamiento de la dominación burguesa, sin que todavía se conforme como proceso acabado, lo real es también la pugna entre un pensamiento que se desmorona y se retrotrae a instancias nunca antes reflexionadas por él (el escepticismo y el nihilismo), cuando en sus inicios se caracterizó por su positivismo, por el ejercicio de su verdad y otro que pugna por realizar su verdad –el marxismo-, sin que ello signifique una filosofía acabada. Es la pugna entre, lo que tiene que morir y lo que tiene que nacer.
El fin de los sistemas filosóficos es la conciencia intuitiva, el preludio de un nuevo filosofar, no es el fin de la filosofía, es el fin de una manera y forma que ha entrado en crisis junto con el orden político-económico-social que lo sostiene: “En la filosofía occidental contemporánea prevalece un humor escéptico. Esta actitud filosófica, como sus penetrantes críticos lo remarcan, es un gesto peculiar de una civilización en decadencia”(9). Mariátegui Identifica en el escepticismo y nihilismo el sentimiento agónico de una civilización cuyo desarrollo ha sido conformado a partir de la promesa científica. Y que, con la primera guerra mundial (1914), como hecho político de trascendencia internacional, se pone de manifiesto la incapacidad de la ciencia, la técnica, la razón para asegurarle un mejor porvenir a la humanidad, sin traumas, ni crisis de bienestar y confort. Evidentemente, la limitación mencionada no reside en la ciencia, sino en el uso discriminatorio de ésta, así como en el grado de dependencia y de relación idolatra, como el hombre y la civilización se han concebido así mismo con respecto al saber y conocer, a la apropiación y transformación de lo real.
El marxismo, como especulación filosófica, toma la obra del pensamiento capitalista en el punto en que éste, vacilante ante sus extremas consecuencias, vacilación que corresponde, estrictamente, en el orden económico y político, a una crisis del sistema liberal burgués, renuncia a seguir adelante y empieza su maniobra de retroceso. La misión del marxismo es asentar las bases para el continuo avance de la humanidad. Planteándose Mariátegui el marxismo, como el camino teórico y práctico apropiado, que generará las condiciones para el surgimiento y la sistematización, en el marco de la sociedad comunista, de un nuevo reflexionar filosófico.
“Marx no se propuso nunca la elaboración de un sistema filosófico de interpretación histórica destinado a servir de instrumento a la actuación de su idea política y revolucionaria (dirá Mariátegui en su polémica con Max Eastman). Su obra, en parte, es filosófica, porque este genero de especulaciones no se reduce a los sistemas propiamente dichos, en los cuales... No se encuentra a veces sino su exterioridad. La concepción materialista de Marx nace, dialécticamente, como antítesis de la concepción idealista de Hegel”(10). De donde, ... si Marx se hubiera propuesto y realizado, únicamente, con la prolijidad de un técnico alemán, el esclarecimiento científico de los problemas de la revolución, tales como se presentaban empíricamente en su tiempo, no habría alcanzado sus más eficaces y valiosas conclusiones científicas, ni habría mucho menos, elevado el socialismo al grado de disciplina ideológica y de organización política que lo han convertido en la fuerza constructora de un nuevo orden social”(11). Y continua, “...sin la teoría del materialismo histórico, el socialismo no habría abandonado el punto muerto del materialismo filosófico, y en el envejecimiento inevitable de éste, por su incomprensión de la necesidad de fijar las leyes de la evolución y del movimiento, se habría contagiado más fácilmente de todo linaje de ‘idealismos’ reaccionarios”(12).
El marxismo como una filosofía de la historia “abierta” continuará su enriquecimiento en diálogo con otras doctrinas, con los avances técnico-científicos, pero sobretodo, en su enriquecimiento constante a partir de la praxis revolucionaria de los pueblos. Allí está, rudimentariamente expresada la relación dialéctica entre pensamiento y acción, entre realidad y subjetividad, en donde a pesar de la autonomía relativa del pensamiento, éste necesita de la constitución de lo real para expresarse cabalmente; siendo lo real la situación de crisis y agotamiento del neo-liberalismo y su globalización. Es la pugna entre un pensamiento que se desmorona en la arena sinuosa del escepticismo, la frustración y el nihilismo; que apuesta a la muerte, al terror, a la violencia y otro enganchado en la esperanza, en la fuerza de los pueblos, en esa voluntad inimitable por realizar su verdad –el socialismo-, sin que ello signifique un sistema filosófico acabado. Es la contradicción, el meta-diálogo entre lo que tiene que morir y lo que tiene que nacer.
Además de los tres aspectos presentes en la concepción del marxismo de Mariátegui, hemos incluido una somera referencia a: El Humanismo marxista y el Socialismo indo-americano.
Humanismo marxista
Según Ibáñez, “...el humanismo de Mariátegui es ante todo, un humanismo revolucionario que se manifiesta en el papel que asigna a los hombres en la revolución, en su ética socialista y en su concepción del hombre nuevo”(13). El marxismo como teoría revolucionaria incluye el humanismo, lo integra como aspecto esencial en la comprensión y superación de la realidad existente. La liberación del hombre, así como el desarrollo de sus potencialidades se realiza a través de la revolución proletaria que en el proceso de instauración del socialismo y posterior defensa de éste, suprime y supera la explotación del hombre por el hombre. La energía revolucionaria del socialismo no se alimenta de compasión ni de envidia. Es en la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una ‘moral de productores’ muy distante de la ‘moral de esclavo’ que oficiosamente se empeñan de proveerlo sus gratuitos profesores de moral, horrorizados de su materialismo.
La lucha por el socialismo es la lucha del proletariado por su transformación y asunción a un nivel cualitativamente superior al existente en el orden social capitalista. La empresa de superar al capitalismo, es a su vez, la superación de la condición de “paria” del proletariado: “Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social, suprimir el orden capitalista, incumba a una amorfa masa de “parias” y de oprimidos, guiados por evangélicos predicadores del bien”(14). La lucha de clase no solo es el motor de la historia y la posibilidad de instrumentar la victoria del proletariado sobre su situación de miseria, es también el proceso de negación dialéctica de su situación de miseria material y espiritual, en donde de inmediato se inicia el desarrollo de su auto-enriquecimiento y disposición como proyecto revolucionario en gestación, pues: “El trabajador indiferente a la lucha de clases, contento con su tenor de vida, satisfecho de su bienestar material, podrá llegar a una mediocre moral burguesa, pero no alcanzará jamás a elevarse a su ética socialista”(15). Si el socialismo no debería realizarse como orden social, dirá Mariátegui, bastaría esta obra formidable de educación y elevación para justificarlo en la historia.
El socialismo indo-americano y los Principios programáticos del partido socialista peruano.
Nos limitaremos en este punto a referir algunos artículos del Programa del Partido Socialista del Perú, redactado por Mariátegui, en lo cuales se expresa el rol que éste le asigna a las masas indígenas en su propuesta de liberación del Perú.
Art. 6 del programa citado: “El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria. Solución que tolerará en parte la explotación de la tierra por los pequeños agricultores allí donde el Yanaconazgo o la pequeña propiedad recomiendan dejar a la gestión individual, en tanto que se avanza en la gestión colectiva de la agricultura, las zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que se preste al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo, no significa en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y del cual solo quedan, como factor aprovechable dentro de una técnica de producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista; y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas sino por el contrario la máxima y metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida nacional”(16).
En este contexto de reivindicación indígena, Julio Godio señala: “Mariátegui, para integrar el marxismo a la realidad peruana, tuvo que introducirse en el universo indígena, era el camino para romper con el europeísmo de la inteligencia burguesa peruana y el punto de partida para poder resolver concretamente el problema del campesino, continuando y superando el esfuerzo que a principio de siglo había hecho Manuel González Prada desde la ideología anarquista”(17). La originalidad del indo-americanismo en José Carlos Mariátegui, también se expresa cuando coloca el problema del indio en correspondencia con el problema de la tierra: “Quienes -sostiene él- desde puntos de vista socialistas estudiamos y definimos el problema del indio, empezamos por declarar absolutamente superados los puntos de vista humanitarios o filantrópicos...no nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, categóricamente su derecho a la tierra y este problema de la tierra se presenta ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú”(18).
Donde los comunistas ortodoxos verán indios Mariátegui ve pueblos, etnias, señalando que la categoría “indio” hace referencia al contraste con los “no indios”, es decir, a una categoría impuesta por el blanco colonizador; allí radica, en el entender de algunos autores la clave de un nuevo estilo marxista de abordar la cuestión indígena. Su planteamiento referido a la recuperación de la civilización originaria invierte los términos en los cuales ha sido visto el problema de las nacionalidades, tanto por Lenin, Stalin y sus posteriores seguidores. Según Godio “Esta categoría ‘pueblo civilización’ es lo que Mariátegui considera el ‘eslabón’ para la alianza obrero-campesina, el ‘medio ambiente’ para implantar la ideología socialista. El pueblo civilización pasa así a ser sujeto histórico, no ‘objeto’ de concientización” (19).
De modo que la lucha por el socialismo logrará articular la nación, mediante un régimen de propiedad (entendido en términos de la propiedad de la tierra que el indio trabaja, de las incipientes fábricas que el obrero trabaja), que coloque a todos los productores como iguales e integre el régimen de economías diversas, abriendo de esta manera la vía para que el mundo indígena evolucione, mediante el Partido Obrero Revolucionario, el cual, en la recuperación de la territoriedad, eliminando el cerco gamonal reivindicará al indio. “El problema de los indios es el problema de cuatro millones de peruanos. Es el problema de las tres cuartas partes de la población del Perú. Es el problema de la mayoría. Es el problema de la nacionalidad”(20).
El programa del partido socialista peruano sintetiza entre otros puntos, dos problemas fundamentales: primero, definición del partido proletario como organización política de base social obrera y campesina bajo dirección proletaria, opuesta a la dirección oficial de la III Internacional, que insiste mecánicamente en el carácter obrero del partido, independientemente de la escasa población obrera del Perú para ese entonces. Segundo, definición del carácter de la revolución como socialista y más concretamente “socialismo indo-americano”. Ante la definición dada por la III Internacional de “antiimperialista y antifeudal”.
Hemos hecho una presentación de la obra de José Carlos Mariátegui lo mas apegado a la verdad histórica y conceptual que la contiene, aún así, estamos convencido que cualquier ojo crítico podrá observar presencia de aspectos comunes al esfuerzo que hoy realiza la Revolución Bolivariana. De todas maneras, a continuación presentaremos una síntesis del proceso bolivariano ateniéndonos a los análisis de especialistas recogidos en el texto: “Para Comprender la Revolución Bolivariana”(21); opiniones del Presidente Chávez; artículos de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela y nuestras reflexiones.
Notas:
(1)"Mariátegui, José Carlos", Enciclopedia Encarta 98
(2)Entre unas de las tareas del Socialismo del Siglo XXI estará la sistematización y enriquecimiento del Marxismo Crítico tanto en contenido como en actores, por nuestra parte nos limitamos, a propósito de este papel de trabajo, a Georg Lukács, Karl Korsch , Antonio Gramsci, Karel Kosik, Michel Lowy, Adolfo Sánchez Vázquez y José Carlos Mariátegui. En el caso de nuestro país, nos parece de suma importancia sobre esta temática la obra: Dialéctica del Conocimiento de Rigoberto Lanz, Caracas 1977, ediciones de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV).
(3) De los años 60 del siglo pasado para acá, han aparecido diversas criticas al marxismo ortodoxo, sin embargo la virtud de Mariátegui estuvo en haber realizado esos señalamientos en los propios años 20 del siglo pasado y en el contexto Nuestroamericano.
(4)Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 139.
(5) Mariátegui, José Carlos. “La escena contemporánea”, editorial casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp. 362.
(6) Mariátegui, José Carlos. “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 415
(7) Mariátegui, José Carlos. “La escena contemporánea”, editorial casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp. 363
(8) Mariátegui, José Carlos. “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 416
(9) Mariátegui, José Carlos “El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 423
(10) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 138
(11) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 200
(12) (Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 201
(13) Ibáñez Izquierdo, Alfonso: Mariátegui, revolución y utopía, centro de publicaciones educativas tarea, lima 1978. pp 69
(14) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 161
(15) Mariátegui, José Carlos. “Defensa del marxismo”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.1. pp 153
(16) Mariátegui, José Carlos. “Ideología y política”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.2. pp. 217
(17) Godio, Julio, “Historia del movimiento obrero latinoamericano” Editorial Nueva Imagen, México 1983, t. 2. pp. 216.
(18)17 Mariátegui, José Carlos. “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” Ed. Ayacucho, Caracas 1979, Introducción de Aníbal Quijano, pp. 31.
(19) Godio, Julio, “Historia del movimiento obrero latinoamericano”. Editorial Nueva Imagen, México 1983, t. 2. pp. 200,
(20)19 Mariátegui, José Carlos. “Ideología y política”, Editorial Casa de las Américas, La Habana 1982, o. e. t.2. pp. 279.
(21) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional