Mareátegui: La Revolución Bolivariana y el Socialismo NuestroAmericano (II de V)

3.- CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, es a toda vista, el Programa de la Quinta República, en el cual resalta la presencia y peso del pensamiento de Simón Bolívar: “La Republica Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente y fundamenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad, justicia y paz internacional en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son derechos irrenunciables de la Nación la independencia, la libertad, la soberanía, la inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional” (22). Además de esta consideración central, a lo largo de este texto fundacional, las observaciones y reflexiones del Libertador, matizan gran cantidad de artículos, que relacionado con las continuas alocuciones presidenciales, hacen de la obra de Bolívar una presencia activa en la vida nacional. Así como la insistencia en el aspecto humanístico de este proceso. 

En el texto: “Para Comprender la Revolución Bolivariana”, Jorge Pérez Mancebo, en su conferencia: Venezuela Crisis y Transformación: Revolucionando la Revolución, define la Revolución Bolivariana como: “Humanista por cuanto su preocupación y razón de ser es el hombre y su desarrollo integral con equidad, participación democrática y realización personal...Revolucionaria pues el proceso de transformación política no es sino el primer paso hacia el cambio estructural de la sociedad venezolana, del funcionamiento institucional, formas de propiedad y distribución, igualdad de oportunidades y democracia participativa. Bolivariana al combinar la mundialización de las relaciones de producción y cambio con la autodeterminación de los pueblos, una soberanía expresada en el objetivo de la justicia social basada en la educación. Inspirada en el ideal emancipador de Simón Bolívar, su concepción anfictiónica y su constancia para vencer las dificultades; Simón Rodríguez como emblema de apostolado educativo y su convicción en ‘los poderes creadores del pueblo’; Ezequiel Zamora, como expresión del pueblo armado en búsqueda de su liberación de la explotación del hombre por el hombre y su derecho al acceso a la propiedad.”(23)

 Por otra parte, en la Presentación del texto ya mencionado, Haiman El Troudi sintetiza su valoración de la Revolución Bolivariana señalando: “Cuando se opta por transitar la verdad de la simpleza, la originalidad creativa y la participación plena; cuando no se adoptan esquemas rígidos sino que se reconocen y adecuan los acumulados de otras experiencias y recorridos; cuando se reivindica y legitima la frondosa senda de quienes nos precedieron; cuando la paz se subordina a los cambios; cuando el amor es el motor de un pueblo y ese pueblo se resuelve a liberar sus ataduras de miseria y sufrimiento; cuando la patria es la humanidad toda sin mezquindades... estamos en presencia de un hecho revolucionario que se inventa, se edifica en un sostenido fluir de procuras y enigmas. ¡Así es la Revolución Bolivariana! Un desafío y una promesa, un parto de cayenas, una amplia habitación y un sueño caudaloso.”(24)

  Para nosotros, la Revolución Bolivariana más que el producto de la deliberación académica, intelectual o política fríamente sistematizada, es la integración de voluntades, sentimientos, recuerdo y valoración histórica de la lucha contra: el colonialismo español; gesta libertaria por la independencia y resistencia cultural. Teniendo como matriz, las reflexiones políticas y filosóficas del Libertador Simón Bolívar, además de los aportes político-pedagógicos de Simón Rodríguez y las proclamas sociales de Ezequiel Zamora. A ello debemos agregar, que la propia dinámica de esta revolución, así como sus características inéditas, entre otras, ser una revolución pacífica, permite la flexibilidad y riqueza de amplitud como para hacer parte de su acervo teórico-ideológico aportes como el de José Martí, Sandino, Morazán, Guevara, Mao, entre otros, según las reflexiones de uno de sus propulsores, el Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Lo cual no significa, que el Bolivarianismo como propuesta política y revolucionaria sea una amalgama de retazos ideológicos, generado más por el oportunismo de una coyuntura política o histórica, que por una razón política-ideológica estrechamente vinculada a la necesidad de impulsar la justicia social, equidad, libertad y desarrollo integral del pueblo venezolano, así como la integración con el resto de pueblos de NuestrAmérica.

 La pertinencia de la obra de Bolívar como matriz fundamental para la liberación, después de doscientos años, cobra sentido en la medida que se actualiza y enriquece con el fruto de otras elaboraciones teórica-política posteriores, sobre todo en aspectos esenciales como: Lucha por la Liberación Nacional desde un pensamiento propio, lo cual, abre una variedad de temas de fundamental importancia en la significación de la Revolución Bolivariana como: Reivindicación del papel del hombre, del indigenismo, de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario; Anti-imperialismo e integración latinoamericana; Tensión entre la acción política y la elaboración de la teoría revolucionaria. Que, como veremos mas adelante, coinciden en muchos aspectos con la obra y pensamiento de Mariátegui.


Lucha por la Liberación Nacional desde un pensamiento propio

 Uno de los obstáculos insalvable de las diversas propuestas de liberación llevadas a cabo por los pueblos oprimidos del mundo, ha sido la ausencia de un referente político-ideológico que sintonice las necesidades, aspiraciones y propuestas de cambio, con el acervo histórico-cultural de dichos pueblos. La guerra fría y el propio manejo mecánico, dogmático y burocrático de las teorías revolucionarias, hacían que las tesis de liberación nacional sonaran a imposición, incomunicación entre los sectores de vanguardia y los pueblos y, lo que fue peor aún, la propuesta teórica se convertía en una negación e incomprensión de la realidad, imponiendo sujetos, situaciones, objetivos y programas que nada tenían que ver con las características propias de esos pueblos.

 La revolución Cubana y hasta cierto punto el esfuerzo Nicaragüense y Salvadoreño, tienen como elemento coincidentes que el arribo a las premisas de liberación nacional, marxistas o de cualquier otro contenido universal se da desde la reflexión e interpretación de sus estados de miseria y opresión específica, de sus historias de intervensionismo imperialista, contenido en la mirada particular-regional de sus próceres: Martí en Cuba; Farabundo Martí en El Salvador y Sandino en Nicaragua. Así, uno de los aspectos de ruptura y enriquecimiento de la propuesta Bolivariana como revolución sin mas, reside precisamente en apostar por un proceso de cambio, de ruptura revolucionaria partiendo, por una parte de nuestra realidad y, esto es muy importante, de la continuidad histórica de luchas desde el mal llamado descubrimiento hasta ahora.

 No es un Marx desconocido y distante de las grandes mayorías sociales quien convoca agitando las banderas de la lucha contra la injusticia social; es el propio Bolívar, en compañía de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora quien se nos descubre como agitador, propagandista, organizador y estratega de nuestro proceso de liberación. Es la historia que dignifica y compromete (la sana añoranza del Incario en Mariátegui), en donde el impulso ideológico, ese resorte que conduce a los pueblos a movilizarse, no esta en la sola promesa de un mundo mejor, sino en la satisfacción colectiva de saberse parte de la resistencia indígena; de las luchas de independencia con Bolívar al frente y de las sucesivas confrontaciones contra los enemigos de la patria a lo largo de nuestra Historia.

 Otro elemento importante a resaltar, en lo que respecta el papel de un pensamiento propio en la fundamentación de la liberación nacional, esta en que impulsar ese pensamiento, sus contenidos y características, remite no solo a lo temporal como eje histórico, que es un poco lo que vimos anteriormente, sino que también es una reivindicación de lo espacial como coordenada geográfica-existencial. Esas epopeyas, esas luchas del pasado se desarrollaron en espacios que ahora reconocemos a pesar de haber cambiado su arquitectura; es el lugar de origen de nosotros mismos, de un familiar, vecino o amigo. Los nombres de pueblos, de ciudades, de caseríos, nos remiten a momentos puntuales de nuestras luchas libertarias. Bolívar, junto a un sin numero de héroes, conocidos y desconocidos, así como la geografía nacional se nos convierten en referencias integrales, en cercanía, en asunción de la conciencia nacional y revolucionaria desde la cotidianidad. Hoy, bajo la inspiración de la Revolución Bolivariana ciudades como La Victoria, Puerto Cabello, La Guaira o pueblos como La Grita, Tinaquillo, Villa de Cura son iconos, escenarios de lucha y sacrificio de nuestros antepasados.

 El trabajo de construcción de un pensamiento propio como palanca del proceso de liberación, trae una revalorización de la producción artística e intelectual como pueblo-muchedumbre. Hace rato la lectura de Doña Bárbara o Florentino y el Diablo, por solo nombrar dos casos, alcanzan una connotación mucho más integral, cercana e ilustrativa del pasado reciente. Y hasta las manifestaciones culturales y populares comienzan a ser herramientas de continua consulta y disfrute por parte del militante bolivariano. Ilustremos con un ejemplo este punto de vista: “En fidelidad a lo ocurrido en ese proceso histórico -Gaspar E. Velásquez- (desde 1948 hasta el presente), tenemos que tomar en cuenta, que es necesario aprender, desaprender y reaprender en la reconstrucción de nuestro verdadero proceso histórico, es la única manera con la cual podremos, fiel y de forma científica, enlazarnos con nuestro verdadero hilo histórico, puesto que la historia de Venezuela y del mundo la escribieron súbditos y mercenarios de las oligarquías nacional e internacional.”(25)

 

El Humanismo: reivindicación del indigenismo y de las mayorías nacionales como sujeto fundamental del proceso revolucionario

 Otro aspecto de significativo valor en la Revolución Bolivariana tiene que ver con el hombre o la mujer, no como categorías abstractas, sino como hecho humano y social, con historia y entornos integrales. Es característico, en la resolución de políticas o medidas gubernamentales la ubicación del rol y satisfacción de necesidades concretas del ser humano, baste la referencia a las misiones dirigidas a los segmentos mas desasistidos de la población. Así como el uso de los recursos públicos, particularmente de la renta petrolera, dirigidos a la inversión social. Pensamos, sin temor a equivocarnos, que a excepción de la Cuba socialista, no existe país alguno en el planeta tierra que destine tal porcentaje de recurso a los sectores populares.

 La Revolución Bolivariana, entre el dilema de desarrollo económico y atención social, ha sabido insistir que la mejor garantía de progreso reside en la apuesta por el ser humano como capital esencial de toda sociedad. Así también, en su revalorización de las manifestaciones populares esta inscrita la reivindicación de la subjetividad de las grandes mayorías, sus mitos, creencias, costumbres, como virtudes y no como taras sociales, que es el calificativo con el cual estaban registradas esas riquezas del pueblo en los gobiernos anteriores.

 Continuamente Hugo Chávez, líder indiscutible de este proceso, subraya el carácter humanístico del la Revolución Bolivariana. Y tal vez sea la propuesta del Desarrollo endógeno un buen ejemplo para observar esa estrecha vinculación entre economía, revolución, producción, hombre y sociedad. Como sostiene Carlos Lanz: “Desarrollo endógeno sin ciudadanía no existe, la siembra de ciudadanía y la ciudadanización es un aspecto clave del desarrollo endógeno.”(26).

 Importa mucho la siembra de ciudadanía como tensión entre el habitante y el activista bolivariano, pues difícilmente podemos ser revolucionario o militantes del proceso, si ni siquiera nos auto-reconocemos como ciudadanos y sobretodo ciudadanos críticos, aproximación necesaria para la definición del revolucionario como un estadio superior del ser humano, como sostenía el Che. “Eso significa, según Héctor Navarro, ex ministro de Educación Superior, que si nosotros queremos formar ciudadanos participativos, críticos, protagónicos, corresponsables, tenemos que hacerlo en un ambiente que sea crítico, participativo, corresponsable, solidario, con esos valores que están en nuestra Constitución”(27). Ni más ni menos es la exigencia de una educación, en el proceso bolivariano, formadora de ciudadanos; generadora del ambiente apropiado para la cosecha de bolivarianos revolucionarios, de hombres y mujeres críticos, vistos así mismos como militantes de la única causa imperecedera, constante, universal y propia del ser humano en estadio de trascendencia desde lo individual hacia lo colectivo, lo social, la causa de la liberación de la especie humana de cualquier injusticia, violencia y desigualdad.

 A lo largo de la historia anterior a la V República, la población indígena venezolana, vivió carente de derechos o de mínimas condiciones de respeto. Los descendientes de los primeros habitantes de estas tierras fueron diezmados por los españoles y demás conquistadores, luego perseguidos y marginados por los gobiernos de sus respectivas repúblicas. Sin embargo, con el arribo al gobierno del presidente Chávez comienza un proceso de reivindicación de este sector social que se va a expresar, primero; en el reconocimiento como seres humanos, con costumbres y valores que enriquecen el acervo socio-cultural de nuestro país y, segundo en la formalidad contenida en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Capítulo VIII, De los Derechos de los Pueblos Indígenas”.

 Debieron transcurrir más de quinientos años, para que este importante conglomerado social, alcance derechos humanos, respeto político, social y constitucional. Lo cual incluye respeto a sus costumbres, lengua, territoriedad, memoria histórica, ajuste de cuenta con la injusticia y un importante pasó hacia la integración nacional (eco Mariateguista), resguardo de las fronteras, de los recursos naturales y ejercicio inédito de soberanía nacional. Así como ruptura con siglos de complicidad entre los gobernantes criollos y la metrópoli; es apertura para reinscribir la historia de esos pueblos y por extensión del continente americano.

 La reivindicación del indígena es también parte del reconocimiento de comunidades abandonadas en el interior del país y marginadas en las grandes ciudades, tales como los afro-descendientes y emigrantes de naciones hermanas. También incluye este proceso, la reivindicación de la mujer, niños, adolescentes y ancianos abandonados por la lógica inclemente del capital.

 La constitución de la República Bolivariana de Venezuela es contundente en lo que respecta el rol del pueblo en el desarrollo y construcción de la Revolución Bolivariana. Términos como Contraloría Social, Participación Protagónica; Economía Social, además de resoluciones políticas como: Vuelvan Caras, Barrio Adentro, Misión Robinsón, Rivas, Sucre; Universidad Bolivariana, Misión Cultura, entre otras, contienen una disposición política donde el sujeto fundamental son las grandes mayorías sociales. Para William Izarra, actual vice-ministro de relaciones exteriores para Asia; “...la revolución, cuyo modelo político es la democracia participativa y directa significa, antes que nada, transformar el poder en instrumento del pueblo. Es transferir la toma de decisiones a las comunidades organizadas. Es gobernar con base a los derechos de la participación del pueblo. Es darles consistencia constitucional a los actores soberanos del colectivo nacional. Es reconocer el derecho que tiene el militante, activista o revolucionario identificado con el Proceso, para expresar sus opiniones y que éstas sean respetadas. Es también aceptar las decisiones de la base, en todo lo concerniente al ámbito de su competencia. Es, de manera concluyente, darle todo el poder al pueblo.”(28). Pero no se trata solo de la política, tal como la conocemos, es el reconocimiento integral de los sectores populares, de sus virtudes, de sus carencias, de sus sueños y esperanzas, incluidos en la propuesta de cambio. Es la proximidad, entre esos sectores y los decisores políticos, a pesar de las limitaciones de las estructuras administrativas y de muchas incomprensiones en algunos actores fundamentales de la Quinta República. Hoy, el hombre de la calle, gracias a las normativas constitucionales, al conocimiento de éstas, pero sobre todo a la enseñanza presidencial basada en la anécdota, el chiste, la pedagogía, encuentra en su historia concreta, particular modo de vida y costumbres locales, un potencial, una riqueza hasta ahora usurpada y marginada por los regímenes anteriores. Existe una total reivindicación de la dignidad a pesar del estado de pobreza real, un entusiasmo, una apuesta en la cual ese hombre ayer marginado, hoy se siente protagónico como sujeto social, planificador, ejecutor, organizador, agitador, trozo de historia.

 Estas consideraciones gubernamentales han cambiado la cotidianidad de cantidades de personas a lo largo y ancho del país en apenas seis años. La asistencia medico-asistencial de los cubanos; las misiones y las alocuciones presidenciales han convertido a hombres y mujeres, hasta ayer marginados, en actores políticos de sus comunidades, sean urbanas o rurales. La democratización de la comunicación mediante las radios comunitarias alternativas y la prensa alternativa, abre una mayor posibilidad de conocimiento y comprensión de lo político-social para el hombre común a pesar, como ya lo señalamos, del saboteo de individualidades o grupos contrarios al proceso bolivariano inscritos en el entorno gubernamental.

 

Anti-imperialismo e integración latinoamericana

 Difícilmente la Revolución Bolivariana puede ser consecuentemente integracionista si a su vez no es anti-imperialista y viceversa, porque a la final el anti-imperialismo no es mas que la comprensión integral de las razones últimas de atraso, miseria y dependencia de los pueblos (el socialismo indo-americano de Mariátegui, solo puede serlo en tanto es anti-imperialista), amarrados a una suerte de destino que les imposibilita la profundización de la unidad y el desarrollo armónico. Así, anti-imperialismo e integración latinoamericana están llamados a ser dos gestos de una misma acción política. El imperialismo medra y estimula la división y aislamiento entre pueblos hermanos, su lógica no es otra que aprovecharse de las riquezas de pequeños pueblos, huérfanos de apoyo y solidaridad. Así, cuando se habla, como lo hace la Revolución Bolivariana, de integración, se esta abriendo la posibilidad de identificar al enemigo externo (el imperialismo); a los enemigos internos (los pro-yanquis nacionales) y a la perversa desunión constatándose así que la palanca fundamental para nuestro desarrollo, autonomía y soberanía es la integración de los pueblos Nuestro-americanos, en férreo combate contra el imperialismo y sus lacayos internos.

 En palabras de Samuel Moncada: “El latinoamericanismo, la integración latinoamericana, es otra parte esencial de lo que significa bolivarianismo: la concienciencia clarísima de que Venezuela sola es débil, pequeña y puede ser presa de los grandes poderes mundiales, pero que unida al resto de América Latina se convierte en un bloque de poder que puede ver a los ojos a los otros poderes. Eso es lo que Bolívar llamaba precisamente ‘el equilibrio del universo’ frente a los grandes bloques de poder que el veía como los grandes imperios” (29).

 En nuestra interpretación, este aspecto de la Revolución Bolivariana, no solo se tensa por la presión del imperio, es que en si mismo, la lucha anti-imperialista y la integración latinoamericana, es la apertura de un diálogo necesario, impostergable; del conocimiento y reconocimiento de nuestras similitudes, de nuestras diferencias; es la revalorización de historias, costumbres e idearios de estos pueblos tan cercanos geográficamente, pero tan distanciados por obra del imperio y las oligarquías nacionales. Es la reconstrucción de la identidad NuestrAmérica bajo el crisol de diversas y ricas maneras de ser en víspera de la gestación de un ser humano síntesis de múltiples determinaciones.

 Ese anti-imperialismo también contiene un llamado para el propio pueblo oprimido y marginado del imperio, el pueblo estadounidense. Nos reconocemos en el descubrimiento de los mecanismos de dominación del imperio, al tiempo que descubrimos para el pueblo oprimido de éste, el estado de sujeción del mismo. Nada mas parecido a la fuerza de la Dialéctica que esa relación armoniosa entre anti-imperialismo e integración latinoamericana, uno complementa el proceso creativo del otro. Ambas intencionalidades configuran la posibilidad de un sujeto político-social dinámico, consciente del mundo en que se desenvuelve a partir de la comprensión integral de su estado actual. También es la configuración de espacios para el inventario exhaustivo de iniciativas y propuestas, que en su conjunto aporten al escenario internacional un agregado fundamental para entender las relaciones de desigualdad y los peligros que corre el planeta ante el mundo unipolar, desde una visión inédita y particular. No de otra manera ha de entenderse el llamado de la multipolaridad que tanto subraya el presidente Chávez y que en palabras de Samuel Moncada se sintetiza en: “Pensamos que el multipolarismo es mejor que el unipolarismo, es decir, que haya varios polos, el equilibrio del universo otra vez. Un solo polo de poder en el mundo con un solo y gigantesco poder, ese no es el equilibrio del universo. Unirse los pequeños en bloques, para contrarrestar a los grandes bloques de poder, es restablecer el equilibrio del universo y eso es Bolívar directamente hace 200 años, hoy en vida.”(30).


Tensión entre la acción política y la elaboración de la teoría revolucionaria

 Es clásico en los teóricos de la revolución social la sentencia: “Sin teoría revolucionaria, no existe acción revolucionaria”. Pero resulta que una investigación exhaustiva de lo que denominamos Revolución Bolivariana seguramente nos llevará a la conclusión que ésta no cuenta con un cuerpo teórico sistemáticamente pensado y elaborado ¿Concluiríamos que el proceso bolivariano no es revolucionario según la apreciación de los clásicos? o mas bien, nos atreveríamos a un paso mucho mas interesante y trascendente, en el cual, la afirmación mencionada:“Sin teoría revolucionaria, no existe acción revolucionaria” termina constituyéndose en una aseveración, que sesga la acción de las masas populares y limita a los actores de vanguardias a desempeñar un rol concebido y elaborado por seres escogidos y exclusivos. Según ese guión, el accionar revolucionario, al igual que la interpretación de la realidad político-social, estarán sometidos a las consideraciones teóricas revolucionaria preconcebidas y acordada por una elite de especialistas.

 Para nosotros la Revolución Bolivariana lo es en tanto es inédita. Es un proceso que gestado desde la institucionalidad de la democracia representativa burguesa, promete ser una ruptura con la lógica de ésta; aceptando, respetando e impulsando la cultura del debate; la libre circulación de ideas y demostrando gran capacidad de tolerancia ante los exabruptos de conspiradores antidemocráticos. Es una revolución que se define como anti-imperialista y mantiene relaciones con el Imperio. Y es un proceso que espera ser novedoso y ejemplo ante el mundo, a partir de una premisa teórica del siglo dieciocho (el pensamiento de Bolívar), cuestión que en alguna medida lo ha logrado a pesar de los obstáculos, provocaciones y saboteos externos e internos.

 Se verifica, en el seno de la Revolución Bolivariana, una relación inédita entre el accionar político y la elaboración teórica. Recordemos que los cimientos de esta revolución están en el pensamiento político de Simón Bolívar, los aportes pedagógicos de Simón Rodríguez y las consideraciones sociales de Ezequiel Zamora. Sin embargo, y de manera simultanea, este cuerpo doctrinal, en poco menos de seis años ha venido incorporando a su reflexión teórica aportes de otros autores venezolanos, latinoamericanos y universales.

 Obsérvese que detrás de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esta un compendio jurídico, sociológico, político, geográfico, extraído de las últimas reflexiones realizada por la humanidad en tales campos. De igual modo, en propuestas como Economía Social; Desarrollo Endógeno; Comunicación Alternativa; el ALBA; la Carta Social de las Américas; la Multipolaridad; Escuelas Bolivarianas, medran significativos aportes de Lingüistas, Semiólogos, Sociólogos, Economistas, Filósofos, especialistas de la comunicación social, venidos de las mas avanzadas reflexiones de pensadores libertarios, marxistas de nuevo tipo, feministas, ecologistas y humanistas en general.

 En tal sentido, la Revolución Bolivariana se concibe así misma como un proceso inacabado, presto a enriquecerse con lo mejor de la humanidad en lo que respecta la reflexión teórica (Mariátegui y su concepción de la filosofía marxista). Y este es un detalle de suprema importancia, pues contiene la dicotomía entre encerrar el todo social en los limites de un cuerpo de ideas preconcebidas (Teoría de la Revolución Bolivariana) o, apoyarse en una reflexión propia (el Bolivarianismo) y desde él abrirse al reto de lo social; ruptura de paradigmas, producción teórica y profundización ideológica, en el marco del inmediato porvenir. Pensamos que hasta ahora, y de manera intuitiva, ha funcionado así este proceso, necesario es concienciar ese paso y por consiguiente hacerlo mucho mas eficiente en lo que respecta a generar las pautas para la continua elaboración y reelaboración de la Teoría de la Revolución Bolivariana.

 Otro asunto de peso en este punto (relación entre la teoría revolucionaria y la acción política bolivariana) tiene que ver con la concepción que se tenga del hombre, de la mujer y del pueblo en general como factor fundamental en un proceso revolucionario. O concebimos un hombre, una mujer, un pueblo pasivo, acrítico o todo lo contrario, confiamos en esa frase de Nazoa, “Creo en los poderes creadores del pueblo”. Hasta ahora la revolución bolivariana, con todos los riesgos que ello significa, viene transitando el camino de enriquecerse, en términos teóricos, en un diálogo constante y permanente con los sujetos esenciales de toda revolución social, los sectores populares y unos tantos intelectuales orgánicos, como los denominaba Gramsci, favorables al proceso bolivariano.

 

Notas:

(22) Garay, Juan. La Constitución Bolivariana. Ediciones Juan Garay, Caracas Enero 2001. artículo 1, de la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela pp 25
(23) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional, pp, 227
(24) Autores Varios, “Para Comprender la Revolución Bolivariana” Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004, serie de foros realizados en el mes de octubre del 2004 en la sede Instituto Autónomo de Biblioteca Nacional, Presentación.
(25)“Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 49.
(26) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 103
(27) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 189.
(28) “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 14
(29) Moncada, Samuel “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 118
(30)Moncada, Samuel “Para Comprender la Revolución Bolivariana. Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas 2004”, pp. 120.


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Luis Villafaña/PNA-M13


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