Todo 27 de febrero tiene su 4 de febrero

Quizás volvemos una vez más sobre la letra de aquel añejo tango que data de 1934, compuesto por El Morocho del Abasto, Carlos Gardel y su compañera de canto y amigo, Alfredo Le Pera, intitulado: Volver y una parte de su letra dice: Que veinte años no es nada /Que febril la mirada/ errante en las sombras/ Te busca y te nombra. 20 años no son nada verdaderamente cierto, preciso, matemático. Empero ahora es necesario sumar y agregarle 8 ruedas más para arribar a 28 años de aquel histórico 4 de febrero de 1992. Se había transitado más de tres décadas, 34 años para ser exactos, por la democracia burguesa, llamada eufemísticamente representativa y formal. La democracia bipartidista de AD y COPEI. Las oligarquías apoyaron a Marcos Evangelista Pérez Jiménez, agotada la dictadura, esas mismas clases dominantes, rápidamente, se cuadraron con el sacro santo sistema democrático. El capitalismo imperialista quedaría intacto, bien con Dios y con el Diablo. La democracia partidista que se propuso defender la constitucionalidad su primer gobierno entre 1959-1964, en la práctica se instrumentó con saña, premeditación, alevosía, ventaja y superioridad física aquella asquerosa forma de ejercer el poder: Disparen primero, averigüen después. El hombre representante y emblemático de las clases dominantes sería Eugenio Mendoza.

Siguieron en el poder ahora con actores políticos democráticos burgueses durante 40 años. La gran panacea de la historia contemporánea: el sistema político típico del imperialismo norteamericano. Nada inocente resulta que el llamado Pacto de Punto Fijo, suscrito en Venezuela en la casa del mismo nombre residencia de Rafael Caldera tuvo su antecedente inmediato en Nueva York. La presencia de Rockefeller resultaría determinante. Los firmantes del pacto fueron Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios (AD), Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas (URD) y Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández (COPEI). Fecha: el 31 de octubre de 1958. Residencia Punto Fijo. Avenida Francisco Solano. Sabana Grande. Caracas-Venezuela. El gran excluido el Partido Comunista de Venezuela. La defensa de la constitucionalidad burguesa resultaba estratégica y determinante. No resulta inocente que vendan al capitalismo explotar como la democracia.

El Pacto de Punto Fijo no fue más que una sumisión de los partidos, de los que fue excluido el PCV, a los planes del imperialismo corporativista que en aquellos días tenía al frente al general de 5 estrellas Dwight David Eisenhower, conocido como Ike, quien presidió a USA en dos períodos: 1952-1960. En principio señalar que dicho pacto fue signado en el Hotel Waldorf Astoria de Nueva York, a finales del mes de septiembre del 1957 por los tres jefes de los partidos políticos: AD, Copei y URD, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba, quienes estaban presentes, en compañía de Eugenio Mendoza, el empresario norteamericano Nelson Rockefeller y dos funcionarios del Departamento de Estado norteamericano, cuya identidad no ha sido precisada, (Manrique, 2019).

El contexto histórico-social en el marco en el cual se sucede el 4 de febrero de 1992, expresada en una insurrección militar, y que quieren presentar por parte de los poderes fácticos explotadores, medios de comunicación, jerarquía católica y demás cómplices como un intento fallido de un golpe de Estado, soslayando su dimensión política, histórica y social, incluso cultural. Es cierto que en las primeras de cambio se sucedieron dudas, gorilas al poder. Pero nada que ver estos militares eran otros poseían el conocimiento y entendimiento del momento político y social. No se trataba de una montonera de golpista. Un proyecto Bolivariano y revolucionario había saltado a la palestra, había hecho erupción en el escenario político. Los cambios sociales así lo exigían; transformación de una democracia burguesa por una democracia de nuevo tipo en la que sus componentes es y serán siempre participativo, descentralizados, alternativo, responsable, pluralistas. Son estos los principios pétreos que sirvan de base a la democracia propuesta: participativa y protagónica.

Desde finales de la década de los años ochenta y principio de los noventa, el modelo económico que tomaría cuerpo en la estructura societaria sería el neoliberalismo. El segundo gobierno de CAP instrumento y defendió ese modelo. Transitaba el año 1989. Malas políticas económicas y pésimas políticas sociales. Junto a la compulsiva y constante devaluación de la moneda para los años 1990-1991, el 49 por ciento y 49,9 por ciento de los hogares eran pobres y el 21,1 por ciento correspondía a hogares de pobreza extrema. Ello daba la alarmante y nada democrática cifra del 71 por ciento de hogares pobres. Esa bomba de tiempo ya no soportaba discurso grandi elocuentes. Tampoco promesas que nunca se cumplían. A ello había que agregarle los groseros privilegios de unos pocos, ricos, explotadores y corruptos, ante la profusa y copiosa marginalidad del pueblo. Una frustración histórica-cultural se había tejido durante cuarenta años. La desesperanza tomaría la escena humana y social de la población venezolana. Empero, el antecedente más directo e inmediato de aquel 4F lo constituyó la explosión social del 27 y 28 de febrero de 1989. El Caracazo dividió la historia contemporánea de Venezuela en un antes y un después. Se agotó lo agotado; se cansaría lo cansado. Lo que parecía una alegría electora, ganada con más del 52, 9 por ciento de votantes, en diciembre del 88, en menos de dos meses se transformó en una bomba humana-social que explotó con múltiples y variadas consecuencias; un reventón de múltiples dimensiones y de un inusitada e insólita respuesta societal.

Desde entonces Venezuela no es la misma. El Pueblo es Sabio y Paciente, es el decir de los viejos, lo cantaba Alí Rafael Primera, hasta que se agota la paciencia social y una conmoción humana en hongo atómico, entre la rabia y la arrechera, histórico y social, que incluso llega a atentar contra sí mismo. Más de 3 mil muertos tienen la palabra y la memoria ante la asquerosa mentira de las clases políticas, gerentes públicos, iglesia católica y clases dominantes de que la cifra de muertos alcanzó apenas 276. Es que hasta para mentir pusieron la cagada. Nueve días duro el Caracazo. Un aumento de la gasolina encendió la pradera. El Gran Viraje, con platillos y trompetas se transformó en balas, muertes, enfrentamientos, conciencia de clase, esperanzas disipadas, asesinos con armas largas, Pueblo definitivamente insurrecto y sublevado. El Gran Viraje se transformó en La Peste. La memoria regresa dolida, ávida todavía de justicia. Los recuerdos vuelven con el ritmo de infatigables olas, pensamientos, evocaciones. Por ello también explota un 4 de febrero. La vergüenza de los militares andaba arrastrándose por los pisos, entre asfalto y asfalto. La vergüenza de los militares andaba remolcada. Nada podía justifica aquella mortandad. El cuerpo militar en su conjunto había perdido todas las batallas. Daban pena ajena y muchos de los jóvenes oficiales lo sabían.

Las Fuerzas Armadas, la Guardia Nacional y el Ejército, así como, la tristemente célebre, Policía Metropolitana y las policías civiles se lanzaron contra la protesta, contra los seres humanos, contra venezolanos y venezolanas. Bajo el pretexto dramático de controlar la situación, que se observaba desbordada e inundada de rabia; salieron a asesinar al pueblo, a disparar contra la gente sencilla y cotidiana de los barrios, municipios, bloques, urbanización, cerros, parroquias, que además de hambre y desarmados tuvo que vivenciar como más de tres mil personas sería vilmente asesinadas, ultimadas. Las Fuerzas Armadas y Policiales, uniformados y civiles, perdieron todas las batallas. Realizaron la cruzada de la muerte y se cumpliría las palabras categóricas del Libertador, Simón Bolívar: Maldito el Soldado que vuelva las armas de la República contra su Pueblo. Resultaba justo y necesario irrumpir contra una clase políticas agotada, carcomida, apátrida, corrupta y corroída. En eso se había convertido tanto Acción Democrática como Copei y demás partidos, organizaciones y grupos que levitaban a su alrededor.

Vender a la Nación por 4.500 millones de dólares; entregar el país al Fondo Monetario Internacional. Aumentar el precio de la gasolina en un 100 por ciento y en los siguientes tres años, a partir del 89, todos los derivados del petróleo; liberar las tasas de interés, activas y pasivas de todo el sistema financiero hasta alcanzar un 30 por ciento; liberar los precios de todos los productos; aumento de todos los servicios públicos y privatización, así como desnacionalización; despido masivo de trabajadores y trabajadoras, congelación de cargos públicos, aumento de la impagable deuda externa, fueron algunos de los hechos que condicionaron y pudieron haber determinado esa explosión, esa detonación social que comenzaría en Guarenas y tomaría cuerpo en Caracas para alcanzar las principales ciudad-capitales de Venezuela.

La respuesta fue el Plan Ávila. 3 879 024 votos con los que había ganado Carlos Andrés Pérez fueron echados por la borda. Aquellos incendios de la Caracas de Aquiles Nazoa y Billo Frometa todavía evoca los humos, las lágrimas y los recuerdos de aquel 27de febrero, que en nuestro pueblo vivirá. Demasiada memoria para tanta ausencia de justicia. Las armas de guerra no sirven para contener a un pueblo. Tampoco las mentiras menos la demagogia. El pueblo optó por la revolución democrática, por la democracia participativa, por democracia protagónica, por el socialismo democrática. El asalto al poder intentado aquel 4 de febrero se proponía dignificar a un ejército derrotado por sus muertos, que fueron y serán del pueblo. Aquellos jóvenes militares supieron entender el momento histórico y político. Y se lanzaron a tomar el cielo por asalto. El producto político-social; histórico-cultural viene dado por la Unión Cívico-Militar. Equilibrio, hermano, equilibrio, diría nuevamente nuestro Cantor del Pueblo, Alí Primera. ¡Ahora podemos volver a hablar con la voz gruesa, que tiemblen los oligacas!. ¡Elección Popular, horror a la oligarquía, dos sentencias del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora!



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Efraín Valenzuela

Católico, comunista, bolivariano y chavista. Caraqueño de la parroquia 23 de Enero, donde desde pequeño anduvo metido en peos. Especializado en Legislación Cultural, Cultura Festiva, Municipio y Cultura y Religiosidad Popular.

 efrainvalentutor@gmail.com

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