De cómo la Alienación Gratificante (Vencedores) se relaciona con los Gobernantes y cómo la Alienación Sufriente (Vencidos) con los Gobernados

"Sin embargo, si un país no consintiera dejarse caer en la servidumbre, el tirano se desmoronaría por sí solo, sin que haya que luchar contra él, ni defenderse de él. La cuestión no reside en quitarle nada, sino tan sólo en no darle nada."

Etienne de la Boétie (1530-1563)

Quiero comenzar agradeciendo los comentarios positivos y críticos de Jesús Puerta[i] y Hugo Moyer[ii] al artículo titulado: “La alienación gratificante (vencedores) y la alienación sufriente (vencidos): la vigencia de la "Sagrada Familia" de Karl Marx”[iii] (https://www.aporrea.org/ideologia/a297282.html).

También quiero pedirles disculpas por no poder responde en esta oportunidad a algunos de sus valiosos comentarios.

En este texto quiero seguir haciendo énfasis en la doble tarea de luchar contra la dogmatización de la tradición marxista y de la más amplia teoría critica del capitalismo, así como hacer énfasis en su descentramiento de la narrativas y fantasías eurocéntricas, moderno-coloniales, patriarcales, desarrollistas y eco-destructivas.

I.- CONTRA DOGMAS Y COLONIAJES:

Digo narrativas, núcleos ético-míticos y fantasías ideológicas, porqué la racionalización marxista no escapa a determinadas coordenadas ni horizontes históricos, sociales y culturales, a determinadas matrices culturales, a determinadas semioesferas, lo cual requiere muchos ajustes en los modos de comprensión, interpretación y explicación, en ese doble dialogo recursivo entre coordenadas hermenéuticas y matrices epistémicas.

Para decirlo en palabras llanas, la tarea de in-culturar a las interpretaciones marxistas, requiere poner en tensión las tradiciones nacionales y los campos culturales a través de los cuales fueron generados y recepcionados los discursos, representaciones e imaginarios marxistas, así como sus prácticas, acciones y comportamientos: su decir, su pensar, su sentir, su imaginar y su hacer efectivo.

No es casual que existan tradiciones marxistas alemanas, francesas, inglesas, italianas, rusas y hasta latinoamericanas, tradiciones marxistas occidentales y “orientales”, pues el marxismo ha sido referido y codificado erróneamente sólo a “tres fuentes y tres partes integrantes”[iv].

II.- LOS APUNTES ETNOLOGICOS DE MARX Y LA ANTROPOLOGÍA ENTERRADA:

Como ha señalado acertadamente los trabajos de Lawrence Krader, Rubel, Shanin, y en América Latina Aricó, García Linera, Kohan entre otros, no es posible comprender a Marx hoy ignorando sus “apuntes etnológicos”, o lo que ha llamado Thomas Patterson[v] sus supuestos de antropología teórica y empírica:

“Este libro tiene dos propósitos. El primero consiste en examinar lo que un teórico social, Karl Marx, hizo de los debates antropológicos que tuvieron una importancia sobresaliente desde mediados del siglo XVIII, y que supusieron, en cierta manera, influencias formativas o modeladoras de su pensamiento. En líneas generales, los comentaristas de Marx han reconocido, durante más de un siglo, que Marx se inspiró en los economistas políticos británicos, en los filósofos alemanes y en los socialistas franceses (p. ej., Engels, 1878; Lenin, 1913).”

Muchos de los malentendidos e ignorancias que se han vertido sobre la obra de Marx, incluso en las corrientes llamadas decoloniales, tienen que verse en el contexto de un debate poco matizado y profundo sobre la “cuarta fuente y parte integrante del pensamiento de Marx y Engels”: sus supuestos y estudios etnológicos, las reflexiones tardías sobre sus puntos de vista desarrollistas de la línea histórico-cultural de desarrollo del capitalismo moderno occidental (prioridad y centralidad de las fuerzas productivas frente a las relaciones sociales de producción e intercambio), la reflexión multilineal y diferencial sobre la historia escrita y no escrita, así como el papel de la interacción (acción reciproca) entre ámbitos que hoy día han sido mucho mejor estudiados que en su propia época: parentesco, historia natural, historia económica, historia social, historia política e historia de las mentalidades.

De modo que aun hoy hay un Marx y un Engels muy ignorados, a pesar de los marxismos y los antimarxismos, de sus polémicas y controversias. Y el único modo para abordar tales ignorancias es con humildad y estudios.

III.- El FRAGMENTO SOBRE LA ALIENACIÓN VA DE CABO A RABO:

Dicho esto, me interesa regresar a la vieja polémica sobre la centralidad de un concepto tan vapuleado como el de alienación, cuya fenomenología da cuenta de la historia de la humanidad escindida, desgarrada y fracturada. Sin comprender el concepto normativo y empírico de humanidad en Marx, como especie, ser genérico y ser histórico, poco o nada se comprenderá de las implicaciones sobre el debate de la alienación.

Por esta razón traje a colación aquel viejo texto:

“La clase poseedora y la clase proletaria presentan el mismo estado de autoalienación humana. Pero la primera clase se siente bien, se afirma y se confirma en esta autoalienación. Sabe que la alienación discutida constituye su propio poder y posee en el la apariencia de su propia existencia humana; la segunda clase, por el contrario, se siente destruida en la alienación, y ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia inhumana. Ella se encuentra, para emplear una expresión de Hegel, en el rebajamiento en rebelión contra ese rebajamiento, rebelión a la cual es empujada, necesariamente, por la contradicción que existe entre su naturaleza humana y su situación, que constituye la negación franca, neta y absoluta de esa naturaleza.”

Este texto de fraseología alambicada para algunos (“residuos hegelianos”) puede comprenderse con facilidad, si se traspasan los problemas de traducción del alemán, así como su aparente resultante en una forma lingüística para algunos enredada. Aquí cometeré el riesgo de someterlo a una paráfrasis (de mí responsabilidad) solo para fines dialógicos y didácticos, recordando que todo cualquier texto puede someterse a controversias sobre los limites admisibles y plausibles de determinadas interpretaciones (inmanentes y/o contextuales).

Para Marx, el capitalismo ha configurado una nueva escisión de base en la historia escrita de la humanidad entre opresores y oprimidos, la escisión entre propietarios de los medios de producción y quienes fueron expropiados de sus medios de trabajo en el proceso de acumulación originaria, conformando así una nueva clase: el trabajo asalariado.

Por eso en el texto habla de dos clases (obviamente simplificando el cuadro de los conflictos sociales entre diversas clases, estamentos, categorías y órdenes), pues está dando cuenta de la aparición de un nuevo tipo de relación social (que luego será remitida a la reflexión sobre la división social del trabajo, las relaciones de trabajo, y el famoso concepto de relaciones sociales de producción e intercambio capitalistas).

Hay una clase poseedora y propietaria que controla y ejerce el poder, una que se siente bien, se afirma y se confirma en esta “autoalienación”; es decir que, siendo alienada, todos los poderes exteriorizados (fuerzas productivas sociales), elevados y puestos delante de sí, no le aparecen como una objetivación sufriente, sino como una existencia humana y gratificante. Allí la alienación produce no privación objetiva ni insatisfacción subjetiva, sino todo lo contrario: elevación de la riqueza, del poder y del prestigio, es decir estatus superior y privilegiado. Además, sabe que la “alienación discutida” constituye su propio poder: su autoafirmación como clase, no solo será “clase en sí” sino “clase para sí”, que ha convertido su situación social vital en una clara posición de poder.

La segunda clase, por el contrario, “se siente destruida en la alienación, y ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia inhumana.” Aquí entramos en los opuestos correlativos. La realidad de una existencia inhumana es palpable: “sentida corporalmente”, es decir de una existencia socialmente miserable y degradada, caracterizada por privaciones objetivas, no son fantasías, delirios o disociaciones subjetivos, sino sensaciones que pueden constatarse día a día en la existencia cotidiana: no hay suficiente comida, ni techo, ni vestido, ni salud sino miseria y degradación.

La alienación destruye la vida, hace inhumana la existencia y además destruye las condiciones materiales de posibilidad para una voluntad afirmativa de poder. De allí, esta relación entre alienación sufriente e impotencia que lleva a la frase alambicada de Marx: “rebajamiento en rebelión contra ese rebajamiento”. La destrucción de la existencia humana es rebajamiento, eso significa que empeora, no que mejora, que va hacia hacía abajo, degradación. Allí Marx encuentra la semilla material y dialéctica de la lucha: la rebelión contra tal estado social.

Tal estado de degradación social, empuja para Marx, un contra movimiento absoluto de rebelión, movimiento empujado necesariamente según Marx, y que hoy sabemos que puede ser contenido y mantenido de modo latente, censurado, reprimido, canalizado y recuperado por múltiples dispositivos y fuerzas.

La rebelión manifiesta depende de la “alienación discutida”, de un pasaje de la alienación sufriente al movimiento de rebelión contra la alienación sufriente. La rebelión suprimida, contenida y recuperada consiste en la estrategia de la alienación de los poderosos de mantener y reproducir tal cuadro de alienación. Convencer a los desposeídos que tal condición es parte de la naturaleza de las cosas. Que su alienación sufriente es un destino de la providencia.

Marx identifica la contradicción que existe para la clase de quienes han sido desposeídos de sus medios de trabajo en la “expropiación originaria” (así la denomina en su texto: Salario, Precio y Ganancia) entre “su naturaleza humana y su situación, que constituye la negación franca, neta y absoluta de esa naturaleza”. Quien no posee medios de producción y de trabajo propio está obligado si no quiere verse desprovisto absolutamente de medios de vida y a morir, a vender lo único que le queda: su capacidad de trabajar, lo que los marxistas doctrinarios llaman sólo como “fuerza de trabajo”, reproduciendo de modo inconsciente quizás que tal fuerza sea sólo “trabajo manual” que “trabajo intelectual”; es decir, “capacidad de trabajo”, máquinas físicas para pegar ladrillos sin saber-como pegarlos.

Sin embargo, no solo se trata de energía física, músculo, mano, sino también cerebro, destreza, habilidad e inteligencia. Es por este pequeño detalle que Gramsci reconoció acertadamente que todos los hombres (genérico) son intelectuales, aunque no cumplan la “función social de intelectuales”, que no son simples animales de carga, mientras para quienes viven la situación de alienación gratificante, quienes solo poseen su capacidad de trabajo mediante la relación salarial deben ajustarse a aquellas exigencias requeridas fundamentalmente por la división social del trabajo, por determinadas relaciones sociales de producción e intercambio.

La alienación gratificante está basada y cimentada en la posesión, control y propiedad de fuerzas productivas sociales, en la reproducción de pautas de riqueza, poder y privilegio.

IV.- DESCENTRAR EL PRÓLOGO A LA CONTRIBUCIÓN A LA ECONOMÍA POLÍTICA DE MARX:

Es aquí, donde hay que descentrar completamente la lectura canónica y religiosa de ciertos marxistas sobre el prólogo a la contribución a la crítica de la economía política de 1859[vi], que vimos en el anterior texto publicado, donde aparentemente desaparece cualquier referencia a la alienación, a la rebelión, a la lucha y se impone el lenguaje de las estructuras (objetivaciones) sobre cualquier referencia a la agencia humana y a la praxis.

En tal texto no aparece ninguna “alienación discutida”, y la referencia a la humanidad aparece subordinada al juego de las estructuras y las formas sociales, incluso a la correspondencia de determinadas relaciones sociales de producción con el desarrollo de determinadas fuerzas productivas. La aparente desaparición del hombre concreto de carne, hueso, de destreza e inteligencia no aparece de modo manifiesto como determinación particular, como capacidad humana efectiva en las fuerzas productivas ni en las relaciones sociales de producción. Y es allí en tal texto donde puede ser restituida completamente, si se sale de la cárcel del lenguaje estructuralista y cosificado: del fetichismo de las estructuras.

Por eso es tan importante el texto que a continuación presentaremos del Tomo III de El Capital, en sus obras de madurez (como así la siguen llamando algunos). En las notas que dejó inconclusas a su muerte y con las que Engels compaginó el tercer tomo de El capital se lee el siguiente pasaje (Marx 1894, ed. Kerr, parte IV, cap. XLVII, 11, p. 919; traducción nuestra del fragmento):

“La forma económica específica en la cual se extrae de los productores directos el trabajo excedente no pagado determina la relación entre dirigentes y dirigidos, ya que ésta surge inmediatamente de la producción misma y reacciona sobre aquélla como elemento determinante. Sobre aquélla se funda el conjunto de la formación de la comunidad económica que surge de las condiciones de la producción misma y determina también su forma política específica. Es siempre la relación directa entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos la que revela el secreto más íntimo, la base oculta del conjunto de la construcción social y, con ella, de la forma política de las relaciones entre soberanía y dependencia; en pocas palabras, de la forma correspondiente del Estado. La forma de esta relación entre dirigentes y dirigidos corresponde siempre naturalmente a un estadio definido en el desarrollo de los métodos de trabajo y de su capacidad de producción social. Esto no impide que la misma base económica presente infinitas variaciones y gradaciones en su aspecto, aunque sus condiciones principales sean en todas partes las mismas. Esto es debido a innumerables circunstancias externas, ambiente natural, peculiaridades raciales, influencias históricas, etcétera, todas las cuales deben ser precisadas mediante un análisis cuidadoso.”[vii]

Existen otras traducciones que plantean el texto del siguiente modo (Pedro Scaron, por ejemplo):

“La forma económica específica en que se arranca al productor directo el trabajo sobrante no retribuido determina la relación de señorío y servidumbre tal como brota directamente de la producción y repercute, a su vez, de un modo determinante sobre ella. Y esto sirve luego de base a toda la estructura de la comunidad económica, derivada a su vez de las relaciones de producción y con ello, al mismo tiempo, su forma política específica. La relación directa existente entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos –relación cuya forma corresponde siempre de un modo natural a una determinada fase de desarrollo del tipo de trabajo y, por tanto, a su capacidad productiva social– es la que nos revela el secreto más recóndito, la base oculta de toda la construcción social y también, por consiguiente, de la forma política de la relación de soberanía y dependencia, en una palabra, de cada forma específica de Estado. Lo cual no impide que la misma base económica –la misma, en cuanto a sus condiciones fundamentales pueda mostrar en su modo de manifestarse infinitas variaciones y gradaciones debidas a distintas e innumerables circunstancias empíricas, condiciones naturales, factores étnicos, influencias históricas que actúan desde el exterior, etc., variaciones y gradaciones que sólo pueden comprenderse mediante el análisis de estas circunstancias empíricamente dadas.” (EL CAPITAL. TOMO III. CAPITULO XLVII. GENESIS DE LA RENTA CAPITALISTA DEL SUELO)

Aquí entramos de lleno a la medula del asunto, al secreto oculto del taller de las relaciones sociales de producción capitalistas:

“La relación directa existente entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos –relación cuya forma corresponde siempre de un modo natural a una determinada fase de desarrollo del tipo de trabajo y, por tanto, a su capacidad productiva social– es la que nos revela el secreto más recóndito, la base oculta de toda la construcción social y también, por consiguiente, de la forma política de la relación de soberanía y dependencia, en una palabra, de cada forma específica de Estado.”

Lo interesante de este “secreto más recóndito”, de esta “base oculta” no solo de la “construcción social” sino además de la forma específica del Estado, con sus relaciones de soberanía y dependencia políticas, es su relación con las relaciones de dirigentes y dirigidos (Sergio Bagú) o de señorío y servidumbre (Pedro Scaron) donde “se arranca al productor directo el trabajo sobrante no retribuido” (relación de explotación).

Quiere decir esto, que el arrancar trabajo excedente no retribuido a los productores directos vamos de nuevo a la resonancia con una figura de la expropiación, regresamos por decirlo así a los planos de connotación de la alienación en la sociedad capitalista entre propietarios y no propietarios. Y por si faltara poco, lo que Bagú llama relaciones entre quienes controlan y son propietarios de las condiciones de producción, los dirigentes del proceso económico y los productores directos, los dirigidos, esa relación económico-social presenta su correlato en las formas políticas de la relación entre soberanía y dependencia, entre gobernantes y gobernados.

La conexión oculta entre dominación política y dominación económica social queda revelada en su relación con los cimientos de “toda la estructura de la comunidad económica, derivada a su vez de las relaciones de producción y con ello, al mismo tiempo, su forma política específica”.

De este modo, “una determinada fase de desarrollo del tipo de trabajo y, por tanto, a su capacidad productiva social– es la que nos revela el secreto más recóndito”, pero tal tipo de trabajo y su capacidad productiva social, presenta relaciones de acción reciproca con las relaciones sociales de producción y con su forma política específica.

Aquí es imposible encontrar todo el lenguaje rígido de las estructuras y de la determinación en última instancia derivado del texto de 1859, y se plantea precisamente de modo mucho más flexible y abierto, las mutuas determinaciones y conexiones entre historia económica, historia social e historia política, sobre la base de relaciones de apropiación y expropiación en las cuales reaparece la prioridad de las relaciones asimétricas: dirigentes-dirigidos, señorío-servidumbre y soberanía-dependencia.

Nuestra propuesta va en el sentido de colocar este texto de El Capital en el mismo orden de significación y relevancia que el famoso prólogo de 1859, llevando a cabo un descentramiento más radical de aquellas metáforas ancladas en el juego de las estructuras y superestructuras, donde desparecen como nodos fundamentales de la trama de las relaciones sociales de producción e intercambio los agrupamientos y las clases sociales, en sus relaciones de apropiación-expropiación, dirección-ejecución, de dominantes-dominados y de gobernantes-gobernados.

Es completamente falso que la alienación entre “vencedores y vencidos” (W. BENJAMIN) haya desaparecido, que la humanidad desgarrada se haya reconciliado y que los cimientos ocultos de tal desgarramiento se hayan rebasado o sobrepasado históricamente. No es posible reconciliar sobre la base de la ignorancia de los cimientos de la alienación gratificante y sufriente, no es posible reconciliar sobre la base de la reproducción del mismo tipo de relación social de producción e intercambio, no es posible reconciliar sobre la base de ocultar los cimientos históricos de la relación entre salarios, precios y ganancias.

¿Qué queremos decir con esto? Que reconciliar implica atacar la raíz del extrañamiento, la raíz del antagonismo social, la raíz de los vínculos de soberanía-dependencia en las formas políticas, que el humanismo abstracto debe basarse en el humanismo practico y positivo, en el humanismo realizado, no proclamado, pues este ultimo puede pasar a ser una tremenda alienación ideológica. Para decirlo de modo comprensible para algunos: sin justicia social puede haber tranquilidad y orden, pero no paz y reciprocidad.

Llamar al orden y la tranquilidad como paz y justicia es cinismo de los vencedores, es parte del discurso de la alienación gratificante.

V.- NO HAY QUE OLVIDAR A LA IDEOLOGIA ALEMANA

Decían Marx y Engels en La Ideología Alemana (1845):

“Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho, en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época.”

Aquí volvemos al texto de “La Sagrada Familia” pero con una nueva codificación: “Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión”.

La alienación gratificante tiene conciencia de ello y piensan a tono con ello, pretenden dominar en toda su extensión, regulando la producción y distribución de las ideas de su tiempo, construye un universo de ideas dominantes.

Hay pensadores y opinadores que construyen y diseminan complementos solemnes de justificación y racionalización de la alienación gratificante de los vencedores, auténticos complejos de discursos, representaciones e imaginarios. Construyen así un cuadro de reproducción ideal de las relaciones sociales de producción e intercambio dominantes: de las relaciones materiales dominantes concebidas como ideas.

Podrán hablar millones de veces de socialismo, pero si no mencionan las relaciones de producción e intercambio dominantes, si no mencionan las relaciones sociales antagónicas entre propietarios de las condiciones de trabajo y los trabajadores asalariados, no están haciendo socialismo sino ideología encubridora de las relaciones sociales capitalistas, o peor aún, ideología encubridora de las relaciones entre salarios, precios y ganancias, aun en el plano del momento distributivo de la riqueza.

Del mismo modo, podrán hablar millones de veces de democracia del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, pero si no mencionan las relaciones de soberanía-dependencia dominantes, si no mencionan las relaciones entre gobernantes y gobernados, si no mencionan la relación entre quienes controlan las condiciones y medios de producción de la política (los representantes) y quienes son expropiados de la participación y la decisión política (los representados) no están promoviendo ni defendiendo la democracia sino una figura de alienación política gratificante para los gobernantes, y sufriente para los gobernados.

VI. GRAMSCI EN CLAVE DE CRITICA A LA ALIENACIÓN POLÍTICA:

Citemos aquí no al teólogo nazi de la política de amigos y enemigos entre unidades políticas estatales, Carl Schmitt, ni a su principal fuente y parte integrante de su pensamiento: Thomas Hobbes, sino a Antonio Gramsci, para reiterar que para comenzar de nuevo hay que tener muy claros cuales son los primeros y principales elementos a considerar:

“…los primeros en ser olvidados son justamente los primeros elementos, las cosas más elementales y, como se repiten infinidad de veces, se convierten en los pilares de la política y de no importa cuál acción colectiva.

El primer elemento es el de que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basan en este hecho primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales). Sus orígenes constituyen un problema en sí, que deberá ser estudiado en sí (por lo menos podrá, y deberá estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido), pero permanece la consideración de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados. Partiendo de este hecho habrá que analizar cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político). Pero habrá que analizar, además, por otro lado, cómo se conocen las líneas de menor resistencia o racionales para obtener la obediencia de los dirigidos o gobernados. Para formar los dirigentes es fundamental partir de la siguiente premisa: ¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o, por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?, o sea ¿se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?”[viii]

Gramsci con su grandiosa muestra de realismo político también da cuenta de la relación entre conceptos factuales y conceptos normativos, entre lo que existe y lo que queremos que exista, tal como Marx y Engels también lo señalaron: entre el capitalismo realismo existente y su posible superación histórica:

  • ¿Se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes, o, por el contrario, se desean crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de la existencia de esta división?
  • ¿Se parte de la premisa de la perpetua división del género humano o se cree que tal división es sólo un hecho histórico, que responde a determinadas condiciones?
  • ¿Deberá estudiarse cómo atenuar y hacer desaparecer el hecho mutando aquellas condiciones que sean identificadas como actuantes en este sentido?
  • ¿Cómo dirigir de la manera más eficaz (dados ciertos fines) y por lo tanto cómo preparar de la mejor forma a los dirigentes (y en esto consiste precisamente la primera sección de la ciencia y del arte político)?

La clarividencia de Gramsci como fundador de la teoría política para la tradición marxiana da cuenta de la interdependencia de La Política, con la existencia de la división social entre clases sociales fundamentales:

“…es necesario tener claro que la división entre gobernados y gobernantes, si bien en última instancia corresponde a una división de grupos sociales, existe también, en el seno del mismo grupo, aunque este sea homogéneo desde el punto de vista social.”

Cada clase económico-social fundamental requiere asumir el doble carácter de la división entre dirigentes y dirigidos, la cual remite a la gran división social y política entre dominantes y dominados, entre gobernantes y gobernados.

Las clases económicas dominantes tienen sus dirigentes políticos. Las clases económicas dominadas tienen también sus dirigentes políticos. Pero, aun así, los dirigentes políticos de las clases dominantes requieren dominar a los dirigentes políticos de las clases dominadas. De modo que las tareas políticas para los dirigentes políticos de las clases dominantes la tarea es triple:

  1. Deben dirigir a los grupos sociales subalternos de sus propias clases económicas dominantes.
  2. Deben dominar y dirigir a los grupos sociales subalternos de las clases dominadas.
  3. Deben dominar y dirigir a los dirigentes políticos de las clases económicas dominadas.

Mientras, los dirigentes políticos de las clases dominadas deben dirigir la rebelión política y social de las clases dominadas y subalternas. Deben llevar el movimiento de rebelión a los cauces de la dialéctica entre reformas y revolución, entre avances graduales e iniciativas decisivas, así como evitar retrocesos catastróficos, derrotas estratégicas o repliegues desordenados.

Gramsci ha dicho muy claramente que los "errores" más graves, donde se manifiestan las incapacidades más criminales y difíciles de corregir en los dirigentes políticos, consisten en plantear bajo el supuesto de la homogeneidad social e ideológica de un grupo, que la obediencia debe ser automática y existir sin una demostración de su "necesidad" y racionalidad. Pretender gobernar a los propios sin demostración de necesidad y racionalidad, por obediencia automática, es propio de los gobernantes autoritarios o cadornistas:

“El "cadornismo" *, o sea la convicción de que una cosa será hecha porque el dirigente considera justo y racional que así sea. Si no fuera hecha, la "culpa" será asignada a quienes "habrían debido", etc. De allí que sea difícil también extirpar el hábito criminal del descuido en el esfuerzo por evitar sacrificios inútiles. Y, sin embargo, el sentido común muestra que la mayor parte de los desastres colectivos (políticos) ocurren porque no se ha tratado de evitar el sacrificio inútil, o se ha demostrado no tener en cuenta el sacrificio ajeno y se jugó con la piel de los demás.”

La política de los sacrificios inútiles que exigen los gobernantes a los gobernados (sean suyos u oponentes), echarle la culpa a los que “tenían que actuar o deberían haber actuado”, en vez de revisar precisamente la pauta autoritaria del gobernante, el descuido y someter a privaciones a los dirigidos, tal como el relato de la guerra:

“…los oficiales del frente (veían) cómo los soldados arriesgaban realmente la vida cuando realmente era necesario, pero cómo en cambio se rebelaban cuando eran descuidados. Una compañía era capaz de ayunar varios días si veía que los víveres no alcanzaban por razones de fuerza mayor, pero se amotinaba si por descuido o burocratismo se omitía una sola comida.”

El "cadornismo" simboliza el burocratismo o el autoritarismo de los dirigentes que consideraban como superfluo el trabajo de persuasión de los "dirigidos" para obtener su adhesión voluntaria Este principio se extiende a todas las acciones que exigen sacrificio. Por lo cual siempre, luego de todo acontecimiento, es necesario ante todo buscar la responsabilidad de los dirigentes, entendida ésta en sentido estricto.

Continua Gramsci:

“Planteado el principio de que existen dirigentes y dirigidos, gobernantes y gobernados, es verdad que los "partidos" son hasta ahora el modo más adecuado de formar los dirigentes y la capacidad de dirección”.

“La demostración de que el espíritu de partido es el elemento fundamental del espíritu estatal es una de las tesis más importantes a sostener; viceversa, el "individualismo" es un elemento de carácter animal, "admirado por los forasteros", como los actos de los habitantes de un jardín zoológico.”

Por espíritu estatal entiende Gramsci la conversión de los intereses económico-corporativos (de cada grupo, clase, estamento u orden) en los intereses generales, en el bien común.

Si los dirigentes políticos no logran dirigir, sino que sólo logran dominar, no logran ninguna hegemonía gramsciana, no tienen capacidad de influencia social ni política, consideran superfluo el trabajo de persuasión de los "dirigidos" para obtener su adhesión voluntaria, su consentimiento activo.

La división entre gobernantes y gobernados es alienación política, sobre todo cuando los gobernados ni se sientes representados, dirigidos ni identificados con los gobernantes.

La alienación política también puede ser gratificante o sufriente, gratificante para los vencedores, y sufriente para los vencidos.

Las relaciones entre alienación económico-social y alienación política son las conexiones ocultas que hay que revelar, mientras las relaciones entre ambas alienaciones y la alienación ideológica, hay que desenmascararlas.

Para desenmascararlas hay que ir más allá de las fachadas, ir al secreto recóndito de las relaciones sociales de producción e intercambio, ir hacia la determinación de quienes controlan las condiciones de trabajo y económico-sociales (¿Quién y cómo controla salarios precios, ganancias?), remontarse de los discursos y fraseologías sobre el socialismo, para determinar si se trata de nuevas alienaciones ideológicas; es decir, dar cuenta de como las formaciones discursivas dominantes reproducen y no transforman las relaciones fundamentales, las que establecen las jerarquías de riqueza, poder, privilegio.

Si usted entiende esto puede saber si se trata de desarrollar las fuerzas productivas en favor de la riqueza para todos y para todas, o para reproducir simplemente la alienación gratificante de los vencedores de siempre.

 



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Javier Biardeau

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

 jbiardeau@gmail.com      @jbiardeau

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