Lectura para un opositor: Michel Foucault

Recuerdo que en mi paso académico por mi amada ULA, en la cátedra filosofía de la educación me destaparon mi ignorancia y un profesor de nombre Grabiel Ugas Fermín nos dijo; si quieren pensar y volverse medio inteligentes lean a este señor llamado Foucault, además arguyó que fue y será uno de los pensadores más influyentes en nuestra historia contemporánea, es sin duda Michel Foucault.

Decimos que a los 37 años de su fallecimiento, recordaremos a uno de los máximos filósofos contemporáneos, quien desentrañó las operaciones y discursos del poder, mediante obras como Historia de la locura en la época clásica; Las palabras y las cosas, y Vigilar y castigar.

Todo ser humano en su trayectoria de vida tiene que definirse. Demostrar de que está hecho, y por eso desde muy joven este filosofo descubrió su homosexualidad y, debido a ciertos prejuicios e intolerancia social, sufrió de depresión e intentó suicidarse varias veces. Sin embargo, los libros y el conocimiento lo salvaron. Hijo, nieto y bisnieto de médicos, nacido el 15 de octubre de 1926 en Poitiers, Francia, se negó a seguir el mandato familiar. Eligió la filosofía y, mientras estudiaba en la prestigiosa École Normale Supérieure de París, se sometió a una intensa asistencia psiquiátrica, con la que quedó fascinado. Así, además de egresar de la carrera filosófica en 1952 y recuperar su estabilidad emocional, también estudió psicología. A partir de ahí, comenzó a dictar clases en aquella casa de estudios y en otras universidades, como la de Clermont-Ferrand, donde conoció al filósofo Daniel Defert, quien fue su pareja durante veinte años. Sin embargo, no estuvo demasiado interesado en la docencia y, ya con el título de doctorado que obtuvo en 1961, comenzó a escribir y publicar su obra, que lo convirtió en uno de los nombres de la filosofía y el pensamiento más renombrados de Occidente: Michel Foucault.

La vieja Europa que no había sido influenciada por Mac Donald y su pensamiento era libre y durante los sesenta y setenta, en Europa, hubo una gran agitación por parte de distintos sectores que comenzaron a cuestionar las operaciones del poder y a reflexionar, más profundamente, sobre los derechos y las libertades individuales. Y es Michel Foucault uno de los pensadores que revolucionó ciertos parámetros de las ciencias sociales, con ideas que introdujeron nuevas perspectivas y terminologías, ya a partir de la publicación de sus primeros escritos. Por ejemplo, interesado en los modelos de disciplinamiento, instaló el concepto de la biopolítica para describir algunos espacios sociales como las cárceles, los manicomios o asilos de ancianos. Con este nuevo término de biopolítica, intentó develar ciertas estructuras para entender mejor los sistemas de poder instaurados y aceptados socialmente.

La creación Foucault fue la función de la BIOPOLÍTICA, dice Foucault, intenta de alguna manera que los sujetos se autorregulen y autocontrolen. De este modo, Foucault aborda el sistema de poder regulado en las cárceles como modelo de disciplinamiento social para proyectarlo, luego, en otros espacios sociales. Así, focaliza su análisis en la relación que existe entre el poder y el saber. Se preguntó, entonces, qué es el saber; cómo se articula con el poder, qué relación hay para instalar "una verdad". Partiendo, por lo tanto, de que el saber "es lo que un grupo de personas comparte y decide que eso es verdad", según comenta, mediante esa verdad, el poder disciplinario controla y domina la voluntad y el pensamiento. Surge, entonces, un proceso que Foucault llama "normalización", porque es ese poder el que define qué es verdadero y falso, correcto e incorrecto, normal o anormal. El poder, afirma el pensador francés, impone esa normalización para controlar a los individuos y, así, estén obligados a cumplir con su rol social asignado.

Por ello, es importante señalar que esa normalización se realiza por medio del lenguaje. En su libro La arqueología del saber (1969), el filósofo ya lo determina de ese modo y afirma que todos los saberes y discursos se crean y circulan a partir de determinadas condiciones sociales. La astucia del poder será, entonces, intentar borrar esas operaciones para instalar una naturalización de esos saberes y evitar su cuestionamiento. En otra de sus obras más notables, Las palabras y las cosas (1966), Foucault argumenta que todos esos discursos circulantes son producto no solo de todo un área específica del saber, sino de la episteme —ese conjunto de configuraciones que da lugar a ciertas formas e interpretaciones del conocimiento— más imperante de cada época.

Dijo un filósofo griego que la geografía y el saber empiezan por los pies. Sus viajes, su historia pueden resumirse en un viaje a Suecia, por ejemplo, Foucault ya había escrito Historia de la locura en la época clásica (1961). Allí expuso algunas cuestiones sobre la locura y la exclusión que implica para quienes la padecen. "Loco", del latín alocus, significa etimológicamente "sin lugar". Sin lugar en la modernidad, sobre todo capitalista, ya que no los consideran productivos y entonces la exclusión viene de la mano del confinamiento y el encierro. Foucault habla sobre "el gran encierro" cuando describe que, en París durante el siglo XVIII, una de cada cien personas estaba encerrada: locos, epilépticos, criminales y otros.

En su estantería hay otras obras más famosas, Vigilar y castigar (1975), ahonda sobre los pormenores de aquella época, cuando el trato hacia aquellos marginados era de un salvajismo inaceptable. Luego cambió por otros modos que operan en las cárceles modernas. Mediante este sistema, Foucault introduce la idea del panóptico, en el que se induce al preso a un estado consciente de permanente visibilidad que garantiza, a su vez, el funcionamiento del poder, más allá de que este no se esté ejerciendo todo el tiempo. Pero el detenido no puede saberlo. Lo interesante, por otra parte, es que este formato penitenciario del poder y sus relaciones y regulaciones se expande a otros espacios como los asilos, los hospitales y las escuelas.

Este escritor galo, en su libro Microfísica del poder (1980), analiza la perpetuación de aquellos sistemas y del capitalismo, gracias al ejercicio de ese mismo poder por parte de todo el cuerpo social. Él lo denomina como "micropoderes". Allí es cuando Foucault también realiza diferencias y alejamientos con el marxismo, algo por lo que muchos otros pensadores lo cuestionaron. Es que, según el filósofo, el poder no pasa por el enfrentamiento entre dominantes y dominados, justamente como decía Marx, sino que está presente en cada parte del entramado social y se ejerce —de modo muy sutil— no solo en aquellas instituciones que menciona, sino también en otro tipo de organizaciones, espacios recreativos, lazos íntimos, vínculos familiares, organizaciones políticas. Así es como Foucault llegó a muchas de sus interpretaciones sobre la sociedad disciplinaria regulada por el poder, que intenta controlar y dominar (ideología mediante), con el objetivo de garantizar la productividad y la supervivencia de sus propios intereses.

La conceptualización hace que se ponga en práctica los conceptos y es por eso que la definición desarrollada de biopolítica, incluso cuando este modelo de las sociedades de control fue cambiando —con la llegada de la posmodernidad y su control basado en la seducción, el hedonismo, etc.— cobró gran notoriedad y se acuñó en las ciencias sociales. Muchas disciplinas comenzaron a poner el ojo en ese objetivo del biopoder, como gestión total de la vida.

A lo largo de su producción intelectual, a Michel Foucault lo vincularon rápidamente con otros pensadores como Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss y Roland Barthes, y el llamado posestructuralismo. No obstante, se negó a identificarse a sí mismo como un filósofo, historiador, estructuralista o marxista. Fue también un notable pensador sobre las sexualidades humanas. Sus estudios en este campo, publicados en los diferentes tomos de Historia de la sexualidad (1976-1984), abordan las distintas sexualidades como conceptos socialmente configurados que se atribuyen a los propios cuerpos. Estos textos influenciaron también el desarrollo de las teorías queer y los estudios de género, sobre todo, en trabajos que abordaron Judith Butler y Eve Kosofsky Sedgwick, por ejemplo.

Enfermo de SIDA, cuando todavía no había medicamentos para combatir la enfermedad, murió a los 58 años, el 25 de junio de 1984. Había ordenado la destrucción de muchos de sus manuscritos y prohibió la publicación de todo lo que, hasta entonces, no había editado. Para ese momento, dicen algunos críticos, Michel Foucault era el pensador más leído e influyente del mundo.

Finalmente, en la política hay que tener bien claro el objetivo que hay que buscar, lo decía en su tesis Foucault. Digamos es un proceso metodológico. Por eso los "Famosos Líderes" opositores -asalariados por el imperio- no tienen nada en el cerebro mucho menos que ofrecerle a sus copartidarios de unas políticas claras que les muestre el camino a seguir, allá ellos si quieren entender o de lo contrario la historia les va a pasar factura como muchos de entraran al baúl de los recuerdos.



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Marco Pedraza


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