Lecturas heterodoxas. las cartas de Engels o como (no) leer a Marx. ¿A dónde fue a parar el debate socialista en el contexto venezolano? (VI)

I.- INTRODUCCIÓN

En esta entrega continuaremos, sin distracciones y sin desviarnos del tema central, de las razones por las cuales consideramos fundamental retornar críticamente al marxismo originario de Marx y Engels, despejando la gigantesca maleza elaborada por las diferentes corrientes de los marxismos posteriores, sobremanera aquel que se instituyó en la voz oficial del marxismo ortodoxo, con su propio aparato hegemónico en el plano de la lucha teórica interna en el movimiento socialista.

Aquí tomaremos, como paráfrasis y como abreboca, la opinión que expresaba Eric Hobsbawm nada más y nada menos que en 1964, hace 58 años de algo que pareciera que fue ignorado por toda la estela del marxismo dogmático (como era de esperarse): el estado actual de la investigación marxista es insatisfactorio (1964), porque el desarrollo histórico del movimiento marxista internacional de la generación anterior a la mitad de la década de 195o tuvo un efecto incuestionablemente negativo.

Para decirlo con otra metáfora: el marxismo ha experimentado en diversos momentos, en diversos climas culturales y en diversas geografías, una tendencia a la petrificación dogmática, tiene su propio período de "edad media", su propio oscurantismo ideológico-teórico, sus propias instituciones regresivas con sus propios inquisidores.

Otro hecho, esta vez propio de la materialidad de los fenómenos ideológicos, es el siguiente. De las 24 obras principales de Marx solamente once (11) fueron editadas directamente por él. De las doce (12) restantes sólo cinco (5) fueron publicadas en el siglo XIX, mientras las otras ocho (8) fueron publicadas en el siglo XX, aun sin tomar en consideración un conjunto de obras inéditas que comenzaron a ser publicas desde fines de los años 60.

Entre estas ocho (8) están: Introducción general a la crítica de la economía política (publicada en 1903), Teorías de la plusvalía (1905-1910), Crítica de la filosofía del Estado de Hegel (1927-1929), Manuscritos económico-filosóficos de 1844 (1932), La ideología alemana (1932), Glosas marginales al tratado de economía política de Adolph Wagner (1932), Elementos fundamentales para la crítica de la economía política- Grundrisse (1939-1941), capitulo VI El Capital inédito (1933)

La esperanza no puede estar ubicada allí, sino en el renacimiento, en la renovación, en la revitalización de aquello que puede decirnos algo significativo para afrontar los retos-exigencias del presente y del futuro, como el interés que ha despertado la publicación de los escritos compilados y titulado como "Escrito sobre las comunidades ancestrales"ii.

II.- ¿SALIR DE LOS MANUALES DESARROLLANDO CAPACIDADES DE PENSAMIENTO ABIERTO, CRITICO Y CREATIVO?

Reiteramos, no basta decir "somos marxistas" porque ya el propio Marx había dicho, por determinadas razones y en determinado contexto, que él no era marxista.

Tampoco solo se trata de superar obstáculos políticos e ideológicos propios de la actual crisis civilizatoria, desechando el trasto viejo del marxismo realmente existente, sino de recrear y renovar todo un programa de investigación-acción alrededor de una teoría crítica radical; de restablecer la significación de la producción de saberes y conocimientos contrahegemónicos.

Persisten sí, un conjunto de barreras interpretativas y bloqueos "ontológico-epistemológicos" para salir del pantano del marxismo vulgarizado (de propios y extraños), de los manuales, de las subculturas de aparato político y de los presuntos "expertos" en los círculos académicos, donde se administran las "verdades y saberes del marxismo", sin reconocer aun en toda su profunda radicalidad, aquellas diferencias conceptuales de Marx, Engels, y el campo de elaboraciones de los marxismos.

Reiteramos, la inactualidad de muchos de los planteamientos del archivo Marx-Engels permite situarlos como "clásicos", pero no como dogmas ni cegueras. Por alguna razón de fondo, el venezolano Ludovico Silva se propuso ya hace algunas décadas la iniciativa de elaborar un "Anti-manual para marxistas, marxólogos y marxianos"iii. Decía:

"Hacer un Anti-manual no sólo significa escribir en contra de ciertos manuales de marxismo, sino escribir de modo no-manualesco. Esta observación es importante, pues es muy fácil escribir libros, y escribirlos de acuerdo con recetas. Escribir sobre los manuales de un modo crítico equivale a superar su forma, su estilo, su sintaxis, su armadura. Hay que escribir libremente —y esto ya no es tan fácil—, hay que escribir libertades, hasta donde sea posible."

Y también añadía:

"Marx era un pensador heterodoxo. Toda su obra es una constante e implacable crítica, tanto del orden capitalista establecido como de sus justificadores científicos o ideológicos. Su pensamiento se resiste, espontáneamente, a ser convertido en Iglesia. Convertir a Marx en ortodoxia es descaracterizar a Marx, es convertir su ciencia en ideología, como lo recordaba agudamente Marcuse en su libro sobre El marxismo soviético, que es, por cierto, un anti-manual. Los manuales soviéticos le han puesto una camisa de fuerza al pensamiento de Marx y lo han desfigurado de tal modo, que hoy pasa por «marxismo» en el mundo entero una entelequia teórica que nada tiene que ver con Marx".

De tal manera, postulamos una cuarta adjetivación al marxismo que vale la pena sostener: heterodoxo, en el cuadro de un programa de investigación-acción para una teoría crítica radical, que se concentre en un diálogo polémico con las ciencias sociales e históricas instituidas, en función de apalancar máquinas de lucha teórica de carácter contrahegemónicas. Por eso el marxismo solo puede ser abierto, no cerrado, crítico, no dogmático, creador, no tradicionalista, y heterodoxo contra cualquier intento de petrificación ortodoxa.

Hay que añadir a la finalidad explícita de des-dogmatizar a Marx (reconstruir su perfil de criticidad radical), la de intentar descolonizar el legado clásico marxiano, de "ecologizar el marxismo" de la tradición clásica, situarlos en el contexto de la eco-política contemporánea, en un mismo movimiento de recomienzo, deconstrucción y reconstrucción, confrontando las lecturas, desciframientos y codificaciones establecidas, e intentar liberar a Marx y Engels de los grilletes de los preconceptos de la "ortodoxia".

Reiteremos la inmensa tarea: elaborar saberes, conceptos y pensamientos de carácter crítico, abierto, creador, heterodoxo, no-dogmático, contrahegemónicos, descolonizadores y eco-políticos. Esos serían los índices de reconocimiento de una renovación de una teoría crítica radical.

Todavía siguen vigentes aquellas palabras del Kolakowski (en aquel momento, cercano a la estela del marxismo crítico): "La verdadera lucha intelectual no se sitúa entre marxistas y no marxistas; la verdadera lucha está entre la izquierda intelectual y la derecha".

Aquí reivindicamos estos puntos de partida: des-dogmatizar, descolonizar, situarse en la izquierda, posicionar la eco-política, quiere decir, crítica radical a las relaciones y prácticas de dominación, a la coerción política, a la explotación económica, a la hegemonía ideológica, a la exclusión y discriminación social, a la negación cultural y a la destrucción de la naturaleza.

Por eso hablamos de enfoques contrahegemónicos, con la plena asunción de la sociodiversidad y el diferencialismo de tales iniciativas, en el seno de las ciencias sociales e históricas críticas y desde otros espacios de producción de saberes y conocimientos, para cuestionar patrones de poder y jerarquización social, de control y apropiación del trabajo, de la autoridad, de las relaciones intersubjetivas e incluso de la propia relación sociedad/cultura/naturaleza.

Vivimos un tiempo de conmoción de fundamentos ontológico-epistemológicos, de cuestionamiento de las viejas tradiciones axiológicas, de replanteamiento de lo político y de la política; aunque aún los clásicos, pueden decirnos muchas cosas significativas e importantes, pero nunca bajo la estale de la rutina ni la repetición. Como nos recordaba Ludovico Silva:

"El dogmatismo sigue siendo uno de los grandes enemigos del pensamiento de Marx y de su libre desarrollo crítico. No es tanto un enemigo teórico como un enemigo práctico. En el dominio de la teoría propiamente dicha, el «pensamiento» dogmático es de tan acusada pobreza que no constituye sino un ridículo enemigo. Su característica esencial es la repetición mecánica de un cierto número de fórmulas que bien podrían llamarse «los diez mandamientos de la ley de Marx-Lenin-Stalin». Si los loros fuesen marxistas, serían marxistas dogmáticos."

Una apelación al terreno de "las izquierdas" (porque las hay diversas y variadas), y de la "teoría crítica radical", a pesar de los nuevos detractores no puede ser calificada sino por la mala fe de "colonialismo intelectual"; descalificar por etnocentrismo europeo-moderno (denuncia parcialmente legítima) a Marx y Engels no permite discernir de entrada, si se está sugiriendo como alternativa, un particularismo "etnopolítica", un etno-populismo cuyo carácter, contenido y performatividad presupone consecuencias reaccionarias no evidentes a simple vista.

La crisis civilizatoria es mundial y simultánea, no es tiempo para provincianismos y particularismos. Como decía el cubano José Martí, no es tiempo para "aldeanos vanidosos". Las sabidurías locales y las certezas de los conocimientos situados, requieren un horizonte de comprensión global porque si algo ha sido demolido con peligrosas consecuencias es el sentido de lo genérico-humano, como conjunto de relaciones sociales posibles en un horizonte utópico regulativo.

También allí, un diálogo polémico y la práctica histórica, requieren determinar hacia a dónde apunta tal cuestionamiento y qué propone a cambio, pues ya es una facticidad histórica, que no solo la modernidad europea está acosada por su propia barbarie, sino que las barbaries habitan muchas apuestas político-culturales (y ontológico-epistémicas distintas) que prometen salidas, desprendimientos y rupturas frente a la modernidad "occidental", a cambio de fanatismos, regresiones, integrismos y hasta eliminaciones de los espacios de emancipación y liberación. Descolonización sí, eco-políticas sí, aunque sin apelaciones ni identificaciones con viejas y nuevas barbaries.

III.- ENGELS ANTE LA TUMBA DE MARX

Quizás para algunos lectores, releer a Engels no tendría sino un interés arqueológico de textos y de ideas de personajes (claves) del pensamiento de las izquierdas europeas, de viejos referentes del movimiento anticapitalista en el contexto histórico-cultural de aquella Europa industrial moderna del siglo XIX. Por supuesto que hay que reconstruir y ubicarse en contextos.

Sin embargo, a contracorriente de los enterradores de las ideas de Marx y Engels (que siempre han gozado de buena prensa e ingresos para acometer la tarea de distorsionar y borrar sus planteamientos más filosos), vale la pena excavar y sortear los laberintos construidos desde la máquina mitológica anti-marxiana para abordar algunos de los estereotipos más comunes: determinismo económico, esquematismo materialista, reduccionismo de clase, mecanicismo, historicismo, liberticida, eurocentrismo, desarrollismo, productivismo, filosofía racionalista de la historia y un largo etcétera.

De manera muy breve e introductoria podríamos decir que muchos de estos estereotipos se refieren a lecturas poco rigurosas o completamente sesgadas, algunas de ellas enfiladas por una crítica al "marxismo ortodoxo realmente existente" (con Marx y Engels completamente mudos, trivializados o ausentes), es decir, una crítica dirigida al marxismo-doctrina de los aparatos del movimiento comunista luego de la muerte de Lenin en 1924. También hay criticas malévolas.

Al sortear estos obvios obstáculos ideológicos, políticos e interpretativos aparece una problemática abierta sobre la concepción de la historia, que sigue siendo muy polémica y muy actual. Decía Engels en su discurso pronunciado en el cementerio de Highgate en Londres el 17 de marzo de 1883, tres días después del fallecimiento de Marxiv:

"Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo. Pero no es esto sólo. Marx descubrió también la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista y la sociedad burguesa creada por él. El descubrimiento de la plusvalía iluminó de pronto estos problemas, mientras que todas las investigaciones anteriores, tanto las de los economistas burgueses como las de los críticos socialistas, habían vagado en las tinieblas."

Aquí hay dos problemas a ser retomados en sus desafíos: una concepción de la historia, que para algunos podía ser llamada "materialismo histórico" y la ley específica que mueve el actual modo de producción capitalista basada en la valorización del capital: la plusvalía y su contracara: la subsunción (subordinación) del trabajo vivo y de la propia naturaleza al movimiento del capital. También hay otros asuntos a ser retomados:

"…Para Marx, la ciencia era una fuerza histórica motriz, una fuerza revolucionaria."

Así mismo:

"…Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida."

Y entre las consideraciones finales de Engels:

"…Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultra-demócratas, competían a lanzar difamaciones contra él."

Un discurso cargado de emociones, recuerdos e ideas-fuerzas, sin duda. Cargado de presunciones y contexto histórico-cultural.

Analicemos algunos aspectos fundamentales:

  • Marx fue ante todo un revolucionario anticapitalista. Su causa revolucionaria era el derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella.

Engels no tiene empacho alguno en hablar de "derrocamiento" de la sociedad capitalista y de "revolución" como prácticas políticas y sociales, también de derrocamiento de las instituciones políticas propias de la sociedad capitalista.

No hay discursos blandos ni reformistas ni progresistas que permitan subsumir a Marx frente a determinado tipo de sociedad ni frente a determinadas instituciones políticas. En la medida en que uno se va tornando reformista, centrista, conservador y reaccionario es porque experimenta un proceso de conversión anti-marxista.

De allí nace "el odio, la calumnia y la difamación" formuladas desde diversas y enfrentadas tendencias de su tiempo: absolutistas (monárquicos), republicanos, o lo que también denomina Engels: burgueses, conservadores y ultra-demócratas.

  • Marx era el portavoz, representaba y empujaba para el siglo XIX la causa del "proletariado revolucionario".

El propósito de Marx según Engels era contribuir a "la emancipación del proletariado moderno, a quién él había infundido por primera vez, la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida".

  • Para dar cuenta de la situación de lo que denominaba "el proletariado" y de sus necesidades, como de las condiciones de su emancipación,

Marx se concentró junto con Engels en sentar las bases de una interpretación de la historia en la cual la producción de los medios de vida inmediatos, materiales: alimentarse, tener una vivienda y vestirse eran premisas necesarias antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.

Por consiguiente, ambos construyeron en su momento esbozos generalizadores: que una fase económica de desarrollo de un pueblo o una época eran el soporte a partir del cual se habían desarrollado "las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres", que además era tal fundamento material, la condición explicativa de aquellas otras esferas de actividad social.

Por supuesto, mientras millones de seres humanos experimenten tal fundamento material bajo las vivencias de la privación, la desposesión, la explotación y la degradación todavía hoy tendremos razones para colocar a la cuestión social y a la miseria como un fuerte argumento a través de los cuales podemos comprender las razones de Marx y Engels.

A eso le llamaron de manera primigenia: "concepción materialista de la historia". Este planteamiento vuelve a aparecer en Engels en su texto de 1884: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estadov. Allí expresa:

"Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, a fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia, de la otra. Cuanto menos desarrollado está el trabajo, más restringida es la cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza de la sociedad, con tanta mayor fuerza se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco sobre el régimen social. Sin embargo, en el marco de este desmembramiento de la sociedad basada en los lazos de parentesco, la productividad del trabajo aumenta sin cesar, y con ella se desarrollan la propiedad privada y el cambio, la diferencia de fortuna, la posibilidad de emplear fuerza de trabajo ajena y, con ello, la base de los antagonismos de clase: los nuevos elementos sociales, que en el transcurso de generaciones tratan de adaptar el viejo régimen social a las nuevas condiciones hasta que, por fin, la incompatibilidad entre uno y otras no lleva a una revolución completa. La sociedad antigua, basada en las uniones gentilicias, salta al aire a consecuencia del choque de las clases sociales recién formadas; y su lugar lo ocupa una sociedad organizada en Estado y cuyas unidades inferiores no son ya gentilicias, sino unidades territoriales; se trata de una sociedad en la que el régimen familiar está completamente sometido a las relaciones de propiedad y en la que se desarrollan libremente las contradicciones de clase y la lucha de clases, que constituyen el contenido de toda la historia escrita hasta nuestros días."

Ya desde estos planteamientos de Engels se ha planteado toda una controversia en el campo antropológico, sociológico e histórico.

Cuando Engels declara, por ejemplo, que Marx descubrió "la ley del desarrollo de la historia humana" y agrega: un hecho sencillo, pero "oculto bajo la maleza ideológica", estamos en pleno 1883.

También estamos en 1883 cuando dice: "Cuanto menos desarrollado está el trabajo, más restringida es la cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza de la sociedad, con tanta mayor fuerza se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco sobre el régimen social."

Podemos observar como la noción de riqueza, sigue siendo equivalente a "cantidad de productos", lo cual es hoy insuficiente como medida y criterio de riqueza social. Pero no podemos perder de vista la diferencia entre, por ejemplo, la desnutrición y la malnutrición. Quizás hoy hay inmensas fuerzas productivas para llevar al estómago los satisfactores necesarios, pero también hay inmensas fuerzas destructivas para que sean de mala calidad e higiene. Consumimos veneno y toxinas.

En la edición inglesa de 1888 del Manifiesto Comunistavi (escrito en 1847) Engels agrega una nota a otra de las más famosas frases de M-E: "La historia de las sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases". La nota es muy reveladora:

"Es decir, la historia escrita. En 1847, la historia de la organización social que precedió a toda la historia escrita, la prehistoria, era casi desconocida. Posteriormente, Haxthausen ha descubierto en Rusia la propiedad comunal de la tierra; Maure ha demostrado que ésta fue la base social de la que partieron históricamente todas las tribus germanas, y se ha ido descubriendo poco a poco que la comunidad rural, con la posesión colectiva de la tierra, ha sido la forma primitiva de la sociedad, desde la India hasta Irlanda. La organización interna de esa sociedad comunista primitiva ha sido puesta en claro, en lo que tiene de típico, con el culminante descubrimiento hecho por Morgan de la verdadera naturaleza de la gens y de su lugar en la tribu. Con la desintegración de estas comunidades primitivas comenzó la diferenciación de la sociedad en clases distintas y, finalmente, antagónicas. He intentado analizar este proceso en la obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 2a ed., Stuttgart, 1886. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888)."

Este "mito de origen" como lo llaman muchos detractores del marxismo se anuda también con lo señalado en el famoso prólogo a la contribución de la economía política de 1859:

"Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana."vii

IV.- REVISEMOS ALGUNOS ASPECTOS DE AQUEL PRÓLOGO DE 1859:

Comencemos con una aproximación tentativa a aquel hilo conductor de los estudios de Marx sin olvidar algunos desarrollos previos. No hay que omitir que ya en su texto "La ideología alemana" (1845), Marx y Engels señalaban:

"La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tiene su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su propia producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia"viii.

En el mismo texto, Marx y Engels también señalan:

"El hombre tiene también una «conciencia». Pero no una conciencia que sea de entrada una conciencia «pura». Desde el principio, una maldición pesa sobre «el espíritu»: la de ser «obstaculizado» por una materia que se presenta aquí bajo las formas de capas de aire agitadas, sonidos, lenguaje, en una palabra. El lenguaje es tan viejo como la conciencia, el lenguaje es la conciencia real, práctica, existente también para otros hombres, existente pues, igualmente para mí mismo por la primera vez; y, como la conciencia, el lenguaje no aparece sino con la necesidad de trato con los demás hombres."

En la ideología alemana, Marx y Engels articulan el concepto de ideología y de las formas sociales de la conciencia con el concepto de dominación de clase:

"Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho de otro modo, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace que se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación. Los individuos que forman la clase dominante tienen también, entre otras cosas, la conciencia de ello y piensan a tono con ello; por eso, en cuanto dominan como clase y en cuanto determinan todo el ámbito de una época histórica, se comprende de suyo que lo hagan en toda su extensión, y, por tanto, entre otras cosas, también como pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época. (…)".

Pocos se han detenido a pensar en esta doble desposesión. En primer lugar, la de los medios de producción material. En segundo lugar, la de los medios de producción de espiritual.

Gramsci dirá: cada clase social genera su propio circulo social de intelectuales. Y Marx: un círculo de pensadores, como productores de ideas, que regulan la producción y distribución de las ideas de su tiempo; y que sus ideas sean; por ello mismo, las ideas dominantes de la época: los ideólogos.

Por eso Engels llamaba a no descuidar la lucha teórica, junto a la lucha política y la lucha económica, porque reconocían que se enfrentaban al andamiaje y red de aparatos, mecanismos y dispositivos de las formaciones ideológicas y teóricas dominantes, articulados al poder político y al poder económico.

Vale pena volver a citar aquí el fragmento del texto escrito un año antes: "La Sagrada Familia" (1844)ix:

"La clase poseedora y la clase proletaria presentan el mismo estado de auto-alienación humana (auto-extrañamiento). Pero la primera clase se siente bien, se afirma y se confirma en esta auto-alienación. Sabe que la alienación discutida constituye su propio poder y posee en el la apariencia de su propia existencia humana; la segunda clase, por el contrario, se siente destruida (aniquilada) en la alienación, y ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia inhumana. Ella se encuentra, para emplear una expresión de Hegel, en el rebajamiento (degradación-abyección) en rebelión contra ese rebajamiento, rebelión a la cual es empujada, necesariamente, por la contradicción que existe entre su naturaleza humana y su situación, que constituye la negación franca, neta y absoluta de esa naturaleza."

Volvemos a enfatizar lo siguiente: 1) la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante, 2) las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes concebidas como ideas, como expresiones ideales; por tanto, 3) que las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante genera las ideas y las expresiones ideales de su propia dominación, 4) a pesar de la separación de clases (propietarias/no-propietarias de medios de producción), la primera clase se siente bien, se afirma y se confirma en su propio poder, posee la apariencia de su propia existencia humana; la segunda clase, por el contrario, se siente destruida (aniquilada) en la alienación-desposesión, y ve en ella su impotencia y la realidad de una existencia in-humana.

En tal contexto, no hay que olvidar que:

"Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se expresa solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad se han formado los elementos de una nueva, y la disolución de las viejas ideas marcha a la par con la disolución de las antiguas condiciones de vida."

También esto reaparece en el prólogo de 1859:

"Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización."

Veamos que implicaciones tiene esto, reiterando la importancia del siguiente texto que corresponde al tomo III de El Capital (CAPITULO XLVII. GENESIS DE LA RENTA CAPITALISTA DEL SUELO), recordando que fue preparado por Marx en 1867, pero revisado, trabajado y editado a partir de tales manuscritos por Engels para ser publicado en 1894x, veintisiete (27) años después:

"La forma económica específica en la cual se extrae de los productores directos el trabajo excedente no pagado determina la relación entre dominantes y dominados, ya que ésta surge inmediatamente de la producción misma y reacciona sobre aquélla como elemento determinante. Sobre aquélla se funda el conjunto de la formación de la comunidad económica que surge de las condiciones de la producción misma (relaciones sociales de producción) y determina también su forma política específica. Es siempre la relación directa entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos la que revela el secreto más íntimo, la base oculta del conjunto de la construcción social y, con ella, de la forma política de las relaciones entre soberanía y dependencia; en pocas palabras, de la forma correspondiente del Estado. La forma de esta relación entre dominantes y dominados corresponde siempre naturalmente a un estadio definido en el desarrollo de los métodos de trabajo y de su capacidad de producción social. Esto no impide que la misma base económica presente infinitas variaciones y gradaciones en su aspecto, aunque sus condiciones principales sean en todas partes las mismas. Esto es debido a innumerables circunstancias externas, ambiente natural, peculiaridades raciales, influencias históricas, etcétera, todas las cuales deben ser precisadas mediante un análisis cuidadoso."[xi]

Para asegurar su dominio social y político, que no está dado de una vez y para siempre, las clases dominantes se ven obligadas a "presentar su propio interés como el interés común de todos los miembros de la sociedad", a "presentar sus ideas como las únicas racionales y dotadas de vigencia universal".

La "universalización", junto a la "naturalización" y la "inversión", aparecen como procedimientos básicos de funcionamiento de las ideologías, quiere decir esto, de las formas ilusorias y sociales de la conciencia. Y todo esto pasa por el lenguaje, los textos y los discursos.

El campo, ámbito o esfera ideológica aparece como región de totalización de prácticas y formaciones discursivas articuladas a las condiciones de producción de sentidos y significaciones, a efectuaciones simbólicas e imaginarias propias de las relaciones de dominación social y política entre sectores, grupos, clases y fracciones sociales.

Como escribió Rene Gallisot, el análisis marxista debe conducir hacia ese complejo sociopolítico que está hecho de la imbricación del campo de fuerzas sociales y del campo de fuerzas políticas, devenir por lo tanto del estudio de la formación socio-política junto a la formación económica de la sociedad, dominio en cuyo reconocimiento Gramsci se anticipó.

A su vez, estas relaciones de dominación social y política corresponden a un estadio definido en el desarrollo de los métodos de trabajo y de su capacidad de producción social. Y añade Marx: es siempre la relación directa entre los propietarios de las condiciones de producción y los productores directos, la que revela el secreto más íntimo, la base oculta del conjunto de la construcción social y, con ella, de la forma política de las relaciones entre soberanía y dependencia; en pocas palabras, de la forma correspondiente del Estado, sin olvida nunca la triple constitución del Estado, como aparato material, como poder del estado y como comunidad ilusoria del bien común.

Por tanto, el campo ideológico-teórico, el campo político, el campo económico, son también objeto y terreno de la lucha de clases y otras formaciones sociales: los aparatos de estado y los aparatos económicos de la sociedad (y del Estado) pueden no solo ser objeto sino también lugar de la lucha de clases (sectores, grupos, clanes, familias como formaciones sociales), y a menudo de formas encarnizadas de lucha entre bloques sociales y políticos.

El campo ideológico-teórico traduce las luchas por la apropiación de códigos elaborados y restringidos en el plano del llamado poder espiritual dominante y subalterno, así como las voces (textos) hegemónicos en la imposición de las categorías de sentido común y de violencia simbólica. Todo esto repercute en la propia división jerárquica y social del trabajo capitalista, donde concurren tanto la calificación-capacidades del trabajo vivo (saberes, conocimientos, competencias, destrezas), como su sumisión-insumisión a las reglas y normas del orden económico establecido.

El mercado, por ejemplo, como producción de mercancías a partir de mercancías, aparece como un anclaje del discurso de la transparencia y de la simetría de la información, de la igualdad de fuerzas entre los operadores del contrato jurídico; es decir, del discurso que supone sujetos jurídicos afiliados a unas reglas de juego mínimas, capaces de dirimir libremente, en la competencia leal, sus diferencias y dificultades.

Sin embargo, tal idea de simetría de relaciones, sujetos jurídicos del contrato y de información es un presupuesto falso y parte de la cosificación de las abstracciones con las cuales operan los sujetos-agentes en los mercados capitalistas reales. Decir mercado hoy se ha convertido en una inmensa fantasmagoría, un Sujeto transindividual, una mano invisible sin cuerpos, sin relaciones de fuerzas ni asimetrías sociales. Sin embargo, detrás de los contratos y sus ilusiones, operan las relaciones de fuerzas políticas y las relaciones de clase.

Toda clase dominante, o que aspire a convertirse en tal, se enfrentan a la necesidad de ocultar, de enmascarar, apelando a estrategias homogeneizadoras, universalizadoras, naturalizadoras y de inversión-opacidad, las contradicciones entre sus propios intereses de clase y los del conjunto de la sociedad. Por eso es fundamental para el bloque social dominante conquistar el monopolio de la representación del interés general o del bien común.

De este modo, la ideología organiza la acción hegemónica sobre el sentido común por la forma en que se va objetivando, en el modo que va materializando relaciones sociales, instituciones y prácticas, configura a la vez la subjetividad de los individuos y grupos, con base a cadenas discursivas, representaciones y formas ilusorias, es decir, imaginarios.

Aquí cabe precisar que Marx en el prólogo de 1859 no habla de "formas de conciencia social", como se ha traducido comúnmente, sino de "formas sociales de conciencia" (gesellschaftliche Bewusstseinsformen):

"En la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia." (Traducción de J. Merino [xii])

Contrastemos con otra traducción:

"En la producción social de su existencia, los hombres establecen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a un determinado estadio evolutivo de sus fuerzas productivas materiales. La totalidad de esas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se alza un edificio [überbau] jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material determina [bedingen] el proceso social, político e intelectual de la vida en general. No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia." (Traducción de León Mames [xiii])

Transcribamos ahora el original en alemánxiv (1859) tomado de Marx/Engels Werke (MEW), Volumen 13, pp. 7-11.:

"In der gesellschaftlichen Produktion ihres Lebens gehen die Menschen bestimmte, notwendige, von ihrem Willen unabhängige Verhältnisse ein, Produktionsverhältnisse, die einer bestimmten Entwicklungsstufe ihrer materiellen Produktivkräfte entsprechen.

Die Gesamtheit dieser Produktionsverhältnisse bildet die ökonomische Struktur der Gesellschaft, die reale Basis, worauf sich ein juristischer und politischer Überbau erhebt, und welcher bestimmte gesellschaftliche Bewusstseinsformen entsprechen.

Die Produktionsweise des materiellen Lebens bedingt den sozialen, politischen und geistigen Lebensprozess überhaupt.

Es ist nicht das Bewusstsein der Menschen, das ihr Sein, sondern umgekehrt ihr gesellschaftliches Sein, das ihr Bewusstsein bestimmt."

En fragmentos de este texto también se detiene con gran detalle Ludovico Silvaxv quien lo traduce del siguiente modo:

"En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones, necesarias e independientes de su voluntad; son relaciones de producción, que corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de esas relaciones forma la estructura económica (ökonomische Struktur) de la sociedad, el basamento real (die reale Basis) sobre el cual se alza un edificio (Überbau) jurídico y político, al que corresponden determinadas formas de conciencia social (…)."

Agrega Ludovico Silva la siguiente consideración:

"La traducción que aquí ofrezco de ese fragmento está inspirada en la francesa revisada por Marx. Es de suponer, por otra parte, que, tratándose de un texto teóricamente tan importante, Marx debe haberlo revisado con especial atención. Pues bien, allí no se vierte Überbau por «superestructura» sino por «edificio» (édifice). Y Basis y Grundlage son traducidos como fondation."

Es una carencia notable, sin embargo, que Ludovico repitiera la frase "formas de conciencia social". Además, agrega en su interpretación:

"…la idea de Marx era comparar la estructura económica de la sociedad con los cimientos o las fundaciones de una edificación, por un lado, y por el otro, comparar la formación ideológica de esa sociedad (es decir, su «fachada» jurídica y política, el Estado y otras formas de «conciencia social») con la edificación misma, que reposa sobre aquellos cimientos. Un ideólogo es alguien que, con tosco criterio aldeano —como el que tienen muchos profesores universitarios— piensa que, por no estar los cimientos a la vista, no existen; esto es, confunde a la sociedad con su fachada jurídico-política, olvidando o negando —como avestruz intelectual— el fundamento económico real sobre el que descansa toda esa fachada."

Ciertamente, lo importante de estos fragmentos de Ludovico Silva es no perder de vista el "fundamento económico real" sobre el que descansa toda esa "fachada jurídico-política", incluyendo la fachada de las "formas sociales de conciencia".

Más allá de la interesante polémica de las traducciones, y de las interpretaciones derivadas por el estricto apego a la forma sensible del significante o a la forma de expresión, cabe enfatizar aquí que las formaciones ideológicas serían una fachada, que lo que está a la vista (apariencia ideológica, superestructura) y que dependen del fundamento económico material: de las relaciones de producción, que corresponden a un determinado grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.

Pasemos a analizar párrafos enteros de dos traducciones:

"Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción -que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la conciencia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productoras sociales y las relaciones de producción." ((Traducción de J. Merino)

"Con la modificación del fundamento económico, todo ese edificio descomunal se trastoca con mayor o menor rapidez. Al considerar esta clase de trastocamientos, siempre es menester distinguir entre el trastocamiento material de las condiciones económicas de producción, fielmente comprobables desde el punto de vista de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los hombres cobran conciencia de este conflicto y lo dirimen. Así como no se juzga a un individuo de acuerdo a lo que éste cree ser, tampoco es posible juzgar una época semejante de revolución a partir de su propia conciencia, sino que, por el contrario, se debe explicar esta conciencia a partir de las contradicciones de la vida material, a partir del conflicto existente entre fuerzas sociales productivas y relaciones de producción." (Traducción de León Mames)

Aquí podemos despejar en ambas traducciones que las formas ideológicas son el espacio donde los hombres "cobran conciencia del conflicto" (entre relaciones de producción y fuerzas productivas, el "trastorno de las condiciones económicas"), pero a la vez son parte de las fachadas, de las formas ilusorias y sociales de la conciencia que corresponden a determinadas contradicciones de la vida material. No podemos perder de vista este doble estatuto de la conciencia, como espacio de elaboración-resolución del conflicto y como forma ilusoria.

Así mismo estas formas ilusorias y sociales de la conciencia, se concatenan no solo con el fundamento económico material, sino con el edificio jurídico y político, con las llamadas convencionalmente como superestructuras políticas, de manera que al analizar los discursos políticos nos enfrentamos a determinadas "formas ilusorias" en el plano de las luchas alrededor del poder político".

La propia existencia social y sus contradicciones, determinan la base de las formas sociales de la conciencia (formaciones ideológicas y discursivas), o si se prefiere, de la fachada ideológica y sus planos semióticos de expresión y contenido, tanto como forma como sustancia, incluyendo allí a los sistemas de valores e ideales.

i

iiNOTAS:

https://historiaycritica.files.wordpress.com/2015/11/karl_marx_escritos_sobre_la_comunida_ancestral_ctp.pdf

iii https://elsudamericano.wordpress.com/2012/10/17/anti-manual-para-uso-de-marxistas-marxologos-y-marxianos-de-ludovico-silva/

iv F. Engels. Discurso ante la tumba de Marx (1883) (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/83-tumba.htm)

v https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/origen/el_origen_de_la_familia.pdf

vi https://centromarx.org/images/stories/PDF/manifiesto%20comunista.pdf

vii https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/criteconpol.htm

viii Marx: La ideología alemana, México, Ediciones de Cultura Popular, 1974, pp. 26-27, https://proletarios.org/books/Marx-Ideologia_alemana.pdf

ix https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/sagfamilia/index.htm

x http://www.archivochile.com/Marxismo/Marx%20y%20Engels/kmarx0012.pdf

xi Karl Marx. El Capital. Tomo III. Disponible en línea. Citado por Sergio Bagú: Marx-Engels.

xii https://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/14005912/helvia/sitio/upload/TEXTO_MARX.pdf

xiii http://ecopol.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/202/2013/09/Marx_Contribuci%C3%B3n-a-la-cr%C3%ADtica.pdf

xiv https://marxwirklichstudieren.files.wordpress.com/2013/11/vorwort-kritik-poloek-kommentiert.pdf

xv https://elsudamericano.files.wordpress.com/2012/10/antimanual.pdf



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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

 jbiardeau@gmail.com      @jbiardeau

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