I.- INTRODUCCIÓN Y SINTESIS.
El título de estas siete (7) entregas explora una relación que para algunos lectores no parece evidente. Comencemos por aclararla.
El "debate socialista" venezolano fue silenciado e interrumpido con el fallecimiento de Hugo Chávez, como línea del discurso dominante, declinando en una figura menor de la propaganda, que se ha concentrado desde el año 2015 en una retórica de "resistencia contra la guerra económica multifactorial; y desde el año 2017, con la "tesis explicativa" (para referirse a casi cualquier asunto) de: "la agresión imperialista basada en las sanciones coercitivas unilaterales".
Desde el año 2018 se aplica en el país un paquete de medidas económicas de ajuste de ataque antiinflacionario y desregulación económica que pretende levantar, con una matriz de incentivos al capital, el desempeño del nivel de actividad económica, poniendo la distribución de las cargas del ajuste sobre los masa salarial, con el aumento de diversas tarifas, la dolarización transaccional, aumento de la tarifa de los combustibles, entre otras medidas, colocando a Venezuela en la cola de los países de acuerdo al nivel de remuneraciones, afectando además el funcionamiento de la infraestructura de servicios y deteriorando gravosamente las condiciones materiales de vida de la mayoría de la población.
En tal contexto se ha aplicado una suerte de tesis de "No hay otra alternativa" (un remix silencioso de Margaret Thatcher). En tal esquema hay todo un conjunto de políticas que indican la existencia de un sinuoso viraje hacia orientaciones de la derecha económica como sentido común ideológico, imaginario y marco justificador de la acción del gobierno.
Por otro lado, hay una franca debilidad organizativa y de capacidad de respuesta inmediata de las fuerzas sociales, culturales y políticas de izquierda, en cuyo seno operan tendencias y propuestas, cuya base de justificación es un esquema ideológico-teórico aun imbuido en las representaciones más ortodoxas y doctrinarias de las experiencias del "socialismo real".
Una tormenta perfecta combina, por un lado, una ortodoxia monetarista, por otro lado, un discurso reactivo de resonancia en la ortodoxia doctrinaria, que apela nostálgicamente a las más petrificadas versiones del marxismo de aparato.
Para enfrentar ambos obstáculos se requiere abrir un campo de debates, recuperar el potencial acumulado de las fuerzas sociales, culturales y políticas de las múltiples expresiones de las izquierdas venezolanas, tanto aquellas que se identificaron con el desarrollo del proceso bolivariano, como las que generaban espacios de crítica y oposición a las políticas que consideraron insuficientemente transformadoras, tímidas, engañosas, erradas o enmascaradoras de los intereses del bloque social dominante en el país.
Aquí cobra plena pertinencia recordar como en el año 2009 se abrió un debate en el seno del proceso conducido por Chávez acerca de la llamada "izquierda bolivariana" y el rol del bloque social-popular, de si el proceso conducido por Chávez se identificaba con una estructura de valores, sentimientos e ideas-fuerzas dirigidos a los fines de la construcción de una modalidad de tránsito al socialismo a la venezolana.
Para muestra, solo vale la pena adentrarse en el registro documental del repertorio léxico, los campos semánticos de los conceptos y nociones manejadas, de los símbolos significativos del período 2006-2012.
Al contrastar tal vocabulario ideológico, moral e intelectual con el presente, lo que aparece es un gigantesco vacío y contraste entre un proyecto que redefinía su identidad histórica como movimiento político y social con referencia a "nuevo socialismo" (llamado del siglo XXI), y el terreno actual de referencias que oscilan entre la vaga apelación al "modelo chino" o los esquemas de referencia más estereotipados de la "economía capitalista de mercado".
A este fenómeno político lo vinculamos a una crisis de referentes y difuminación de la identidad ideológica del proyecto bolivariano, a pesar que las más recientes convocatorias a congresos del PSUV, donde se sigue apelando de los contenidos programáticos del Libro rojo (con claras referencias marxistas) y los estatutos, lo que recuerda el discurso ritual en los países del socialismo real donde los funcionarios de los aparatos partidistas y de gobierno apelaban a la fraseología marxista y socialista, pero como si se tratara de un ejercicio de un ritual colectivo de simulación.
Este fenómeno constata, además, que no hay debate socialista con reales consecuencias para la formulación y ejecución de políticas en diferentes áreas de gobierno.
Por otra parte, y con referencia al primer enunciado del título de las entregas, hay que identificar las coordenadas de las recepciones de la tradición marxista en la experiencia histórica venezolana.
Consideramos que falta establecer cuáles de todas sus versiones fueron efectivamente "inculturadas" (asimiladas, acomodadas, apropiadas) en sectores, grupos y clases del país, formando parte activa de los programas de los partidos y movimientos de izquierda.
La conjetura de base es que sólo en momentos breves y excepcionales en Venezuela, se constituyeron núcleos intelectuales y políticos para una lectura crítica de la tradición marxista legada fundamentalmente del impacto tanto de la revolución rusa (primer momento generacional), como de la revolución cubana (segundo momento generacional).
En menor medida, también hubo interés acerca de las experiencias revolucionarias en China, la vietnamita y en mucho menor medida, la albanesa, pero nunca alcanzaron la resonancia de aquellas identificaciones que gravitaron alrededor de la experiencia de la URSS y de Cuba.
En gran medida la separación de aguas entre adecos y comunistas fue la frontera entre reforma y revolución por muchas décadas, hasta que la revolución cubana impactó en las izquierdas del país redefiniendo completamente una frontera labrada en la primera generación de comunistas venezolanos. En un segundo momento, tal frontera interna de las izquierdas más bien operó sobre la base del apoyo a la lucha armada o no en los años 60, y desde mediados de tal década, con profundas divisiones y desventuras que significaron el balance de la derrota política y militar.
Un tercer momento tiene mucho que ver con la consecuencia de la llamada tesis y etapa de la "paz democrática", con lo que desde el PCV comenzaron a llamar tesis "ultrosas", "foquistas" y "aventureras", conjuntamente con las divisiones internas posteriores del propio PCV, no en apoyo de tales corrientes que para la época eran bastante minoritarias, sino para conformar nuevos referentes de izquierda, como lo intentaron ser el MAS y la CAUSA R.
Aquí tampoco hay que dejar del lado las vicisitudes del MIR, del MEP y en muchísima menor medida de ARS, como divisiones de AD, ni de la breve experiencia del PRIN.
La izquierda partidaria venezolana configuró un verdadero archipiélago, pero a la vez hay una historia ideo-política sumergida donde las propias reelaboraciones, muchas veces incipientes, manifestaron una intencionalidad para recrear figuras del marxismo crítico, o al menos de ponerlo en contacto, con la propia historia del desarrollo de las ciencias sociales e históricas críticas en el país y en la región.
En otras entregas exploramos a algunas de las figuras intelectuales, sin descartar la vía de investigación (más relevante y menos biográfica) de los núcleos de investigación orgánica de los propios partidos, donde se hacían nuevos intentos por colocar sobre la escena político-cultural, un nuevo terreno de lucha ideológico-teórica, de investigación militante y comprometida con el cambio social desde un horizonte de izquierda.
También en los trabajos de algunas de estas figuras intelectuales (porque con toda la denostación que hay sobre el uso del término "intelectuales", es necesario afirmar que hubo destacadas figuras intelectuales de la izquierda venezolana, como por ejemplo los participantes del congreso cultural de Cabimas1) y constatar la existencia de múltiples lecturas, interpretaciones y referencias frente al debate del marxismo a escala internacional.
Esto ya se ha reconocido y denominado, por ejemplo, en sectores de la izquierda argentina, como los "un y mil marxismos"2. En otras latitudes se habló del "marxismo abierto"3, incluyendo el cruce entre el "marxismo partidario" europeo y el llamado "marxismo occidental"4. En todo caso, las tensiones alrededor de las principales corrientes del marxismo, no han sido ajenas al campo intelectual de las izquierdas venezolanas, incluso en lo que pudiéramos calificar como la corriente de la "izquierda clandestina", cuyos hábitos de desaparecer los rastros de sus actividades ideológico-teóricas, también abre un interesante terreno de investigación.
Sin embargo, hay que retroceder a las décadas del cincuenta y sesenta del siglo XX, en particular considerando entre múltiples factores contextuales, el impacto de los informes del XX Congreso del PCUS (1956), para analizar como las ortodoxias consagradas hacen explosión y se da paso a una fase para la proliferación de los "mil (y un) marxismos".
Que solo hubiese sido en 1956, que el propio PCUS reconociera que el fenómeno estalinista había sido una pesada carga para las izquierdas mundiales, y para el movimiento comunista internacional en particular, daba la razón a las críticas que se había realizado desde diversas corrientes socialistas y comunistas mucho antes de aquella fecha, mostrando que la máquina mitológica construida alrededor de la aquella codificación de la tradición marxista y leninista generaba la explosión de una pesada mentalidad y subcultura política represiva, que había disecado y esterilizado el pensamiento crítico marxiano y su proyecto de emancipación social. A tal cuadro ideo-político se lo ha denominado "marxismo soviético".
Además, se precisaron algunas cuestiones organizativas que remitían fundamentalmente a la vitalidad originaria de la formulación leninista, con la crítica al culto a la personalidad, el reconocimiento de las normas acerca del liderazgo colectivo, los errores en la represión contra los viejos cuadros bolcheviques, el uso de los movimientos sociales como correas de transmisión de una línea política burocrática (control de masas), además del exagerado papel de épica y heroicidad del protagonismo de Stalin en la llamada "Gran Guerra Patriótica".
Desde 1956 a 1968 se fue creando un verdadero caldo de cultivo, la condición de posibilidad para un retorno, muchas veces con consecuencias centrífugas en los movimientos de acción colectiva de las izquierdas, a todo aquello que había sido borrado y censurado del archivo Marx-Engels. Incluso se consolidó lo que Anderson denominó "marxismo occidental". Se reconocía de facto lo que luego expresaría:
"La influencia teórica de Marx, en sentido estricto, fue relativamente limitada durante su vida. La mayor parte de sus escritos, al menos las tres cuartas partes de ellos, estaban inéditos cuando murió, y lo que había publicado estaba disperso al azar en una serie de países y lenguas, sin poder disponerse del conjunto de esos escritos en ninguno de ellos. Iba a transcurrir otro medio siglo antes de que el público pudiera conocer todas sus obras principales, y la historia de su publicación póstuma iba a formar una trama central en las vicisitudes posteriores del marxismo. El registro de las publicaciones de Marx durante su vida es un indicador de las barreras a la difusión de su pensamiento entre la clase a la que estaba dirigido."
Comenzaba desde entonces una verdadera lucha de tendencias (muchas veces con rasgos sectarios), donde su desplazó la verdadera disputa intelectual y político-cultural entre la izquierda y la derecha, por un antagonismo entre tendencias marxistas, sobre el asunto de quienes encarnaban y representaban, desde la crisis del movimiento comunista internacional, el verdadero y auténtico "marxismo".
Se trataba de la vocación de desplazar y reemplazar una ortodoxia por una "nueva" ortodoxia, en vez de dar cuenta de la propia diversidad interna del pensamiento crítico y abierto de la tradición originaria, es decir, la de Marx y de Engels. En vez de cuestionar radicalmente la vocación de codificación ortodoxa del marxismo, se anhelaba instituir un nuevo monopolio de la voz del "auténtico y verdadero marxismo".
En lo fundamental, ya desde 1968 entramos en otras coordenadas para los movimientos anti sistémicos, radicalmente distinta a las promesas de los movimientos de liberación nacional y de los movimientos clasistas que se aglutinaron alrededor del movimiento socialdemócrata (reformista) y del movimiento comunista (revolucionario).
Ya no solo se trataba de luchas ideológico-teóricas sino de los resultados y balances concretos de las experiencias de las políticas de los Estados nacional-revolucionarios, de los socialismos realmente existentes y de los Estados de bienestar.
No solo se trataba de la teoría sino además de la práctica, de la unidad de la teoría y la práctica. A eso es lo que con precisión llamamos "socialismo del siglo XX", en particular, a los socialismos burocráticos realmente existentes con sus regímenes políticos de partido-Estado.
Tal periplo se cierra parcialmente con los acontecimientos que dieron paso al derrumbe del campo socialista soviético, con un gran significado e impacto mundial, lo que llevó a limitar a pocas experiencias nacionales la continuidad de las experiencias del "socialismo del siglo XX": Cuba, China, Viet Nam, entre otros.
A partir de 1968, desde distintas regiones del mundo, intelectuales y activistas intentaron renovar al "marxismo realmente existente", como principal marco de referencia ideológico-teórico, sin eludir la posibilidad de rebasarlo, y reescribiendo para ello formas de teoría, filosofía, política, y su concepción de la transición económica de las formaciones capitalistas a las llamadas socialistas.
Sin embargo, fue cada vez más evidente que los problemas eran muchos más hondos que la recomposición de una ideología de reemplazo que mantuviera aun firmes los pilares de la ortodoxia.
El cuestionamiento atravesaba el fenómeno estalinista para llegar al propio corazón del leninismo, e incluso al propio archivo Marx-Engels.
En este tránsito no fueron casuales las operaciones de celebrar y certificar la "muerte del marxismo" (de cualquiera de ellos) desde determinados círculos intelectuales y políticos. Así como hay mil (y un) marxismos, hay también mil (y un) certificados de muerte del marxismo.
No hay que olvidar aquí, ni las iniciativas de la trilateral neoconservadora, ni los proyectos monetaristas-neoliberales, ni los "nuevos filósofos" y ni la moda del ambiente postmoderno que marcaron la agenda desde mediados de los 70 hasta mediados de los años 90.
Tampoco hay que omitir la crisis del eurocomunismo ni el viraje chino hacia políticas de modernización económica con fuertes signos capitalistas.
Sobre esta base se dio también un proceso de derechización de Occidente, en particular, el desmontaje paulatino y disputado de los Estados de bienestar europeos, proceso de derechización que no sólo tenía por blanco los partidos que gravitaban alrededor de la referencia del movimiento comunista internacional, sino mucho más allá, a la propia internacional de los partidos socialdemócratas.
Se trataba de un ataque concentrado y coordinado a todas las izquierdas para debilitarlas, dividirlas y demolerlas. En particular a las socialdemócratas para minarlas ideológicamente, para socavarlas y para lograr rupturas generacionales y recambios ideológicos, como fue altamente visible en el partido socialista italiano (PSI), el partido socialista obrero español (PSOE) y el partido socialista francés (PSF).
Aprovechando viejas heridas, rencillas y rivalidades históricas, la derecha político-cultural e intelectual, con diferentes grupos, como fue el caso norteamericano del Comité de Santa Fe, reestructuraron y rediseñaron una estrategia de amplio espectro para derrotar finalmente a las izquierdas latinoamericanas que también se vieron afectadas por tal proceso de derechización de occidente.
Las cartas o documentos de Santa Fe en tanto que proyecto ideológico político creados por un Comité de expertos, políticos y empresarios de Estados Unidos en los años 1980, 1988 y 2000, fue dirigido a instalar un sentido común sobre la necesidad de establecer (en los 80) y, luego, a sostener (1990 y 2000) un orden neoliberal en la región de América Latina.
No fue la única iniciativa, por cierto, pero puede servir de ilustración de muchas otras.
Se trató de un discurso particular, con estrategias de acción planificadas, con retóricas típicas de un neoliberalismo para la periferia, adaptadas al contexto de las llamadas "transiciones democráticas en ciernes", a las características particulares de la región y a los modos tradicionales con que el mensaje de la doctrina Monroe había definido por décadas el liderazgo mundial de Estados Unidos en esta misión.
El horizonte político siempre fue la expansión del neoliberalismo bajo la cobertura del capitalismo democrático, y si no fuera posible, de dictaduras preventivas basadas en las doctrinas de seguridad nacional (DSN).
Fue desde el Comité de Santa Fe5 que se construyó avant la lettre el sintagma del "marxismo cultural" y se aplicó también la tesis de la guerra fría cultural. Allí se apuntó a un nuevo objetivo: "El importante e innovador teórico marxista que reconoció la relación de los valores que la gente observa en la creación del régimen estatista fue Antonio Gramsci". El documento de Santa Fe II llego a afirmar:
"…se desprendía que era posible controlar o dar forma al régimen a través del proceso democrático si los marxistas podían crear los valores comunes dominantes de la nación. Los métodos marxistas y los intelectuales marxistas podían lograrlo mediante la dominación de la cultura de la nación, un proceso que requería una fuerte influencia en su religión, escuelas, medios de difusión masiva y universidades. Para los teóricos marxistas, el método más prometedor para crear un régimen estatista en un ambiente democrático era a través de la conquista de la cultura de la nación. Conforme a este patrón, los movimientos marxistas en América Latina han sido encabezados por intelectuales y estudiantes y no por trabajadores". (Carta II de Santa Fe, 1991).
Por otra parte, insiste en esta línea el documento de Santa Fe IV titulado "El futuro de las Américas para el Nuevo Milenio: temas para el nuevo milenio (2000)" elaborado por Lewis Arthur Tambs. Diplomático. Historiador. Profesor en Arizona State University. Nacido en San Diego, Estados Unidos, en julio de 1927. Ph. D. En San Francisco, Standart Brands (1953-1954). Profesor en Caracas – Maracaibo, Venezuela (1954-1957). Director del Centro de Estudios Latinoamericanos (1972-1976). Embajador en Costa Rica (1985-1987). Autor de Europa del Este y Economía Soviética (1975). Política Interamericana de los ´80, publicado en Police Counsel, spring 1997, Estados Unidos.
Como colaboradores aparecen Rachel Ehrenfeld, David Foster, Sol Sanders, Gordon Summer Jr., Lewis Tambs. En este documento Santa Fe IV se plantea:
"Al mismo tiempo, los comunistas e izquierdistas de Estados Unidos están en pleno avance. Siguen la agenda establecida hace muchas décadas por Antonio Gramsci (1891-1937) y otros para traer el comunismo a este hemisferio a través de los muchos canales: la religión (la teología de la liberación), la prensa, las instituciones educativas en su relación con la cultura (el comunismo está vivito y coleando en las universidades del hemisferio) y el sistema judicial. (…) En este momento de la historia, Estados Unidos se encuentra en los primeros estadios de un desafío mayor a nuestro sistema político, concretado en la penetración de nuestro hemisferio. No está usando necesariamente medios militares tradicionales. Por el contrario, están comprometidos en esfuerzos no convencionales, que son difíciles de enfrentar para nuestro país, sobre todo cuando se entra en la zona de los derechos humanos, que ha sido el bastión de los intentos de la izquierda para abortar todos los esfuerzos tendientes a proteger la libertad del individuo en esta parte del mundo."
Sus medidas implicaron "aumentar el presupuesto de la USIA (Agencia de Información de Estados Unidos) y fortalecer la Oficina de Diplomacia Pública. De allí surgieron las tesis para crear la NED y otros organismos similares. También propusieron:
"El desarrollo de una política cultural es decisivo para el apoyo de EEUU a la gestión latinoamericana encaminada a mejorar la cultura democrática. El esfuerzo gramsciano por socavar y destruir la tradición democrática mediante la subversión o corrupción de las instituciones que contienen o mantienen esa tradición debe ser combatido. El aumento del presupuesto de la USIA con este problema particular en mente, debe tener la prioridad número uno. La USÍA es nuestra agencia para llevar a cabo la guerra cultural."
Identificado así el problema el foco de la guerra político-cultural preventiva, no estaba enfocada sólo en las fuerzas armadas, los movimientos sindicales y en los partidos políticos, sino en las iglesias (Debilitar a la teología de la liberación), en las universidades, en los sistemas educativos, en los medios de difusión y la industria cultural.
Desde este momento, hemos señalado (irónicamente) que el imperio también se volvió gramsciano6 (instrumentalización de estudios culturales y poscoloniales mediante), habló oficialmente de "softpower" y llamó a disputar cada casamata o espacio de la llamada "sociedad civil" con nuevos dispositivos y diagramas de poder e influencia.
El neoliberalismo dejo de ser una simple orientación de política económica y pasó a convertirse en una cosmovisión, cuya objetivación social perseguía, como blanco de sus mandatos, consignas, estereotipos, símbolos y clichés, la colonización del sentido común y del imaginario social, la puesta en acto del discurso capitalista y su lazo social en los nuevos mercados de consumo: publicidad, marketing, neurociencias, publicidad estratégica, identidades de marca, tokens, memética, emprendimiento y un largo etc., que llega hoy hasta el universo de las redes sociales digitales.
Se puede trazar una línea de continuidad desde aquellos documentos de Santa Fe hasta los llamados a demoler el "marxismo cultural" por anclas e intelectuales-pop en los medios de comunicación.
Lo que debemos retener de todo este ensamblaje es precisamente una nueva estrategia de poder basada en el proyecto neoconservador/neoliberal, insistimos, cuya meta es debilitar, dividir y demoler a las izquierdas en sus bases ideológico-teóricas y político-culturales.
Concediendo especial atención a lo ocurrido durante esta era (1968-2022) en el mundo de las ideas de izquierdas, el archipiélago de los mil (y un) marxismos, y de las izquierdas en general, en tanto que ejercicios ideo-políticos de los enfoques y teorías críticas de la sociedad, requerían del reconocimiento de su estatuto de crisis y de recomienzo permanente. Al mismo tiempo requerían de pensamiento estratégico, porque su labor de producción de conocimientos no era ajena a espacios, aparatos, dispositivos y recursos también disputados por las corrientes de derecha.
Para el caso venezolano, reconstruir estos referentes históricos e ideo-políticos es hoy inevitable, porque la llamada revolución bolivariana experimenta una auténtica crisis de identidad difusa: prácticas, narrativa ideológica, políticas, sentido común e imaginarios; difuminación de su triple referencia y articulación de las luchas: a) anti-neoliberales, b) anti-imperiales y c) anti-capitalistas; promoviendo un cuadro de reformas favorables a la desregulación capitalista, y sosteniendo una apelación a un nacionalismo defensivo, con un cada vez más vulnerable discurso de "soberanía y protección social" en un cuadro político con marcados rasgos autoritarios y de evidente "crisis de hegemonía". A esta situación la hemos llamado el viraje transformista.
Por eso seguimos planteando las interrogantes:
¿Qué ha pasado con el debate socialista en el proceso bolivariano?
¿Qué papel puede jugar hoy una teoría crítica inspirada en relecturas no dogmáticas de la tradición originaria del archivo Marx-Engels?
¿Por qué avanza el neoliberalismo como sentido común, como práctica, como estructura de sentimientos y valores, como esquema afectivo, perceptual y rutinizado de comportamiento, como identificación e imaginario social?
Todo esto apunta al plano psicosocial e ideo-político de la subjetividad de los agentes históricos colectivos en la coyuntura y coloca el problema en un viejo orden de prioridades para las izquierdas en su necesidad de contar con los siguientes componentes:
a) Proyecto Nacional
b) Vocación de poder
c) Instrumento político-organizativo.
c) Equipos de gobierno para formular políticas alternativas a la derecha intelectual
d) Recursos de poder: económicos, comunicacionales, alianzas políticas, jurídicos, científico-técnicos, político-militares.
d) Una base de legitimación y movilización de masas en un bloque social-popular, de movimientos sociales y comunidades organizadas.
El proceso de derechización no solo se trata de desarme ideológico, como lo calificaría la vieja izquierda ortodoxa, sino de colonización del registro imaginario, de los referentes socio-ideológicos y de sus esquemas significativos, incluyendo los sistemas de valores, sentimientos e ideas-fuerza de base. Refieren directamente al abandono de las ideas-fuerzas del proyecto nacional.
Aquí volveremos a recordar el desafío de fondo, reconociendo que no será desde una ortodoxia o desde un sectarismo político, que se le podrá dar respuesta al transformismo y a la estrategia de doble campo: un neoliberalismo transversal como sentido común ideológico tanto en los factores de gobierno como de oposición, que se despliega con diversos operadores a la vista, a los oídos y a la sensibilidad del pueblo trabajador y las mayorías venezolanas. Reiteramos entonces:
"La verdadera lucha intelectual no se sitúa entre marxistas y no marxistas; la verdadera lucha está entre la izquierda político-cultural y la derecha".
(¡El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga!)
II. EPA LENIN, HAY MUCHO MÁS QUE TRES FUENTES Y PARTES INTEGRANTES DEL MARXISMO:
Finalicemos nuestras entregas con las referencias críticas a algunos de los textos clásicos. Por ejemplo, no podemos hoy simplemente leer el Manifiesto Comunista de 1847, sin considerar al mismo tiempo todas las notas agregadas por Engels posteriores a 1883, así como las aclaratorias y complementos teóricos en sus diferentes prefacios. Allí los complementos de Engels posteriores a la muerte de Marx en 1883 son importantes.
Engels comenzó a agregar y a clarificar un conjunto de formulaciones originarias de Marx que no pueden confundirse con su propia autoría. Entre las consecuencias de este tópico está la de superar aquella imagen de Lenin de las llamadas "tres fuentes y partes integrantes del marxismo"ii. Decía Lenin:
"El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés."
A esta imagen esquemática de "humanidad" hay que reestructurarla radicalmente, con la significación que tuvo en el "Marx tardío" el porvenir de la comuna rusa, sus escritos etnológicos y el cuaderno Kovalevsky ("tardío" no es solo una cuestión cronológica, sino una suerte de ironía de Teodor Shaniniii ante la distinción de Althusser entre el Marx joven/Marx maduro).
De modo que hay una cuarta fuente y parte integrante del marxismo: una etnología, una antropología histórico-cultural.
Ante esta imagen simplificada de Lenin de solo tres partes, hay que agregarle una quinta parte integrante de un marxismo crítico y heterodoxo: el marxismo ecológico y la crítica ecológica al marxismo.
No solo se trata de filosofía, economía política y socialismo, con bases nacionales europeas-modernas, sino además (y como matriz de reestructuración del cuadro general), de una primera propuesta de incursión tanto de Marx como de Engels en el campo de la antropología histórico-cultural comparada, donde queda por completo representada la imagen para su época de la "historia escrita" y de la "humanidad". Allí se juegan sus escritos acerca del colonialismo y sobre las luchas anticoloniales, en su propia ruptura interna truncada con su formación de hábitus eurocéntricos.
Así mismo, los conceptos de riqueza y naturaleza deben ser reevaluados a la luz de la consideración de aquella antropología, a las cuales una sexta consideración, implicaría descentrar todo este archivo ante la cuestión de género (sexta parte integrante) en el cuadro de tal antropología histórico-cultural.
Eso tiene como consecuencia considerar los primeros elementos de una transformación cualitativa que desborda la idea de la trasposición de una "filosofía de la historia", simplemente circunscrita a lo europeo u occidental, incluso a lo patriarcal, con todas sus implicaciones frente a las imágenes de Marx como un acérrimo defensor de los mitos modernizadores y desarrollistas, del evolucionismo unilineal de la historia, o de una tesis reductiva del "desarrollo de las fuerzas productivas".
Algunos de estos asuntos aparecían esbozados en las respuestas de Marx citadas por las corrientes del marxismo crítico, como aquella carta al director de Otiechéstvennie Zapiskiiv (El Memorial de la Patria) a fines de 1877. Allí ya Marx comentaba que el capítulo sobre la acumulación originaria en su texto (primer tomo) "El Capital" que no pretendía más que "trazar el camino por el cual surgió el orden económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económico feudal".
Y de este modo, Marx va tomando distancia de aquellos que interpretan su "esbozo histórico" de la génesis del capitalismo en el Occidente europeo (planteado en el tomo I de El Capital), como una teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone a todos los pueblos, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentren "a fin de que pueda terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre".
Cabe detenernos aquí ante dos frases aparentemente triviales: "la mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social" y el "desarrollo más completo del hombre".
Marx señala (con cautela y claridad) frente a generalizaciones abusivas o extrapolaciones históricas, que sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a resultados totalmente distintos (¿Existe entonces determinismo y etapismo unilineal?):
"Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante el pasaporte universal de una teoría histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser supra-histórica".
Este debate de desborde y superación de la tradición de una teoría histórico-filosófico general es clave (así como la ruptura con la asimilación acrítica del discurso de la modernización), debe ser tomado con mucho rigor y cautela porque deriva en los modelos críticos del desarrollo desigual, diferencial y multilineal de la historia, con un fuerte cuestionamiento a la lectura del Diamat/Hismat sobre la sucesión histórica necesaria y unilineal de modos de producción; así como la filosofía liberal del progreso, e incluso sobre el debate del posible tránsito socialista en las condiciones histórico específicas del capitalismo no europeo o periférico.
Aquí cabe recordar el fragmento del texto omitido por muchos años en la tradición marxista ortodoxa, los Manuscritos económico-filosóficos (1844):
"La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es ella misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el que debe permanecer en un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de que la vida física y espiritual del hombre depende de la naturaleza no significa otra cosa, sino que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el hombre es una parte de la naturaleza".
Con estas premisas, algunos autores han encontrado la justificación de un marxismo ecológicov.
Y no se trataba como algunos supondrían de las ensoñaciones del Marx joven, como podría también constatarse en el propio texto de El Capital:
"En este trabajo de conformación, el hombre se apoya constantemente en las fuerzas naturales. El trabajo no es, pues, la fuente única y exclusiva de los valores de uso que produce, de la riqueza material. El trabajo es, como ha dicho William Petty, el padre de la riqueza, y la tierra la madre".
III. BREVES INCURSIONES EN EL MARX ECOLÓGICO
Sin embargo, una ontología histórico-social del trabajo traduce el momento de metabolismo e intercambio con la naturaleza para satisfacer sus necesidades. En el "proceso social de trabajo" interviene no sólo el trabajo del hombre, sino también el objeto sobre el cual se realiza y los medios de trabajo, ambos brindados por la naturaleza. Además, Marx destaca las condiciones que no suelen identificarse en el proceso productivo, pero sin las cuales éste no podría ejecutarse:
"Si prescindimos de la forma más o menos progresiva que presenta la producción social, veremos que la productividad del trabajo depende de toda una serie de condiciones naturales. Condiciones que se refieren a la naturaleza misma del hombre y a la naturaleza circundante. Las condiciones de la naturaleza exterior se agrupan económicamente en dos grandes categorías: riqueza natural de medios de vida, o sea, fecundidad del suelo, riqueza pesquera, etc., y riqueza natural de medios de trabajo, saltos de agua, ríos navegables, madera, metales, carbón, etc."
Hoy tales referentes de categorías como: "riquezas naturales" o "patrimonios ambientales", son las que precisamente están en grave riesgo producto de la crisis climática y ecológica.
¿Qué significa entonces para Max "riqueza natural"?
La llamada "forma progresiva que presenta la producción social" se ha convertido en algunos aspectos fundamentales en una forma regresiva, en "fuerzas destructivas" (Ludovico Silva hizo comentarios importantes sobre este asunto). Por ejemplo: la agricultura capitalista a gran escala caracterizada por la gran propiedad, por el despoblamiento rural y el hacinamiento urbano. Además de ser la causa fundamental de la polución y la depredación, quedan disociadas progresiva y radicalmente las fuentes de la producción de medios de vida y materias primas de los centros de consumo. Se trata de una clara fractura del metabolismo social con la naturaleza que pone en riesgo la propia biocapacidad de los sistemas ambientales.
Engels en "El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre" plantea también que en el capitalismo lo que prevalece es siempre la inmediatez, la codicia, el beneficio inmediato como único fin del capitalista aislado, sin importar las consecuencias de la producción e intercambio.
No tomar en consideración que tal codicia, beneficio inmediato e inmediatez son parte de un proceso desbocado de aceleración de ciclos reproductivos para garantizar la acumulación de capitales, impide dar cuenta de la relación entre aceleración y fuerzas destructivas, carentes de cualquier visión de planificación, previsión y prospectiva sobre bio-sustentabilidad y regeneración ecológica.
También en El Capital, Marx anticipa reflexiones sobre los criterios de sustentabilidad:
"Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexistan en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias (buenos padres de familia) y a transmitirla MEJORADA a las futuras generaciones".
Allí, más allá del nostálgico patriarcalismo del repertorio metafórico, es obvio que una transmisión mejorada a las nuevas generaciones DE LA TIERRA no puede realizarse si se considera la codicia, el agotamiento y la explotación, como criterios "racionales" del metabolismo entre los seres humanos y la naturaleza.
Sin embargo, cabe reconocer que muchas críticas a las concepciones de Marx y a Engels, desde el campo teórico-crítico de la ecología son de interés (los trabajos de Naredo, Martínez Alier y Schulpman, por ejemplo). Sin embargo, sobre este asunto vale la pena revisar la llamada controversia Podolisnkyvi.
Más allá de debates talmúdicos sobre textos, ya es insostenible seguir defendiendo el dogma del desarrollo indefinido de las fuerzas productivas sin consideraciones de sustentabilidad y regeneración ambiental. Esta noción requiere ser transformado en un concepto de riqueza natural cualitativa, de satisfactores efectivamente basados (objetos de uso y consumo) en criterios de sustentabilidad, resiliencia y regeneración ecológica.
Por supuesto, el gigantesco problema es de la velocidad de transformación de los prejuicios y prenociones que organizan también paradigmas en el campo ideológico-teórico, pues de esta transformación también depende salir con vida de la vertiginosa crisis civilizatoria.
Tales prejuicios y prenociones, también se fundamentan en la ceguera y la "mala fe" generada por los intereses económicos y de poder. Una cosmovisión neoliberal que organiza el discurso capitalista y su lazo social alrededor del mercado de consumo de objetos de alta rotación, obsolescencia y desecho es, como queda en evidencia, una parte grave del problema.
Aquí cabe citar a Walter Benjamin, quien cuestionó la idea del progreso lineal y homogéneo, así como y la noción mecánica-determinista de la historia:
"Marx dice que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez se trata de algo por completo diferente. Tal vez las revoluciones son el manotazo hacia el freno de emergencia que da el género humano que viaja en ese tren".
Con estas referencias solo queremos ejemplificar que las llamadas "tres fuentes y partes integrantes" del marxismo señaladas por Lenin son completamente insuficientes, parciales y unilaterales, si no se abordan las cuestiones etnológicas y antropológicas de Marx, así como la más crucial cuestión de la naturaleza, en donde Marx y Engels se mostraron poco hábiles para prever las consecuencias más destructivas de la famosa tesis del "desarrollo de las fuerzas productivas".
En tal sentido, ya es hora, no de abandonar a los clásicos, sino de abandonar sus cegueras.
IV.- LOS CONSEJOS DE ENGELS PARA ESTUDIAR A MARX
Luego de la posible aridez teórica de los puntos anteriores hemos aterrizado al meollo del problema sobre estas seis entregas: ¿Cuáles fueron los consejos y las motivaciones de Engels para intervenir en el debate de las recepciones e interpretaciones de Marx?
Analicemos a continuación un conjunto de cartas que nos darán las pistas de tal problemática, utilizando no un criterio implemente cronológico sino genético-sistemático.
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1886-DICIEMBRE
Escribe Engels tres años después de la muerte de Marx una carta redactada en Londres, 28 de diciembre de 1886vii una serie de consejos a los obreros norteamericanos en función de implantar y consolidar un "movimiento (que) se extienda, que progrese regularmente, que arraigue y abarque en lo posible a todo el proletariado norteamericano, a fin de que arranque y progrese desde el comienzo sobre una base correcta y teóricamente perfecta."
Dice Engels que "no hay mejor camino para lograr una clara comprensión teórica que el que de durch Schaden klug werden [aprender en los errores propios], en la amarga experiencia propia. Y para una clase entera y grande no existe otro camino, Engels se refería a un tema de extrema relevancia para una Nación tan eminentemente práctica, que desprecia tanto la teoría, como los norteamericanos.
"Lo importante es llevar a la clase obrera a que se ponga en movimiento como clase" … "A mi juicio, muchos alemanes que viven en Norteamérica han cometido un grave error cuando, al verse cara a cara con el poderoso y glorioso movimiento fundado sin su participación, intentaron convertir su teoría importada y no siempre entendida correctamente, en algo así como un alleinse ligmachendes Dogma [un dogma que lo salva todo] y se mantuvieron apartados de todo movimiento que no aceptaba ese dogma."
Aquí Engels llama a combatir el dogmatismo y la creencia de que es posible implantar una teoría importada como si fuera un dogma prefabricado distante de la propia experiencia de lucha del movimiento, sin su asimilación, acomodación, y lo más importante, sin su participación.
Engels en contra de toda petrificación dogmática dice con mucha claridad:
Había que partir desde otro punto de vista, aceptando el punto de partida de hecho de la clase obrera, su propio momento económico-reivindicativo y elevar gradualmente tales luchas al nivel de la formulación teórica.
Aconsejaba Engels a aquellos obreros alemanes lo dicho en el Manifiesto del Partido Comunista: defender dentro del movimiento actual el punto de vista más avanzado del porvenir de ese movimiento, pero sin imponer ningún dogma. Lo principal era intervenir para que el movimiento se consolide, no aumentar su confusión ideológica de los primeros tiempos. No se trataba de imponer una plataforma doctrinalmente perfecta, sino unir a las masas a escala nacional.
Luego de la constitución nacional del movimiento obrero, era posible desplegar la lucha de tendencias internas, criticar los puntos de vista de los demás y, una vez probado lo insostenible de las distintas posturas, comprender la realidad de la relación entre el capital y el trabajo asalariado.
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1890-AGOSTO
Decía Engels en 1890viii a Konrad Schmidt que había leído que un tal Paul Barth afirmaba que en todas las obras de Marx sólo había podido hallar solo un ejemplo que demuestra la dependencia de la filosofía, etc., de las condiciones materiales de vida, aquel en que Descartes declara que los animales son máquinas.
Engels dice que "sólo conmiseración puede despertar en mí un hombre capaz de escribir tales cosas".
Allí comienza Engels una serie de aclaratorias sobre la concepción materialista de la historia que cabe analizar y retener para evitar el catálogo de los malentendidos.
Dice Engels, que, si bien "las condiciones materiales de vida son el primum agens, eso no impide que la esfera ideológica reaccione a su vez sobre ellas, aunque su influencia sea secundaria".
Fue allí donde Engels hizo evidente que la concepción materialista de la historia se ha convertido en un pretexto "para no estudiar la historia". Marx había dicho a fines de la década del 70, refiriéndose a los «marxistas» franceses, que «tout ce que je sais, c'est que je ne suis pas marxiste».
Engels es muy claro que no se trata de una plantilla teórica que se aplica mecánicamente a la historia., además aclarando su postura sobre la discusión sobre si se realizaría "la distribución de los productos en la sociedad futura de acuerdo con la cantidad de trabajo o de otra manera".
Engels dice, aquí muy en consistencia con la crítica de Marx al programa de Gotha, que "el modo de distribución depende esencialmente de la cantidad de productos a distribuir, y que esta cantidad varía, naturalmente, con el progreso de la producción y de la organización social y que, por tanto, tiene que cambiar también el modo de distribución."; que además una sociedad socialista que cambia y progresa continuamente, no puede haber un modo de distribución estable, fijo de una vez para siempre. El consejo fue que lo único que se puede hacer es:
1) tratar de descubrir el modo de distribución que se haya de aplicar al principio, y 2) tratar de establecer la tendencia general que habrá de seguir el desarrollo ulterior.
Luego entra a discutir el uso que se le da en Alemania a la palabra "materialista" pensando que tal etiqueta basta para explicar y comprender su punto de vista sobre la historia. Allí Engels dice
"Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del Derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden."
Engels cuestiona que existan demasiados alemanes jóvenes a quienes las frases sobre el materialismo histórico (todo puede ser convertido en frase) sólo les sirven para erigir a toda prisa un sistema con sus conocimientos históricos, relativamente escasos, y pavonearse de su hazaña.
Engels aconseja a los literatos jóvenes que se cuelgan al partido que se tomen la molestia de estudiar Economía política, historia de la Economía política, historia del comercio, de la industria, de la agricultura, de las formaciones sociales.
No podía sustituirse, dice Engels, tal estudio con las visiones superficiales de los periodistas.
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1890-SEPTIEMBRE
Engels escribe una de las más importantes aclaratorias sobre la concepción materialista de la historiaix a Joseph Bloch, texto cuyas frases son verdaderas lecciones condensadas contra simplificadores y distorsionadores de toda ralea.
En primer lugar, dice Engels que "Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto."
Un factor que en última instancia explica no significa en ningún caso que sea el único factor. Decir "que el factor económico es el único determinante", convierte aquella tesis en una "frase vacua, abstracta, absurda" (ahora quizás entendemos porque hay tantos "marxistas" vacuos, abstractos y absurdos).
Aclara Engels que la situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta, las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, y hasta las Constituciones, las formas jurídicas, e incluso todas esas formas sociales de conciencia en el cerebro de los participantes: teorías políticas, jurídicas, filosóficas, ideas religiosas y un sistema de dogmas, ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.
Engels vuelve al entendimiento de aquel famoso prólogo de 1859 de Marx donde las formas sociales de la conciencia son sólo uno de los terrenos, de los campos, donde los agentes históricos toman conciencia del conflicto, y cómo el sistema de ideas, incluso de dogmas, interviene como "forma" en las luchas históricas.
Así mismo, es en la unidad compleja de la base económica, de las fachadas jurídico-políticas y las fachadas ilusorias de las formas ideológicas donde se desarrolla un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico.
De otro modo, dice Engels, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado.
Y reitera lo dicho por Marx en el 18 brumario: Somos nosotros mismos quienes hacemos nuestra historia, pero la hacemos, en primer lugar, con arreglo a premisas y condiciones muy concretas. Entre ellas, son las económicas las que deciden en última instancia.
Pero también desempeñan su papel, aunque no sea decisivo, las condiciones políticas, y hasta la tradición, que merodea como un duende en las cabezas de los hombres.
Y como ejemplo de sátira, Engels ejemplifica:
"Es difícil que se consiga explicar económicamente, sin caer en el ridículo, la existencia de cada pequeño Estado alemán del pasado y del presente o los orígenes de las permutaciones de consonantes en el alto alemán, que convierten en una línea de ruptura que corre a lo largo de Alemania la muralla geográfica formada por las montañas que se extienden de los Sudetes al Tauno."
Engels llama a estudiar la historia concreta en todos sus aspectos y concatenaciones:
"…la historia se hace de tal modo, que el resultado final siempre deriva de los conflictos entre muchas voluntades individuales, cada una de las cuales, a su vez, es lo que es por efecto de una multitud de condiciones especiales de vida; son, pues, innumerables fuerzas que se entrecruzan las unas con las otras, un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas, de las que surge una resultante --el acontecimiento histórico--, que a su vez, puede considerarse producto de una fuerza única, que, como un todo, actúa sin conciencia y sin voluntad. Pues lo que uno quiere tropieza con la resistencia que le opone otro, y lo que resulta de todo ello es algo que nadie ha querido. De este modo, hasta aquí toda la historia ha discurrido a modo de un proceso natural y sometida también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas. Pero del hecho de que las distintas voluntades individuales, cada una de las cuales apetece aquello a que le impulsa su constitución física y una serie de circunstancias externas, que son, en última instancia, circunstancias económicas (o las suyas propias personales o las generales de la sociedad) no alcancen lo que desean, sino que se fundan todas en una media total, en una resultante común, no debe inferirse que estas voluntades sean = 0. Por el contrario, todas contribuyen a la resultante y se hallan, por tanto, incluidas en ella."
Decir que la historia es "un grupo infinito de paralelogramos de fuerzas" no equivale a decir que la única fuerza es el determinismo económico. Las leyes dinámicas de la historia desbordan la voluntad y conciencia de los agentes desde el momento en que la prioridad del movimiento de las acciones recíprocas, las relaciones e innumerables consecuencias de las mismas genera un resultante común.
Engels hasta llega a suplicar que estudien a Marx en sus fuentes originales, no en obras de segunda mano:
"Marx apenas ha escrito nada en que esta teoría no desempeñe su papel. Especialmente, "El 18 Brumario de Luis Bonaparte" es un magnífico ejemplo de aplicación de ella. También en El Capital se encuentran muchas referencias. En segundo término, me permito remitirles también a mis obras: La subversión de la ciencia por el señor E. Dühring y Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, en las que se contiene, a mi modo de ver, la exposición más detallada que existe del materialismo histórico."
Engels identifica además la causa del error:
"El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones."
"Desgraciadamente, ocurre con harta frecuencia que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre exactamente, sus tesis fundamentales. De este reproche no se hallan exentos muchos de los nuevos «marxistas» y así se explican muchas de las cosas peregrinas que han aportado..."
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1890-OCTUBRE
Engels vuelve a escribirle el 27 de octubre de 1890x a Konrad Schmidt y allí le aconseja aceptar el trabajo en el "Züricher Post" [1] donde podrá aprender muchas cosas del campo de la Economía, aunque Zurich sea sólo un mercado de dinero y de especulación de tercera categoría. Allí podría conocer en la práctica todo el mecanismo y se verá obligado a seguir de cerca los boletines de Bolsa de Londres, Nueva York, París, Berlín, Viena, etc., todo ello de primera mano. Y entonces se le revelará el mercado mundial en su reflejo como mercado de dinero y de valores.
Engels desarrolla su enfoque de la teoría de la ideología como inversión de causas y efectos, donde los factores económicos, políticos, etc., aparecen en forma invertida, cabeza abajo. El bolsista no ve el movimiento de la industria y del mercado mundial más que en el reflejo invertido del mercado de dinero y de valores, por lo que los efectos se le aparecen como causas.
Dice Engels que él pudo observar en la década del 40, en Manchester, cómo los boletines de la Bolsa de Londres no servían en absoluto para hacerse una idea del movimiento de la industria, con sus períodos de máxima y mínima. Aquellos señores querían explicarlo todo a partir de las crisis del mercado de dinero, que, por lo general, sólo tienen el carácter de síntomas:
"Donde la división del trabajo existe en escala social, las distintas ramas del trabajo se independizan unas de otras. La producción, es en última instancia, lo decisivo. Pero en cuanto el comercio de productos se independiza de la producción propiamente dicha, obedece a su propia dinámica, que, aunque sometida en términos generales a la dinámica de la producción, se rige, en sus aspectos particulares y dentro de esa dependencia general, por sus propias leyes contenidas en la naturaleza misma de este nuevo factor."
Por si fuera poco, Engels señala:
"El descubrimiento de América fue debido a la sed de oro, que ya antes había impulsado a los portugueses a recorrer el continente africano (cfr. La producción de metales preciosos, de Soetbeer), pues el gigantesco desarrollo de la industria europea en los siglos XIV y XV, así como el correspondiente desarrollo del comercio reclamaban más medios de cambio de los que Alemania --el gran país de la plata entre 1450 y 1550-- podía proporcionar. La conquista de la India por los portugueses, los holandeses y los ingleses, entre 1500 y 1800, tenía por objeto importar de aquel país. A nadie se le ocurría exportar algo a la India. Sin embargo, qué influencia tan enorme ejercieron a su vez sobre la industria esos descubrimientos y esas conquistas que sólo obedecían al interés del comercio: lo que creó y desarrolló a la gran industria fue la necesidad de exportar a esos países."
También dice Engels.
"...cuando…el comercio de dinero se desarrolla y se convierte también en comercio de valores, con la particularidad de que éstos no comprenden únicamente los valores públicos, sino que a ellos vienen a sumarse las acciones de las empresas públicas y del transporte, merced a lo cual el comercio de dinero se impone directamente sobre parte de la producción, que en términos generales es la que lo domina, la influencia que el comercio de dinero ejerce a su vez sobre la producción se intensifica y complica aún más. Los banqueros son los propietarios de los ferrocarriles, las minas, las empresas siderúrgicas, etc. Estos medios de producción adquieren un doble carácter, pues su utilización ha de servir unas veces a los intereses de la producción como tal y otras a las necesidades de los accionistas en tanto que banqueros."
"Con estas indicaciones acerca de mi concepción de las relaciones que existen entre la producción y el comercio de mercancías, así como entre ambos y el comercio de dinero, he contestado en lo fundamental a sus preguntas sobre el materialismo histórico en general. Como mejor se comprende la cosa es desde el punto de vista de la división del trabajo. La sociedad crea ciertas funciones comunes, de las que no puede prescindir. Las personas nombradas para ellas forman una nueva rama de la división del trabajo dentro de la sociedad. De este modo, asumen también intereses especiales, opuestos a los de sus mandantes, se independizan frente a ellos y ya tenemos ahí el Estado. Luego, ocurre algo parecido a lo que ocurre con el comercio de mercancías, y más tarde con el comercio de dinero: la nueva potencia independiente tiene que seguir en términos generales al movimiento de la producción, pero reacciona también, a su vez, sobre las condiciones y la marcha de ésta, gracias a la independencia relativa a ella inherente, es decir, a la que se le ha transferido y que luego ha ido desarrollándose poco a poco. Es un juego de acciones entre dos fuerzas desiguales: de una parte, el movimiento económico, y de otra, el nuevo poder político, que aspira a la mayor independencia posible y que, una vez instaurado, goza también de movimiento propio. El movimiento económico se impone siempre, en términos generales, pero se halla también sujeto a las repercusiones del movimiento político creado por él mismo y dotado de una relativa independencia: el movimiento del poder estatal, de una parte, y de otra el de la oposición, creada al mismo tiempo que aquél."
Acciones reciprocas, diferenciación de esferas de la división del trabajo con sus propios intereses, concatenaciones, relaciones economía-política, autonomía solo relativa de unas esferas entre otras, movimiento del conjunto, desarrollo de fuerzas desiguales, todo esto nada o poco tienen que ver con el determinismo, sino más bien con las leyes de la dinámica de los sistemas sociales:
"…en la lucha entre el Gobierno y la oposición se refleja la lucha entre las clases que ya existían y luchaban antes, pero también de un modo invertido, ya no directa, sino indirectamente, ya no como una lucha de clases, sino como una lucha en torno a principios políticos, de un modo tan invertido, que han tenido que pasar miles de años para que pudiéramos descubrirlo."
Las formas ideológicas y sociales de la conciencia se muestran como una "lucha de principios" entre partidarios del gobierno y partidarios de la oposición, pero tal conflicto remite a su vez a los conflictos de clases, las formaciones sociopolíticas y su paralelogramo de fuerzas, tienen una correspondencia con las formaciones económicas de la sociedad. La relación economía-política que ya Lenin trataba de descifrar con la fórmula de la política como economía concentrada ya tenía en Engels una clara formulación:
"La reacción del poder del Estado sobre el desarrollo económico puede efectuarse de tres maneras: puede proyectarse en la misma dirección, en cuyo caso éste discurre más de prisa; puede ir en contra de él, y entonces, en nuestros días, y si se trata de un pueblo grande, acaba siempre, a la larga, sucumbiendo; o puede, finalmente, cerrar al desarrollo económico ciertos derroteros y trazarle imperativamente otros, caso éste que se reduce, en última instancia, a uno de los dos anteriores. Pero es evidente que en el segundo y en el tercer caso el poder político puede causar grandes daños al desarrollo económico y originar un derroche en masa de fuerza y de materia."
Un interesante consejo, el anterior, para los alquimistas de la economía política.
A estos casos hay, dice Engels, hay que añadir a la propia guerra: la conquista y la destrucción brutal de ciertos recursos económicos. En determinadas circunstancias, la guerra podía aniquilar todo un desarrollo económico local o nacional.
Luego Engels pasa de la esfera de la guerra a la esfera del derecho:
"Con el Derecho, ocurre algo parecido: al plantearse la necesidad de una nueva división del trabajo que crea los juristas profesionales, se abre otro campo independiente más, que, pese a su vínculo general de dependencia de la producción y del comercio, posee una cierta reactibilidad sobre estas esferas. En un Estado moderno, el Derecho no sólo tiene que corresponder a la situación económica general, ser expresión suya, sino que tiene que ser, además, una expresión coherente en sí misma, que no se dé de puñetazos a sí misma con contradicciones internas."
El derecho como forma jurídica se presenta no de manera transparente como la expresión ruda, sincera, descarada, de la supremacía de una clase: tal cosa iría de por sí contra el «concepto del Derecho». En las formas textuales de los códigos el concepto puro de derecho de una clase se contamina con las atenuaciones de todo género que le impone el creciente poder del proletariado.
La marcha de la «evolución jurídica» estriba en la tendencia a eliminar las contradicciones que se desprenden de la traducción directa de las relaciones económicas a conceptos jurídicos, queriendo crear un sistema armónico de Derecho, hasta que irrumpen nuevamente la influencia y la fuerza del desarrollo económico ulterior y rompen de nuevo este sistema y lo envuelven en nuevas contradicciones (por el momento, sólo me refiero aquí al Derecho civil).
Las contradicciones de clase son el contenido que en determinadas coyunturas arrastra tras de sí las soluciones imaginarias de las formas jurídicas ilusorias, donde se pretenden neutralizar, sublimar, armonizar y racionalizar tales antagonismos sociales. De nuevo, el complicado entramado de relaciones entre formas, expresiones, sustancias y contenidos.
Plantea Engels que "el reflejo de las condiciones económicas en forma de principios jurídicos es también, forzosamente, un reflejo invertido: se opera sin que los sujetos agentes tengan conciencia de ello; el jurista cree manejar normas apriorísticas, sin darse cuenta de que estas normas no son más que simples reflejos económicos; todo al revés."
Aquí aparece con claridad la noción de sujetos-agentes y las formas invertidas de la conciencia, las normas a priori son formas, los contenidos, el movimiento económico que presiona en última instancia a la forma.
Esta inversión en la forma ilusoria y social constituye lo que Marx y Engels llaman concepción ideológica; que, a su vez, repercute sobre la base económica y puede, dentro de ciertos límites, modificarla.
Incluso Engels comienza a elevarse a las regiones de lo suprasensible:
"Por lo que se refiere a las esferas ideológicas que flotan aún más alto en el aire: la religión, la filosofía, etc., éstas tienen un fondo prehistórico de lo que hoy llamaríamos necedades, con que la historia se encuentra y acepta. Estas diversas ideas falsas acerca de la naturaleza, el carácter del hombre mismo, los espíritus, las fuerzas mágicas, etc., se basan siempre en factores económicos de aspecto negativo; el incipiente desarrollo económico del período prehistórico tiene, por complemento, y también en parte por condición, e incluso por causa, las falsas ideas acerca de la naturaleza. Y aunque las necesidades económicas habían sido, y lo siguieron siendo cada vez más, el acicate principal del conocimiento progresivo de la naturaleza, sería, no obstante, una pedantería querer buscar a todas estas necedades primitivas una explicación económica. La historia de las ciencias es la historia de la gradual superación de estas necedades, o bien de su sustitución por otras nuevas, aunque menos absurdas."
También aquí Engels desarrolla incipientemente una teoría de los círculos sociales en la división del trabajo:
"Los hombres…pertenecen, a su vez, a órbitas especiales de la división del trabajo y creen laborar en un campo independiente. Y en cuanto forman un grupo independiente dentro de la división social del trabajo, sus producciones, sin exceptuar sus errores, influyen de rechazo sobre todo el desarrollo social, incluso el económico. Pero, a pesar de todo, también ellos se hallan bajo la influencia dominante del desarrollo económico."
Para mí, la supremacía final del desarrollo económico, incluso sobre estos campos, es incuestionable, pero se opera dentro de las condiciones impuestas por cada campo concreto. Aquí, la economía no crea nada a novo, pero determina el modo cómo se modifica y desarrolla el material de ideas preexistente, y aun esto casi siempre de un modo indirecto, ya que son los reflejos políticos, jurídicos, morales, los que en mayor grado ejercen una influencia directa sobre la filosofía.
Concluye Engels cuestionando a Barth:
"Por tanto, si Barth cree que nosotros negamos todas y cada una de las repercusiones de los reflejos políticos, etc., del movimiento económico sobre este mismo movimiento económico, lucha contra molinos de viento. Le bastará con leer "El Dieciocho Brumario", de Marx, obra que trata casi exclusivamente del papel especial que desempeñan las luchas y los acontecimientos políticos, claro está que dentro de su supeditación general a las condiciones económicas. O "El Capital", por ejemplo, el capítulo que trata de la jornada de trabajo, donde la legislación, que es, desde luego, un acto político, ejerce una influencia tan tajante. O el capítulo dedicado a la historia de la burguesía (capítulo 24). Si el poder político es económicamente impotente, ¿por qué entonces luchamos por la dictadura política del proletariado? ¡La violencia (es decir, el poder del Estado) es también una potencia económica!
De lo que adolecen todos estos señores, es de falta de dialéctica. No ven más que causas aquí y efectos allí. Que esto es una vacua abstracción, que en el mundo real esas antítesis polares metafísicas no existen más que en momentos de crisis y que la gran trayectoria de las cosas discurre toda ella bajo forma de acciones y reacciones --aunque de fuerzas muy desiguales, la más fuerte, más primaria y más decisiva de las cuales es el movimiento económico--, que aquí no hay nada absoluto y todo es relativo, es cosa que ellos no ven; para ellos, no ha existido Hegel...."
Si a los lectores aun no les queda claro cuáles son las diferencias fundamentales de presupuestos ontológico-epistemológicos entre un marxismo de vulgata y un marxismo atento a la complejidad y plurideterminación del movimiento histórico, sigamos con los consejos de Engels.
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1893-JULIO
Engels le escribe F. MEHRINGxi
"Cuando se tiene la suerte de trabajar durante cuarenta años con un hombre como Marx, generalmente no se le reconoce a uno en vida lo que se cree merecer… Marx y yo nunca subrayamos bastante en nuestros escritos, y respecto del cual somos todos igualmente culpables. Todos nosotros pusimos el acento —y estábamos obligados a hacerlo— en el origen de los conceptos políticos, jurídicos y demás conceptos ideológicos, y de los actos provenientes de esas nociones, de los hechos económicos básicos. Pero de este modo descuidamos el aspecto formal —el modo en que surgen esos conceptos— por tener en cuenta el contenido. Esto les ha dado a nuestros adversarios una magnífica oportunidad para los equívocos, entre los cuales Paul Barth es un ejemplo notable."
Dice Engels que la ideología es un proceso que el llamado pensador cumple conscientemente, es cierto, pero con una conciencia falsa:
"Las verdaderas fuerzas motrices que lo impulsan le permanecen desconocidas, pues de lo contrario no sería un proceso ideológico. De aquí que imagine motivos falsos o aparentes. Porque es un proceso mental, deriva su forma y su contenido del pensamiento puro, sea el suyo propio o el de sus predecesores. Trabaja con material meramente intelectual, que acepta sin examen como producto del pensamiento, no investiga buscando un proceso más lejano, independiente del pensamiento; su origen le parece evidente, porque como todo acto se verifica por intermedio del pensamiento, también le parece estar basado en última instancia sobre el pensamiento."
El ideólogo que trata de historia (entiendo aquí por historia simplemente todas las esferas —la política, la jurídica, la filosófica, la teológica— pertenecientes a la sociedad y no sólo a la naturaleza) posee en cada dominio científico una documentación formada independientemente en el pensamiento de generaciones anteriores y que ha atravesado una serie independiente de desarrollos en los cerebros de esas generaciones sucesivas.
Es, sobre todo, esta apariencia de historia independiente de las instituciones de los sistemas jurídicos, de las concepciones ideológicas en cada uno de los dominios, lo que encandila a la mayoría de la gente… A esto se une también la fatua noción de los ideólogos, de que porque les negamos un desarrollo histórico independiente a las diversas esferas de la cultura que desempeñan un papel en la historia, también les negamos todo efecto sobre la historia.
Sírvase desde este momento, abreviar comentarios y dejar que el propio Engels finalice nuestra última entrega, para destacar su propia escritura y su propia concepción, sin muchas añadiduras innecesarias:
"El fundamento de esto es la concepción corriente, no dialéctica de causa y efecto como polos opuestos rígidos, desatendiendo totalmente a su interacción; esos señores olvidan con frecuencia y casi deliberadamente que una vez que un elemento histórico ha sido traído al mundo por otros elementos, en última instancia por hechos económicos, reactúa también a su vez y puede reactuar sobre su medio e incluso sobre sus propias causas."
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1894-ENEROxii
Engels le escribe a Borgius
"He aquí la respuesta a sus preguntas:
1. Por relaciones económicas, en las que nosotros vemos la base determinante de la historia de la sociedad, entendemos el modo cómo los hombres de una determinada sociedad producen el sustento para su vida y cambian entre sí los productos (en la medida en que rige la división del trabajo). Por tanto, toda la técnica de la producción y del transporte va incluida aquí. Esta técnica determina también, según nuestro modo de ver, el régimen de cambio, así como la distribución de los productos, y, por tanto, después de la disolución de la sociedad gentilicia, la división en clases también, y, por consiguiente, las relaciones de dominación y sojuzgamiento, y con ello, el Estado, la Política, el Derecho, etc. Además, entre las relaciones económicas se incluye también la base geográfica sobre la que aquéllas se desarrollan y los vestigios efectivamente legados por anteriores fases económicas de desarrollo que se han mantenido en pie, muchas veces sólo por la tradición o la vis inertia, y también, naturalmente, el medio ambiente que rodea a esta forma de sociedad.
Si es cierto que la técnica, como usted dice, depende en parte considerable del estado de la ciencia, aún más depende ésta del estado y las necesidades de la técnica. El hecho de que la sociedad sienta una necesidad técnica, estimula más a la ciencia que diez universidades. Toda la hidrostática (Torricelli, etc.) surgió de la necesidad de regular el curso de los ríos de las montañas de Italia, en los siglos XVI y XVII. Acerca de la electricidad, hemos comenzado a saber algo racional desde que se descubrió la posibilidad de su aplicación técnica. Pero, por desgracia, en Alemania la gente se ha acostumbrado a escribir la historia de las ciencias como si éstas hubiesen caído del cielo.
2. Nosotros vemos en las condiciones económicas lo que condiciona en última instancia el desarrollo histórico. Pero la raza es, de suyo, un factor económico. Ahora bien; hay aquí dos puntos que no deben pasarse por alto:
a) El desarrollo político, jurídico, filosófico, religioso, literario, artístico, etc., descansa en el desarrollo económico. Pero todos ellos repercuten también los unos sobre los otros y sobre su base económica. No es que la situación económica sea la causa, lo único activo, y todo lo demás efectos puramente pasivos. Hay un juego de acciones y reacciones, sobre la base de la necesidad económica, que se impone siempre, en última instancia. El Estado, por ejemplo, actúa por medio de los aranceles protectores, el librecambio, el buen o mal régimen fiscal…No es, pues, como de vez en cuando, por razones de comodidad, se quiere imaginar, que la situación económica ejerza un efecto automático; no, son los mismos hombres los que hacen la historia, aunque dentro de un medio dado que los condiciona, y a base de las relaciones efectivas con que se encuentran, entre las cuales las decisivas, en última instancia, y las que nos dan el único hilo de engarce que puede servirnos para entender los acontecimientos son las económicas, por mucho que en ellas puedan influir, a su vez, las demás, las políticas e ideológicas.
b) Los hombres hacen ellos mismos su historia, pero hasta ahora no con una voluntad colectiva y con arreglo a un plan colectivo, ni siquiera dentro de una sociedad dada y circunscrita. Sus aspiraciones se entrecruzan; por eso en todas estas sociedades impera la necesidad, cuyo complemento y forma de manifestarse es la casualidad. La necesidad que aquí se impone a través de la casualidad es también, en última instancia, la económica. Y aquí es donde debemos hablar de los llamados grandes hombres. El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y un país determinados, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá. Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido. Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción por Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta.
Cuanto más alejado esté de lo económico el campo concreto que investigamos y más se acerque a lo ideológico puramente abstracto, más casualidades advertiremos en su desarrollo, más zigzagueos presentará la curva. Pero si traza usted el eje medio de la curva, verá, que cuanto más largo sea el período en cuestión y más extenso el campo que se estudia, más paralelamente discurre este eje al eje del desarrollo económico.
Por lo demás, creo que el hermoso ejemplo que nos ha legado Marx con "El Dieciocho Brumario" podrá orientarle a usted bastante bien acerca de sus problemas, por tratarse, precisamente, de un ejemplo práctico. También creo haber tocado yo la mayoría de los puntos en el "Anti-Dühring", I, caps. 9-11, y II, 2-4, y también en el III, cap. 1º en la Introducción, así como en el último capítulo del "Feuerbach".
Le ruego que no tome al pie de la letra cada una de mis palabras, sino que se fije en el sentido general, pues desgraciadamente no disponía de tiempo para exponerlo todo con la precisión y la claridad que exigiría un material destinado a la publicación…"
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1895-MARZOxiii
"Según la concepción de Marx, toda la marcha de la historia --trátase de los acontecimientos notables-- se ha producido hasta ahora de modo inconsciente, es decir, los acontecimientos y sus consecuencias no han dependido de la voluntad de los hombres; los participantes en los acontecimientos históricos deseaban algo diametralmente opuesto a lo logrado o, bien, lo logrado acarreaba consecuencias absolutamente imprevistas."
He aquí como la complejidad multiforme y plurideterminada del movimiento de la historia de las formaciones sociales no se reduce en ningún caso ni a un determinismo económico, ni a la intencionalidad ni la conciencia de los sujetos-agentes, ni a los principios o dogmas eternos, ni a la reducción de los acontecimientos y condiciones al voluntarismo de la política.
Si algo debe estar muy claro en estas entregas, es que no hay una teoría crítica radical sin al menos transitar con la mayor atención y cautela por la ciudadela del archivo Marx-Engels, pues hay muchos "marxistas" que nunca la han visitado ni habitado y aun así se autoidentifican como tales.
Quizás forman parte de la legión de especuladores y traficantes de contrabandos ideológicos que como aquellos marxistas franceses o aquellos literatos alemanes despertaron la más alta indignación intelectual y moral tanto de Marx como de Engels.
Engels muere en 1895, doce (12) años después de Marx. Como vemos, no escatimó esfuerzos para aclarar en qué consistía su revolución teórica inconclusa, pues si de lucha teórica, lucha política y lucha económica se trata, de manera coordinada y relacionada, en tales ámbitos hay que tomar el hilo de una revolución permanente.
Sirvan estas entregas como un homenaje a su memoria y como una motivación para aproximarnos directamente a su escritura y su concepción de la historia.
1 https://albaciudad.org/wp-content/uploads/2021/05/memorias_del_congreso_cultural_de_cabimas.pdf
2 https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/10131/04-resc-18-roggerone.pdf
3 https://gcodasf.files.wordpress.com/2015/03/marxismo-abierto-ernest-mandel.pdf
4 https://proletarios.org/books/Anderson-Consideraciones_Sobre_El_Marxismo_Occidental.pdf
5 https://www.oocities.org/proyectoemancipacion/documentossantafe/documentos_santa_fe.htm
6 https://www.aporrea.org/tiburon/a83990.html
iiNOTAS:
iii https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/el-marx-tardio-y-la-via-rusa-marx-y-la-periferia-del-capitalismo-teodor-shanin-ed.pdf
iv https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/m1877.htm
v https://www.mientrastanto.org/boletin-102/ensayo/marxismo-ecologico-elementos-fundamentales-para-la-critica-de-la-economia-politic
vi Economía y naturaleza en Marx: el "asunto podolisnky" como prueba de un divorcio inexistente. Alfonso M. Rodríguez de Austria Giménez de Aragón http://www5.uva.es/jec14/comunica/A_EEMA/A_EEMA_2.pdf
vii A Florence Kelley-Wischnewetzky. En Nueva York. Londres, 28 de diciembre de 1886. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e28-12-86.htm
viii F. Engels. Carta a KONRAD SCHMIDT. En Berlín. Londres, 5 de agosto de 1890: https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e5-8-90.htm
ix F. Engels. Carta a JOSE BLOCH En Königsberg Londres, 21- [22] de septiembre de 1890. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e21-9-90.htm
x F. Engels. Carta a KONRAD SCHMIDT En Berlín. Londres, 27 de octubre de 1890. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e27-x-90.htm
xi Engels a F. Mehring Londres, 14 de julio de 1893. https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e1893-7-14.htm
xii F. Engels CARTA A W. BORGIUS EN BRESLAU [1] Londres, 25 de enero de 1894: https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e25-i-94.htm
xiii F. Engels. CARTA A WERNER SOMBART. En Bresa [*]. Londres, 11 de marzo de 1895: https://www.marxists.org/espanol/m-e/cartas/e11-3-95.htm