Haciendo un balance desde la perspectiva del socialismo de los 9 años de gestión del Presidente Chávez, se pueden encontrar dos orientaciones políticas exitosas: el uso de la diplomacia pública en el ámbito de las relaciones internacionales; y, la introducción de la adhocracia en la administración pública. No es el caso en este artículo comentar la praxis de la diplomacia pública, aunque sus resultados son evidentes. Indudablemente su exitosa aplicación, que incluye el uso de prácticas adhocráticas, impidió el aislamiento del Estado en un contexto en el cual el poder establecido a escala global ha tenido ese propósito como fin. El tema de este suelto está vinculado al lucimiento de las misiones organizadas para resolver problemas en los ámbitos de educación; formación para el trabajo, y organización de pequeñas y medianas unidades productivas; desarrollo de las artes; fortalecimiento de la defensa territorial, salud; y, otras cuestiones destinadas a reducir las desigualdades generadoras de las tensiones políticas y sociales presentes en nuestra realidad. Ha sido un recurso organizativo tipificado por Henry Mintzberg dentro de la categoría de las adhocracias, que opuestas a las burocracias, mediante estructuras temporales, resuelven problemas específicos para disolverse al lograrlo. Se basan en las capacidades individuales de sus miembros, considerados como iguales, para ejecutar tareas complejas a través de su adaptación mutua impulsada por la presión hacia la colaboración. Son organizaciones orientadas fundamentalmente hacia la innovación y el cambio, que deben permanecer flexibles, pues ellas deben adaptarse continuamente a situaciones por naturaleza versátiles. Muchos autores la consideran la forma organizativa del futuro.
Obviamente, en nuestro caso, su utilización representó una amenaza contra la burocracia establecida como aparato de estado, incluyendo en esta las correspondientes al sector militar y al privado. Pero sin dudas, esa fue la orientación política más revolucionaria adoptada por el régimen incorporador que controla el poder en Venezuela. Indudablemente su uso ha tendido a debilitar el poder de esa burocracia como forma organizativa propia del Estado liberal. De allí que no puede extrañar la confrontación sórdida entre ambos tipos de estructuras administrativas que han coexistido durante este período de la vida nacional. Ha sido un enfrentamiento que al parecer ha venido ganando la burocracia. Efectivamente se han multiplicado los despachos ministeriales con un progresivo decaimiento de las misiones, que también tienden a burocratizarse.
Es el triunfo del capitalismo, que se esconde detrás de las burocracias, usando las leyes como mecanismo para mantener un consumismo desenfrenado dentro del gobierno del Estado alimentador de la acumulación del capital en pocas manos. Por ello, la reactivación necesaria del proyecto socialista, pasa por una reducción de la burocracia y un fortalecimiento de la adhocracia que permita resolver los ingentes problemas sociales y económicos que enfrenta la nación.