Las siguientes son unas observaciones con sus debidas apreciaciones referentes al aspecto histórico de liberación que dentro del espectro educativo, se ventila en estos días sobre la nueva educación que estamos planteándonos:
Comienzo con el aspecto de la negritud, donde he notado gran interés en los afro descendientes por querer manifestar el alzamiento del rey Miguel (1564, Yaracuy), como el primero de los movimientos precursores de liberación en nuestro país, puesto que la historia patria no toca estos movimientos como importantes, tampoco el de "Andresote" (Yaracuy 1732-35) y apenas lo hacen de sesgo con el de José Leonardo Chirinos (1795-96), y quizás, los más escrupulosos apenas toquen el tema. Está claro que el duro arribo al continente nuevo de las cadenas de esclavos, merezca la atención para la cimentación del acervo de nuestra nacionalidad. Pues bien, a modo personal, creo que ese enfoque visto de esa manera es erróneo y hasta racista, aunque sé que no es esa la intención de los hermanos afro. En lo específico a Venezuela, es todo un conglomerado que hay que tocar como precursor de la lucha emancipadora, la que aún continúa. Sobre el aspecto en lo particular, las naciones aborígenes más que todo las del centro, oriente y sur del país, estaban en total alzamiento contra la dominación española. Si hablamos para los días del alzamiento de Miguel, paralelamente se desarrollaba exitosamente la coalición entre Guacaipuro, Tiuna, Naiguatá, Terepaima y otros no menos importantes, que duró nueve años cuando menos, hasta la batalla de Maracapana (1567), donde mujeres como Urkía, compañera de Guacaipuro y madre de Baruta, tomaron parte, por lo que creo que no debe mostrarse una historia de quién fue el primero, y menos quién el último, dado que como dije, el problemita aún persiste. Pero que, si de importancia es el rey Miguel, no menos lo son los jefes originarios mencionados y la lucha que protagonizaron ¿o protagonizan todavía unos y otros?
El invasor tampoco pudo fundar espacios a lo largo del río Orinoco, al sur del territorio precisamente porque los kariña jamás se lo permitieron. Muy famoso es el jefe kariña Veri Veri, que le daban ciertos ataques epilépticos cuando agarraba sus rabietas contra los españoles y misioneros, de ahí que las ciudades al margen del importante río no tengan más de 300 años de existencia. En fin, la historia de independencia al ser abordada desde ese punto de alzamiento o resistencia, adquiere una perspectiva amplísima, y alcanza a las naciones en su purismo aborigen -de este continente o africana-, luego en la visión mestiza, que siempre es estudiada desde el punto de vista del conquistador español, atendidos por historiadores que continúan esa visión tradicional estigmatizadora a los primeros nómadas llaneros que preferían el asalto abigeato y las cuatrerías, antes que estar sometidos a los estamentos explotadores de entonces. Más tarde la lucha prosigue desde el poder de las castas, donde se vislumbra ya la potestad de las fronteras al entremezclarse los horizontes político-económico con el territorial; aquí es donde entra la lucha emancipadora conocida como tal y fundamento de nuestros límites, pero dentro de ella, prosigue ese enfrentamiento visto entonces de castas pero que en la búsqueda de sus derechos, toca otros intereses, que iban más allá de aquellas. En un primer momento el Taita Boves, encarna más la apreciación de lucha de casta (los pardos), pero más adelante, dentro del ejército libertador, la percepción de clase la suplanta. Está en vigor la utopía bolivariana, que nunca le fue de perlas puesto que siempre tuvo resistencia, así tenemos que Piar quiso levantar nuevamente banderas de casta parda y fue derrotado y fusilado.
Paralelamente el mundo exterior vivía sus propias convulsiones. El "pardaje" a su manera siempre pretendía inclinar la gesta de su lado. Esos estudios apenas están en pañales, por ello muchos acusan sin conocimiento de causa a Bolívar como un propulsor de la corriente blanca sobre las castas mal llamadas "inferiores", entre esos los pardos y en ello tiene que ver muchos estudiosos descendientes de la casta criolla colombiana. Vencido y muerto el Libertador, los países liberados de la corona española, caen en una nueva matriz de dependencia, las clases más sufridas vivían ahora subyugadas de los que ayer estaban contra España. En algunos sectores se apuró mas que en otros la liberación de esclavos para caer en la peonada, de cadena invisible y clase más perniciosa que durante los españoles, donde ahora ni pagando alcanzaban superarse. Leyes que favorecieron a los terratenientes derrumbaron al último estrato a los más débiles. Todos esos países se transformaron en pasto de las potencias. Guerras y más guerras, convenios, tratados, invasiones y martirios de los más trabajadores han salido triunfantes por la puerta del frente para luego entrar por la cocina de la patria, buscando superar su condición para lograr su liberación definitiva y justa.
De ahí que la liberación no es una categoría que pueda dividirse en rangos de carrera contra el destino, y mucho menos está acabada porque estén demarcados unos límites de frontera. Ya la historia de emancipación venezolana la trataba el pensum conocido haciéndola llegar hasta el Alto Perú, Bolivia. Pero ahora más que ayer, se trata de concienciar la(s) etapa(s) cumplida(s), por un lado, pero por el otro, el resto que nos falta, de qué es lo que se trata una verdadera emancipación, de nuestra geografía y su circunstancia, de la geopolítica como factor de táctica, de la geografía humana y su proyección de derechos abastecidos, de sus deberes para cuidarla, educarla, protegerla y traspasarla como herencia.
Un buen inicio, lo protagonizaría la historia presente que escribimos, hacerla en parangones, mostrar a Danilo Anderson, su valor tan enaltecedor como el de José Leonardo Chirinos, a Jean Baptiste Bideau, el capitán de Santa Lucía, desconocido hasta por la población afro, su proclamación de liberación de esclavos en Güiria e Irapa (1813) tan valiosa como la de Bolívar en Carúpano años después; el porqué la medida de exterminar a los blancos en Haití, llevó a las naciones blancas execrarlos, al punto que aún hoy, no se levantan de aquel acontecimiento, medida que pretendían los seguidores de Boves en su momento y algunos seguidores de Padilla más luego, si hubiesen matado a Bolívar en 1828 (salvado de chiripa por Manuelita Sáenz). Se pierden los análisis aún intactos.
Qué paradójico, pero verdaderamente libres eran los pueblos vírgenes de la coalición de Guacaipuro, además de otros alzamientos particulares, de los kirikires, los cumanagotos, los jiraharas por ejemplo. Libres, los pueblos que vivían en sus entornos del África antes de encadenarlos como esclavos. Aquellos pueblos en su momento sabían lo que buscaban al pie de la letra, lo conocían en vida propia. Por ello el estudio de su vida libre es de cabal importancia a la hora de enfocar la historia venezolana desde el punto de vista de Liberación, del presente, que no conoce vida libre sino de esclavitud sin darse cuenta tras las pantallas televisivas y las banderas consumistas que lo encarrilan.
Esta es mi modesta opinión sobre los estudios de liberación venezolano-latinoamericana que creo, apenas comienza, ahora es cuando falta quemarse pestañas… y disculpen las hermanas del sexo opuesto, donde su valor de género, también ha sido de un rango execrado atrozmente, que, mejor ni hablemos, llenaría varios aporreadores de propuestas. Mi abrazo sincero a los que se afanan en esta nueva percepción de la nutrida Historia de Venezuela, una de las más hermosas, no quiero pecar de pedantería absolutista, que ha ofrecido de las páginas más brillantes para este aún, Nuevo Mundo.
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