Desde el triunfo del ex-obispo Fernando Lugo, hemos escuchado y leído mucho sobre la Teología Latinoamericana de la Liberación, antes ya era conocida con la victoria de la revolución sandinista y posteriormente la revolución bolivariana en Venezuela la reivindicó, pero esta corriente no es parte de un pensamiento político, ella nace de la experiencia pastoral de religiosos, sacerdotes, obispos, pastores de iglesias evangélicas catequistas y cristianos de comunidades de base que se fueron interpelando ante la cruel realidad social y económica, de muchos pueblos especialmente de este continente, que eran objetos del hambre, de la pobreza, de la exclusión educativa, de la falta de una vivienda digna y de un trabajo que les permitiera al menos subsistir. Es decir, la teología de la liberación es un grito de alerta y al mismo tiempo de esperanza para construir un mundo más humano y más cercano a la propuesta de Jesús en el Evangelio.
Ella nace de una interpelación ética, que ve el rostro de Dios en los niños abandonados y en todas las situaciones de miseria y deshumanización y desde el marco de esa realidad el hombre creyente interpreta su fe y al igual que el autor bíblico, asume la misma actitud de Dios que escucha el clamor de su Pueblo esclavizado y explotado en Egipto y no puede ser indiferente y quiere liberarlos de la esclavitud (ver Libro del Éxodo capítulo 3, versículos 7 y 8).
Decir Teología de la liberación, es hablar el lenguaje de Dios desde el pobre, desde los que se encuentran en la periferia y en la exclusión, es hacer la reflexión para despertar la conciencia de la alienación y del sometimiento que las estructuras económicas y políticas han instaurado a lo largo de la historia para someter a las mayorías, lamentablemente hasta las mismas cúpulas eclesiásticas han actuado contra esta corriente de pensamiento declarando a sus teólogos fuera de la doctrina católica y han permitido persecuciones políticas y asesinatos de los mismos.
Esta teología, se convirtió en América Latina en el mayor enemigo de las dictaduras militares, gobiernos de derecha y jerarquía católica, perseguidos, asesinados y silenciados se les catalogó de comunistas y de contaminar el Evangelio de Jesús con criterios materialistas. Ojala que este despertar comprometa a los que en ella creen en luchar por la justicia e ilumine a los revolucionarios latinoamericanos a no perder el horizonte que los excluidos no soportan una decepción más.
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