A quien esté en sus cabales, aunque no sospeche siquiera que existe la economía política, bástele ver los depósitos repletos de toda suerte de productos; los que están sacando de contrabando fuera del país, y otra gran parte que los agiotistas y especuladores tienen acaparados, ya que están conspirando contra el Gobierno Revolucionario y crean la escasez superficialmente, por una parte y por otra la especulación para que a las mayorías no les rinda el aumento salarial, ellos no quieren aceptar ni entender que si todos aquellos productos se emparejasen con todos los que de ellos carecen, tal vez resultaran escasos. Pues viene el economista, y nos suelta esta estupidez. “Se aglomeran los productos en los almacenes porque el pueblo que de ellos necesitan no tienen poder adquisitivo” Con lo cual queda de lo más orondo, porque ya saben decir que somos pobres en el lenguaje de la economía capitalista. Y, por si no quedara del todo satisfecho, nos larga en seguida el mismo economista una segunda definición de la pobreza, que no hay más que pedir. “La plétora de mercancías no consiste en exceso de producción, o importación, sino en la imposibilidad de obtenerlas los que las desean”. El porqué de esta imposibilidad parece que no le preocupa al economista, como cosa de importancia y abandona el tema sin meterse a fondo en el problema. La cuestión es dar trabajo y abaratar la vida, y el que sostenga otra cosa el sesudo economista es porque no ha meditado tan profunda y desinteresadamente en los problemas económicos del pueblo. ¿Abaratar la vida? “Pero si eso son sofismas con que Carlos Marx y otros engañaron a los pobres trabajadores”.
La producción no se ha desarrollado en una proporción que la potencia del poder adquisitivo del pueblo; este gana más que antes; compra más, pero todavía existe una inmensa laguna entre lo que él puede comprar y lo que se produce para él, que es el principal consumidor; de suerte que no hay exceso de producción, la crisis generada por el acaparamiento y la falta de producción no marchan de acuerdo con los progresos del bienestar del pueblo. En el fondo de todo ello no hay más que una falta de equidad en el reparto de la riqueza, una absurda producción, que la completan con la importación de productos del exterior. La burguesía se apodera, por ejemplo, del 80% y deja para el pueblo que es mayoría el 20%. Viene luego la colocación de los productos con sobreprecio la burguesía tiene lo suficiente con el 20% de ellos, ya que tiene con que pagarlos; queda para el pueblo el 80%; más como en el reparto primero no le dieron sino el 20%, lo demás lo acaparan, eso es lo que puede comprar, y aunque quede mal alimentado, mal vestido y mal alojado, no puede hacer otra cosa que mirar las brillantes vidrieras y los almacenes donde dormitan los ociosos, y, si acaso distraerse con el sesudo economista, que le demuestra que no puede comprar de aquello porque no tiene con qué.
En pretendida respuesta al Gobierno socialista de trazar el cuadro de los progresos que el pueblo ha cumplido bajo el régimen de libertades en que vivimos, la labor de los medios de comunicación se han dado el trabajo de inventar estadísticas estériles, por más que la estadística sea una cosa delicada. Es uno de los temas favoritos de los economistas puestos al servicio de la burguesía, el de repetir un día y otro que el pueblo está perdiendo en bienestar, y no se fijan en que precisamente por ello es por lo que pide justicia. Pero hay dos circunstancias que se olvidan siempre que se habla de este aumento, de bienestar del pueblo, y las circunstancias son: la una, que se debe a la buena voluntad del Gobierno socialista, y al proceso mismo económico y a los esfuerzos del pueblo hayan despertado en más de un caso el fondo de bondad y humanitarismo que los revolucionarios guardamos. En la otra circunstancia, que se olvida al tratar del mejoramiento cumplido en las clases trabajadoras, jubilados y madres del barrio que con el aumento de salario y pensiones han crecido las necesidades del pueblo. Ya no vive como antes, ha aumentado sus gastos, satisface deseos que antes se contentaba con satisfacer en sueños Es repugnante cuanto se dice de la incontestabilidad del pueblo, es repugnante y necio. La creación de nuevas necesidades en el pueblo es uno de los primeros y mayores factores del progreso, así como la resignación del pobre es, con la caridad del rico, premisa forzosa del estancamiento y aun del retroceso. Nuevas mejoras provocan necesidades nuevas, y necesidades nuevas empujan a la conquista de nuevas mejoras.
A los señores directores del Banco Central, a los señores del SENIAT, a los del Ministerio de Finanzas y a los del INDECU; tenemos que controlar eficientemente y que estén en el mercado los productos de primera necesidad como son: alimentos, artículos de limpieza y aseo, y controlarlos rigurosamente; tenemos que ponerle PVP a todos los productos que salgan al mercado para evitar el saqueo y el robo a que nos someten los pulperos, los cuales se enriquecen descaradamente a costa de los venezolanos; vamos a pararles el trote a estos delincuentes que tratan de volver sal y agua nuestra recién revaluada moneda y el aumento salarial, en alianza con los medios de difusión mediática. Cada día que pasa estos delincuentes suben los precios de los artículos, hay que controlar a estos sinvergüenzas eficientemente, se les debe aplicar la “sopa de Boves o te la tomas o te jodes” y el que no esté de acuerdo con esta medida que deje el camino a otro que se comprometa a prestar el servicio con sentido social y equitativo a la comunidad. Igual sucede con el servicio de Salud. El Estado debe proceder a su socialización; no hacemos nada con preparar nuevos médicos integrales que a la larga los absorberá el sistema capitalista mercantilista; con esta medida se mejorarán los servicios y nos salen hasta más económicos. Hay que implementar que el servicio sea igualitario para todos, donde los usuarios tengamos los mismos derechos, donde no existan venezolanos de primera, ni de segunda; se debe mejorar el servicio en los hospitales y lograr que éste servicio sea mejor que el de las clínicas privadas; se tiene que meter en cintura a la mafia “adeco-copeyana de la Federación Médica, y si no están de acuerdo que se muden para Miami. Tenemos que eliminar los HCM, herencia de los politiqueros y sindicaleros de la 4R; debemos eliminar los privilegios, los HCM “dan para todo”, y con estas medidas se eliminan los grandes negocios que los dueños de esos lenocinios tienen, con los susodichos seguros y la complicidad de algunos médicos sinvergüenzas que hacen su agosto. Calculen lo que gasta el Estado en los subsidios a la educación privada, tanto en la primaria como en la secundaria y superior, los grandes beneficiados son las instituciones religiosas que se llevan un dineral que utilizan para conspirar contra el Gobierno Revolucionario. Procedamos a la socialización inmediata de estos servicios. Debemos ponerle un impuesto al lujo. Qué los que más tienen paguen más. Si no tomamos estas medidas no puede hablarse de socialismo.
Los venezolanos: Durante siglos hemos vivido esclavos y, por consiguiente, infelices.
Desde hace diez años respiramos en espera de la independencia, de la felicidad y de la igualdad.
manueltaibo@cantv.net