Resulta importante determinar a quien ivan dirigidas el discurso y las medidas que el Presidente Chávez anunció el miércoles 11 de junio en cadena nacional. Más allá de la controversia ideológica que estas declaraciones originaron, no solo en el movimiento revolucionario Bolivariano sino también en todo el espectro de la oposición. Conviene establecer la naturaleza y carácter de las medidas inscritas en el marco de lo que Chávez in situ invoco, me refiero específicamente a la teoría económica de la dependencia, desde la visión de una de sus figuras más resaltantes, Celso Furtado.
Desde los enunciados del grupo de intelectuales disidentes de la CEPAL, autores de esta tesis de economía latinoamericana, se podría determinar que los estados naciones latinoamericanos, mucho antes incluso de sus nacimientos cargaron con el pesado fardo de ser productores, en principio de recursos minerales como oro, plata, perlas etc., durante la conquista y la colonia, para luego, desde la independencia hasta nuestros días, convertirse en productores de bienes primarios, todo esto impuesto y dirigido desde los centros de poder mundial, los cuales fueron trasladándose en el espacio y el tiempo, primero desde el Imperio español, luego el ingles y ya en el siglo XX, el imperio estadounidense. De tal manera que, de acuerdo a estos autores, los estados que componen la gran nación latino caribeña nacieron dependientes, no se trataba solamente de la voluntad de nuestros pueblos y clases dirigentes era, en todo caso, la imposición del sistema de división internacional del trabajo, la cual con el advenimiento de la segunda revolución industrial, va ha mostrarse de manera más definida y rigurosa, sobre todo en las regiones equinocciales del nuevo continente.
Nuestra vocación congénita e involuntaria de productores de bienes primarios se va ha traducir en la inexistencia de un modelo de desarrollo económico endógeno, nacido de las características geográficas y antropológicas de nuestra región, que pusiera el énfasis en un proceso de diversificación industrial, sostenible en el tiempo a través de medidas proteccionistas originadas desde las instituciones políticas, desde donde también se impulsara el aumento de la capacidad adquisitiva de nuestros trabajadores como elemento fundamental para el impulso de las fuerzas productivas. Es decir, que la única manera de romper la dependencia con los centros de poder mundial es la construcción de un modelo de desarrollo nacido de nuestras propias vivencias como nación, que impulse una revolución industrial propia, protegida, como paso en todas las naciones desarrolladas del mundo, por el estado. Ahora bien, ¿quienes debían encargarse del impulso de este proceso?, luce evidente que no será nuestra tradicional clase económica nacida en el siglo XX, caracterizada por el parasitismo e improductividad congénita, basta con que la sociedad venezolana la haya mantenido y se la haya calado durante más de un siglo. Se trata, pues, de que en la actual etapa de la revolución venezolana el estado debe impulsar la construcción del nuevo modelo económico utilizando la coyuntura económica actual, de elevación de los precios del petróleo, la cual favorece la acumulación capital como piedra angular para la existencia de este proceso.
Entonces ¿como y quienes estarán presentes en este proceso?, a todas luces pareciera que desde los primeros momentos del proceso revolucionario bolivariano lo hemos venido modelando con el desarrollo del cooperativismo, con las empresas de producción social, con las empresas mixtas, y con todo el arsenal de creatividad presente en nuestra sociedad, orientado seguramente por el espíritu doctrinario enunciado en nuestra nueva constitución la cual pone el énfasis en el ser humano como alfa y omega de nuestra esencia como nación. No podemos, por supuesto, ser tan inocentes e ingenuos, como para pensar que en este proceso no van ha estar presentes los peligros de la reedición del pasado, sin embargo, pareciera que no tenemos otro camino que construir entre todos la nueva sociedad que queremos.
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