Existe una tendencia natural de justificar las derrotas por el peso de acciones externas contrarias a nuestros actos. Si analizáramos nuestras conductas y decisiones se trataría de autocrítica y no de justificación. Estas afirmaciones, por supuesto, no significan que las acciones de terceros contra las nuestras no influyan en el desenlace del debate. Claro que influyen. En un juego de ajedrez, importan nuestras jugadas así como las del adversario, pero la única forma de controlar las jugadas del contrario es moviendo muy bien nuestras piezas. En las confrontaciones no podemos evitar que el adversario actúe, pero sí estamos en capacidad de predecir sus actos y de evadir o reducir sus efectos negativos. La responsabilidad fundamental, por lo tanto, está en nosotros mismos, en nuestra comprensión de la situación, nuestras fuerzas, las metas propuestas, la cohesión interna y, también fundamental, conocer nuestras debilidades y escoger el mejor escenario para la lucha.
El enemigo hará lo mismo y asumirá posiciones acordes con sus intereses o se equivocará con el correspondiente resultado. En el caso venezolano, las distintas formas de penetración imperialistas estarán siempre presentes, pero su efectividad dependerá de lo que la revolución haga para enfrentarlas, lo que a su vez obedecerá a la claridad que se tenga al respecto y las fuerzas disponibles. Otro tanto ocurre con la acción de los medios: Globovisión, Radio Caracas, El Nacional, Tal Cual, El Nuevo País, El Universal, así como con la red de radiodifusoras venezolanas. No podemos explicar nuestro fracaso porque “los medios manipulan, desinforman o aterrorizan con el comunismo”. Ellos están para hacer eso. El problema es qué hacemos nosotros y cómo los contrarrestamos. Si no lo sabemos hacer o damos pie para que en las mismas haya algo de verdad, la responsabilidad del resultado negativo estará en nuestra debilidad, falta de preparación o nuestras perversiones. Basta ya de excusarnos con las acciones del adversario.
Si en el estado Miranda, la base chavecista no estaba de acuerdo con Diosdado Cabello, como lo demostró en las elecciones del PSUV al relegarlo a suplente de la directiva, no ha debido el Presidente imponerlo como Vicepresidente para Miranda, ni mucho menos haber sido seleccionado luego como candidato a Gobernador. No discuto en este momento las razones del rechazo de la gente, cosa que hay que hacer con seriedad, digo sólo que no parecía ser el mejor candidato. ¿Qué nos dijo la práctica? Que perdió, lo que unido al análisis que veníamos haciendo confirma la impresión inicial de no haber sido buen candidato. Por el contrario, Aristóbulo parecía excelente candidato, pero pierde también; las gestiones de Rangel Ávalos y de Barreto, que no respondieron a las necesidades de la gente, y la subestimación de Ledesma lo perjudicaron.
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