La ética socialista y "la cultura" de la viveza criolla

El primer objetivo del Proyecto “Simón Bolívar” 2007-2013, precisa de la necesidad de una nueva ética. Haber colocado este objetivo como el primero de una lista de siete, no debió ser fue un acto involuntario o de pura casualidad; tuvo que ser ubicado como el primero de la lista, bajo un argumento y explicación que no es difícil de imaginar. La crisis de valores es seria y afrontarla, supone construir nuevas coordenadas éticas que le den sentido y ubicación al Socialismo del Siglo XXI. Muy en el fondo, en este objetivo está en gran medida la suerte y futuro del proyecto revolucionario.

Históricamente hablando, existe una “cultura de la corrupción” que fue sembrada y abonada con el ejemplo y la impunidad. No está muy lejos en el tiempo, aquella idea lanzada por Gonzalo Barrios, según la cual, los venezolanos teníamos suficientes razones para meterle la mano a los fondos públicos. Toda esa “cultura” está en el consciente e inconsciente y solemos verla con una regularidad que nunca deja de sorprendernos.

El proceso bolivariano padece de ese mal y eso reclama de una posición vertical para enfrentarle y erradicarla. Existe en todos los niveles, pero en esta oportunidad, se hace referencia a una práctica que está aconteciendo y genera a nivel de las comunidades donde se observa, el fenómeno del desencanto o de fijar una conclusión que coloca a los bolivarianos “como igualitos a los Adecos y Copeyanos”.

El combate al latifundio es un importante frente de lucha que está en la vía del socialismo, sin embargo, es una política en cuyo desarrollo pudo haberse “filtrado” el patrón propio de la “viveza criolla”. Se invaden espacios, los entes oficiales realizan los estudios respectivos, decide por la expropiación y se entregan esos espacios a los nuevos usuarios y muchos de estos “camaradas”, venden después los terrenos a sus vecinos y de esa manera, se produce un “reciclamiento del latifundio”. Esto está sucediendo en los Municipios de la zona central del estado Anzoátegui y ello está generando a nivel de las ciudadanas y ciudadanos de esos Municipios (especialmente en el Municipio Aragua de Barcelona), desencantos y distanciamiento con el proyecto bolivariano.

No se afecta al latifundio para generar una autentica política en el sector y lo que se origina es la consolidación de nuevos latifundios y latifundistas con “cachuchita” roja rojita, porque muchos de estos nuevos propietarios al tener la posesión, la engordan por un tiempo muy corto y luego proceden a concretar la venta con “productor” que tienen como vecino. Así, va construyéndose un nuevo latifundista.

Otra práctica que contraviene la ética socialista, se presenta con el manejo de los recursos que ofrece el gobierno nacional y los gobiernos estadales para promover actividades productivas y sociales. No sería nada del otro mundo, encontrarse con un crédito entregado para una actividad productiva, verlo transformado en un auto de lujo o en la adquisición de bienes que nada tienen que ver con la idea original del proyecto.

La idea o los argumentos sobre lo que se soportan y justifican la reducción del latifundio y la participación comunitaria en proyectos sociales y productivos, no admite ninguna discusión. En honor a la verdad, esta política constituye un aspecto estratégico del proceso bolivariano, pero la falta de una ética, puede colocar a estas hermosas criaturas del proyecto bolivariano en un camino poco ético e incierto.

Es fundamental reducir o erradicar esta práctica, porque la ética es o debería ser la vacuna contra esa crisis de valores que pudiera estar penetrando con mucha fuerza las instancias de decisión y participación que nos estamos dando en Venezuela.



evaristomarcano@cantv.net




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Evaristo Marcano Marín


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