Existe toda una iniciativa política para valorizar los aportes del Che Guevara en la construcción del socialismo bolivariano. Desde nuestro punto de vista es de gran importancia leer al Che, analizarlo, revisar sus tópicos fundamentales, sistematizarlo, contextualizarlo e impedir que se convierta en la dura roca de un dogma revolucionario. Este análisis de Guevara no puede convertirse en pretexto para liquidar un debate cada vez más necesario, bajo el conocido recurso de la “cita de autoridad”: que “si lo dijo el Che”, que “como planteara el Che”, que “esta tesis incuestionable del Che”, etc. Se trataría, si este fuera el caso, de una suerte de carta final para paralizar la polémica socialista.
Consideramos al contrario, que los planteamientos del Che son un pretexto indispensable para clarificar y fecundar la discusión, para enriquecer la agenda de debate socialista, para analizar y comprender posiciones ideológicas, programáticas, y así dilucidar claves políticas de la transición al socialismo. Los esfuerzos teóricos de Carlos Tablada, Orlando Borrego, Fernando Martínez Heredia o de Néstor Kohan para reconstruir el pensamiento del Che, para colocarlo en la agenda de debate nuestro-americano son muy importantes, rigurosos e indispensables.
Ahora bien, el tema que deseamos plantear es la pertinencia de las ideas del Che sobre la democracia con relación a las tareas de la revolución pacífica venezolana ¿Puede el Che ser un modelo de pensamiento adecuado para guiar y orientar las prácticas políticas en la revolución pacífica venezolana? ¿Cuáles fueron las fuentes ideológicas de referencia utilizadas por el Che? ¿Que relación guardan con el marxismo soviético? ¿Permite el Che construir herramientas de análisis y lucha para la construcción del socialismo democrático en Venezuela? ¿Acaso no es el pensamiento del Che una de las inspiraciones de la significación de la ética socialista en el Primer Plan Socialista Simón Bolívar?
Hay temas donde el Che generó opiniones explícitas sobre el curso revolucionario de Venezuela, que es importante destacar en su tiempo y espacio concreto, en su contexto histórico específico. Luego de los acontecimientos del 23 de enero de 1958, el Che sostuvo, que una cosa era el análisis de las condiciones históricas que justificaban agotar las luchas cívicas, y otra, las circunstancias que empujaban hacia revoluciones violentas en América Latina. El Che consideró no viable la estrategia guerrillera en Venezuela. Y tenía razones para hacerlo.
En su tan analizado texto “Guerra de guerrillas” dijo (aunque sus lectores desprevenidos no lo asimilen): “cuando se habla de las condiciones para la revolución no se puede pensar que todas ellas se vayan a crear por el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero”. También planteó: “es necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener la lucha por las reivindicaciones sociales dentro del plano de la contienda cívica. Precisamente, la paz es rota por las fuerzas opresoras que se mantienen en el poder contra el derecho establecido. En estas condiciones, el descontento popular va tomando formas y proyecciones cada vez más afirmativas y un estado de resistencia que cristaliza en un momento dado en el brote de lucha provocado inicialmente por la actitud de las autoridades. Donde un gobierno haya subido al poder por alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y se mantenga al menos una apariencia de legalidad constitucional, el brote guerrillero es imposible de producir por no haberse agotado las posibilidades de la lucha cívica”.
Hay quienes comienzan a hablar de “ruptura revolucionaria” en el proceso constituyente bolivariano. Sin embargo, ¿acaso el proceso popular constituyente no es una “ruptura revolucionaria”? ¿O sólo la violencia política y el quiebre de la legalidad constitucional definen una “ruptura revolucionaria”? ¿Que significa la frase: “cuando las fuerzas opresoras se mantienen en el poder contra el derecho establecido”? ¿En que contextos y condiciones plantea sus ideas el Che?
Incluso, los planteamientos de “calco y copia” de las ideas del Che contribuyen a fortalecer no la acumulación de fuerzas en el campo nacional-popular, sino a derechizar las actitudes políticas de importantes capas de los estratos sociales intermedios, a pequeños y medianos propietarios, a profesionales, a segmentos de las clases subalternas, sobre todo a empleados de sector terciario: comercio, banca y servicios, a sectores estudiantiles, y a subempleados de los llamados sectores informales, que dada su identificación con un Estado democrático, pluralista y proveedor de bienes y servicios, y por carecer además de bases consistentes de educación política, son presa fácil de la campaña de “guerra mediática” contra la supuesta invasión del “comunismo” sobre Venezuela. Esta campaña de guerra psicosocial a gran escala se dirige a denunciar la presunta liquidación de la democracia y la constitucionalidad en el país por parte de la revolución bolivariana. Su eficacia depende justamente de la credibilidad de sus mentiras y medias verdades. Por tanto, la ambivalencia, confusión, indefinición y no deslindar adecuadamente el carácter peculiar y específico de la revolución cubana y venezolana, han debilitado el proceso de consolidación del proceso bolivariano.
Desde nuestro punto de vista, plantear un viraje del proceso bolivariano hacia acciones que proyectan una la necesidad de una “ruptura revolucionaria” con un proceso encauzado de manera pacífica, democrática, electoral y constitucional, con un gobierno con amplio apoyo popular canalizado mediante el sufragio, es parte de los extravíos que los guiones de la vieja izquierda. Consideramos que es un grave error de política, de estrategia y táctica.
