“(…)
imperativo categórico: echar por tierra todas las
relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado
y despreciable.” (Marx; Introducción a la crítica a de la filosofía
del derecho de Hegel)
“La teoría
materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y
de la educación, y de que por tanto, los
hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una
educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los
que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita
ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes,
una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en
Robert Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias
y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente
como práctica revolucionaria. “(Marx; Tesis III sobre Feuerbach)
El marxismo
burocrático perdió de vista la ética de la liberación en Marx.
En cambio, desde Stalin, trató de conjurar la emancipación social
del proletariado bajo el paraguas de la “moral comunista”. Y de
un tipo de moral represiva, saltaron al derecho coactivo, a la institucionalización
de deberes en la Constitución del 36, al código civil y al código
penal soviético. Quienes pierden vista estas relaciones, pierden de
vista la diferencia abismal de Stalin con Marx, la relación estrecha
de la obra de Marx, con la libertad del individuo social, una libertad
personal distinta al libre-tráfico de mercancías y del conocido despotismo
estatal. El estalinismo entierra el marxismo libertario. Como decía
Marx: no sacrifico la libertad por la igualdad.
Marx no era
colectivista, nunca habló de la sociedad en abstracto por encima del
individuo social. No fue como Cristo, no fundó ninguna religión, sino
una crítica de la alienación religiosa, siguiendo a Feuerbach. Marx
no era Hegel, ni fundó ninguna religión del Estado, sino una crítica
radical de la alienación política, la alienación del Estado representativo
moderno. Marx no fundó ninguna religión del capital y del mercado,
sino una crítica radical de la alienación económica, del fetichismo
de la mercancía y sus consecuencias en la mixtificación de la explotación
del trabajo asalariado. Aunque no lo compartan, el patrono, público
o privado es patrono, es explotador político o económico, explotador
de cabo a rabo.
Colocar la moral,
un producto de la auto-actividad humana en el conjunto de las relaciones
sociales, por encima y dominando a los individuos sociales, como un
poder extraño y ajeno, es parte de una alienación moral. Marx no fue
moralista, ni catequizaba, simplemente polemizaba, cuestionaba, hacía
un uso crítico de la facultad de la razón, reconociendo una razón
histórica y culturalmente situada, en medio de contradicciones y antagonismos
sociales, en función de la practica revolucionaria de la liga de los
comunistas. Uno de sus grandes legados, es la importancia de la crítica
radical y revolucionaria de la economía política del capital, así
como de la forma/estado, así como de las formas ideológicas, jurídicas,
filosóficas que reproducen las estructuras de mando y explotación
del Capital (capitalismo privado o capitalismo de estado, es capitalismo).
En el contexto
del debate de las transiciones, hay quienes defienden como única verdad,
como pilar fundamental del socialismo la tesis de la “conciencia del
deber social”. Uno plantea que no es así, que hay dos falacias en
esta única verdad: 1) que es una idea original del Che, 2) que la conciencia
del deber social no sea algo sobre-impuesto; y por tanto, en vez de
nacer de la relación dialógica con el otro y de la propia convicción,
es fruto de la inculcación ideológica a partir de una acción cultural
difusionista, de la imposición de una línea política. Habrá que
recordar que nadie ama obligado, nadie ama a juro. Nadie ama por deber,
por mandato externo, por imperativo político. Ama por lo que le sale
del corazón, no de un yugo político.
Parafraseando
en negativo a Mao: el amor, el altruismo, la ternura no nacen de la
boca del fusil. Lo que no está claro en toda esta acción cultura difusionista
sobre la “elevada conciencia del deber social” es la relación entre
esta idea, los derechos a la dignidad humana y la ética de la liberación.
Al parecer, hay unas minorías proféticas que saben lo que es el bien
absoluto, y nos lo dicen a partir de un simple maniqueísmo: el capitalismo
es el mal, el socialismo es el bien. No me parece condenable a priori
esta posibilidad, siempre que me aclaren de cuál socialismo estamos
hablando. Si es el de la URSS, no me convencen.
No tengo buenas
referencias del socialismo burocrático que instaló Stalin en la URSS.
No se si los defensores de Stalin en Venezuela saben (es decir, si han
sentido siquiera indirectamente) lo que significa la experiencia del
Gulag. Es posible que digan que eso nunca existió. Pues, sugiéranle
a quienes han recopilado miles de testimonios y hechos sobre el Gulag,
que esto es falso, que son inventos imperialistas, de la CIA, de los
infiltrados. Solo una adoctrinamiento retratado por Orwell, puede hacer
tabula rasa de la memoria colectiva de la tragedia humana del estalinismo.
Si de verdad, practican lo que proclaman a los cuatro vientos, ¿cuales
sentimientos de amor pueden justificar el silencio sobre el Gulag?
Pasemos a Guevara,
al humano Guevara, no al tótem Guevara. No nos hagamos los locos, hablemos
del Guevara de carne y hueso. Leamos al Guevara de carne y hueso, critiquemos
las ideas que consideremos no válidas del Guevara de carne y hueso,
o es que acaso estamos en la onda del culto la personalidad. ¿Acaso
Guevara es una suerte de alfa y omega de los procesos de transición?
No hagamos lecturas religiosas de Marx ni de Guevara. Ellos no son objeto
de culto, de veneración supersticiosa. Son humanos, demasiado humanos.
El asunto es
que la fórmula “elevada conciencia del deber social” no fue creada
por Guevara. Hay evidencia histórica y documental para constatarlo.
Esa fórmula ideológica es parte de la propia cultura ética, política
y jurídica del “marxismo soviético”. Una investigación a fondo
de estos planteamientos nos llevan a los años 50-60 en la URSS, y luego
a los escritos de Guevara en Cuba. Sabemos que Guevara fue el símbolo
de socialización de generación de cuadros y militantes enteros en
Cuba. Pero eso es asunto de la revolución cubana.
Si la afirmación
que hemos hecho es falsa, refútenla con argumentos, no con insultos.
Creyendo insultar, se insultan a si mismos. Insultan además, la inteligencia
de quienes pueden contrastar estas afirmaciones. Repito, si el asunto
va por revalorizar una actitud no dogmática de los planteamientos del
Che con relación a la ideología soviética, estamos completamente
de acuerdo. Pero sin falsear hechos que pueden ser completamente constatables.
Existe una filiación
del pensamiento del Che con el marxismo soviético de la época. Ese
marxismo se autodenominaba “marxismo-leninismo”. El mismo Guevara
se autodefinía como marxista-leninista. Uno sencillamente afirma que
ese marxismo-leninismo es un invento estalinista. Esto da mucha tela
para cortar, pero es un debate histórico, documental, con pruebas,
con evidencia disponible. No son inventos del Imperio, de la CIA ni
de los infiltrados. No son inventos de trotskistas (palabra que también
puso a circular Stalin), ni de reformistas, ni de pequeño-burgueses
ni de “anarcoides”.
Por cierto,
cada vez que escucho esta última palabra, la confundo con “aracnoides”,
cosas del significante, con el perdón de Bakunin y Lacan. Me imagino
aracnoides del Imperio, de la CIA, infiltrados por las grietas y resquicios
de la revolución, tratando de impedir la consolidación de la tan manida
conciencia del deber social. Una suerte de remix de aquella serie de
“Los Invasores”, pero en versión soviética. Las actitudes paranoides
generan efectos similares, en el imperio gringo o en la superpotencia
soviética. Pero sigamos.
Las formulaciones
del llamado “código del constructor del comunismo científico”
no son producto del ideario de la revolución cubana, luego de declarase
marxista-leninista y socialista en 1961, sino de los propios Congresos
Ideológicos del PCUS. Allí aparece la fórmula: “elevada conciencia
del deber social”. Más allá de las descalificaciones a los cuatro
vientos, solo basta con molestarse a realizar consultas documentales.
Investigar un poco. Sin necesidad de olvidar en carne propia, los grandes
sentimientos de amor, sin necesidad de sudar odio, descalificación,
descrédito, desprecio. Justo en este momento de escuchar tanto repudio,
pienso si no será necesaria una “elevada conciencia del deber social”
en sus propios declamadores. Tal vez, si de deber se trata, sería mejor
buscar la viga en el ojo propio, y no tanto en el ajeno. Se trata de
examinar el punto, tal vez estemos equivocados.
Quienes presuponen
que no ha existido la bancarrota del socialismo burocrático ni del
marxismo-leninismo, ni como crisis histórica, teórico-ideológica,
de representación ni como crisis de legitimación política, entonces
se parecen a aquella madre enferma de la película “Good Bye Lenin”.
Película con una impronta claramente capitalista,q ue en nuestros países
puediera llamarse: Goog Bye, Mr Reagan. Pero hay un aspecto si se quiere
estructural, que remite a los efectos de autoengaño. La URSS colapso
ciertamente en 1989, así como el Neoliberalismo colapsó en Venezuela
desde 1998, a pesar de los intentos de despertar al “Lázaro neoliberal”
por los intelectuales de Cedice. Sigamos.
Stalin muere
en 1953. Sharia en 1951 había escrito “Acerca de algunos problemas
de la moral” donde planteaba: “El marxismo-leninismo enseña que
no solo la construcción de la nueva economía comunista, sino también
la formación de la nueva conciencia comunista del hombre no es algo
auto-impulsado, no es un producto impuesto por el destino, sino que
se desprende de la actividad educacional multilateral y totalmente consagrada
del partido bolchevique y el gobierno soviético.” Como vemos, no
se trata de espacio para la auto-actividad, sino de puro condicionamiento.
Esa no es una educación para la libertad, sino para la sumisión. Luego
en 1955, Shishkin, el llamado “decano de los filósofos morales soviéticos”
publicó sus “Fundamentos de la moral comunista” donde comienzan
a aparecer claras referencias a formulas ideológicas sobre el “deber
social”.
En su informe
al XXII Congreso del Partido Comunista de la URSS, Kruschov había subrayado
la importancia de la educación moral: “Debemos desarrollar, entre
el pueblo soviético, la moral comunista, en cuya base se encuentra
la lealtad al comunismo y la enemistad sin compromisos hacia sus adversarios,
la conciencia del deber social, la participación activa en el trabajo,
el cumplimiento voluntario de las normas fundamentales de la vida humana
comunal, la ayuda mutua propia de los camaradas, la honestidad y la
veracidad, y la no tolerancia a los perturbadores del orden social”
(Materiales del XXI Congreso extraordinario del PCUS).
El código moral
del constructor del comunismo aparece en el proyecto de estatutos del
PCUS de 1961. El Diccionario soviético de filosofía (Rosental-Iudin;
1965) afirma: “En la sociedad socialista, la base del deber civil
está constituida por los intereses de la lucha en pro del comunismo.
Es deber de todos los ciudadanos de la U.R.S.S. participar activamente
en la edificación del comunismo. El código moral del constructor del
comunismo incluye en sí el principio de la elevada conciencia del deber
social, la intolerancia frente a toda infracción del mismo. El cumplimiento
del deber llena de sentido la vida y el trabajo del individuo, proporciona
la más alta satisfacción a la conciencia”.
Afanasiev en
sus “Fundamentos del comunismo científico” (1977) plantea el citado
código moral del constructor del comunismo presente en el programa
del PCUS, y el tema de la “elevada conciencia del deber social”.
Como vemos, se trata de elaboraciones algunas anteriores a los trabajos
del Che. Falta difundir más (si de difundir se trata) la ética de
la liberación en Marx, esfuerzo que pueden estudiar en Enrique Dussel,
Adolfo Sánchez Vásquez, Eugene Kamenka o Prior Olmo. Sus textos pueden
encontrarse con relativa facilidad. No creo que sean agentes pagados
por el Imperio.
En fin, la frase
“elevada conciencia del deber social” formaba parte de la cultura
marxista-leninista soviética para la época. Estos datos pueden ser
constatados históricamente en fuentes documentales. Sin necesidad de
insultos, sin necesidad de invocar a los aracnoides, perdón “anarcoides”
del Imperio, de la CIA ni los infiltrados, y mucho menos a los “filosofastros”.
Si siguen así, se van a quedar sin adjetivos.