Quizás alguien pudiera de repente decir que somos fastidiosos, que somos reiterativos hasta el cansancio, cuando insistimos en la necesidad urgente de educar a nuestra amplia masa trabajadora en cuanto a conciencia revolucionaria se refiere, porque ciertamente cuando observamos algunas posiciones dudosas desde el punto de vista de la lucha obrera como antesala del socialismo, concluimos que lamentablemente nuestra clase obrera, no acaba de deslastrarse de su condición de yunque y no asume que ahora es martillo.
El Estado socialista solo se puede construir con el fortalecimiento de las fuerzas productivas para echar las bases de la economía socialista , lo cual requiere de un gran esfuerzo por parte de todos los trabajadores que estamos inmersos en el proceso revolucionario bolivariano. Aquí tenemos que jugar un papel preponderante los cuadros de avanzada que estamos claros en las tareas que nos impone el momento histórico que vive Venezuela.
Es urgente, es necesario, es imperativo que el colectivo proletario, obreros, campesinos, amas de casa, estudiantes, vecinos organizados,organizaciones gremiales, sindicales, profesionales, culturales y de toda índole, entienda que solo la fuerza de todos unidos con conciencia de clase puede dar al traste con la mácula pequeñoburguesa que todavía torpedea nuestro avance revolucionario.
Ese enemigo, no tenemos que buscarlo en ningún lugar lejano ni extraño, sino dentro de nosotros mismos, que hasta ahora no hemos entendido que estamos en una transición de clase explotada, pisoteada, sojuzgada, dominada, con intereses individualistas a clase dominante con intereses y responsabilidades colectivas, como son la construcción de la patria socialista, a través del hombre nuevo, del nuevo republicano, con una visión de país diferente, en marcha hacia un mundo distinto,donde el ser tiene que ser el sustituto del tener.
Un mundo nuevo donde desaparezca la infame concepción del mercado, que todo lo convierte en mercancía,incluyendo las lágrimas de la madre que llora la pérdida de su hijo o del niño indigente que muere de hambre, porque sirven de insumo para alimentar el discurso de sus medios cargados de infamias y veneno alienante en contra del pueblo receptor del mensaje.
Pero para ello es indispensable que la clase trabajadora esté clara sobre las tareas históricas que le asigna la revolución.
Es preciso y urgente cambiar la conducta, la visión en la conducción de las luchas obreras. La conducta de la clase obrera frente a una empresa nacionalizada que está en transición de la administración burguesa o del capitalismo de Estado, para pasar a la administración obrera y a la condición de medio de producción socialista, no puede ser la misma que frente a la empresa privada, donde la plusvalía alimenta los bolsillos del oligarca y donde la trabajadora y el trabajador para alcanzar un mendrugo de la mesa del capitalista tienen que recurrir a la huelga y acciones de calle.
Aquí vale traer a colación situaciones que se han presentado en diferentes frentes que han dejado al descubierto posiciones vanguardistas, pequeñoburguesas, de quienes se autodenom,inan bolivarianos, cuando la dirigencia sindical en nombre de los “sagrados intereses” de la clase obrera, ha puesto a la masa trabajadora en contra de sus propias conquistas, engañándole con argumentos vacuos, cifrados en la concepción crematística que les ha acompañado a lo largo de sus incursiones en sindicatos.
Veamos por caso, dar ultimátum a un sector estratégico del país, para que conceda las exigencias del sindicato o de lo contrario van a la huelga. Convocar acciones de calle en contra de empresas del Estado, por intereses económicos y de proyección individualistas y darle armas al enemigo, que está montado en la cresta de cualquier falla del proceso, en pos de la conquista de la Asamblea Nacional.
A parte de ello habría que ver que se trata de industrias que habían sido privatizadas por las IV República, que la administración privada las descuartizó, descapitalizó y ahora arrojan pérdidas y el estado socialista realiza esfuerzos por recuperarlas, como es el caso de SIDOR, para preservar las plazas de trabajo y el bienestar de unas 10 mil familias. En un Estado capitalista habría ocurrido, lo que en México, con la empresa eléctrica nacional. Ahí está, el presidente Calderón, sin dolor de su alma, de un plumazo echó a la calla a más de 40 mil hermanos obreros, lo que representa golpear a 40 mil hogares y seguramente más de 200 mil seres humildes
Y aquí caemos en el caso del sector eléctrico nuestro, en gobiernos de la cuarta, ya estaría privatizados, habrían liquidado a mas de la mitad de su personal, como hizo la Amazonia, cuando compró a SIDOR,sin importar contrato colectivo y estarían ofreciendo servicio únicamente a los sectores rentables, porque en el capitalismo los servicios públicos no son derechos humanos,sino mercancía, que se vende a quien puede pagarla.
Por eso camaradas, tenemos que encender la fragua para templar el acero revolucionario, que no es otra cosa que la conciencia de clase, que nos permita participar directamente en el proceso de socialización de la producción, para asumir el trabajo en pro del desarrollo del país, como un compromiso, con alegría, con orgullo, con satisfacción y no intentar escurrir el bulto, eludiendo el trabajo, tratando de sacar la mejor tajada y echando a la espalda el compromiso que significa llamarse bolivariano y lo que es peor, rojo rojito. La participación tiene que ser directa no a través de titiriteros que intentan manejarnos a su antojo. Sin conciencia obrera se dificulta el avance revolucionario.
Periodista*
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