Hay ciertas
frases convenientes aunque nada efectivas que utilizan con frecuencia
parte de algunos sectores del proceso revolucionario bolivariano, tratando
de crear una imagen ficticia y triunfalista y eludir las grandes responsabilidades
que son imprescindibles en este momento. Momento en el cual, la República
está asediada y seriamente amenazada por tránsfugas y apátridas ligados
a intereses foráneos.
Ante esta realidad,
asombra, como a través de los medios de comunicación del estado, oír
la opinión del Ministro de Educación Superior, que parece aún no
darse cuenta del carácter fascista de las manifestaciones de estudiantiles
que generan violencia a nivel nacional, cuando abre su corazón colmado
de buenas intenciones para sugerir, no sé si ingenuamente, que se abran
las puertas de todos los medios de difusión pública progresistas
para que esa excelsa juventud manifestante opine. Parece ser que el
Señor Ministro olvida el grado de envenenamiento de esos jóvenes capaces
de darle fuego a todo el país para lograr la caída de Chávez. Ellos
no tienen mensaje ni moral para dar al pueblo, lo que tienen es odio
y sólo odio y su objetivo es desestabilizar al país.
Ser ingenuo
después de diez años de revolución, pidiéndoles a esos salvajes
reflexionar y entender que significa el verdadero concepto de libertad,
es realmente caer dentro de una burda utopía bufa. Nuestra debilidad
los fortalece y la falta de autoridad los engrandece, se hacen más
agresivos e intemperantes.
Estos movimientos
estudiantiles fascistas apuestan por el capital transnacional y a la
intervención militar, no les importa el futuro del país y les da lo
mismo lo que pueda suceder, total si todo es un negocio lo que importa
es cuanto hay pa eso.
Según la opinión
“revolucionaria” de algunos miembros prominentes de la Asamblea
Nacional, se considera que a estas bandas fascistas hay que combatirlas
con la presencia del pueblo en las calles, capaz de establecer una lucha
de ideas con el adversario bajo el paradigma del amor que todo lo resuelve.
Claro que asumir estas posiciones es mucho más fácil que legislar
para crear las condiciones que impidan definitivamente la impunidad
y la corrupción a niveles de los organismos encargados de impartir
justicia.
Ya sabemos de lo difícil que es hacer leyes verdaderamente revolucionarias y lamento tanta idiotez o ingenuidad política después de diez años del proceso revolucionario. Lo más urgente es la necesidad de castigar con severidad a esa dirigencia contra revolucionaria que ya ha causado la muerte de jóvenes estudiantes venezolanos. No es posible que el señorito Marcel Granier se pasee libremente por las calles en este país cuando es un promotor activo de la desestabilización y entrega de nuestra querida Venezuela. Sólo el temor y la cabronería permanente que anula la autoridad debida de un gobierno revolucionario, puede permitir estas aberraciones “democráticas”.
Ante los hechos acaecidos en estos días en diversas partes del país, cuando las manifestaciones salvajes de un considerable grupo de estudiantes condujo al vil asesinato de dos estudiantes venezolanos en la ciudad de Mérida.
¿Quien va
a recuperar la sonrisa de un hijo asesinado por las balas del terrorismo
real y mediático al que estamos sometidos permanentemente? Será la
filosofía del amor la que impida el asesinato y la desestabilización
del país, o será más bien la correcta aplicación de las leyes con
autoridad y sin contemplaciones en contra del delincuente y del juez
corrupto que lo proteja. El pueblo no quiere ser más instrumento ciego
de los políticos farsantes y desea de una vez por todas, que la AN
tenga la suficiente disposición y coraje para crear leyes que permitan
sanear el funcionamiento del poder judicial.
Que no olvide
la cohorte de asambleístas “revolucionarios” que si la República
cae no habrán piedras suficientes para cobijarse tratando de huir de
la espada represiva del fascismo oposicionista. No lo olviden!!!