La revolución bolivariana es un ensayo único y por ende requiere del trabajo sin descanso y la conciencia proletaria de todos para avanzar hacía la construcción del socialismo que es la meta de toda revolución.
Las revoluciones realizadas por la vía armada, son de más rápido avance, porque al alcanzar el poder por las armas como en el caso de la hermana República de Cuba, el desmontaje del andamiaje capitalista es más expedito. Porque simple y llanamente el estado capitalista burgués represivo ha sido derrotado y la conversión de poderes es más simple, porque el pueblo actor del movimiento libertario, tiene más clara la conciencia y de hecho cuando esto ocurre no cohabitamos con el enemigo, porque la contra miedosa y calculadora como siempre prefiere irse al exilio antes que enfrentar la justicia del pueblo . Por ende, es a ese pueblo empoderado a quien corresponde, sobre las cenizas de la estructura capitalista construir el edificio sólido del socialismo.
En Cuba por ejemplo las mafias apátridas del espectro comunicacional fueron a parar la carrera a Miami. Igual destino tuvieron los criminales especuladores del medio alimentario, inmobiliario y de los centros de producción. Esto representó para el pueblo cubano un trabajo menos.
En nuestro caso, al igual que Bolívia y Ecuador el trabajo corresponde completo, demoler las estructuras del sistema capitalista para poder avanzar por la senda de un mundo mejor.
Pero esas estructuras no se caen solas. Tenemos que trabajar en función de esa demolición. Ese trabajo tiene que comenzar por nosotros mismos. Es necesario que aceptemos nuestra enfermedad capitalista, que mantenemos nuestro pensamiento sobre una supraestructura que nos construyeron mediante una educación castradora y alienante, apuntalada en el positivismo puro. Tenemos que derribar esa muralla mental, para alcanzar el cambio; el urgente y necesario cambio interno de nuestra manera de pensar, de nuestra actitud frente a la vida y poner al servicio de la patria todo ese potencial aptitudinal, que la alienación nos hizo ignorar por mucho tiempo. Si no cambiamos nosotros, no podemos esperar cambios en nuestra sociedad y si no impulsamos los cambios sociales, no podemos aspirar a cambiar el sistema.
Porque no basta con la voluntad y los esfuerzos de nuestro líder Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, si a esa voluntad, dedicación, conciencia socialista y esfuerzos no aunamos lo que nos corresponde, no podemos avanzar a la velocidad que el momento histórico requiere. Una verdad axiomática popular reza:" Un solo árbol no hace montaña". Esa sentencia es aplicable a este proceso.
No basta con cambiar leyes si nosotros no generamos con nuestras acciones los designios que han de amparar esas leyes. Somos nosotros como pueblo empoderado quienes debemos propiciar los cambios en nuestras estructuras jurídicas. ¿Que hacemos con una novísima constitución si el principio del derecho sigue defendiendo a la estructura capitalista? ¿Que hacemos con eficientes cuerpos de investigación y seguridad si ese derecho continúa respondiendo a los intereses capitalistas? ¿Será que podemos, con esa estructura castigar a quienes hoy están hambreando al pueblo para colocarlo contra la revolución bolivariana? ¿Será que con ese derecho moldeado por el capitalismo podremos enviar a la cárcel a quienes provocan escacez artificial y elevan los precios hasta cinco veces sobre el costo real del producto? ¿Será que con esa justicia maniatada podremos castigar a mafiosos de la industria de la comunicación que han provocado un problema de salud pública, mediante la desinformación, la calumnia, la descalficación y la promoción del golpe de estado, tal como lo hacen la gran prensa, la radio y la TV privada, de manera especial RCTV y Globovisión, que cada día potencian más la disociación?
No...Camaradas, en esas condiciones no podemos avanzar. Tenemos que ponernos al frente de la clase
trabajadora, no para manipularla y colocarla al servicio de estructuras del sindicalerismo podrido, cuyos actores sirven al imperio y a la oligarquía, que a cambio les proveen de lujosos vehículos, abultadas cuentas bancarias y tarjetas doradas, para consumir escocés añejo, en los centros exclusivos donde el obrero o campesino de a píe no tiene acceso.
La clase trabajadora tiene que avanzar hacía la organización revolucionaria de los consejos o colectivos de trabajadores, con sus vocerías, bien lejos de la corrompida representación. Esa clase obrera o trabajadora la conforman todos los asalariados de la tierra,sin distinción de raza, religión o formación académica. Trabajadores somos todos y tenemos los mismos derechos y obligaciones para con la patria. No permitamos que se nos divida, mediante la consabida clasificación, hasta llegar al individuo que te aplican la oligarquía y sus lacayos para debilitar nuestras luchas.
Los bocazas, calumniadores y patoteros que siembran violencia en los escenarios de lucha para imponer sus criterios, son los verdaderos enemigos de la clase trabajadora y de la revolución.
En nuestra pelea, quien tiene la razón es quien convence, no quien grita e insulta más. El patán bocaza, maniobrero desvirtúa el deber ser de la lucha proletaria, para colocarla al servicio de sus bastardos intereses. Deslindemos con estos aventureros, discutamos, estudiemos los principios revolucionarios, potenciemos nuestros cambios internos y externos,porque hay que acelerar el tránsito hacía el socialismo.
Periodista *
CNP 2414 cd2620@gmail.com cadiz2021@yahoo.es