No pudieron ¿Por ahora?

Ayer miércoles 29 de septiembre, temprano en la mañana se sorprendió al mundo con el secuestro del Presidente Rafael Correa, por parte de un grupo del cuerpo de policía de la ciudad de Quito. ¿El motivo? La protesta por la eliminación de unos reconocimientos, que incluían bonificación en metálico para sus componentes y el reclamo por su restitución. Lo cual desde todo punto de vista sería un motivo de muy poca monta para una acción de la magnitud del secuestro de un Presidente.

La reacción tanto de su pueblo como del mundo fue cuestión de minutos. Rápidamente una multitud estaba concentrada frente al palacio de gobierno y frente al Hospital de la policía donde mantenían a Correa secuestrado. Los Gobiernos comenzaban a pronunciarse y los pueblos a manifestar en contra de lo que a todas luces fue un intento de golpe de estado.

¿O el comienzo de un golpe de estado?

En Chile de 1973 el golpe comenzó en el mes de julio con el alzamiento de un batallón de tanques ubicado en la localidad de Tacna. El “tancazo” o “tacnazo” como fue indistintamente denominado, no fue más que un tanteo o globo de ensayo para calibrar las condiciones objetivas para el zarpazo posterior y definitivo en el mes de septiembre. Acabando de esta forma con el luminoso proyecto de la Unidad Popular chilena

Para el momento del golpe “institucional” Honduras apenas comenzaba a transitar el camino hacia la liberación, con un gobierno que daba los primeros pasos hacia la integración con nuestros pueblos y con un incipiente movimiento popular. Todo ello unido al control absoluto del ejército por los facciosos y la traición de los propios compañeros de partido del Presidente Zelaya en el Congreso Nacional, dieron las condiciones para la ejecución rápida e irreversible del golpe de estado.

En Ecuador, donde hace apenas una década importantes movilizaciones populares habían derrocado a gobiernos de la burguesía. Hoy en día, bajo la denominación de “Revolución civilista”, se desarrolla un avanzado proceso de reformas progresistas e integracionistas, de contenido revolucionario que mantiene movilizado y en pié de lucha a vastos sectores sociales. Ello unido al prestigio y respaldo popular del Presidente Correa, permite prever una fuerte resistencia popular a cualquier intento por su derrocamiento

Fue tan solo entrada la tarde cuando la cúpula militar ecuatoriana se manifestó con un discurso de preservación del orden público, más no con una condena contundente. Para ser finalmente en la noche, que sus unidades hicieran acto de presencia para el rescate del Presidente.

Cabría preguntarse qué hacían los militares ecuatorianos entre tanto. ¿Desojando la margarita? ¿O buena parte de sus altos mandos esperaba y observaba? O más bien espera y observa, calibra, cuantifica, sopesa, las condiciones y factores en todos los sectores, dentro y fuera del ejército para un próximo y definitivo zarpazo. Porque internacionalmente no tienen problemas, ya que a buen seguro cuentan con el apoyo y dirección del Departamento de Estado.

Resulta muy cuesta arriba pensar que esos oficiales de policía realmente se la estén jugando por motivo tan fútil. Todo lleva a pensar que el fulano conflicto con la policía no es más que la punta del iceberg o la mampara de una vasta y extendida conspiración.

En semejantes coyunturas se presentan dos caminos: la conciliación o la radicalización del proceso. Allí es cuando los reformistas cuando son honestos tienen que profundizar los caminos revolucionarios, darle el poder y las herramientas al pueblo para que se convierta en verdadero protagonista de su historia para la defensa de sus conquistas en todos los órdenes. Si vemos en los próximos días aun Correa condescendiente, benévolo con los policías insubordinados, que no aplica con todo rigor los recursos del estado para corregir semejante desacato, probablemente esté siendo presionado por un ejército que seguramente en buena parte está en la jugada.

Pero ya hemos caído en el plano de las conjeturas. Lo que si no es de ninguna manera una conjetura es que los norteamericanos no le perdonan al Gobierno de Rafael Correa que los haya botado como las ratas que son, de la importante base militar de Tampa en territorio ecuatoriano. Y que sea uno de los puntales del proyecto de integración continental, antiimperialista de la ALBA.

El futuro de los pueblos de América del sur, se juega hoy en día en la hermana República del Ecuador. Defender a Ecuador y su Revolución Civilista es defender la revolución bolivariana, es defender la Patria americana.

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