La ciudad de Mendoza en Argentina, posee una magia especial. El ingenio humano llevado a su máxima expresión ha permitido desarrollar un eficiente sistema de acequias para el almacenamiento y distribución del agua que deshiela de la cordillera andina y desciende por diversos cauces. Gracias a esa capacidad para aprovechar al máximo un recurso limitado, grandes plazas y avenidas se engalanan de verde puro, verde intenso, verde vida. En fin, una vegetación que deslumbra, que invita a soñar, invita a la esperanza. Nadie se atrevería a imaginar que se trata de una ciudad desértica o al menos al saberlo lo pondría en duda.
El Aconcagua imponente y el cerro de la Gloria con su no menos imponente monumento al ejército Libertador de los Andes, encabezado por el general José de San Martín, evocan la epopeya que protagonizaron los próceres gran nacionales de la mano de nuestros soldados criollos, negros, indios y mestizos, para poner fin a la tiranía y con ella al oprobioso yugo español. De aquel lado San Martín y O’ Higgins condujeron, con tino y perseverancia de acero, a los patriotas hasta la victoria, mientras que de esta parte del vasto subcontinente hicieron lo propio hombres de valor inconmensurable, como Miranda, Bolívar, Sucre, Urdaneta y Petion, entre muchos otros.
Se respira un aire puro y bueno en Mendoza. También se deja oír una melodía que nos devela un futuro promisorio. Tal vez sea la voz de la inolvidable y querida negra Mercedes Sosa. Ah! ésa negra que trascendió fronteras, que fue tan grande, que quizo tanto a Mendoza, casi tanto cómo la sentimos y queremos en toda América como nuestra, porque –quien puede dudarlo- es nuestra.
En Mendoza, ciudad vinícola por excelencia, lo que más cautiva es su juventud. Las calles bullen de vida, gente que viene y que va, toma por asalto hermosas plazas y veredas con el caer de la tarde y se desata un movimiento frenético que no para hasta bien entrada la noche. La bella provincia argentina es también asiento de la Universidad Nacional de Cuyo (Uncuyo), emblemática casa de estudio por su resistencia valiente en la hora menguada del horror de los gorilas y el fascismo, que quisieron entronizar en el cono Sur, pero que ahora después de traumas y tormentos ha dado paso a procesos de cambio. A transformaciones, tanto tiempo postergadas y bloqueadas.
Intenso debate
Entre los días 7,8 y 9 de octubre las autoridades de la Escuela de Comunicación Social y de la Facultad de Ciencias Políticas de la Uncuyo, organizaron el XII congreso de la Red de Escuelas de Comunicación Social (Redcom), bajo el sugerente lema de “Los desafíos del periodismo y la comunicación social en el Bicentenario”. Investigadores, profesores universitarios, docentes y alumnos de distintas regiones del país gaucho y de América Latina se dieron cita en Mendoza.
Fueron tres días de intensos debates, foros y discusiones para delinear caminos, trazar estrategias y buscar nuevos cursos de acción para una comunicación concebida, pensada y llevada a la práctica como un bien público de primerísimo orden y no como simple mercadería al servicio de intereses imperiales. En definitiva, fue la excusa perfecta para soñar con un periodismo y una comunicación social distintos, dotados de nuevos contenidos, fundamentados en la participación, la democracia y el protagonismo popular y, lo más importante, casados con la búsqueda de la verdad.
Fue un verdadero honor haber podido participar como ponente de este Congreso para dar una idea general de la estrategia comunicacional desarrollada por el Banco Central de Venezuela (BCV), en medio del complejo proceso transformaciones sociales que abandera el presidente venezolano, Hugo Chávez.
Igual de gratificante fue constatar el interés de los hermanos argentinos por conocer detalles de lo que pasa en mi bello y amado país. Cuáles han sido las causas que han propiciado esta revolución popular, cuáles los principales logros y también las principales amenazas y fallas. En distintas conversaciones, pudimos constatar que el origen de los problemas estructurales que nos aquejan se asemeja demasiado.
Obviamente, salvando las especificidades muy particulares de cada país, nuestros pueblos y nuestras naciones tienen muchos rasgos en común. Rancias oligarquías de allá y de acá han obstruido la integración latinoamericana y han puesto mil celadas al sueño de Bolívar, de San Martín, de Martí y del Ché de hacer de esta una gran Patria Latinoamericana.
Aquí como allá y más allá, los pelucones, los amos del valle, los acomodados, los grandes cacaos de siempre han frenado, no sólo nuestro desarrollo interno, sino que han sido sumisos, serviles y rastreros ante la insaciable gula de un Poder Imperial, cada vez más decadente e inmoral.
En el plano comunicacional esos grupos de poder hegemónico concentran de manera grosera la tenencia de los medios de comunicación para vilipendiar, vituperar, propagar mentiras, invisibilizar y tratar de desarticular a los movimientos sociales. Ha sido gratificante ver que allá en Mendoza tienen bien claras las categorías y que no se rehuye el necesario debate para que nos comprometamos con un periodismo honesto, orgánico, liberador, transformador y no servil, oscurantista, terrorista, pornográfico y antinacional.
Qué bueno sería que acá en Venezuela las universidades públicas y privadas, supuestamente más reconocidas, estuvieran dispuestas a dar ese debate con seriedad, con disposición a realizar una revisión objetiva de lo que ha sido la conducta de los medios de comunicación nacionales y el papel que han jugado las universidades en todo este proceso de decadencia y deterioro moral del periodismo y de secuestro de la comunicación social.
Después de 200 años, la lucha por la Independencia no ha concluido, se nos muestra esquiva pero posible en un horizonte que nos convoca a ser capaces de transformar la sociedad y de asumir definitivamente como un compromiso irrenunciable las banderas de la igualdad social, la inclusión, la democracia verdadera y la participación popular y protagónica.
Hemos avanzado bastante, pero hay que hacer mucho más por articular los movimientos sociales de nuestros países, para que las tareas de emancipación comunicacional sean compartidas y las podamos asumir entre todos, conociéndonos, reconociéndonos y en algunos casos redescubriéndonos como actores centrales de una lucha que es de todos y para todos. El poder de las corporaciones mediáticas que descontextualiza, fragmenta y embrutece, es muy fuerte, pero el pueblo organizado es un gigante que cuando despierta es capaz de llevar a buen término las hazañas más colosales.
Nos vinimos de Mendoza, con muchas reflexiones y el ánimo renovado para seguir el combate, tanto en la praxis como en el plano de las ideas, las teorías y de la investigación. Aunque, como dice la negra: Nadie se va de Mendoza aunque piense que se va, madre es la tierra y el hombre raíz, árbol que crece en la paz estival, quedo durando en tu sangre, porque yo soy guitarra que volverá…
DCORDOVA@bcv.org.ve