Misión Humanitaria. Con ese cuento chino lo que enviaron fue más de mil cuatrocientos marines y sofisticado arsenal de guerra. No van médicos ni enfermeras, no van alimentos ni medicinas para la supuesta ayuda humanitaria. El gran gendarme del mundo se abroga todos los derechos que él mismo niega a otras naciones. Ciertamente, existe una Rusia sin Lenin ni Trotsky (mucho menos una Unión Soviética en guerra fría), pero sí un Putin, que es un gran aliado del imperialismo. El camino está expedito para la invasión si es que ya no lo ha hecho antes de salir publicada esta opinión. Algunas palabras entrecortadas salieron de las voces de los gobiernos chino y ruso para alertar que no es conveniente una invasión militar a Libia, pero eso es el resultado del choque de intereses económicos y competencia por dominio del mundo mucho más que de conciencia revolucionaria en lucha por el socialismo. Queda, pues, demostrado que el imperialismo estadounidense no mueve un solo dedo por razón humanitaria y menos hacia una nación donde haya mucha riqueza natural y el gobierno no sea de su entero servilismo incondicional. Su objetivo no es otro: que la invasión militar para poder garantizarse la supremacía en el control, explotación y distribución del petróleo libio.
La mentira en boca del imperialismo no dura ni siquiera lo que en el llano un pedo en un chinchorro. La verdad sale inmediatamente a flote, no sólo porque se sacude de la custodia de mentiras que le rodea para que no escape sino, mucho más importante, porque no resiste la más mínima hipocresía de quienes tratan de enclaustrarla para que se asfixie en el secreto. Todo mandatario imperialista miente, porque tiene la obligatoriedad o la convicción de mentir en beneficio de los intereses económicos que expolian y viven de la rapiña a la riqueza ajena, pero saben que la verdad les golpea la conciencia como un martillo a un clavo sobre un pedazo de madera flexible. El Presidente Obama, ya quitado su vulgar careta de misionero humanitario y dando mayor prueba de mentalidad nazi o sionista, más por temor a las contradicciones interimperialistas que por respeto a los pueblos en conflicto, no tuvo reparo en decir que Estados Unidos está dispuesto a intervenir militarmente si continúa la crisis humanitaria en Libia. Precisamente, para esos son los buques llenos de soldados mercenarios que fueron dirigidos a las costas de Libia supuestamente a cumplir una misión humanitaria. Quienes sigan creyendo en las mentiras del imperialismo como si fueran verdades irrefutables, no hacen más que situarse al lado de los criminales de lesa humanidad, al lado de los genocidas más abominables del mundo, al lado de las promesas de la injusticia social, al lado de la explotación y la opresión de otros pueblos por parte de los grandes magnates de la economía mundial. Pero el descaro, la arrogancia, el desprecio por los demás y con la ínfula de un jerarca político de un imperio, el Presidente Obama, fue mucho más allá y dijo: “Gadhafi, tiene que irse”. Sentencia que no sólo usurpa las voluntades de una nación o pueblo dividido y en lucha interna (unos en pro y otros en contra) del líder del gobierno sino, igualmente, es una alerta a otros gobernantes imperialistas que gozan de ciertas preferencias del Estado libio para la comercialización del petróleo y compra de armas, diciéndoles solapadamente que todo lo que se haga en este mundo debe respetarse el aval o el rechazo del más poderoso imperialismo que domina la Tierra y una enorme porción de su gente. El descaro y el cinismo no conocen ningún rasgo de humildad o de sinceridad en la conciencia de un político al servicio exclusivo del imperialismo. El Presidente Obama, para quien el pasado ni los crimines o genocidios de lesa humanidad cometidos en el mundo por los imperialistas donde destaca el estadounidense aplicando feroz terrorismo de Estado, anunció que el camarada Gadhafi debe responder ante el mundo por sus acciones militares. ¿Y cuándo va a responder el imperialismo estadounidense y todos los presidentes que ha tenido responsabilidad en genocidios por sus guerras de rapiña ante el mundo? ¿Y quién va a responder por las acciones contrarrevolucionarias que se llevan a cabo en Libia para derrocar al camarada Gadhafi? ¿Cuándo van a responder ante la opinión mundial los responsables de tergiversar, adulterar y deformar las realidades del conflicto libio para engañar al mundo y preparar condiciones sicológicas para invadir a Libia y los imperialistas repartirse la riqueza que no les pertenece? ¿Cuándo va a responder el expresidente Bush por sus crímenes de lesa humanidad en Irak y Afghanistán y cuándo va a responder el Presidente Obama por su complicidad criminal en los genocidios que comete el Estado sionista de Israel contra el pueblo palestino? ¿Hasta cuándo los pueblos del mundo se seguirán calando el verduguillo de que sean los mandatarios imperialistas los que decidan quiénes tienen o no razón en la política, quiénes deben o no gobernar en las demás naciones?
Lamentablemente, vivimos en un tiempo en que los pueblos esclavizados no están unidos por intereses que les son comunes como la justicia, la libertad, la solidaridad. Y eso hace que un porcentaje hasta acepte de manera pasiva o activa el intervencionismo bélico imperialista en los asuntos internos de sus países mientras que otro, lucha inclaudicablemente por hacer valer su derecho a la autodeterminación. Así es la historia de la lucha de clases o de la lucha entre países o Estados. Muchas naciones o pueblos lucharon contra la Francia revolucionaria de final del siglo XVIII, pero eso no evitó que el capitalismo triunfara en todos los países de Europa y se extendiera victorioso en toda la faz del planeta. Los imperialismos, unidos con la contrarrevolución interna, hicieron todo lo posible por derrumbar a la naciente Revolución Proletaria de 1917 en Rusia, y no pudieron conquistar su perverso objetivo. Todo tiene su tiempo de nacimiento, de crecimiento, de maduración, de desgaste y de muerte. El capitalismo, al igual que todo modo de producción incluyendo el comunismo cuando se establezca en el mundo entero, no escapa a esa lógica de la naturaleza, del género humano y del pensamiento social. Si no fuese así, Goethe hubiera desaparecido para siempre de todas las bibliotecas y obras literarias del planeta. Ya no debe existir ningún sentido común esperanzado en que el Presidente Obama, por ser de raza negra, posea sentimientos de simpatías por alguna causa que sueñe con un verdadero régimen de justicia, libertad y solidaridad. Un gobierno tipo Carter en Estados Unidos, nunca más se repetirá, porque los principios devoradores y exterminadores de riqueza ajena y de seres humanos por parte de la globalización capitalista salvaje chocan abierta y antagónicamente con cualquier postura política de respeto a las voluntades de los pueblos o naciones.
Se puede sentir rabia, ira, indignación frente a las mentiras de los voceros del imperialismo, pero con ello no hacemos nada si no se desarrollan políticas de pueblos que desafíen los designios del capitalismo y hagan valer los principios del internacionalismo revolucionario o proletario en este tiempo, en que ya se gestan conflictos de alcance universal: o se mantiene el capitalismo sobre la base de sus atrocidades sociales, su intervencionismo bélico en los asuntos internos de otras naciones, su rapiña o saqueo a la riqueza ajena, su extremada explotación al trabajo asalariado, su opresión a la mayoría de la humanidad o vencen los pueblos rebelados por la creación de un mundo nuevo, que sea realmente socialista para que se gesten las condiciones reales de la emancipación del género humano de todo vestigio de esclavitud social. Una tercera vía, no es más que un sueño utópico.
El Presidente Obama –vocero del imperialismo más poderoso sobre el planeta- habla como si fuese el símbolo más respetado e irrefutable de las verdades, como si dominara el Cielo y Dios fuese el peón que le custodia la caja fuerte de sus decretos y el Diablo su soldado que le custodia sus inversiones económicas en la Tierra. Ningún mandatario imperialista puede hablar o escribir sin que sus propias contradicciones no le contradigan sus ideas. Para Libia, envía buques de guerras y soldados bien armados a cumplir “misión humanitaria” pero, hasta esta fecha: febrero de 2011, ningún vocero imperialista le ha explicado al mundo ¿el por qué sus guerras en otras naciones (casos Irak y Afghanistán, por ejemplo) crean tantas crisis humanitarias y por qué, teniendo miles de miles de soldados al interior de esas naciones, no las ha resuelto sino, por el contrario, las agravan? Ningún vocero imperialista, especialmente del estadounidense, ha explicado ¿el por qué desembarcaron soldados bien armados en Haití y que para “ayuda humanitaria” si la crisis de hambre, de sed, de salud, de vivienda, entre otros elementos, fue producto de un devastador terremoto y no efecto de acciones de una guerra interna? Ningún vocero imperialista ha explicado, si en verdad son tan generosos en la solidaridad, ¿el por qué donde quiera que meten su cuchara en el Africa, existe mayor miseria, más violencia, más necesidades, más epidemias, más crisis? Ningún vocero imperialista ha explicado ¿el por qué no desembarca soldados bien armados en Israel para evitar que las profundas crisis humanitarias sigan produciendo violencia, muerte y dolor en el pueblo palestino y por qué, más bien apoya los genocidios cometidos por el ejercito israelita contra el pueblo palestino? En este caso de nada vale la opinión mayoritaria de la ONU, condenando a Israel, pero en el caso de Libia les interesa muchísimo aunque no se produzca una condena mayoritaria al gobierno del camarada Gadhafi. Ley del embudo: lo ancho para el imperialismo y lo angosto para el resto del mundo.
Pero mientras el imperialismo miente, y miente con cinismo y con descaro, para acometer sus fechorías, sus intervencionismos armados en los asuntos internos de otras naciones irrespetando el derecho a la autodeterminación de los pueblos, suceden cosas muy extrañas que para entenderlas es necesario sentarse desnudo acostado bajo un árbol de manzanas, como expresión del bien y del mal, para no caerse y evitar reventarse el cerebro con un golpe de una caída desde el Cielo a la Tierra y garantizar no convertirse en Diablo como le sucedió al ángel Lucifer. Es incomprensible, sólo de ser cierto, que el hijo del camarada Gadhafi, haya respondido al camarada Chávez en términos tan duros y creyendo que desde lejos todo el tiempo los demás sean ignorantes de lo que acontezca en otras regiones del mundo, mientras que su padre sí vio con buenos ojos la proposición de diálogo sugerida por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Está demostrado que los conflictos internos, más si son bélicos, en una nación no pueden ser resueltos con la absoluta independencia con que actúan Dios en el Cielo y el Diablo en el Infierno. No, siempre habrá injerencia foránea, bien sea reaccionaria o bien sea revolucionaria. Una de las dos se impondrá. Por ahora, así lo creo, en el caso del Medio Oriente, de las naciones islámicas y, especialmente, en Libia, predominará la práctica y el pragmatismo contrarrevolucionario del imperialismo. Ya llegará su turno al internacionalismo revolucionario, cuando el proletariado rompa con todos los esquemas de fronteras nacionales y con todos los oportunismos chovinistas, llevándose por el medio todos los obstáculos sociales para que triunfe el socialismo en toda la faz de la Tierra.