El 19 de abril se realizó la clausura del VI Congreso del Partido Comunista Cubano efectuada recientemente en La Habana, sus resoluciones fueron aprobadas por unanimidad de una representación que expresa la voluntad popular del pueblo cubano, contienen un significado histórico para el proceso de construcción del socialismo y su tránsito permanente e indetenible por la voluntad del pueblo cubano, pero también son una lección para los otros pueblos y naciones, particularmente en Latinoamérica y el Caribe e indudablemente para el propio proceso bolivariano, en la búsqueda acertada en tránsito hacia el socialismo en estos tiempos de globalización y de neoliberalismo imperial que pretende imponerse a los pueblos y las naciones.
Si alguna enseñanza nos aportan las resoluciones del Congreso, es que el pueblo cubano y su vanguardia, en un proceso de revisión, rectificación y relanzamiento, reiteran los principios de la construcción del socialismo, su carácter antiimperialista y la lucha por la justicia a favor de los humildes, la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos.
Un principio que levanta y reitera la resolución del VI Congreso es el de..."a cada quien según su capacidad a cada cual según su trabajo". Otra resolución significativa es la de desprenderse del centralismo y el burocratismo para llevar adelante los logros económicos, sociales y el significado mismo que ello expresa en una cultura verdaderamente transformadora y revolucionaria. Una cultura que se desprenda, supere y desaloje el burocratismo material y simbólico antítesis de la construcción del verdadero socialismo democrático, participativo y protagónico donde las manifestaciones materiales y simbólicas –el arte y la cultura– se profundicen y se expresen en el propósito irrenunciable de la construcción y en la búsqueda de otro mundo posible.
Esto, indudablemente será una lección para los procesos de emancipación pero, particularmente, debe ser un aprendizaje para el proceso bolivariano en su búsqueda de transición hacia el socialismo que supere los escollos heredados de la cultura rentista cuartorepublicana que aún hoy tiene existencia histórica y se niega –por voluntad del burocratismo contemporáneo– a dar paso a la verdadera voluntad popular antipopulista.
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