En medio de las críticas generalizadas hacia los aranceles impuestos por Donald Trump, muchos analistas los descartan como una medida torpe y contraproducente.
Sin embargo, detrás de su política comercial agresiva hay un intento por abordar un problema real: los desequilibrios globales en el comercio y el ahorro. ¿Está Trump equivocado, o simplemente jugando un juego más grande del que sus críticos reconocen?
El Origen del Problema: Ahorro vs. Consumo
Países como, China, Alemania y Japón mantienen superávits comerciales porque ahorran más de lo que invierten internamente. Sus políticas favorecen el ahorro corporativo y estatal sobre el consumo doméstico, lo que les permite exportar capital al resto del mundo.
En cambio, Estados Unidos opera en el extremo opuesto: los estadounidenses gastan más de lo que ahorran, financiando su déficit con capital extranjero. Este flujo se ha sostenido gracias al rol del dólar como moneda de reserva global, pero el modelo tiene riesgos crecientes:
Déficit comercial persistente
Deuda federal en aumento
Mayor dependencia de financiamiento externo
Si no se corrige, esta dinámica podría llevar a una crisis cuando el costo del endeudamiento sea insostenible.
¿Por Qué Trump Actúa Ahora?
Trump sabe que su ventana de acción política se estrecha con las elecciones intermedias. Si quiere cambiar el rumbo, debe hacerlo pronto. Pero, ¿cuáles son sus opciones?
Recortar el gasto público (algo que ya intenta, pero con límites políticos).
Reducir impuestos corporativos (aumenta la desigualdad y no garantiza inversión productiva).
Limitar entradas de capital extranjero (políticamente inviable).
Debilitar el dólar como reserva global (peligroso y difícil de lograr).
Imponer aranceles (la vía más directa y políticamente viable).
Los aranceles no son solo una medida proteccionista, sino una herramienta de negociación. Trump aprovecha el tamaño del mercado estadounidense para forzar concesiones de otros países.
Los Riesgos: Inflación, Retaliación y Crisis Global
Las críticas no son infundadas. Los peligros incluyen:
Inflación y estanflación: Si la producción local no compensa rápidamente la subida de costos por aranceles, los precios podrían dispararse.
Cadena de suministros afectada: Muchas empresas estadounidenses dependen de componentes extranjeros.
Guerras comerciales: Si otros países responden con más barreras, el comercio global podría contraerse.
Algunos comparan esta política con la Ley Smoot-Hawley de 1930, que exacerbó la Gran Depresión. Sin embargo, hay diferencias clave: en los años 30, EE.UU. tenía superávit y sobreproducción; hoy, el problema es el déficit y el exceso de consumo.
Trump no está solo imponiendo aranceles por capricho. Su objetivo es redefinir las reglas del comercio global, reducir el déficit de EE.UU. y fortalecer su industria. Es una apuesta arriesgada, pero no irracional.
El verdadero interrogante es si el remedio será peor que la enfermedad. Si Trump logra rebalancear el sistema sin desatar una crisis, EE.UU. podría salir fortalecido. Pero si falla, el costo económico y político será alto.
Una cosa es clara: el mundo ya no opera bajo las mismas reglas de hace 30 años. Trump lo sabe, y está dispuesto a jugar sus cartas. El resto del mundo tendrá que responder.