Una radiografía de lo que es el mundo actual se deja ver en la escasa cobertura que se ha dado a la terrible hambruna que ha asolado al llamado Cuerno de África, con Somalia como principal afectada, seguida de cerca por Kenia, Etiopía, Eritrea y Yibuti.
Son muchas las razones que se han sumado para ocasionar esta crisis. Entre las principales se cuentan la sequía más cruenta de los últimos 50 años consecuencia del modelo capitalista voraz y sus consecuencias climáticas, la situación política interna en cada nación -incluso con sus expresiones armadas-, la declaratoria de “terroristas” de estos grupos por parte del Departamento de Estado –lo que ilegaliza la entrega de ayuda- y la cantidad de desplazados somalíes a países vecinos como consecuencia de la lucha armada, que sólo en Kenia significan campamentos que concentran a más de 400.000 personas, con las consecuencias sanitarias, alimentarias y de seguridad que ello conlleva.
Sin embargo, a pesar que pueden ser varias las razones de la crisis, es sólo una la de la invisibilización de esta tragedia: son naciones pobres. Acá no vale la globalización y la “complejidad”, una simple razón basta para explicar su inexistencia a los ojos del mundo, orientado por valores capitalistas: son pobres. Seis letras que aunque se leen rápido, encierran el profundo dolor del hambre, la sed, el frío, el llanto de un niño que no entiende lo que sucede y de unos padres que no tienen cómo explicarle el porqué de tanto sufrimiento e injusticia, el porqué de una prematura sentencia de muerte por ser culpable de un delito que en el capitalismo ni prescribe ni admite perdón: el de su propia pobreza.
Hace algunos años fue un escándalo que una famosa cadena de comida rápida “desapareció” de un mapamundi al continente africano, en directa alusión de que si no pueden comprar, simplemente no existen en el planeta-mercado. Es el principio del ser condicionado por el tener, el vivir teniendo, muy alejado del principio del vivir viviendo que en estas latitudes construimos entre todas y todos. La batalla allá y acá es la misma: trascender un mundo injusto y luchar por la vida.
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