Dicha táctica fue favorecida por el
vacío de los dirigentes sindicales quienes en su mayoría no llamaron a
acciones decididas en la lucha gremial. A pesar de ello durante los
últimos años vimos luchas sindicales importantes como la de los
trabajadores del Estado contra los ataques a jubilaciones y pensiones,
la del magisterio contra los ataques a las condiciones laborales en
2008, la respuesta inicial de los trabajadores electricistas despedidos
en octubre de 2009 y las huelgas mineras en distintas regiones del país.
El 1 de julio de 2012 fue trasformada por los dirigentes sindicales y
por AMLO en la fecha central por medio de la cual los pobres y
desheredados encontrarían la solución a todos sus problemas.
Finalmente,
los resultados de las ansiadas presidenciales facilitados por el
Instituto Federal Electoral (IFE) otorgan al Partido Acción Nacional
(PAN) el 25,40% de los votos, al Partido Revolucionario Institucional
(PRI) el 38,15% y a la coalición encabezada por AMLO el 31,64%.
Declarándose al candidato de derechas, Enrique Peña Nieto (PRI), como
futuro presidente de México.
Un nuevo fraude
En
México la derecha, PRI y PAN, siempre ha recurrido al fraude electoral.
Esta vez no iba a ser menos. Dada la crisis internacional del
capitalismo, los grandes empresarios deben fortalecer su política de
ataque a los trabajadores por ello no podía permitir que un gobierno de
izquierdas, aupado por una fuerte movilización de la izquierda, ganara.
Para ello una vez más realizaron un fraude electoral que durante toda la
campaña, incluso meses antes, quedó al descubierto con la compra de
votos, la represión y asesinato de dirigentes de izquierdas. En plena
jornada electoral también, como hace seis años, se encontraron
descaradamente datos tergiversados en las actas electorales,
intimidación a pie de urna, expulsión de los observadores de izquierda.
El mismo IFE desarrolló medidas “legales” que le permitían manejar los
resultados a su antojo.
Por supuesto que, una vez más, hubo fraude
pero el problema ya no es el fraude en sí mismo sino la nula respuesta
desde la dirección del PRD, PT y el Movimiento Regeneración Nacional
(MORENA).
La campaña de la izquierda
A pesar del ambiente favorable para la
izquierda y del gran apoyo de masas la campaña, que ha coincidido con la
irrupción del movimiento “yo soy 132” que estalló a mediados de mayo y
que ha movilizado a centenares de miles de jóvenes por todo el país,
estuvo marcada por errores de todo tipo organizativo y políticos.
Poco
antes de las elecciones se supo de muchos compañeros de izquierda que
fueron golpeados por gente del PRI. Ataques realizados a plena luz del
día, en lugares públicos, en presencia o con intervención directa de la
policía y en muchos casos grabados o fotografiados, sin embargo la
dirección de la coalición encabezada por AMLO guardó silencio total.
Por
otra parte, el programa político de Obrador redujo a una mínima
expresión las demandas económicas y políticas del pueblo trabajador, en
su lugar se puso la consigna de la “República del amor” y la
conciliación con los enemigos de la clase trabajadora. Planteó el
“perdón” para los medios de comunicación, que están directamente
vinculados a la derecha, e incluso para el mismo Calderón. La
conformación del eventual gabinete presidencial también reflejó una
política incorrecta. Conforme la elección se iba acercando, López
Obrador fortaleció sus vínculos con círculos de empresarios nacionales.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Fernando Turner, que fue
nombrado como futuro secretario de economía. Este empresario fue
militante del PAN durante 30 años y en su momento apoyó la candidatura
de los panistas Vicente Fox y de Calderón. Otro caso es el de Juan Ramón
de la Fuente, hombre clave en la represión de la huelga estudiantil más
importante de los últimos años. Incluso a menos de una semana de las
elecciones, integró a su eventual equipo de gobierno a Manuel y Tatiana
Clouthier, hijos de uno de los históricos dirigentes del panismo. Los
priístas también fueron bienvenidos, Manuel Bartlett y Arturo Núñez
Jiménez, candidato a senador y gobernador de Tabasco respectivamente,
recibieron su apoyo. A pesar de que la campaña estuvo marcada por actos
fraudulentos a favor del PRI, AMLO firmó distintos acuerdos
comprometiéndose a aceptar los resultados “ganara quien ganara”.
Las masas esperan un llamado a la lucha
Nadie
puede culpar a las masas explotadas en México, ellas siempre han estado
dispuestas a movilizarse en las calles para evitar el regreso del
odiado PRI. Todos los mítines de López Obrador tuvieron una asistencia
masiva, incluso en estados donde la izquierda y los sindicatos han sido
severamente golpeados. Ahora, las masas están esperando un llamado claro
a la lucha. Se sabe que de no actuar contra la imposición de Peña Nieto
se abrirá un periodo de ataques muy fuertes de la derecha.
Toda la
base de MORENA, Morenaje PRD y PT han estado movilizándose dentro del
masivo movimiento “yo soy 132”. Sin embargo, las masas necesitan del
llamado claro para unificar las banderas del movimiento juvenil y de la
lucha contra Peña Nieto, aunque es muy posible que AMLO no llame a la
movilización sino a la lucha legal por recontar los votos en algunos
lugares. Dicha medida está condenada a la derrota.
Escribimos este
artículo a un día de las elecciones, el escenario está abierto pero
creemos que las acciones de la derecha y los errores de los dirigentes
de la izquierda permitirán que Peña Nieto tome formalmente el cargo de
presidente el próximo diciembre. Esto puede significar una
desmoralización para una capa importante de las masas explotadas, pues
han hecho todo lo que ha estado en sus manos y, sin embargo, la
pesadilla del PRI regresa. Pero en el marco de los ataques que Peña
Nieto debe realizar contra los trabajadores, esta desmoralización será
momentánea y pronto veremos cómo los trabajadores obtienen nuevas
fuerzas y nuevos motivos para salir a las calles protagonizando jornadas
de lucha aún más fuertes que en el pasado.