La II Guerra Mundial introdujo modificaciones en las relaciones internacionales: EE.UU. se apartó de su aislacionismo y llegó –aunque muy tarde- a esa guerra con el desembarco aliado de Normandía; por la destrucción de la base industrial de Europa y las bombas sobre Japón EE.UU. se convirtió en el hegemòn del capitalismo; aparece el campo socialista con la URSS de centro; se crea la ONU de amplísima aceptación y se acelera la independencia de las ultimas colonias.
Un objetivo militar de los nazis era la destrucción de la URSS, pero la República Socialista les derrotó en una batalla de 8 meses sobre Stalingrado y avanzó hasta el Reichstag donde colocaron la bandera de la hoz y el martillo.
En las nuevas relaciones la URSS y EE.UU. representaban a uno de los campos, era una lucha cultural, política, económica, científica, deportiva, ideológica, y de acopio de ojivas nucleares. Fue la Guerra Fría, no se enfrentaron esas dos súper potencias.
Esa etapa se acabó en 1989 con la URSS. En los últimos 25 años, Rusia, ahora capitalista, renovó su parque de armas atómicas y se recuperó económicamente. Por eso pudo detener a Obama en su anunciada invasión a Siria. Era el 3 de septiembre del 2013, a la semana, Washington cuestionó el sobrevuelo del avión presidencial venezolano en aguas caribeñas, con la futileza de un permiso no solicitado, le decían a Moscú, ésta es área de influencia nuestra, se estaba iniciando la Nueva Guerra Fría.
Pero que un grupo de países latinoamericanos se reúna con Putin, con una agenda que excede el tema económico, es la muestra del desacierto de EE.UU. y de la nueva posición política de la región, donde se destaca la independencia y la autodeterminación de los pueblos.
Esto ha sido posible por la visión estratégica del Presidente Hugo Chávez, de diseñar aun entre las diferencias nuevas propuestas organizativas y políticas.