Nos enteramos de la buena noticia de la llegada de Joaquín Pérez Becerra al Aeropuerto de Arlanda, Estocolmo, donde se reencontró con su familia y amigos quienes celebraron su libertad.
Pérez Becerra perdió un poco más de tres años de su vida en cárceles colombianas víctima de las componendas judiciales y de falsos positivos hasta que el Tribunal de Bogotá ordenó (17/07/2014) su liberación de manera inmediata e incondicional.
Sabiamente el periodista Pérez Becerra en su viaje de retorno a Suecia, país en el cual permanece radicado por ser un perseguido político en Colombia, su país natal, eludió el territorio venezolano. Decimos esto porque es necesario recordar que fue aquí donde, el 21 de abril de 2011, los cuerpos de seguridad venezolanos capturaron y en una especie de secuestro express lo entregaron al gobierno colombiano que se encargó del montaje judicial que lo mantuvo tres años y unos meses encarcelado, hasta su reciente liberación.
Parece que el hombre aprendió la dura lección y entendió que nuestra revolución no practica eso de solidarizarse con las luchas internacionalistas, menos ahora que no está Chávez.
Por eso es que el caso de Ilich Ramírez, Carlos, un venezolano quien siendo un activo combatiente internacionalista fue secuestrado en Sudán (1994) por agentes del gobierno francés y hoy, cuando están por cumplirse 20 años de su secuestro y encarcelamiento, permanece cumpliendo ilegalmente cadena perpetua en ese país, mientras las autoridades venezolanas se hacen de la vista gorda, ignorando los derechos que como venezolano asisten a Ilich y lo que respecto a su caso expresara el Comandante Hugo Chávez Frías.
Llegó a decir Chávez, en declaraciones a la prensa desde Miraflores (2011), refiriéndose a Carlos Ilich Ramírez Sánchez que “fue digno continuador de las más grandes luchas que desde aquí surgieron por las causas de los pueblo y las luchas de los pueblos” (…) “Independientemente de quien sea, es un venezolano y nosotros como Estado tenemos obligaciones con cualquier venezolano que esté en cualquier parte del mundo sometido a cualquier dificultad o proceso”.
Nuestra revolución debe aprender que nunca se entregan los revolucionarios a sus enemigos, como nos lo enseñó el compañero Presidente Salvador Allende, sino que una verdadera Revolución está obligada a defender a quienes han entregado su vida a luchar por la liberación de los pueblos.