Quieren celebrar que murió Fidel

Un amigo al cual nombraré Luis (ese es su verdadero nombre) de manera entusiasta me dijo que el día viernes 25 celebró "que por fin se murió esa calavera comunista de Fidel" y de paso, como muestra de "cariño" hacia mi, me dio el pésame por la muerte de "tu Comandante, y que en el mas allá ardiente, lo debe esperar el otro". Mi amigo Luís, como muchos otros criados y formados con las gríngolas mentales de su entorno conservador y de un Dios Católico, que solo se sienta a la diestra de su padre (por aquello que toda izquierda es el camino hacia el averno) tomó el día 25 de noviembre como un "día festivo para la humanidad". Para ellos Fidel representaba oposición al llamado "mundo libre" cuya capital mundial son los Estados Unidos y donde lo importante no es la disparidad social, la inequidad humana, sino lo que representa los sueños americanos que ellos ven reflejados en Gloria Stefan, María Conchita Alonso, Alicia Machado, Chino y Nacho y todos esos "artistas" que discriminan a su público entre ignorantes socialistas marginales y la sociedad civil letrada, que puede pagar sus conciertos.

Estos que "celebran" la muerte del Fidel físico, son los mismos que se enamoran de manera rimbombante y tierna, con los poemas de Mario Benedetti o Pablo Neruda y las canciones de Silvio Rodríguez o bailan al son de Calle 13. Son los mismos que estiran su entrecejo culto y letrado al leer al "Gabo" García Márquez, a José Saramago, a Jean Paúl Sartre, a Miguel Ángel Asturias o Ernesto Sábato o endulzan "su espiritualidad" con el brasileño Paulo Coelho. Son los que ven la obra de Picasso como la expresión de arte más opulenta o estudian lo artístico de los murales de Diego Rivera y creen que Frida Khalo reencarnó en Madonna. Son los que veneran el ingenio cinematográfico del británico Charles Chaplin o del español Luis Buñuel y alaban a Albert Einstein como la mente mas brillante de la humanidad. Los mismos que califican a Fidel de forajido terrorista son los que ven a Nelson Mandela como un héroe, desconociendo la afinidad ideológica en ambos. Estos que ahora están catalépticamente alborozados y exponen su visceralidad hilarante con la muerte de Fidel, son los que arquean sus buches para vomitar sus entrañas ante todo los que les "huele" a socialista. Pero, su torpeza e ignorancia voluntaria y selectiva, no les "permiten" calificar o distinguir a todos estos "izquierdosos" cultos, ingeniosos, valientes y en extremos inteligentes, que le han aportado humanidad a esta humanidad, para tratar de revertir los motivos de tristezas con que la agobia la derecha capitalista y generar los motivos de alegría, de una sociedad de igualdades como lo cantaba Alí.

Los que ahora bailan al son cubano mayamero la muerte de Fidel, son los mismos miserables que bailaban al degenerado compás que imponía Fulgencio Baptista en el prostíbulo antillano para los gringos, que era la Cuba antes de la revolución. Estos mismos, son los que como herencia gusanera inculcan a sus hijos, nietos y otras "colonias de expatriados" latinoamericanos como la venezolana, que el socialismo es la maldad y el capitalismo la buenaventura. Y esta compresible animadversión de estos grupos, más que una "ofensa" a Fidel y su obra ideológica y tangible, es un reconocimiento a su gran derrotero transitado. Desearle el infierno a Fidel, es una lánguida letanía que se la adjudicaron al Camarada Chávez como una especie de conjuro y es lo único que les queda cuando la derrota de estos dos comandantes en su vital periplo humano, no se les pudo concretar. Y el infierno no existe para los que no creen en el, solo la realidad que vivimos a diario es lo único seguro.

Lo último que queda es no convertir a Fidel en una leyenda, en un culto, en frases de algunos discursos, en una deidad mística. Hay una obra, un legado de combate, de astucia con apenas precarias armas pero con mucha táctica y estrategia ante un enemigo poderoso. La Cuba fidelista en que un pueblo resistió al perverso e inmoral embargo es un patrón para la Venezuela actual, porque a pesar de las grandes diferencias en tiempos, espacio y situación, el enemigo común sigue siendo el mismo. El ejemplo de Fidel y de Chávez de fortaleza basada en la praxis revolucionaria y con un pueblo formado y comprometido, es lo que puede salvar lo queda del Proceso Bolivariano, Socialista y Humanista Originario, pensar lo contrario es pasarse al otro bando. Eso es todo.



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Carlos Contreras


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