En su vuelo de regreso al Vaticano, luego de viajar a Egipto, el papa Francisco mostró su preocupación por la situación en Venezuela, dejando entrever la responsabilidad de la oposición en la ausencia de diálogo y la irrupción de la violencia.
Inmediatamente, la rancia derecha venezolana entró en cólera y reaccionó de manera iracunda contra el Papa. Sus declaraciones habían penetrado el cerco mediático internacional contra el gobierno venezolano y ocasionado un profundo agujero en los planes golpistas de la oposición que, al menos en los medios transnacionales, quedaba en evidencia. La batería de ataques contra Su Santidad fue tan intensa que la propia jerarquía eclesiástica venezolana, aliada incondicional de la derecha y uno de los principales promotores del “cambio de régimen”, debió acudir en defensa del Santo Padre y lamentar la “reacción injusta y desconsiderada” de "algunas personas". Sin embargo, los obispos tuvieron la osadía de restarle credibilidad a las palabras del Papa. Argumentaron que habían sido “declaraciones espontáneas, luego de un viaje agotador emitidas en un ambiente informal”, al tiempo que comentaban abiertamente que el Papa no estaba bien informado. Tamaña desconsideración a la más alta figura de la Iglesia Católica debió haber enfurecido al Papa, quien inmediatamente dirigió una reprimenda al arzobispado venezolano, mediante una carta pública donde deja claro, en primer lugar, lo bien informado que está sobre la situación del país, y más importante aun, exige trabajar a favor del diálogo entre gobierno y oposición.
Algo más debió haber instruido internamente el Papa Francisco para que la oposición se pronunciara nuevamente en su contra, justo cuando la violencia de los terroristas opositores parece dar señales de retroceso. La esposa de Leopoldo López, condenado a prisión por dirigir los ataques terroristas contra la Fiscalía General de la República en febrero de 2014, acaba de calificar como “inaceptable” los llamados al diálogo y la paz hechos por el Papa.
En declaraciones a la agencia internacional de noticias EFE, la señora Lilian Tintori señaló que la "insistencia del Papa Francisco" en "un diálogo" con el gobierno de Nicolás Maduro es "inaceptable" y, por si fuera poco, ha llegado a sugerir que el Santo Padre no velaba por los derechos humanos: “Quisiera ver al Vaticano defendiendo los derechos humanos”, le dijo a EFE, seguramente con total desparpajo.
No deja de llamar la atención que Tintori haya dado estas declaraciones desde Brasil, a donde viajó para reunirse con el presidente de facto, Michel Temer, a fin de promover “elecciones inmediatas” como la “única solución a la situación venezolana”, precisamente cuando el propio Temer ha propuesto posponer las elecciones en su país para evitar la victoria de la izquierda de la mano de Lula da Silva y así consolidar su dictadura después del golpe a la presidenta democráticamente electa Dilma Rousseff.
Las declaraciones de Tintori además no son espontaneas. La señora de López no mueve un dedo sin que su esposo lo apruebe. Y ante la posible discusión interna que tiene la dividida oposición sobre los próximos pasos a seguir, el partido Voluntad Popular que dirige López y que junto a Primero Justicia es el que más promueve el uso de la violencia, ha querido sentar una posición firme frente a los débiles partidos opositores moderados sin desgastar a sus dirigentes frente a la opinión pública. Para arremeter contra una figura tan respetada, dentro y fuera de Venezuela, es preferible utilizar a la “sufrida víctima del régimen”.
Los ataques desenfrenados de la rancia derecha venezolana contra el Papa Francisco no sorprende a quienes conocen el pobre desempeño democrático exhibido por la oposición durante años y el carácter fascista de quienes ahora la dirigen, pero sí deben servir para llamar la atención sobre hasta dónde ésta es capaz de llegar para derrocar al gobierno del presidente Maduro, aun a costa de la vida y sufrimiento de la familia venezolana.