A la memoria de Jorge Camacho,
Mártir de la lucha por la soberanía
No habían pasado ni un par de días desde que se anunció que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibiría en visita oficial a su homólogo panameño, Juan C. Varela, cuando el Departamento de Justicia hacía pública la noticia de la aprensión de dos supuestos terroristas que habían estudiado blancos para ataques en Panamá, incluyendo el canal. ¿Existe una relación casual o causal entre ambas noticias?
Según la noticia, dos miembros de Hezbolá habrían sido detenidos en Estados Unidos, Samer el Debek y Alí Kourani. Supuestamente el primero, habría estado en Panamá y estudiado las embajadas de Norteamérica e Israel, así como instalaciones del canal, para planear futuros ataques. Pero hay confusión en la noticia, pues la cancillería panameña se apresuró a aclarar que las autoridades de EE UU alertaron en julio de 2014 sobre la posible llegada de Debek, sin embargo, “ni entonces ni después se registró entrada al país de ninguno de los dos ciudadanos” (La Prensa, 9/6/17).
Surgen aquí muchas interrogantes: si no entró al país ¿cómo pudo tomar fotos? ¿Si son de Hezbolá, es decir, chiitas, ¿por qué los medios los confunden con ISIS, que son sus archienemigos? Esto es como confundir a los católicos irlandeses con los evangélicos brasileños. Si el asunto data de 2014, ¿por qué sale hasta ahora?
Aquí es donde los panameños nos “mosqueamos”, pues se sabe que, hace varios años, cuando Donald Trump no era ni candidato presidencial, había expresado su rechazo a los Tratados del Canal de 1977, por los cuales se recuperó la soberanía a nuestro país del Canal, afirmando que “a Panamá le está yendo tan bien con el Canal, hay tantos trabajadores, hay tanto empleo, y pensar que estúpidamente Estados Unidos les dio el Canal a cambio de nada”.
Es evidente que el Sr. Trump pretende recuperar cualquier terreno perdido en materia de la vocación imperial y colonial de Estados Unidos, para hacer del mundo un lugar más injusto de los que es. Por esa razón, ambas noticias en seguida despertaron las alertas en Panamá en el sentido de una maniobra del gobierno de Estados Unidos para imponer un viejo anhelo que no han podido lograr hasta ahora, ni siquiera con la invasión de 1989: la legalización de una o más bases militares.
El narcotráfico y el terrorismo son los argumentos preferidos de los guerreristas norteamericanos para justificar sus intervenciones en el extranjero. Hasta ahora, habían usado el argumento del narcotráfico, en 1994-99, cuando intentaron bajo el gobierno de Pérez Balladares quedarse con la base de Howard bajo el eufemismo de Centro Multilateral Antidrogas (CMA). En ese momento una gran movilización nacional frustró las aspiraciones yanquis de desconocer lo acordado en 1977.
Ahora Trump parece apelar al terrorismo, y hay que tener cuidado, pues los principales agentes del terrorismo mundial, ISIS, guardan relación directa con los aliados de Estados Unidos en Medio Oriente, Arabia Saudita e Israel, tal como ha probado la guerra de Siria. Así que, si se produjera por casualidad una repudiable acción terrorista en Panamá, habría que buscar los culpables mirando al norte y no solo al oriente, como seguro pretenderá el Tío Sam.
ISIS es un claro instrumento de los enemigos de los pueblos árabes y musulmanes, cuyas vidas ha hecho más difíciles jugando en contra de todo avance democrático, dentro y fuera del Medio Oriente. Y sus atentados parecen ser instrumentalizados políticamente, pues se dan coincidencias notables entre sus acciones y los momentos políticos en que ocurren: uno de los sangrientos atentados de París ocurrió justo antes del viaje del presidente iraní a ese país; luego previo a las elecciones presidenciales francesas y posteriormente las elecciones inglesas. ¿Casualidad o gato encerrado?
Luego está lo de Hezbolá, porque esa organización libanesa no está cometiendo atentados en ningún país occidental. Pero al ser aliados de Irán, enemigo de Israel y del gobierno de Washington, se la pone en la lista de los más peligrosos a combatir. Es evidente que la visita de Trump a Arabia Saudí dio pie a la escalada contra Catar por parte de los sauditas por el simple hecho de tener relaciones diplomáticas con Irán.
¿Está el gobierno de Trump tratando de cazar dos pájaros con el mismo tiro, recuperar bases militares norteamericanas en Panamá y denostar a los chiitas proiraníes al mismo tiempo? En este sentido, el gobierno títere de Varela ya demostró su abyección al romper la tradición diplomática de Panamá de no hacer parte de ninguna alianza militar, al sumarse el año pasado al supuesto frente antiterrorista creado por la OTAN.
Sea como sea, las organizaciones populares y antiimperialistas de Panamá rechazamos y rechazaremos cualquier intento de retrotraer los avances en soberanía que tanta sangre costó a nuestros mártires.
Rechazamos el terrorismo, pero también las bases militares extranjeras. Más bien la presencia de esas bases son las que podrían poner en peligro el Canal de Panamá. Como dijera el propio Omar Torrijos, el canal es “indefendible” si no lo es por todo el pueblo panameño y una política de “no alineación” internacional.
¡Los mártires hablaron claro: BASES NO!