Mostrar la realidad por más dura que sea, es identificarse con la verdad, es actuar éticamente, es tener la moral como una almohada del espíritu. Es el quehacer de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de hacer un buen periodismo.
A todos los seres humanos nos afectan las tragedias y aunque por más que se repitan, el dolor se nos va adentro y sus escenas se almacenan en nuestras mentes.
Así como nos asombran las imágenes de los estremecedores momentos, horas y días vividos por seres maltratados por los huracanes, terremotos y tormentas tropicales que han dejado mala huella en diversas regiones del mundo nuevo en que hoy día habitamos, igual nos impactan los desmanes aplastantes de los gobiernos policiales que controlan parte del viejo mundo.
Terrible lo de México, terrible lo de Antigua y Barbuda, terrible lo de Dominica, terrible lo de Cuba, terrible lo de Santo Domingo, terrible lo de Puerto Rico, tan terrible como la vulneración física a que fueron sometidos la mayoría de los catalanes, sin incluir en estas líneas ese despojo que les hacen, que no les dejan ser soberanos, creciditos para decidir lo que quieren.
Hemos estado viendo muchas imágenes coloridas en estos últimos tiempos, aunque con tonos demasiados grises, ciertamente. Han desfilado por nuestros ojos los constantes hechos que Macri hace padecer a la nación del tango; las circunstancias que perturban a la mayoría de Brasil; el acaecer de los Mapuches tanto en Argentina como en Chile así como descaradas agresiones a quienes protestan no solo en las naciones citadas sino en otras.
Hemos visto más allá de nuestras fronteras, mucho más allá y ha sido de esa manera, porque hemos contado con un aglutinador, un integrador en la región que, día tras día, nos recuerda que siempre es y será posible actuar como los seres humanos esperan que un medio de comunicación actúe, con la verdad (bastante golpeada y pateada) por delante, que la use como un estandarte.
Escribimos de una estación de televisión que nos trae realidades a casa todos los días; una pantalla que nos facilita la comprensión de los acontecimientos; que nos hace conocer y pensar en los otros, que nos hace solidarios con los seres humanos.
Es la planta Telesur, un medio de comunicación al que conocemos simplemente por su pantalla; un proyecto que, aunque haya nacido en Venezuela, responde a millones de seres en el vasto sur y que va más allá de lo que algunos imaginamos.
Es una realidad in crescendo, no solo para latinoamericanos y caribeños