En Honduras el golpe consumado por el reciente fraude electoral, es una clara evidencia de lo que la Casa Blanca quiere instaurar en Venezuela. Por eso, desde el exterior, en la Organización de los Estados Americanos, con la condescendencia de su secretario Luis Almagro, funciona paralelamente un Máximo Tribunal. A este se le sumará, también desde afuera, un análogo Consejo Nacional Electoral, para validar acciones semejantes en territorio venezolano.
Ahora, ¿por qué se habla de fraude? Mientras se hacía el recuento de votos, la Alianza de Oposición, de Salvador Nasralla, llevaba cinco puntos porcentuales de ventajas. Justo ahí se cayó el sistema informático por ocho horas y la tendencia "extrañamente" se revirtió a favor del partido del presidente Juan Orlando Hernández, JOH. A esto se suma que el Ministerio Público allanó una oficina del gobernante: ahí se les sorprendió en la preparación de actas falsas que, junto a "convenientes" desperfectos, imponían el segundo lugar a la opción del frente opositor del candidato Nasralla.
En el 2009 le dieron un golpe de Estado a Manuel Zelaya, asaltaron la residencia presidencial, lo secuestraron y lo sacaron de madrugada. Luego, hicieron unas elecciones que dieron como ganador a Porfirio Lobo, del partido nacional. Le siguió JOH, para gobernar empoderando a las transnacionales, asesinar a líderes sociales como Berta Cáceres, y legitimar la dictadura: 7 muertos, una veintena de heridos y cientos de detenidos en las protestas contra este irrespeto de la voluntad popular de los hondureños, según medios.
En definitiva, los gobiernos que defienden la soberanía y autodeterminación de sus pueblos son piedra de tranca a intereses imperiales; por ello, para frenarlos, acuden a estas maniobras: legitiman golpes de Estado mediante fraudes electorales, derrocamientos o destituciones, con la mirada complaciente de organismos internacionales.