Sí. Hay personas en las calles, de muchos países del mundo y en diferentes lenguas, que suelen preguntarse qué sentido tienen algunas organizaciones y citan, entre ellas a la Organización de las Naciones Unidas, ONU.
Y se interrogan de esa manera porque piensan que la gente que vive de esa organización, como si estuviera anudada, está de acuerdo con la manera como otros, que se consideran mucho más fuerte que los demás, intentan controlar y manejar el mundo.
Bueno, quienes escribimos coincidimos en que, ¿cuál es el sentido entonces de tantísimas reuniones ordinarias, extraordinarias y de emergencia, cumbres, acuerdos, simposios, consejos de última hora, consejo de seguridad, encuentros por cualquier cosa si, en verdad, la ONU no funciona para beneficiar a los humanos?
Si la ONU funcionará para beneficiar a las personas, entonces no tendríamos los problemas del cambio climático, la contaminación acelerada de un planeta que parece estar en vías de extinción; el hambre que corroe las entrañas en muchas regiones; la eliminación de grandes extensiones de selva para ser explotadas en detrimento de diferentes etnias y de la ganadería de pastoreo y la extracción de recursos naturales; la muerte acelerada de muchas especies animales y vegetales en distintas localidades; las agresiones que impactan a los océanos como la existencia de algunas islas completamente formadas por el plástico residual de la gama más variada de industrias; tampoco existiría la explotación laboral a gran escala de los trabajadores adultos, de los niños; mucho menos la trata de blancas; las gigantescas migraciones de seres vivos en busca de tranquilidad, paz y trabajo a causa de los desmanes de quienes se creen poseedores de la verdad, aunque lo único que han tenido es el poder militar;la eliminación de grandes extensiones de selva ni de los seres humanos en guerras disfrazadas que esconden el robo de los recursos naturales como objetivo principal.
Si la ONU realmente fuese un organismo invulnerable y protector de la humanidad entera, no aplaudiría ni quedaría a un lado de esas decisiones malsanas que se toman sin importarles su rol y que tienen como fin eliminar a los seres humanos, por el solo hecho de responder a creencias ilógicas sobre presuntas divinidades que autorizan inmorales conductas que van en detrimento de quienes hasta hoy pueden respirar aunque sin vivir bien.
Si la Organización de las Naciones Unidas, ONU, actuara con respeto por la vida, y especialmente por la de los inocentes sin culpa, valga decir, los niños, no hubiese permitido ni avalado el gigantesco desastre que ha arropado el planeta tierra después de la segunda guerra mundial y su fundación como organismo mundial hasta nuestros días, incluyendo las pruebas de detonación de varias bombas atómicas.
Si la ONU funcionara como los seres vivos de este planeta desean, en paz, con amor, equilibrio, respeto, tolerancia, sin prejuicios religiosos ni de color de piel no estaríamos ante las amenazas de una tercera guerra mundial y, quizá, la extinción del planeta y junto a él los sueños y esperanzas de personas que han creído que un mundo mejor es posible.