La comunidad internacional o el circo de las marionetas

El Informe publicado por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), sobre la situación de los DDHH en Venezuela, así como la cantidad de sandeces que salen del Ministerio de las Colonias llamado OEA, por no mencionar cada declaración insolente de ciertos presidentes latinoamericanos y europeos, es una réplica degradada del circo de las marionetas.

Las transnacionales de la desinformación y manipulación de mensajes impresos, radiales y televisivos, lanzan al mundo cualquier "noticia" que tenga a Venezuela en el banquillo de los acusados como si este país sufriera fiebres hemorrágicas, similares al ébola. Con motivos ideológicos y políticos desarrollados en la cabeza de los tranques pensantes y maquinarias operativas pro-imperialistas dejan filtrar, entre líneas y con intencionalidad manifiesta, la "indignación" ante la crisis estructural capitalista que vive Venezuela. Construyen matrices de opinión fundamentadas sobre el objetivo manifiesto de provocar la caída de un gobierno aunque sacudido por una hiperinflación endemoniada, no acepta ser controlado a remoto por el Departamento de Estado ni por la Casa Blanca, tampoco por la CIA y el Pentágono.

De esta omnipresente "Comunidad Internacional" nadie sabe dónde queda ni cuántos miembros la conforman menos cuál es el correo electrónico para enviarle un simple mensaje de texto. Pero muchos sí saben quién está detrás moviendo los hilos, cuánto cuesta alimentarla y quién escribe lo que debe decir. Pretenden que los millones de habitantes de este planeta la imaginen prístina como el agua de lluvia e inocente como la confesión de los niños. En sus brazos ficticios estaría el fiel de la balanza y en sus ruegos, la paz mundial…

Hoy, gracias a los avances de las TIC (Tecnología de la Información e Comunicación), de los hombres y mujeres con libertad de pensamiento y pocos líderes con autoridad moral y principios innegociables, sabemos que la "Comunidad Internacional" es una máscara diseñada por gobiernos injerencistas, con sangre en las manos y voracidad de recursos naturales renovables y no renovables, justamente, recursos que existen en los países tercermundistas.

De tal suerte, esta omnisciente "Comunidad Internacional" hace creer a los millones de habitantes de este planeta, a punta de repetir la mentira mil veces al día y a través de centenares de medios, que Venezuela es el único país del mundo donde se violan los derechos humanos, hay escasez de productos de primera necesidad, la violencia urbana y rural es continua, los hospitales están en manos de incapaces, la corrupción destruye la moral de la sociedad, las fronteras permanecen casi olvidadas, en fin, vive el cataclismo de un modelo de sociedad capitalista y subdesarrollada.

Llegan a un frío nivel de cinismo que miran para otro lado cuando 40 millones de gringos pobres pegan un grito en el país militarmente más poderoso (pero derrotable) del orbe. Se hace la desentendida ante los continuos asesinatos políticos en México. No escuchan el llanto de las madres inmigrantes cuando "La Migra" le arrebata los pequeños hijos e hijas, en la frontera. Redactan Informes metodológicamente precisos pero cierran la boca ante la muerte por hambre de los niños en la guajira colombiana. Prefieren referirse con falsa solidaridad por el paso de alguna tormenta tropical antes que actuar con determinación frente a las guarimbas financiadas a la sombra por USA y la derecha nicaragüense.

La realidad mundial es abundante en dramas humanos provocados por la delincuencia corporativa y los gobiernos serviles. La desigualdad económica entre una mayoría cada vez pobre y una minoría cada vez más rica, es un tema demasiado comprometedor como para denunciarlo a viva voz. Los chivos expiatorios se fabrican para calmar la ira del amo que los protege.

Este circo de marionetas estrujadas, maquiavélicas y criminales encubierto con el elegante e invisible remoquete de "Comunidad Internacional", necesita de Venezuela como el adicto a la droga que lo alucina. El imperialismo norteamericano crea sus voceros con siglas universales, voceros amaestrados e instalados en su propio territorio. Vale decir, pagan y se dan el vuelto.

Denunciar estas acciones injerencistas no solo es un deber sino una obligación, en tanto en cuanto, todo proceso antiimperialista está marcado por el adversario para liquidarlo lo más pronto posible, a sangre y fuego, con golpes blandos, a través de terceros, financiando a la mismísima delincuencia de cuello blanco o de los bajos fondos. Recuperar la joya de la corona, es decir, las reservas petroleras venezolanas, es una misión de vida o muerte para ellos. Lo demás, es cuento viejo.



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Elmer Niño


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