Las movilizaciones campesino-indígenas exigiendo la reforma agraria están poniendo al gobierno del MAS en una encerrona. Evo anunció la reforma agraria en mayo. Los campesinos entendieron que la tierra debía ser de quien la trabaja. Pero el MAS frenó las tomas de tierras.
Ahora, una ley que establece expropiación de tierras improductivas para entregarlas a campesinos productores, es bloqueada por el parlamento. En el Senado la derecha, pese a que tuvo, con todos los partidos sumados el 42% de los votos, tiene mayoría de senadores. Un absurdo antidemocrático. Con esta mayoría va a bloquear la ley.
Sin embargo el gobierno del MAS tiene mayoría, el 60% de la Constituyente. Puede usarla para imponer la reforma agraria por vía constitucional. ¿Sería acaso esto antidemocrático? ¿No hubo elecciones intachables? Pero el gobierno no se anima. Porque la derecha dice que tiene que tener los 2/3 de diputados constituyentes a favor. Y la derecha además dice que la constituyente tiene que subordinarse a los otros poderes.
En suma, un enredo jurídico totalmente antidemocrático para impedir cualquier cambio. El MAS hizo votar que la constituyente era "originaria" (soberana). Pero no hizo nada con eso. Solo declararlo.
Pero, las masas están perdiendo la paciencia. Ya avanzan 1500 indígenas, con mucha representatividad detrás, hacia La Paz, exigiendo reforma agraria. Todos saben que detrás de los marchistas, en su retaguardia agraria, hay centenares de miles, millones.
Y Evo Morales dice ahora una gran verdad. O hay reforma agraria legal o tendrán revolución agraria. Le habla a la oligarquía. Les está diciendo que ya el MAS no puede contener más la ira campesina. Pide su comprensión. Pero la oligarquía boliviana siempre comprendió solo el lenguaje de la fuerza. Cuando tiene fuerza suficiente está dispuesta a masacrar obreros y campesinos, sobran las muestras de la historia. Y cuando son los obreros y campesinos los que la ponen de espalda contra el piso, entonces se acuerda de las bondades de la "democracia" con reglas que inventan ellos. La última regla "democrática" de la oligarquía boliviana es que hay que hacer lo que dice la minoría (o sea, en este caso ellos).
El gobierno del MAS capituló en relación al petróleo, firmando contratos que están muy por detrás del decreto de nacionalización. Está capitulando en la Constituyente, cediendo a la oligarquía y paralizando a la asamblea. Si ahora capitula en la reforma agraria, quedará muy poco de su programa original.
Pero el heroico pueblo boliviano no olvidó. No olvidó sus muertos. Y tampoco olvidó por qué peleaba.
Es la hora de desalambrar, como diría la célebre canción del uruguayo Viglieti. La tierra debe ser tomada por quienes la trabajan. Es la ahora de la movilización como nos lo dicen los 1500 marchistas por la reforma agraria. No se puede seguir esperando que Evo convenza a los explotadores de que dejen de explotar a los campesinos, de que dejen de robar las tierras.
Todo el pueblo trabajador debería exigir la nacionalización expropiación sin pago y control de los trabajadores de todo el petróleo y la minería. Esto es posible. Se puede alcanzar. Ahí está el ejemplo de la pelea de los mineros asalariados de Huanuni que practican el control obrero. Es la hora de que el pueblo trabajador boliviano continúe la revolución que comenzó en el 2003. Ya mostró que tiene fuerza de sobra para enfrentar a oligarcas, imperialistas y sus sirvientes. Millones de trabajadores latinoamericanos observan y simpatizan con cada avance del pueblo boliviano.
*El Socialista, Argentina (mlamas@elsocialista-mst.org)
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