El Humor en tiempos de Cólera XII

Más sobre el cardenal de Bolivia y la esclavitud


27 abril 2008
Bolivia - 

Existe un adagio popular que dice: “Hay que darle hasta que aprenda”. Y como el Cardenal parece que no aprende hay que seguirle dando.

Según Xavier Albó, que sabe de estas cosas, la homilía del cardenal, que bien puede ser llamada la “homilía del ciego que se niega a mirar”, estaba destinada a reflexionar acerca del pastor y su rebaño. Esto que parece fábula es lo que se ha practicado durante miles de años, es decir que somos ovejas y rebaño de alguien, en nuestro caso de la iglesia católica. Pero superando este apunte de sumisión por la fe, y suponiendo la vocación profundamente pastoril del cardenal, debemos preguntarle: ¿Cuáles son sus ovejas preferidas? Acaso, ¡oh! sabio y venerado padre, ¿serán los desamparados que viven fuera del segundo anillo en la ciudad de Santa Cruz? O tal vez, ilustrísima y bienamada imagen terrenal de San Pedro en la tierra, ¿sus ovejas queridas son los miles y miles de indígenas que se encuentran en condiciones de servidumbre en las cálidas tierras de las estancias ganaderas o en el las haciendas chaqueñas, que para muchas familias ya son el mismísimo infierno?

No querido y pío cardenal, lamentablemente hemos visto que sus ovejas preferidas son lobos con piel de cordero, lobos que asisten a su iglesia para escuchar con deleite y pleitesía sus arengas, que les permiten vivir en el paraíso, no en la otra vida sino en ésta, pero a costa del sudor, las lágrimas y las vidas de los que consideran sus “hijos”, sus cunumis.

Su sagrada palabra, querida y ponderada eminencia, bendice cada domingo la maldad, el egoísmo, la mentira y todos los pecados capitales que supuestamente debería combatir. Su cariñosa merced, usted ha elegido acompañar a un jauría de lobos en contra de ovejas; aunque descarriadas son ovejas, aunque con cuernitos, pero son corderitos. ¿No le aflige, padre de la luz que separa la paja del trigo, que ya bastante maldad han hecho los lobos que usted protege?

Si es verdad, monseñor de celestiales designios, que en sus manos se encuentra la iglesia boliviana y peor aún, si está obligado a seguir los pasos del nazareno, ¿no le debe una tremenda disculpa a su inmenso rebaño, que aún tiene fe, que aún ama (por supuesto ama sua, ama q’ella, ama llulla)?, ¿será posible escuchar de su límpida y cristalina voz un pedido de perdón? O tal vez en la íntima soledad de sus oraciones pueda declarar ante el Supremo su momento de debilidad. ¿O al final se ha resignado a ser cardenal de la nación camba, que le ungirá con aceite Rico y le construirá un gran templo con un coro angelical de “magníficas” voces?

Lo cierto es que nada es cierto ni es mentira, y parece que la pregunta que hace muucho tiempo lanzó Atahuallpa Yupanqui ya tiene respuesta. “Cuando me preguntan que sabe de Dios, yo respondo que por mi casa no ha pasado tan distinguido señor, pero estoy seguro que se sienta en la mesa del patrón”.

Fuente Original: http://www.ubnoticias.org/es



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