"La Iglesia católica no es un museo de arqueología, sino la antigua fuente de la aldea, que da agua a las generaciones de hoy como la dio a las del pasado"
Juan XXIII, Discurso de Apertura del Concilio, 11 octubre 1962
"El Vaticano II nos dejó una herencia valiosa, aunque problemática, con sus constituciones y decretos, resoluciones e impulsos. Una herencia que, en lugar de ser recibida y hecha fecunda, también se puede repudiar o al menos desaprovechar. Pero ¡qué pobres se quedarían la Iglesia católica y la cristiandad en su conjunto sin este concilio! Desde la época de la Reforma, ninguna otra Iglesia ha llevado acabo una reforma así, ordenada y sin gran división"
Hans Küng
"Francisco sabe que es hora de descongelar el Concilio"
A mediados del siglo XX, la Iglesia católica inició una de sus renovaciones más profundas de la mano del "papa bueno" Juan XXIII. El 11 de octubre de 1962, el papa Juan XXIII inauguró el Concilio Vaticano II.
No hay duda de que desde el Vaticano II la Iglesia católica ha asumido muchos deseos de la Ilustración y hoy en día aboga decididamente por la dignidad, libertad y derechos del ser humano, el desarrollo y mejora de la sociedad humana y de sus instituciones, el sano dinamismo de todo obrar humano. Ejemplos: rechazo absoluto de la guerra, aceptación de la democracia y de la separación amistosa de Estado e Iglesia, colaboración dentro de una comunidad internacional de naciones, defensa de los débiles (tanto naciones como individuos) en la vida económica, social y política; insistencia en el amorde camaradería, en la responsabilidad personal en la vida matrimonial. También con respecto al mundo secular llevó a cabo el Vaticano II un viraje positivo. En este momento la Iglesia quiere ser solidaria con la humanidad entera, colaborar con ella, no rechazar interrogantes, sino responderlos. En lugar de polémica, diálogo; en lugar de conquista, testimonio convincente.
El Concilio Vaticano II, ha sido uno de los acontecimientos más importantes de la Historia de la Iglesia Católica y uno de los hechos históricos que marcaron profundamente el siglo XX. Convocado por el Papa Juan XXIII en 1962, fue concluido por su sucesor el Papa Pablo VI, en 1965.
El Concilio Vaticano II supuso la mayor revolución experimentada por la Iglesia desde la Contrarreforma. El Vaticano II se considera uno de las cinco más importantes de los realizados desde que el emperador romano Constantino el Grande organizó el Concilio de Nicea el año 325
El Papa, que algunos habían etiquetado de transición, con 77 años a la espalda pero con un corazón rebosante de esperanza, hablaba con acierto y naturalidad de "un nuevo Pentecostés", "una primavera inesperada", de una "Madre Iglesia que se alegra y exulta de gozo", y oponiéndose a tantos "profetas de desdichas", atisbaba un orden nuevo en el que no faltaba la providencia misteriosa y misericordiosa de Dios.
Tres fines se proponía este grandioso "aggiornamento" de la Iglesia:
• Promover el desarrollo de la fe católica.
• Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
• Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo.
Lo que el Concilio quiso decir sobre la Iglesia, no se puede comprender si uno se limita a leer y estudiar la constitución Lumen Gentium, el documento central del Vaticano II en el que se describe la naturaleza, la estructura y la finalidad de la Iglesia. A medida que pasa el tiempo, cada día se ve más claro que la clave de interpretación de la Constitución Dogmática sobre la Iglesia es la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual. Dicho en el lenguaje eclesiástico, la Lumen Gentium sólo resulta comprensible teniendo ante la vista la Gaudium et Spes. Y esto significa, en el lenguaje que entiende cualquier persona normal, que la Iglesia que quiso el Concilio no es la Iglesia encerrada en sí misma, en sus problemas, en su organización, en sus intereses y en sus normas, sino la Iglesia que dialoga con el mundo, con la sociedad y con la cultura de nuestro tiempo.
El Concilio se enfocó en la necesidad de una renovación espiritual por parte de los fieles, en la urgencia de que los laicos se dieran cuenta de sus obligaciones sociales, se preocuparan por los pobres, asumieran un compromiso político para cambiar las estructuras que hacían injusta la vida, que difundieran la Doctrina Social de la Iglesia, pues la finalidad del Vaticano II era conseguir la paz y la justicia, lo que incluía cambios litúrgicos y el movimiento ecuménico.
- Sobre Vaticano I
La idea de un Concilio Vaticano nace en Pío IX el 6 de diciembre de 1864, durante la asamblea de la congregación de ritos. El concilio Vaticano I, se realizó de 1869 a 1870. Proclamó la infalibilidad del papa, entre otras reformas doctrinales encaminadas a contestar desafíos de la época como la pujanza del racionalismo, el liberalismo y el materialismo.
Entre los preparativos de este Concilio estuvieron las sesiones de marzo de 1865, mayo de 1866 y julio de 1867. Estas reuniones previas, desde el punto de vista del Estado, tenían el supuesto de que "si se convoca a un concilio universal era con la intención de consagrar de nuevo las doctrinas y los intereses del papado y de condenar las doctrinas contrarias, por muy extendidas que estuviesen" .
A Pío IX le urgía el Concilio por dos motivos: a) la presión del poder civil de anexar el "Estado de la Iglesia" (Roma) a la Unidad Nacional (años después se conocería como Unificación Italiana, 1870),y b) el antagonismo con el rey de Italia, Francisco II (1836-1894), rey de las Dos Sicilias. Finalmente, el 8 de diciembre de 1869 se inauguró el Concilio Vaticano I en la basílica de San Pedro. Pero la cumbre se suspendió a mitad de camino. El estallido de la guerra franco-prusiana privó a Roma de la protección gala, lo que la flamante Italia unificada, aliada de los alemanes, aprovechó para anexionar por la fuerza los Estados Pontificios. Justo cuando la capital acogía la reunión episcopal.
La interrupción dejó en el tintero la mayoría de los asuntos dogmáticos y todos los pastorales a debatir. Se trataba de puntos que ya se habían fijado en el concilio previo, el de Trento, aquel del siglo XVI que había orquestado la Contrarreforma en respuesta al cisma protestante. La misa, por ejemplo, continuó oficiándose según el obsoleto modelo tridentino, pese a que el mundo se había transformado de un modo más que evidente desde el Renacimiento.
Continuara....