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Caída de los imperios

La caída de Roma aconteció luego de un largo proceso de declive político y militar en el Imperio Romano. Diversos historiadores indican como año definitivo de la caída el 476 d.C., momento en el que Odoacro, líder de una coalición de tribus germánicas, derrocó al joven emperador Rómulo Augústulo y se proclamó rey de Italia. El Imperio Romano sin embargo, no cayó de un día para otro. Su decadencia se había extendido desde el siglo III d.C. debido tanto a pugnas políticas internas como a la amenaza que representaban los pueblos bárbaros que lo acechaban en sus fronteras. Los intereses personales de senadores y militares, o el propio comportamiento derrochador de los emperadores, en múltiples oportunidades perjudicaron la administración imperial. La corrupción y la falta de adhesión a una voluntad común que dejaron mal preparado al imperio Romano, para defenderse de las invasiones que sufrió en el siglo V. Es de suma importancia tener una referencia histórica de los imperios, que tiene una máxima que al final se deterioran y luego se vienen abajo y luego caen.

El Imperio Romano también perdía autoridad cuando sus generales en las provincias, constituidos en sátrapas, reprimían a los pueblos sometidos y pretendían imponerse como emperadores. Tales circunstancias producían conflictos civiles y el ejército perdía su unidad de propósito. Aún más, las legiones integraron a mercenarios de pueblos germánicos en las décadas finales del imperio, cosa que desgastó la fidelidad a Roma hasta su caída.

Los eventos que marcaron a través de la historia el declive de los imperios son coincidentes. Nadie puede esperar que un Imperio se derrumbe sin estremecer la historia, mucho menos cuando ese Imperio ha concentrado la economía y el poder militar de un modo sin precedentes, en un mundo casi globalizado. Estados Unidos, como cabeza del imperio capitalista, ha logrado concentrar la economía mundial, construir la más poderosa fuerza militar, dominar los más grandes organismos de integración que se suponen multilaterales, solo de palabras y a su vez ha condensado el poder de las corporaciones mediáticas cada vez más cartelizadas a su favor. Pero a pesar de lo afirmado no se niega la crisis que vive actualmente el imperio estadounidense.

El imperialismo, que se conduce desde la casa blanca, Es un poder monstruosamente consolidado en cuarenta y cinco años, de postguerra en un mundo bipolar y en más de tres décadas transcurridas de unipolarismo, hecho a su medida. Donde todo lo decide el policía del mundo, el actual imperio ha logrado tanto poder sobre el resto de la humanidad, tal vez sea la diferencia con otros imperios, el poder que tiene actualmente es casi ilimitado, el poder que se dirige desde la Casa Blanca

Estados Unidos y su ejército imperialista, la OTAN, están llevando al mundo entero a una guerra sin fin para defender el logro histórico de haber conseguido sostener durante tres décadas ese mundo dominado por él, en la que todos los pueblos, hasta los suyos, son víctimas potenciales de sus ataques multidimensionales y "público objetivo" de sus operaciones psicológicas y comunicacionales. El imperio que domina al mundo de hoy, es victimario de sus propios estúpidos aliados caso Notorio Pública y Comunicacional, Ucrania, la primera víctima de la confrontación militar de la guerra de Occidente en contra del pueblo ruso.

La invasión de Ucrania, como la desastrosa salida de Afganistán, refleja cómo el poder de Washington, en el mundo ha quedado cuestionado como no lo ha estado en décadas. La economía, la influencia y el prestigio de Estados Unidos, están pasando por uno de los peores momentos de su historia que puedan recordarse.



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Francisco Medina

Abogado. Dirigente político. Exdiputado del Consejo Legislativo del estado Bolívar

 medinafranr@gmail.com

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