En estos momentos estoy bajo los efectos de la sorpresa. Estoy impactado, para balbucear. El almirante Mike Mullen, Jefe del Estado Mayor Conjunto de los EEUU, dice consternado que no necesita otra guerra, porque en la actualidad está peleando dos (¿habrá que creerle en su preocupación?). Que se parte en dos hacia Afganistán e Irak, y que no cree que pueda hacerlo en tres con la propuesta ahora de una guerra con Irán, aunque no duda que su país pueda sortearlo sin problema alguno, esto es, acometer tres guerras al mismo tiempo.¹
El problema es él, sus sentimientos, limitado ser humano incapaz de coordinar mayor cantidad de aniquilaciones en el mundo. Gran drama humano, de alcance ecuménico, se dirá, probablemente similar al drama ontológico de Hamlet: ¿ser o no ser?
Sus superiores probablemente se conduelan con sus tristezas y a lo mejor le aumenten el sueldo, para estimularlo. Quizás surja una voz preñada de positivas esperanzas para su futuro y lo convenza de afrontar el tercer reto. El es humano, lo máximo de la especie animal, con billones de neuronas que no llegan a utilizarse ni en un 10% a lo largo de una vida. ¡Tú puedes, Mike! ¡Adelante! Y le suelte luego esa voz que podría ser nominado políticamente a algo, tal vez a vicepresidente de los EEUU o a otro puesto de relevancia universal. Como ya ocurrió con el general Colin Powell, negrito él, sin embargo disparado a los confines del cielo. ¡Qué no ocurrirá con él que…!
El almirante habla de inestabilidad en la región del Medio Oriente, y dice preocuparle. Expone que puede haber consecuencias imprevistas, sumido en un estado parecido a la depresión. Se reúne con los periodistas y se lo manifiesta, y muchos hay por ahí que se desgañitan por perfilarlo como hombre tierno, padre de familia, lleno de humanidad él, sin dormir por el acaecer del mundo y su paz; otros, no le creen, y se imaginan que sus palabras son un simple bombo personal para revalorizar ante el mundo su nunca vista posición de general peleando tres guerras. Ni Napoleón, ni Bolívar, ni Julio César. Podría decirse que la historia militar puede empezar de cero, con él.
El es un soldado universal, de esos que aprisionan el mundo en un puño, sintiendo todos sus latidos. El soldado de la globalización, full contemporáneo. Su poder es proporcional a su capacidad, y por ello es que desde el Pentágono le piden que no se limite, que acopie entusiasmo y decisión para avanzar. La hora de su estrella ha llegado, y por eso es que -seguramente- lo han enviado a los medios de comunicación a exponer su drama humanitario.
Ello perfila a los EEUU, ansiosos por saber si son capaces de soportar cada vez más a un tiempo múltiples guerras en el mundo. Saber si pueden enfrentarse al mundo, como lo propala ya la imaginería de los juegos informáticos cuando te ofrecen esa modalidad de combate: "EEUU contra el mundo". O como ya ha ocurrido en uno que otro evento deportivo, donde el equipo nacional X a sitiado uno a uno a los combatientes del universo.
Pero también sirve el almirante en las pantallas para incrustar ante la opinión pública que no se es del todo un militar, cuyo aprendizaje es la muerte, sino una entidad con sentimientos capaz de albergar piedad. Y ello enternece, hasta el grado que puede animar a la opinión pública a apoyar la guerra. "Sí, está demostrado, son tremendos seres humanos; hagan la guerra". Y por ahí se va el cuento.
Y el cuento es ese, simplemente: se va a la guerra. El almirante Mullen lo sabe, y el pone su grano de arena sentimental. Porque las guerras de hoy se apalancan demasiado en esforzarse cómo pensará la opinión pública, como primer cometido. Naturalmente, el cometido de fondo es la destrucción para tomar una plaza. Pero debe ser disimulado, limado en sus aristas homicidas, en concordancia con las formas civilizatorias de la sociedad occidental. No se puede andar diciendo por allí que morirán niños iraníes en cantidades de cientos cuando una bomba alcance una escuela. Es una barbaridad, por más que se conceptúe como daño colateral.
Por eso que el almirante Mullen toma la palabra y expone su drama humano. Ello glorifica la actitud genocida de un guerrero, o por lo menos la suaviza, como cuando Héctor homicida se quitó el casco de guerra para no asustar a su hijo, allá en la Guerra de Troya, ante de morir con Aquiles. Y es un primer paso. Ya vendrá lo siguiente, esto es, exponerle al mundo lo monstruoso que son los enemigos, bichos raros que ahorcan gente y les amputan manos cuando roban un pan. O que poseen bombas atómicas; o que son terroristas, o narcotraficantes (tesis para América Latina), el argumento según el lugar. Porque la guerra es un esquema, sí, hasta un protocolo. Sea moderna o antigua.
El esquema guerrero de los EEUU es simple:
(1) Se debe hacer una campaña de glorificación sentimental, donde los que matan no parezcan asesinos. Así puede ocurrir que un presidente visite al Papa ante de iniciar una guerra.
(2) Se debe satanizar al enemigo, acusándolo gravemente de algo que paralice a cualquiera en defenderlo. Así, al matarlos, se da la impresión de que se lucha por libertad o cualquier otro concepto ennoblecido.
(3) El enemigo debe ser un objetivo fácil, porque no se puede rasguñar la autoestima de la potencia militar de todos los tiempos. La palabra Vietnam o Cuba deben ser borradas del diccionario.
(4) El enemigo debe estar en el contexto de unos vecinos capaces de traicionarlo, porque así ellos, los EEUU, aplican la máxima maquiavélica de dividir para vencer. El Medio Oriente es “pan comido”, dado el acicalamiento que hacen de las “tres fuerzas que de manera tradicional han amenazado la estabilidad en los países de Medio Oriente: el sectarismo, el caudillismo y la mentalidad tribal”.²
(5) El enemigo debe ser dueño de "algo" que se necesita. No se hacen guerras por baratijas, más si quien la promueve es el principal propulsor del capitalismo en el mundo.
Luego, tomando en cuenta el rezo del último punto, la guerra es inevitable, aunque Barack Obama ande hoy pisando la tierra donde sus coterráneos hacen la guerra. Ese no es su problema. No puede hacer nada, ni como candidato ni como presidente. Su lugar en la Casa Blanca -como el de cualquier presidente norteamericano- es fingir que no beneficia a unas minorías dueñas de las transnacionales, como hace Bush con sus amigos petroleros. Y de Irak medran las minoritarias clases de poder económicos de los EEUU, hoy transnacionalizadas empresas del mundo. Explotación del petróleo, reconstrucción del país en medio de la guerra, división geográfica y étnica de los nativos, medios de información retratando como flores los cuerpos mutilados. Todo es oro en los negocios...
Si se considera nada más que desde 1957 Eisenhower promulgó una doctrina de aseguramiento de las reservas petroleras del Medio Oriente, se tiene bastante para sacar la cuenta de cuánto se ha gastado en la región. No se puede abandonar así como así. Hay que recuperar. Y lo que hizo luego Carter lo confirmó, 1980: la ocupación estratégica, virtual, como sea, se tiene que mantener, para proteger el flujo del oro negro hacia los EEUU. Y lo que hizo luego Reagan cuando fundo el Central Command (Centcom), para ayudar humanitariamente, luchar contra el terrorismo (en su gérmen) y proteger el mismo flujo petrolero. Y lo que hizo luego Bush con su doctrina de "guerra contra el terrorismo" y los "estados canallas".³
Es una predeterminación. Tanto así que la figura del Medio Oriente, con un Israel delegado para gobernarlo, a modo de Capitanía General de la era colonial en la informática, quiere pelearse con América Latina en eso que se llama el "patio trasero". EEUU considera al Medio Oriente de su propiedad, un macetero en su jardín o grano en su despensa. De cualquier modo. No se le quita ni se le abandona sin guerrear.
Cuando el compungido almirante se lamenta de la inestabilidad de esa parte del mundo, partera segura de inesperadas situaciones, no se refiere ni por un momento al Medio Oriente como tal, como zona con humanos acuciada por la muerte y la guerra. Nada que ver. El hombre llora desde sus lágrimas, no desde las ajenas. Se refiere a la novedosa situación de que su país peleé las tres guerras a una vez, pudiendo ello salirse de control, con desmedro para la moral imperial, para la tropa, para la dignidad de la primera potencia mundial. Alguna variante no controlada que pueda humillar, como la derrota desde los tiempos del Vietnam. Algún grado de dificultad que pueda comportar la no vista configuración única de tres débiles enemigos en batalla.
No otra cosa. Su oración sobre la inestabilidad dibuja a los mandos gringos en apuros. No más. Pero ya lo sabemos; hay que saber interpretar y leer entre líneas. No se trataba de ninguna soberbia personal, sino corporativa, nacional. Me equivoqué desde el principio con él, al pelearme con su humanidad. (¿Cómo le ocurre a uno eso?) En verdad es sincero, en su plano personal. Quizás hasta sea temeroso de la Palabra, él, el señor Muller, y tema aquello que el dios hebreo dijo: "Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja a Jehová; esa persona será cortada de en medio de su pueblo" (Núm 15:30-1).
Pero como sea, es un hecho que tendremos que contar con el ejercito y la cultura de los EEUU a futuro como los pilares fundamentales para determinar qué es bueno y qué es malo sobre la faz de la tierra, para erradicarlo, séase terrorista, comunista, narcotraficante, tiráno, dictador, antidemócrata... o dueño de reservas fósiles o naturales. Convertir un tema en un argumento pecaminoso es una cuestión de prensa, de matrices de opinión, de medios de comunicación, de poder mediático. Venezuela puede llegar a ser maligna por albergar las mayores reservas de petróleo. Quizás a futuro funde el gran país en su seno un Centro Eugenésico para la Libertad del Mundo, de donde emanen políticas liberadoras de todo lo inconveniente a lo humano terrestre. Desde donde se erradique, en nombre de la paz y la libertad del mundo, cuando no de la sanidad
Notas:
¹ "Jefe de Estado Mayor de EEUU: ataque a Irán me preocupa demasiado" en Aporrea.org [en línea]. 21 jul 2008. Pág.: 1 pantalla. - http://www.aporrea.org/internacionales/n117313.html. - (Consulta: 23 jul 2008).
² Noam Chomsky: “Petroleras en Irak, pacto con el diablo” en Aporrea.org [en línea]. 21 jul 2008. Págs.: 6 pantallas. - http://www.aporrea.org/internacionales/a60803.html. - (Consulta: 23 jul 2008).
³ Michael T. Clare: "La nueva geopolítica de la energía" en Colombia.Indymedia.org [en línea]. 11 mayo 2008. Pág.: 3 pantallas. - http://colombia.indymedia.org/news/2008/05/86487.php. - (Consulta 23 jul 2008).
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