En un enfrentamiento entre el Ejército de Colombia y presuntos guerrilleros el 29 de abril fallecieron ocho militares en la zona montañosa del noreste de ese país, cerca de la frontera de la Guajira.
La primera reacción del presidente colombiano, Álvaro Uribe, fue lavarse las manos y escurrir el bulto, al aducir ante los medios de comunicación la solicitud al presidente Hugo Chávez y a las autoridades de Venezuela de apoyo para capturar a los guerrilleros, que supuestamente se habían refugiado en Venezuela.
De acuerdo con los convenios internacionales que rigen la materia suscritos entre Venezuela y Colombia, para estos casos aplica el convenio de inteligencia, el cual determina taxativamente que el país solicitante debe informar la tentativa ubicación de los insurgentes, y el gobierno nacional ejecutar las operaciones militares.
Esto nos lleva tácitamente a hacernos el siguiente interrogante: ¿el presidente Uribe, al solicitar apoyo al Gobierno venezolano, anexa pruebas del paso de los guerrilleros hacia nuestro país? O simplemente valiéndose de su presencia en Roma aprovecha la difusión internacional de los medios europeos para dejar velado ante el mundo que los irregulares colombianos son protegidos en nuestro pueblo, cuestión que infelizmente coincide con el Informe Sobre Tendencias Del Terrorismo Mundial divulgado el 27 de abril en Washington, que al etiquetar a los movimientos guerrilleros colombianos como terroristas sataniza la Revolución Bolivariana porque supuestamente no colabora en la lucha contra su erradicación, mientras irónicamente felicita al Gobierno colombiano por su política de "seguridad democrática", mediante la cual, en flagrante violación de la soberanía nacional ecuatoriana, incursiona el 1° de marzo de 2008 en ese territorio y asesina a las personas que estaban durmiendo en un campamento temporal de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Damos todo nuestro apoyo a la declaración del presidente Chávez como respuesta a su homólogo colombiano: "Venezuela no permitirá incursión armada alguna, venga de donde venga, que viole la soberanía venezolana", además de ratificarle al presidente Uribe que su gobierno no apoya la guerrilla colombiana. Es importante resaltar que el presidente Uribe es consciente de ello, pero los patrones que le impone el imperio norteamericano van dirigidos a buscar la internacionalización de su conflicto, donde nuestro país es simplemente una víctima.
Como el cinismo histriónico de Uribe no tiene parangón, después del razonamiento del presidente Chávez en torno al infamante e inicuo informe de Estados Unidos y el lamentable fallecimiento de 18 compatriotas del Ejército venezolano cuando cumplían tareas de patrullaje y reconocimiento en nuestra frontera con Colombia, Uribe reaccionó ratificando que se capture a los miembros de las FARC que se esconden en nuestro territorio, argumentando de manera temeraria que dichos insurgentes provenían del territorio venezolano y después del enfrentamiento del Ejército colombiano se devolvieron a nuestro país a refugiarse.
Veamos con sumo cuidado cómo las corrientes guerreristas, tanto colombianas como estadounidenses, atizan un conflicto utilizando al Presidente colombiano como cascarón de proa y quien de manera farisaica apela al Derecho Internacional, al Grupo de Río, a Unasur y a la OEA con la intención de hacerse pasar de verdugos a víctimas.
Que Dios nos agarre confesados
y en alpargatas si en los próximos comicios en Colombia gana el Señor
de la guerra Juan Manuel Santos.