Golpe militar de John Negroponte en Honduras

En los años ochenta la CIA no cumplió el compromiso de informar al congreso de Estados Unidos sobre las actividades ejecutadas por las fuerzas miliares de América Latina en sus territorios. Sino que contribuyó en la fundación, entrenamiento, dotación de material bélico y financiero de escuadrones de la muerte como el Batallón 3-16 de Honduras y el ELACH, cuyo fin fue torturar, retener, desaparecer a miles de hombres y mujeres de ese país. Asimismo no informó que con la “supuesta” disolución del Batallón 3-16, muchos de sus miembros fueron trasladados a otras unidades de espionaje y contraespionaje del ejército hondureño.

Es obvio, que los funcionarios de la CIA en Honduras en los años ochenta, cuyo jefe era Donald Winters, sabían que el ejército había organizado un escuadrón de asesinos a favor de la derecha y la oligarquía. De igual manera contribuían a ampliar sus campos de acción con persecuciones “al caliente” a la resistencia de Nicaragua. Este escenario permitió a la CIA armar e instruir a los contra de los sandinistas. Para ello, la CIA estudió psicológicamente a varios militares hondureños llegando a reclutar al general Gustavo Álvarez Martínez, Gral. Humberto Regalado, el Teniente Coronel Luis Alonso Discua Elvir, el Comandante Inocente Borjas Santos, el Teniente Coronel Luis Alonso Villatoro Villena, Alexander Hernández, Billy Joya Amándola, Juan Evangelista López Grijalba y otros provenían de la Unidad Especial de las Fuerzas de la Seguridad Pública, FUSEP. Entre los adiestradores y formadores estaban el agente del Batallón 601, Ciga Correa, que ya había colaborado con la DINA en el asesinato del Gral Carlos Prats y había entrenado a la Alianza Anticomunista Argentina AAA junto con Seineldín.

A comienzos de esa década, Jack Binns era el embajador de Estados Unidos en Honduras, quien sería sustituido por enviar un telegrama a Washington y advertirle a Rolald Reagan sobre la patología asesina del general Álvarez Martínez.

A Binns lo sucedió John Negroponte, un diplomático y viejo amigo de la familia Bush que simpatizaba con los objetivos de la administración Reagan en Centroamérica, y quien fue el obediente candidato para cercenar los derechos humanos de los hondureños y meterse subrepticiamente en los procedimientos electorales y la política soberana de los países de centro y sur América y del caribe. “No hay presos políticos en Honduras”, aseguró Negroponte y el Departamento de Estado en su informe sobre derechos humanos en 1983.

La CIA a través de Donald Winters (compadre del general Gustavo Álvarez Martínez) y John Negroponte, garantizaron que el Congreso y el pueblo de los Estados Unidos no se informaran sobre los acontecimientos más atroces cometidos a los hombres y mujeres, no solo de Honduras sino de toda Centroamérica.

En 1989, en una comparecencia ante la Comisión de Relaciones Exteriores del senado, se le preguntó acerca del Batallón 3-16 y la violación de los Derechos Humanos en Honduras, mintiendo dijo: “Jamás he visto ninguna prueba convincente de que participara en actividades del tipo escuadrón de la muerte”. Luego de esta declaración, el Presidente George Bush (padre), lo nombró embajador en México.

Durante el periodo presidencial de George. W. Bush (hijo), fue nombrado representante permanente ante la ONU, desde allí y con alianzas del Departamento de Estado atacó y conspiró contra los gobiernos progresistas y de izquierda de Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Participó en la elaboración conjuntamente con una cúpula militar (alumnos de la Escuela de las Américas) y la oligarquía venezolana, en el golpe de estado en el año 2002 dado al Presidente Hugo Chávez Frías Constitucionalmente electo. Asimismo participó en los planes de derrocamiento del Presidente boliviano Evo Morales y en la desestabilización de la constituyente propuesta por el Presidente de Ecuador Rafael Correa.

Con la llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos y al verse desplazado por esta nueva administración, John Negroponte ha venido reuniéndose clandestinamente con empresarios estadounidenses, políticos y militares de extrema derecha de América Latina y Europa, con la intención “supuestamente” de detener la CHAVEMANÍA en el continente. No es de extrañar, que sus planes la ha puesto en práctica con el GOLPE MILITAR Y DE LA OLIGARQUÍA en Honduras, donde mantiene intereses de negocios en cuanto a la venta de armas, financieros, mediáticos y mineros.

Antes del derrocamiento del Presidente José Manuel Zelaya, Constitucionalmente electo por el pueblo, John Negroponte venía reuniéndose con el comando de la base militar de Estados Unidos en Soto Cano Honduras, el embajador Hugo Llorens, con algunos generales de las Fuerzas Armadas de Honduras, entre ellos: Romeo Vázquez, Billy Joya Amándola, la iglesia católica, empresarios dueños de medios de comunicación, algunos hoteleros y políticos de extrema derecha entre los que se encuentra Roberto Micheletti Bain, quien tiene un alto prontuario por violaciones a los Derechos Humanos y corrupción. Los propios miembros del congreso golpista de Honduras informaron sobre las reuniones con el embajador de Estados Unidos en Tegucigalpa, con la intención de interrumpir la consulta popular de la cuarta urna para una posible constituyente.

¿Será que la historia de los años ochenta se está repitiendo con el embajador Hugo Llorens, quien no informa al Presidente Barack Obama y al Congreso –como lo hizo la CIA- sobre los acontecimientos aberrantes y sangrientos que vive el pueblo de Honduras?

¿John Negroponte es el enviado encubierta por el pentágono para hacer el juego sucio y desestabilizar los gobiernos democráticamente electos por los pueblos en América Latina?

OJO PELAO con las transnacionales, los medios de comunicaciones, la CIA, la iglesia católica y las oligarquías de este continente.

roajavier4@gmail.com


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Javier Alexander Roa


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