De esta inspección surgirá seguramente un abultado expediente que servirás para colocar en la picota pública y promover aún más el aislamiento del régimen golpista por parte de las organizaciones internacionales. Ha de constituir, además, un expediente preparatorio para, en su momento, no importa si inmediato o mediato, acusar y someter a juicio a las principales figuras que encabezan el golpe de estado y, junto con ellos, a los esbirros y apapipios que, cegados por su obediencia servil, persiguen, golpean, detienen, delatan y hasta asesinan a personas en las calles o en los lugares de detención.
Micheletti, el general Romeu Vázquez y el resto de la camarilla golpista que se han comportado tan prepotentemente y han actuado en forma bruta y violenta, deben conocer que su poder se erige sobre un terreno movedizo por las circunstancias, y que, por lo tanto, en un momento dado los sepultará indefectiblemente. Veremos cómo se comportarán cuando les toque rendir cuenta por todos sus desmanes después que termine este período trágico de la historia de Honduras.
En Honduras se deben poner los ojos en las experiencias vividas en casos similares en otros países. Los juicios y condenas de Fujimori y Montesinos en Perú, de altos jefes militares en Argentina, por citar algunos ejemplos, son pruebas fehacientes de que a los criminales les llega su día, quizás cuando menos lo esperan.
Por eso, urge y es importante que cada ciudadano en particular y las organizaciones que integran la resistencia, empiecen a preparar el sumario de la causa que se abrirá en el futuro, mañana o más tarde, a cada uno de los involucrados en los grandes o pequeños crímenes y violaciones cometidos contra el país, su pueblo y los ciudadanos.
Se deben precisar los nombres, los actos, los horarios y fechas, las fotos y videos. Nada debe escapar a la constancia gráfica de esos esbirros (soldados, policías y paramilitares) y apapipios (delatores, aduladores e incondicionales), que han corrido frenéticamente para arremeter contra el pueblo. Hay que captar los rostros de quienes levantan los toletes para agredir a las personas y disparan sus fusiles. Es preciso que nada escape a los ojos del pueblo y de los medios que puedan utilizar o disponer para demostrar con objetividad las denuncias a todos los que han actuado activamente en las represiones, ya sea mandando o ejecutando directamente las agresiones individuales o masivas.
Cuando llegue la oportunidad –siempre habrá un día para la victoria del pueblo- y sea posible ejercer la justicia en Honduras o en cualquier parte, entonces tendremos a muchos en el banquillo de los acusados, que serán los mismos que hoy se pavonean y se creen inmunes a todo castigo presente o futuro.
La cúpula de esta camarilla quizás no pueda contar con el privilegio de poder refugiarse en otro país, como puede ser los Estados Unidos, para eludir la justicia, pues resultará difícil para cualquier gobierno brindar asilo a los mismos que previamente han condenado por sus actos ilegales e inconstitucionales. Si alguien quisiera practicar o dispensar alguna benevolencia, difícil le será hacerlo y justificarlo, pues conoce de antemano que este régimen ordenó asesinatos, represiones bárbaras y tropelías infinitas, y esas violaciones flagrantes y masivas son actos de genocidio contra el pueblo y, por lo tanto, son condenables y no prescriben.
Así que posiblemente los golpistas no podrán encontrar fácil refugio en ninguna parte, y esto significará un buen escarmiento para estos infames personajes, aventureros torpes dominados por sus mezquinas ambiciones. ¡Ya lo verán! ¡Algún día triunfará la justicia en Honduras! Entonces no queremos lágrimas de cocodrilos ni golpes de pecho.