Durante una “vuelta” rutinaria por el internet me percaté de un articulo donde una periodista citaba uno de mis artículos y decía que yo “...era parcializado y subjetivo...”; luego en un articulo periodístico se me vuelve a citar, y se comenta “...Salgado escribe desde su conmoción...”. Después de esto reflexiono un poco sobre naturaleza de lo objetivo, y si esto tiene que ver con “neutralidad” o simplemente tiene que ver con la forma en que ocurren los eventos fuera de nuestra propia consciencia.
Me fijo en la apreciación que se hace del mismo evento desde diversas mentes, e intereses, dogmas y posiciones ideológicas. Por ejemplo, la llegada de Manuel Zelaya es vista con esperanza por su pueblo; un periodista a 6000 kilómetros piensa que estamos exagerando; en otra parte un golpista tiene miedo, odio, desdén.. Todas las perspectivas diferentes analizando el mismo evento.
Vuelvo entonces a reflexionar sobre mi propia posición. Ella esta condicionada por mi condición de clase. Los garrotazos que le dan al pueblo, los muertos por las balas criminales de los militares “desclasados” que se van mas por el lavado cerebral de los batallones, las violaciones a nuestras mujeres, la indefensión, me ofenden profundamente. No pretendo ser imparcial, no soy imparcial, estoy al lado de mi pueblo; estoy donde debo estar. Entonces, pensando por un momento en aquellos, que se auto proclaman objetivos e imparciales, me detengo un par de jornadas y busco la verdad.
La busco en una comunidad campesina; en una platica con una mesera; hablando con un compañero, incluso con una amiga de mucho tiempo que esta con el golpe. Mi plática con un compañero campesino, en su champa, cerca del mar, comiendo un par de tortillas con frijoles, un par de camarones recién sacados de la faena.. Su conversación es por demás interesante No sabe sociología, ni matemáticas, pero entiende lo que pasa de una manera asombrosa.
Me dice ”...mire compa, esa gente dice que va a dialogar para arreglar la situación, pero entre nosotros no hay chance de reconciliación; mi compadre es golpista, yo no. Y ahora pasaremos 50 años antes de volver a encontrarnos a compartir...”. Luego agrega “... nosotros somos muchos en la resistencia, y no queremos que nadie decida por nosotros; los políticos siempre nos han traicionado; dicen que pescamos demasiado, y nos prohíben trabajar, mientras nuestros hijos crecen en desesperanza...”.
“...sabe que, en las elecciones les vamos a enseñar...”; el compañero que me dice esto, curso seis grados de primaria en una escuela rural de Honduras. No hay ideología en sus palabras, existe en su expresión una razón fundamental de la lucha, una consciencia clara de la injusticia, de la condena ad perpetuam a vivir mal, muy mal, en un lugar donde Macondo es una metrópolis, y el hambre no se nota porque es permanente, lo sorpresivo es un tiempo de comida.
Esa misma línea la encuentro entre las compañeras meseras en un café. Ellas me dicen “...en las urnas nos veremos con estos salvajes; mi hermano está en el hospital; lo golpearon los militares cuando regresaba de trabajar, su jefe lo despidió. Todo esto nos hace mucho mal; y el tal Micheletti...”.
Un compañero en resistencia me confiesa que se siente impotente; que ya no soporta recibir garrote y no poder devolver los ataques. Me dice “...lo que deberíamos hacer es llevar machetes, garrotes, y otras armas a las marchas pacificas, entonces, lo pensarían mucho antes de atacarnos...”, también me expresa su inquietud electoral “...no podemos participar en esas elecciones espurias, con ello legitimamos el golpe, hay que boicotear las elecciones...”; entonces yo le pregunto, “...como las boicoteamos...”, “... no sé, eso nos lo deben decir los lideres...” me responde, mostrando un poco de fastidio ante mi pregunta.
También converso con una vieja amiga, golpista por efecto. Alguien que ha vivido cerca de la oligarquía, sin ser parte de esta. Su esposo y ella han trabajado mucho para lograr la vida que llevan. Tal vez han tenido “buenos” contactos políticos en el pasado. Me indica que ella está muy molesta con Mel Zelaya porque el inició la “lucha de clases”. Yo le digo que no es así, que esa lucha ha estado siempre presente. Entonces ella prosigue ”... como no me voy a sentir mal, si mi empleada domestica me dice que ella no me puede apoyar porque nosotros somos responsables de la miseria del pueblo...”.
Mi amiga prosigue diciéndome “...hemos pensado irnos a vivir a otro país, tal vez El Salvador; allí se trabaja mucho...”. y luego cuestiona “... no se porque no van a las elecciones, ahí tiene a Carlos H. Reyes, pero que esto pare...”. Particularmente interesante es el hecho de que me doy cuenta de que no sabe de la represión, ni de los muertos, ni del cerco a la embajada de Brasil, ni de la violación de mujeres por militares sicópatas, cuando yo le digo esto, ella replica “... si es cierto lo que me estás diciendo, entonces es muy grave el engaño del que nos han hecho victimas, ojalá no sea cierto...”.
Después de esto me replanteo la pregunta inicial sobre la objetividad y la imparcialidad. Cuando muchas personas escriben, son objetivas e imparciales porque narran la realidad o porque se auto proclaman ser lo que dicen. Son imparciales porque ¿no toman partido? ¿Que es eso?. Sinceramente ni siquiera lo puedo imaginar. Pienso que cada quien adopta posiciones parcializadas, y las emociones que afloran son producto de su relación con las circunstancias, su compromiso con el proceso.
Entre mis interlocutores, todos mencionaron de alguna manera las elecciones. La mayoría de ella viendo en dichas elecciones un camino hacia una opción. Incluso mi amigo campesino, siendo simpatizante de la resistencia, piensa que el camino pasa por las elecciones, y lo que el presidente diga sobre ellas.
También se menciona mucho al candidato independiente, el compañero Carlos H. Reyes. Sin duda el perfil de lucha de Carlos genera expectativa, su permanente posicionamiento al lado de las causas populares le presentan como opción. Sin embargo, los principios en el compañero candidato son algo pétreo; ya ha manifestado que no pueden haber elecciones para legitimar un proceso ilegal. Se ha manifestado con firmeza contra el golpe, y a favor del retorno al orden constitucional.
Esta firmeza le valió una golpiza de parte de los militares que aun lo mantiene incapacitado. A pesar de su negativa a comprometerse en un proceso viciado por la sangre de nuestros compatriotas, Carlos H. Reyes aparece en la mente de los hondureños como una expectativa de cambio.
En una cantidad indeterminada de conversaciones con compañeros surge la pregunta, ¿podremos conformar un frente amplio capaz de derrotar a la oligarquía en su propio juego? A pesar del incuestionable y claro mensaje de la candidatura popular independiente sobre la falta de condiciones objetivas para participar en un proceso electoral; la mente de la gente vuelve al mismo punto.
Es posible que en el fondo todos piensen que la única posibilidad de alcanzar el proyecto de una Asamblea Nacional Constituyente popular, democrática y participativa, es por medio de la participación en el mismo proceso espurio. Esto lo refuerzan la inoperatividad de la OEA, la hipocresía de países como Estados Unidos, Costa Rica, Bahamas, Panamá y Perú. Hay muchas posibilidades de que el frágil consenso del adefesio continental se rompa, y muchos países terminen reconociendo el resultado de las elecciones de noviembre.
La presión sobre la firma de un protocolo como el de San José sugiere que esas elecciones son la salida que la derecha busca y la que se va a adoptar como solución.
Hoy salió una nueva propuesta análoga de la Fundación Friedrich Naumann de los liberales alemanes. La novedad es que este tratado indica que Manuel Zelaya no podrá participar en política por 5 años. Esto para evitar que el presidente decida sacrificar su presidencia por la lucha popular hacia una constituyente. Para evitar que el presidente Zelaya apoye una candidatura.
Hoy me pregunto, le pregunto al compañero Carlos H. Reyes, ¿cual es nuestra posición frente a una eventual y obligatoria participación en este proceso electoral? ¿Estamos listos para dirigir nuestro esfuerzo mayor a la organización de masas? ¿Tenemos un dialogo avanzado con las otras partes? ¿Hay pláticas con el presidente sobre este escenario particular, para que el dé lineamientos a sus seguidores antes de que lo aten de pies y manos los fascistas?
No se trata de abandonar los principios básicos de nuestra lucha; se trata de analizar todas las posibles salidas. Recordemos que el camino de la dictadura pasa por unas elecciones boicoteadas por los candidatos populares; ¿cual será su reacción frente a una posible participación unitaria?
Decididamente pienso que soy objetivo, porque veo las condiciones que existen al margen de mi pensamiento, pero no puedo ser imparcial. Estoy con mi pueblo, y con las candidaturas populares de mi país. Ruego por la unidad, por la adopción de posturas de lucha flexibles. Solo pregunto compañeros Carlos H.. Reyes y Cesar Ham: ¿estamos listos para liderar esta pelea libertaria? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para conseguir la victoria?
No hay revisionismo en lo que digo. Simplemente expreso el deseo de materializar lo que muchos siempre hemos tenido como consigna
¡Hasta la victoria siempre!
* Investigador Social