Ha quedado en evidencia, ante la mirada confundida de la comunidad mundial, como una numero de soldados, que no llegan al 5% de la población de Honduras, han decidido tomársela para ellos. Y lo han hecho con la fuerza de las armas que el pueblo de ese país les entregó, para defender la soberanía y las riquezas de ese mismo país.
Así mismo ha quedado en evidencia que las OEA, las UN, la comunidad Europea, Todas las ONG. y las organizaciones de todo el mundo carecen del elemento de fuerza capaz de hacer respetar los deseos del `pueblo hondureño y de la voluntad de toda la población organizada del mundo.
Todo eso nos lleva a reflexionar sobre el porqué de esa situación. No se trata de un intento de preservar a Honduras de caer en una situación de comunismo o algo así. Se trata de que los que poseen la fuerza son los mismos que poseen la riqueza y no están dispuestos a que se instale ninguna igualdad que vaya a mermar sus suculentas ventajas, que le hacen la vida tan agradable. Se trata de que fuerza mata ideales. De que poder mata razonamiento y lo demás es paja.
¿Es que en alguna parte del mundo la situación es diferente? No, ¡claro que no! El que logra controlar la fuerza, controla el país. Bondad sin respaldo de la fuerza, no dura. Abundan los ejemplos en la historia de que los ideales sin armas no se realizan. Hasta en la vida normal si no pueden imponer, de alguna forma su punto de vista, fracasarás en el intento.
Pero no basta la posesión de las armas como en el caso de Honduras, también tiene que lograr la aprobación de la gente que controla el mundo a un nivel superior como es el caso de los E. U e Israel que lo secunda. Ellos impiden que los militares sean derrotados. ¿Cómo? Con la fuerza de las armas y del dinero que le aportan, escondidos, y que les permiten soportar un bloqueo hipócrita de casi todos los países del mundo.
Está bien claro, que para persistir, nuestra revolución debe insistir en lo que desde un principio ha dicho su líder, que ésta es una revolución pacífica, pero armada. No debemos descuidar ese detalle y tenemos que insistir en la formación adecuada de los miembros de nuestra fuerza armada, de manera que compaginen con los pensamientos de cambio y que mantengan la sintonía con los principios que guían a quien dirige la revolución, que hoy es Chávez, pero que tendrá que cambiar con el tiempo.
Por supuesto, como pieza de garantía suprema, debe mantener el apoyo popular y volverse una sola cosa con la masa del pueblo, que es lo único que le da sentido y longevidad a una empresa como ésta que debe ser autorenovada permanentemente y enriquecida a diario.
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