América Latina siempre ha estado en la mira de la diplomacia de guerra
sionista y para ello, viene desarrollando, paso a paso, un verdadero
plan de “acercamientos”, presiones y hasta infiltraciones que abarca a
políticos, gobernantes, empresarios y personalidades de la cultura.
Argentina, Uruguay, Colombia y Honduras son algunos de los principales
países que sufren este acoso que se ha incrementado notoriamente en los
últimos meses, con la excusa de intentar neutralizar la incipiente
influencia que la diplomacia iraní está desarrollando en el continente,
y además contrarrestar la notoria influencia que Hugo Chávez ejerce
sobre los pueblos y sus organizaciones populares. Histéricos frente a
las acciones solidarias con los rebeldes del mundo árabe y persa ,
expresadas por el Comandante bolivariano, los estrategas sionistas han
redoblado sus esfuerzos para mostrar al mundo que estos países del área
sudamericana son “base propia”.
De allí, que la repudiable presencia en suelo argentino del genocida
Shimon Pérez, no viene a cumplir otro objetivo que “marcar territorio”,
contando para ello con la anuencia y complicidad del gobierno que lo
recibió con todos los honores. Satisfecho y halagado, Pérez y su corte
de administradores de trasnacionales se embarcaron en la firma de
múltiples acuerdos comerciales (sólo en 2008 las exportaciones a Israel
llegaban a 220 millones de dólares) que redundarán a corto plazo, en
más dolor e impotencia para el pueblo palestino.
Arropado por el stablishment porteño y bonaerense, Pérez se dio el
gusto –en abierta injerencia- de recomendarle al canciller Jorge Taiana
y a la propia presidenta Fernández de Kirchner con quien se debían
relacionar a nivel diplomático. Actuó, en todo momento, como un
mandamás imperial, que viene a visitar una de sus colonias, y si
faltaba algo recibió el aplauso de miles de sus súbditos que, en el
estadio Luna Park, festejaron sus repetidas reivindicaciones de la
violencia de terrorismo estatal anti palestino y anti libanés. Con sus
dichos y sus gestos, el jerarca sionista ofendió a la gran mayoría del
pueblo argentino y a la importantísima comunidad árabe que habita en el
país.
Sin dudas, Hitler estuvo en Buenos Aires a sus anchas en estos días. No
es exagerada la comparación: igual que aquel, Pérez es el culpable de
innumerables crímenes de lesa humanidad. Qué otra cosa es sino, la
letal orden impartida por el presidente sionista de bombardear la sede
de la ONU en la localidad libanesa de Qana en 1996, donde fueron
asesinados 110 refugiados. O ser el impulsor de la carrera nuclear del
Estado terrorista de Israel.
Esta estrategia de presión e invasión sionista sobre nuestros pueblos
tiene diversos arietes. En lo militar, el propio Pérez ha logrado hace
pocas horas excelentes contratos de intercambio militar con el gobierno
brasileño. Armas y equipos para sitiar aún más al pueblo de Gaza o
bombardear el sur del Líbano. Por otra parte, en lo cultural se vienen
desarrollando desde hace meses tentadoras (en lo económico)
invitaciones a figuras estelares del canto argentino para que actúen en
Israel. Así viajaron, desoyendo los múltiples llamados a no hacerlo por
parte de entidades de DDHH palestinas, la recientemente fallecida
Mercedes Sosa, César Isella, León Gieco y Teresa Parodi, entre otros.
Trovadores “progresistas” estos, que se ufanaron de su gira exitosa
por un país que mantiene en la cárcel a más de 12 mil personas y que en
la navidad del 2008 convirtió Gaza en un infierno asesinando a más de
4.000 personas, de los cuales, medio millar eran niños y niñas.
En el campo de los medios de comunicación, el cerco sionista también
hace gala de acumular éxitos. Sólo basta observar la impresionante
cobertura que tiene estos dias la gira del genocida Pérez para saber
quiénes manejan y monitorean esos medios. La perversa ecuación cobra
más intensidad cuando diarios, radios y TV ningunearon de manera
ostensible la multitudinaria manifestación de repudio a la visita de
Pérez, protagonizada por miles de argentinos y argentinas que marcharon
hacia la embajada sionista a expresar su rechazo al desagradable
visitante. Sólo el descaro y la felonía pro-sionista de la página
digital del oligopolio “Clarín”, pueden convertir una de las marchas
antisionistas más multitudinarias –integrada por decenas de
organizaciones populares y de derechos humanos- que se realizaron en la
Capital argentina, en un “grupo de cien personas del Partido Obrero”,
como reseñaba la crónica. Sin embargo, quien quiera oir que oiga:
Buenos Aires se pobló de voces, gritos y consignas de apoyo a Palestina
libre, a los combatientes de Hamas y otras formaciones militantes, a
Hezbolah y la resistencia libanesa, y de rechazo a la barbarie cometida
día a día por el Estado terrorista de Israel y su padre putativo
radicado en Washington.
Una ofensiva peligrosa
Otros países de la región también soportan el intervencionismo
sionista, y hay que recordarlo para saber que cada una de estas visitas
de sus jefes políticos y militares no son anecdóticas. Sólo
basta recordar la última gira del ministro de Relaciones Exteriores
israelí Avigdor Lieberman, en la que felicitó al presidente colombiano
Alvaro Uribe Vélez, por sus “esfuerzos para frenar a la guerrilla y el
narcotráfico”, y las “extraordinarias y amistosas relaciones que
Colombia siempre ha tenido para con nuestra Israel”. No podía ser de
otra manera, ya que el Estado sionista es el socio comercial –junto con
Brasil- más importante que tiene Colombia, con exportaciones que
orillan los 450 millones de dólares al año. Israel le vende a los
militares colombianos armamento y equipos de telecomunicaciones para
que continúen su tarea de hostigamiento a las FARC y el ELN. Gran parte
de estos equipos son a su vez utilizados por los paramilitares Aguilas
Negras, muy duchos en utilizar la motosierra para asesinar a miles de
campesinos colombianos.
Desde hace años, asesores militares sionistas participan activamente en
dictar cursos, entrenar y co-participar, en muchos casos, en las
maniobras contrainsurgentes determinadas por el uribismo.
En su afán de ayudar a su colega Uribe, el presidente israelí Shimon
Pérez, autorizó hace seis meses la venta “a precios de conveniencia” de
dos docenas de aviones cazabombarderos F.21. Las máquinas aéreas
utilísimas para lanzar centenares de bombas en la selva colombiana,
llegaron acompañadas de varios expertos y asesores, entre ellos el
general retirado Israel Ziv, miembro de Counter Terrorism
International, como denuncia nuestro colega José Steinsleger en el
diario mexicano La Jornada. Ziv es el ex jefe de operaciones del
ejército israelí, el mismo que fracasó ante la resistencia de Hezbollah
en 2006.
Por otra parte, los sionistas también han descendido en Perú a través
de Global CST que es una pieza esencial del complejo militar industrial
israelí. Esta empresa firmó un contrato de 10 millones de dólares con
el gobierno del presidente peruano Alan García para entrenar y dirigir
el ejército peruano contra los remanentes de Sendero Luminoso que aún
persisten en la región del Vrae.
Global CST ya vendió además al ejército peruano equipos de visión nocturna por valor de 3 millones de dólares.
También negocia armamento con Perú el grupo Mikal (marcas Soltam, ITL,
Saymar), la segunda compañía privada israelí productora de armamento.
Mikal, cuyo presidente es Avraham (Miko) Gilat, vende una amplia gama
de productos, desde piezas de artillería hasta blindados ligeros,
pasando por la optrónica.
En la dirección de Global CST se encuentra –otra vez- el general amigo de Uribe en Colombia, Israel Ziv.
En 2008, Global CST ideó y ayudó a ejecutar en Colombia, el rescate de
Ingrid Betancourt (Operación Jaque), y planificó simultáneamente el
ataque georgiano contra Osetia del Sur (operación que costó más de mil
vidas).
En Honduras, la dictadura cívico-militar de Micheletti recibió, como no
podía ser de otra manera, el entusiasta apoyo del gobierno israelí.
Allí es muy conocido, entre los militares y policías represores, el
empresario sionista Yehuda Leitner. uno de los principales proveedores
de armas y gases tóxicos a los uniformados. Son los mismos que fueron
arrojados profusamente durante las movilizaciones de la resistencia y
también frente a la embajada de Brasil, donde reside el presidente
Manuel Zelaya. En uno de esos incidentes, murió asfixiada con los gases
que provee Leitner, la joven estudiante hondureña Wendi Elizabeth
Avila, que estaba manifestando su repudio a la dictadura.
Yehuda Leitner es ex oficial del ejercito israelí, quién perteneció en
los años 80 a la red de contrabando del multimillonario Gerard
Latchinian, abastecedor de armas a los gusanos anticubanos Felix
Rodriguez y Luis Posada Carriles en sus operaciones luego conocidas
cómo escándalo Iran-Contra.
En Uruguay, donde se encuentra la principal base del Mossad israelí de
Sudamérica, la presión del lobby sionista es muy poderosa. Siempre lo
ha sido, pero con el gobierno de Tabaré Vázquez se han incrementado los
pactos comerciales y las alianzas políticas. No por casualidad, Uruguay
fue junto con Argentina uno de los grandes impulsores de que el primer
TLC firmado por el flamante MERCOSUR fuera precisamente con lsrael. Y
tampoco pasó desapercibida la felicitación y agradecimiento a la
Cancillería uruguaya, formulada por la Confederación israelita local,
por haberse abstenido en la reciente votación en Naciones Unidas sobre
el Informe Goldstone, que denuncia las atrocidades cometidas por los
sionistas en su ataque a Gaza a principios de este año.
Como se puede ver, el sionismo no descansa en su afán de proyectar su
ideología y práctica expansionista por Latinoamérica. El problema es
tener conciencia de ello, y sobre todo, presionar a los respectivos
gobiernos para que no se sigan poniendo de rodillas frente a estos
nuevos émulos del nazismo.