Luis Britto García: "Persecuciones en Donbás son casi de limpieza étnica"

Luis Britto García advierte sobre el ascenso del neofascismo con el conflicto en Ucrania.

Luis Britto García advierte sobre el ascenso del neofascismo con el conflicto en Ucrania.

Credito: Fabiola Méndez

Escritor, historiador, dramaturgo y abogado, Luis Britto García es hoy el más importante intelectual venezolano y uno de los más destacados de América Latina. A sus 81 años, tiene escritos cerca de 90 libros, entre ensayos, novelas, narrativas, películas, humor y hasta animados sobre historia latinoamericana. Su activa producción intelectual no le impide ejercer su rol como "pensador de combate", y es frecuente verlo participar en foros, congresos y debates públicos sobre la actualidad venezolana y del mundo.

Sputnik lo entrevistó en su casa en Caracas, mientras escribe un artículo sobre lo que considera es el principal detonante de lo que está ocurriendo hoy en Ucrania que, "en realidad, es un conflicto en torno a Alemania que tiene viejas raíces".

"Prácticamente, los últimos tres conflictos mundiales han sido causados para evitar que Alemania ejerza una hegemonía sobre Europa y, por lo tanto, sobre el mundo", afirma Britto García.

Además, explica el historiador, la OTAN se ha ido instalando como un ejército de ocupación prácticamente en toda Europa y pretendía incorporar a Ucrania, lo que de hecho significaba para Rusia la "instalación de una fuerza militar foránea, dirigida por Estados Unidos, en su propia frontera".

"Es muy importante decir que, en conversaciones con [Mijaíl] Gorbachov, Estados Unidos se había comprometido a no instalar allí bases militares de la OTAN, y entonces actualmente el Gobierno ucraniano de extrema derecha está poniendo su país a la orden de la OTAN, de una potencia militar financiada y dirigida por Estados Unidos", recordó el entrevistado.

En este diálogo, Britto García repasa el origen de las guerras en el siglo XX, el conflicto actual en el este de Europa y advierte sobre el peligro de la existencia en Ucrania de batallones "enteramente neonazis", que han llevado adelante persecuciones contra la población de cultura rusa que adquieren "una relevancia casi de limpieza étnica".

—¿Cuál fue para usted el detonante del conflicto actual en Ucrania?

—Este conflicto busca la deshabilitación de Alemania para que no ejerza la hegemonía sobre Europa y tiene antiquísimas raíces. Cuando arranca el siglo XIX, Alemania era el país más desarrollado científicamente, económicamente y hasta en algunos aspectos culturales, y ensaya una alianza con el Gran Imperio Otomano. ¿Tú te imaginas lo que hubiera sido esa nación, que tenía una primacía en Europa, con todos los recursos naturales y los inmensos recursos humanos y los mercados de lo que era Turquía y todo lo que hoy llamamos Medio Oriente? Entonces, la Primera Guerra Mundial se pelea en base a eso, para guardar la supuesta hegemonía de Inglaterra sobre Europa y para que Estados Unidos tercie en el conflicto.

La derrotada Alemania reactiva aceleradamente sus industrias, su ejército, y una vez más busca la cooperación de Asia, pero después de devastar y conquistar sin mucha dificultad muchos países europeos se va contra la Unión Soviética. De nuevo, ¿tú te imaginas lo que hubiera sido el poderío de Alemania si logra ponerle las manos a los recursos humanos y naturales de la Unión Soviética? Termina de ejercer su hegemonía sobre Europa y sobre el mundo.

Y al finalizar la Tercera Guerra Mundial, la Guerra Fría, cuando Alemania se reunifica se convierte de nuevo en la potencia más desarrollada económicamente, tecnológicamente, científicamente de Europa, y entonces surge el problema de que puede desplazar a la hegemonía atlántica en Europa, es decir de EEUU e Inglaterra.

—¿Y hoy entonces había que evitar la alianza entre Alemania y Rusia e impedir la concreción del proyecto Nord Stream 2?

—El conflicto relativo a Ucrania es, en realidad, un conflicto relativo a Alemania, porque ese gasoducto llamado el Nord Stream 2 abriría un conjunto de relaciones comerciales, pacíficas, mutuamente beneficiosas con Rusia, que vendería sus hidrocarburos y mantendría sus relaciones estables y amplias, y por otro lado para Alemania. Y eso había que evitarlo como fuera. ¿Cómo evitarlo? Repitiendo la triquiñuela de Afganistán: creándole a Rusia un problema con un país fronterizo. Otra vez, como en Afganistán durante los tiempos de la Unión Soviética.

En Afganistán había un gobierno socialista elegido democráticamente, y los talibanes [movimiento fundamentalista islámico sujeto a las sanciones de la ONU por su actividad terrorista] lo depusieron, armados, financiados y entrenados por EEUU. ¿Cuál era el camino en este caso? Bueno, buscarle ahora una tensión fronteriza a Rusia, pero el operativo es el mismo que contra la Unión Soviética. Y así en Ucrania se instala en 2014 un gobierno de extrema derecha producto de un golpe de Estado, que ellos llaman "revolución de colores", y toma el poder un régimen prooccidental y pro-EEUU.

La encargada de Relaciones Exteriores de Estados Unidos invirtió en eso 5.000 millones de dólares, ahí no hubo ninguna rebelión espontánea, fue la instauración de una dictadura por un golpe de Estado, y esa dictadura empezó una política de discriminación contra la población de lengua y cultura rusa de Ucrania, que es más del 30% de la población. Ucrania fue una república de la Unión Soviética muy decisiva, el combate en Ucrania contra el fascismo fue extraordinario. Entonces, se inicia una política insensata de hostigar a la población de cultura y lengua rusa, con asesinatos y crímenes de odio.

—¿Hay un resurgimiento, a la luz de este conflicto, del fascismo y el nazismo?

—La situación es tan seria que Donetsk y Lugansk declararon su autonomía porque no era soportable la situación. Todo el mundo ha visto en Ucrania, luego del golpe de Estado, unos batallones enteramente neonazis, y uno los puede ver por sus uniformes con una cruz gamada disimulada apenas por una pequeña modificación, propaganda salida de sus propias filas sobre niños convertidos en soldados, en terroristas y paramilitares. Y así como vemos las formas, es aparentemente el fondo. Estas fuerzas han llevado adelante toda una cantidad de persecuciones bajo la supuesta idea de que esta población es de cultura rusa, que ha adquirido una relevancia casi de limpieza étnica.

En Venezuela sabemos lo que es eso. No hace más de cinco años se estaba prendiéndole fuego en las calles a ciudadanos porque a alguien se le antojaba que, por el color de la piel o por la ropa modesta que llevaban, podían ser bolivarianos. Y eso ocurrió en nuestro país.

Además, se ha desatado toda una política de odio hacia Rusia, una suerte de rusofobia, con deportistas, artistas y hasta empresarios discriminados por el hecho de ser rusos. ¿A qué nos estamos enfrentando?

—Los fascismos suelen surgir de las crisis económicas de posguerra. El mundo está enfrentando una crisis económica cada vez más grave. La de 2008 fue apenas el preámbulo de lo que está sucediendo y lo que va a suceder. Grandes masas de la población, que quizá lograron algún estatuto de lo que se llamaría clase media, se sienten aterrorizadas por la posibilidad de proletarizarse, y ese terror de descender socialmente lo eliminan simbólicamente uniéndose al fascismo, que es la complicidad absoluta del Estado con el gran capital.

Los fascismos, a través del autoritarismo y toda una serie de simbolismos falsamente nacionales, lo que buscan es una colusión total del gran capital con el poder autoritario del Estado, que actúa a través de dos vertientes: con la policía y el ejército legítimo, y con las falanges paramilitares, cuando no les basta, para que hagan el trabajo sucio. En Colombia tenemos, por ejemplo, ejércitos de paramilitares que hacen todas las tareas que le está prohibido hacer al ejército, como sacar a la gente de sus territorios, matarlos, crear falsos positivos. Los fascismos tienen esa mecánica.

Aparentemente, por las informaciones que me llegan, habría en Ucrania como en muchos otros países de Europa, lamentablemente, un movimiento fascista con sus emblemas, con sus discursos y con sus atropellos contra el resto de la población. Es un elemento de cuidado porque de los fascismos han surgido hecatombes, guerras mundiales, políticas de exterminio contra los que ellos consideran sus enemigos, en muchos casos por pureza étnica, cultural, lo que fuere.

El fascista se siente con derecho a exterminar a todos los que nos son como él, incluso a los que no piensen como él. Es un movimiento terrible por su alianza con el capital, por su recurrente mitificación de la violencia y, finalmente, por los efectos que tiene en cometer delitos contra aquellas minorías, en incluso mayorías, a las cuales considera negativas.

¿Por qué cree que el resurgimiento del fascismo, siendo tan grave, no está presente en los debates sobre el conflicto en Europa?

—En un tiempo, la principal fundamentación del fascismo era combatir al comunismo, con eso arrancó el fascismo italiano y el nacionalsocialismo; había combates callejeros de los fascistas contra los comunistas. Ahora, resulta que la Unión Soviética no es ya comunista, ahora Rusia es un país capitalista y, sin embargo, sigue el odio, no anticomunista sino antirruso. ¿Por qué? Porque simplemente lo que hay son intereses financieros y geopolíticos. Hay que señalar que el fascismo se instauró en Europa con una cierta complacencia de las autoridades, porque eran fuerzas de choque que mantenían fuera del juego político a los socialistas y a los movimientos populares.

Actualmente, creo que hay una relativa complacencia en ese sentido y, lamentablemente, hay un resurgimiento de los fascismos porque hay una gran crisis que está amenazando con la proletarización a los trabajadores de Europa y gran parte del mundo. Y además de eso, no hay quizá una respuesta clara y evidente de la izquierda para tomar otra vez la vanguardia de la acción de las masas. Las izquierdas se han diluido en una cantidad de reivindicaciones medianas, atendibles, pero que son distintas al problema central que es la toma del poder por la clase trabajadora.

¿El cierre de las transmisiones de Sputnik y RT en Europa son parte de las acciones provocadas por esta ola neofascista?

—Es que el sistema mediático del capitalismo es un pensamiento único que pretende ser libertad de pensamiento. Tú tienes libertad, mientras pienses lo que yo te digo; si no, no existes. Así será de fuerte eso, que compañías como Twitter y Facebook se han dado el lujo de sacar del aire al expresidente de EEUU Donald Trump (2017-2021). En un momento dado dijeron "este hombre no nos gusta, él no existe". Fíjate el poder que tienen bajo una supuesta libertad de pensamiento y multiplicación de las posibilidades de comunicación. Entonces, existe lo que los cinco grandes monopolios de la comunicación dicen que existe, y el resto no existe o es satanizado. Y eso es lo que está pasando en este caso.

¿Cuál es la tarea del intelectual en este momento de peligro que enfrenta la humanidad?

—Primero, hay que definir la cuestión intelectual. Está el trabajador intelectual cuyo trabajo consiste más en el manejo de información que en el trabajo físico; en ese sentido, en los países desarrollados más del 70% de su economía depende del trabajo intelectual, del llamado sector terciario, educación, tecnología, cultura, etc.

Ahora, de ese sector hay algunos que utilizan la preeminencia que han tenido en ese manejo de la información para intervenir en el debate público. El intelectual es un pensador de combate, él simplemente, en lugar de utilizar los conocimientos que tiene para tener un buen sueldo o una buena posición, interviene en el debate público.

Hubo momentos en que la intelectualidad tenía un peso enorme, pensemos en los años 60 en el mundo, con destacados pintores, poetas, escritores, narradores de izquierda consagrados. Eso, diría que con la disolución de la Unión Soviética ha bajado. Se ha intentado imponer la idea posmoderna de que nada es verdad, de la muerte de la política, de la filosofía, de la estética… lo único que no se ha muerto es el mercado.

Y como lo único que no se ha muerto es el mercado, entonces los intelectuales piensan, razonan, pero a veces no quieren intervenir en el debate público porque le traería problemas, porque podrían desaparecer o ser vetados en los medios de comunicación, y entonces hay toda una serie de medidas de cooptación.
Puede que haya intelectuales muy brillantes, muy comprometidos, pero no existen para los medios, tienen que manifestarse a través de medios alternativos que tienen poco alcance o que son demonizados, satanizados o cerrados.

—EEUU tiene clara la importancia de lo que llaman "tanques pensantes"

—La tarea intelectual es crucial, quienes motorizan los movimientos políticos son también los intelectuales, tanto los de derecha como los de izquierda. Fíjate que todo este conflicto fue preparado por un tanque pensante, el de la [Corporación] RAND, hay un muy interesante estudio sobre las medidas para contener a Rusia. Y una de las medidas más recomendadas es crearle un conflicto fronterizo, y te lo dice con la desvergüenza mayor la RAND.

Te habla en ese informe, que es público, sobre el cerco económico que podría ser ventajoso pero costoso y problemático; en cambio, dice, crearle un conflicto fronterizo el costo no sería muy grande y los daños para Rusia serían mayores. Entonces, en parte, el conflicto ucraniano es parido en un tanque de pensamiento con pensadores financiados por Estados Unidos para mantener la hegemonía en el mundo.

—¿Cómo cree que va a evolucionar el conflicto?

—En primer lugar, hay muchas profecías apocalípticas. Estados Unidos tiene la bomba atómica desde 1945, como a los dos o tres años la Unión Soviética la tenía también, China la tuvo al poco tiempo, y a pesar de todas las amenazas nadie se ha atrevido a voluntariamente a apretar el botón después de los terribles genocidios de Hiroshima y Nagasaki. Y ya llevamos en ese equilibrio terrorífico casi 80 años. No creo que esto vaya a degenerar en un conflicto nuclear, por más que para aumentar el pánico los europeos digan que estamos al borde de eso.

El segundo elemento, el sacrificio que eso va a significar para Europa. Ya el ministro de Energía de Alemania está sumamente alarmado porque el 55% del gas de Europa viene de Rusia, y otro tanto del carbón y el petróleo. Y cuando se acerque el invierno, el precio del combustible subirá desmesuradamente y Europa se encontrará bajo la obligación de comprarle el combustible fracking a Estados Unidos que viene carísimo, tanto por la producción como por los fletes. Allí habrá problemas y los sacrificios recaerán sobre Europa, porque justamente la raíz del conflicto es nuevamente evitar una relación armónica entre Alemania, Rusia y el resto de Asia.

Entonces, eso está muy bonito a la hora de hacer declaraciones amenazantes, pero a la hora en que de repente el combustible sea incosteable, la electricidad no se pueda pagar, la calefacción sea un bien para ricos y además la crisis económica que tenga que ver con eso sea un golpe para todo el mundo, las posiciones creo que variarán un poco. Y eso, incluso, acelerará el estallido de la crisis económica que viene ya condicionada por el coronavirus.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5017 veces.


La fuente original de este documento es:
Sputniknews (https://mundo.sputniknews.com/20220307/intelectual-venezolano-persecuciones-en-donbas-son-casi-de-limpieza-etnica-1122768659.html)



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter