ONU reasume lucha contra la mutilación genital femenina

Mumina Jirmo (centro), sobreviviente y activista contra la mutilación genital femenina, con un grupo de sus compañeras en el condado de Isiolo, en el oriente de Kenia

Mumina Jirmo (centro), sobreviviente y activista contra la mutilación genital femenina, con un grupo de sus compañeras en el condado de Isiolo, en el oriente de Kenia

8 de febrero de 2024.- Cinco agencias de las Naciones Unidas lanzaron un nuevo llamado contra la mutilación genital femenina, que amenaza a más de cuatro millones de niñas en el mundo solo este año, y plantearon dar en esa lucha la mayor voz posible a las sobrevivientes de esa práctica.

"La voz de cada sobreviviente es un llamado a la acción, y cada decisión que toman para recuperar sus vidas contribuye al movimiento global para poner fin a esta práctica", dijeron en su declaración los responsables de las agencias de la ONU.

Más de 200 millones de niñas y mujeres vivas hoy han sufrido mutilación genital femenina, recordó el texto, y casi 4,4 millones de niñas, lo que equivale a 12 000 casos cada día, estarán en riesgo de padecerla a lo largo de este año.

Suscribieron la declaración las directoras ejecutivas del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), Natalia Kanem, de ONU Mujeres, Sima Bahous, y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Catherine Russell.

Asimismo, Volker Türk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La mutilación genital femenina consiste en la eliminación del clítoris y a veces de los labios vaginales, y es una práctica común en muchos países de las regiones África, Asia y Medio Oriente, a pesar de que las religiones mayoritarias, el islam y el cristianismo, la condenan expresamente.

Incluso hay informes de que se practica clandestinamente en algunas comunidades migrantes que han llegado a Europa.

Para las agencias constituye "una violación de los derechos de las mujeres y las niñas, que pone en peligro su salud física y mental y limita su potencial para llevar una vida sana y plena".

La declaración subrayó que esa práctica "aumenta el riesgo de sufrir dolores graves, hemorragias e infecciones y la probabilidad de sufrir otras complicaciones de salud en el futuro, incluidos riesgos durante el parto, que pueden poner en peligro la vida de los recién nacidos".

"Por eso, en nuestra búsqueda de un mundo libre de discriminación y prácticas que dañan a las niñas y mujeres, es imperativo que prestemos atención a las voces que más importan: las voces de los sobrevivientes", señaló la declaración.

Se propone "amplificar las voces de los sobrevivientes para crear conciencia e inspirar la acción colectiva, y promover su poder y autonomía, garantizando que tengan un papel activo en las intervenciones de prevención y respuesta".

Expusieron que los sobrevivientes tienen conocimiento de primera mano de los desafíos y las herramientas necesarias para eliminar la práctica, y por eso "es crucial que invirtamos en movimientos liderados por sobrevivientes, especialmente a nivel de base, dedicando recursos que impulsen sus esfuerzos".

"También debemos garantizar que haya servicios integrales y culturalmente sensibles disponibles y accesibles. Esto incluye fortalecer la prestación de atención médica y servicios sociales y legales para apoyar a los sobrevivientes" de las mutilaciones.

Por otra parte, los conductores de las agencias registraron progresos en la causa, pues la práctica de la mutilación genital femenina ha disminuido en las últimas tres décadas.

En los 31 países con datos de prevalencia representativos, alrededor de una de cada tres niñas de entre 15 y 19 años de hoy han sido sometidas a la práctica, frente a una de cada dos en la década de 1990.

Hasta el año pasado, un programa conjunto de agencias de la ONU apoyó a más de 11 000 organizaciones, de las cuales 83 % eran de base que, asociadas con coaliciones y movimientos liderados por sobrevivientes, abogaban por cambios en políticas y leyes, y defendían cambios en las normas sociales y de género.

Sin embargo, reconocieron que existe una necesidad urgente de más esfuerzos específicos, coordinados y sostenidos "si queremos lograr nuestro objetivo común de poner fin a la mutilación genital femenina para 2030".

"Juntos, liderados por los sobrevivientes, podemos relegar esta práctica dañina a la historia, de una vez por todas", concluyó la declaración.



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